la aldea del pasado
El aire estaba cargado de un tenso silencio tras la última batalla. La energía alrededor de Negrus parecía haber disminuido, pero no estaba del todo calmada. Se encontraba sentado cerca del fuego, observando a Mara mientras esta trabajaba con el aro roto que le habían arrancado durante la feroz batalla contra los ángeles.
La anciana demonio, con manos firmes y cuidadosas, repasaba el metal oscuro con su magia. Una tenue luz púrpura iluminaba el aro mientras lo reforzaba con sellos y encantamientos antiguos, más fuertes que los anteriores.
—Esto debería sostener mejor tu energía, Negrus —dijo Mara sin apartar la vista de su trabajo. Su voz era grave, pero serena. —No puedo garantizar que no se rompa de nuevo si te enfrentas a algo tan destructivo como los ángeles, pero al menos te dará más estabilidad.
Negrus asintió, aunque en su rostro se veía la incertidumbre. Desde que la capucha fue reparada, su cuerpo había recuperado algo de calma, pero dentro de él, Sombra seguía rugiendo, ansioso por volver a desatar el caos.
Finalmente, Mara terminó de reparar el aro. Lo sostuvo frente a Negrus, quien lo tomó con cuidado. Cuando lo colocó nuevamente en su brazo, sintió una oleada de energía que lo reconectó con su esencia. No era un alivio completo, pero era suficiente para sentirse más entero.
—Gracias, Mara —murmuró Negrus. Su voz tenía un tono de gratitud genuina, aunque su mirada seguía siendo sombría.
La anciana demonio lo observó durante unos segundos antes de hablar.
—Sabes que este camino no será fácil, ¿verdad? —dijo, apoyándose en su bastón. —Tu poder atrae enemigos, y tu alma aún está en guerra consigo misma. No puedo protegerte siempre, Negrus. Debes aprender a controlar a Sombra por ti mismo.
Negrus bajó la mirada, sus garras jugando nerviosamente con un pedazo de madera del suelo.
—Lo sé —respondió. —Pero no puedo quedarme aquí. Hay algo que debo hacer.
Mara arqueó una ceja, interesada.
—¿Y qué es eso?
Negrus tomó aire antes de responder.
—Volver a mi aldea. Necesito ver lo que queda de ella. Y... enterarme de lo que le pasó a mi hermano.
La mención de Spike hizo que un silencio pesado cayera entre los dos. Mara asintió lentamente.
—Es un paso importante. Pero ten cuidado, Negrus. El pasado tiene formas de devorarnos si no estamos preparados.
El viaje hacia la aldea
Al amanecer, Negrus se despidió de Mara. La anciana demonio le entregó un pequeño amuleto que contenía una protección contra encantamientos menores.
—No es mucho, pero podría salvarte en un momento crítico —dijo con una leve sonrisa antes de verlo partir.
Negrus avanzó por los caminos destruidos que alguna vez había conocido. El paisaje era un recordatorio constante del caos que había desatado en su primer despertar como demonio. Árboles reducidos a cenizas, ríos contaminados con sangre, y el aire impregnado con un olor a muerte que no desaparecía.
Mientras caminaba, su mente volvía a la última vez que había estado consciente como Sergio. Los gritos de odio de su pueblo, el fuego que lo consumió, y la traición de Sara. Cada pensamiento era como una daga clavándose más profundo en su alma.
Finalmente, después de varios días de viaje, llegó al borde de su aldea. Lo que vio lo dejó helado.
El destino de la aldea y Spike
La aldea estaba en ruinas. Las casas que alguna vez fueron su hogar estaban quemadas hasta los cimientos. El pozo central, donde solía jugar de niño, estaba seco y agrietado. No había ni un solo sonido; ni animales, ni voces humanas, nada. Solo el eco del viento que pasaba entre los escombros.
Negrus caminó lentamente por las calles vacías. Cada esquina le traía un recuerdo diferente: el mercado donde lo golpeaban por ser "diferente", la plaza donde Sara solía abrazarlo antes de que todo se desmoronara, y la casa que compartía con Spike. Se detuvo frente a lo que quedaba de esa casa.
El techo estaba derrumbado, y las paredes estaban marcadas con palabras de odio, escritas en carbón. "Malditos", "Traidores", "Engendros". Negrus sintió una mezcla de rabia y tristeza al ver las inscripciones.
Dentro de la casa, encontró restos de ropa y objetos rotos. Sobre una mesa de madera medio quemada, había un pedazo de papel que llamó su atención. Lo tomó con cuidado, y al leerlo, su corazón se detuvo.
Era una carta escrita por Spike.
Negrus, Si alguna vez lees esto, significa que has regresado, aunque dudo que lo hagas. El pueblo entero te odia, y yo... yo no supe si llorar o celebrar tu muerte. Pero cuando ellos vinieron por mí, entendí lo que sentiste toda tu vida. Por ser tu hermano, me culparon por lo que hiciste. Me golpearon, me quemaron, y al final... me mataron.
Negrus apretó la carta con fuerza, sintiendo cómo sus garras perforaban el papel.
Pero no morí por completo. Mi alma fue llevada al cielo, y ahora soy algo más. Si alguna vez nos volvemos a encontrar, no será como hermanos. Será como enemigos. Porque nunca podré perdonarte por destruir mi vida.
La carta terminaba con un trazo abrupto, como si hubiera sido escrita con prisa. Negrus sintió un nudo en el pecho, algo que no había sentido desde que era humano. Gritó, un sonido lleno de dolor y frustración, que resonó en toda la aldea.
Decisiones
Después de leer la carta, Negrus permaneció sentado en la casa destruida por lo que parecieron horas. El día se convirtió en noche, y el cielo se llenó de estrellas. Finalmente, se levantó, con una expresión determinada en su rostro.
Sabía que el camino que tenía por delante sería más difícil de lo que había imaginado. Su pasado, su poder, y ahora su propio hermano estaban en su contra. Pero también sabía que no podía quedarse atrapado en el pasado.
Con un último vistazo a la aldea, Negrus se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia lo desconocido. Había tomado una decisión: encontrar a Spike y enfrentar lo que fuera necesario para obtener respuestas, incluso si eso significaba enfrentarse a su propia familia.
En la distancia, una figura observaba desde las sombras. Mara, siempre vigilante, murmuró para sí misma:
—Tu viaje apenas comienza, Negrus. Pero la verdadera batalla está dentro de ti.
Y con eso, desapareció entre los árboles.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro