el final (capitulo 3)
El campo de batalla estaba en ruinas, desolado por mi furia. La sombra de Sombra me envolvía por completo, y cada vez que intentaba razonar con mi propio ser, la oscuridad solo crecía. Estaba descontrolado. Mi respiración era agitada, mis manos temblaban mientras sentía el poder de Sombra correr por mis venas, alimentándose de mi ira, mi dolor, mi desesperación.
Las burbujas azules que flotaban alrededor de mi collar brillaban con una intensidad extraña, mucho más fuerte que antes. A medida que mis emociones se desbordaban, las burbujas comenzaron a expandirse por el aire, rodeándome con una calma inquietante. Por un momento, algo cambió. La furia que sentía no desapareció, pero se redujo, como si la presión interna que siempre me empujaba a destruir se desvaneciera por un instante.
Las burbujas se cerraron lentamente a mi alrededor, envolviéndome en una esfera protectora. La sombra, mi fiel compañera de oscuridad, empezó a ceder. No se desvaneció, pero ya no parecía tan dominante. En su lugar, una calma extraña comenzó a invadir mi ser. Pude sentir mi corazón latir más despacio, mi respiración más regular.
Me quedé quieto, respirando profundamente, mientras las burbujas seguían girando a mi alrededor. Algo en el aire era diferente, más sereno. ¿Era este el poder del collar? ¿El control que había perdido tantas veces? Me sentí aliviado, al menos por un breve momento. No había furia, solo una sensación de paz que no entendía bien, pero que agradecía.
De repente, escuché pasos. Me giré lentamente y vi a Mara acercándose, su figura cálida en medio del caos. Su mirada era de preocupación, pero también de determinación.
—¿Cómo estás? —preguntó, sin apartar los ojos de mí.
No respondí, solo la observé, aún sintiendo esa calma que las burbujas me otorgaban.
Mara se acercó sin decir una palabra más, y colocó sus manos sobre mi pecho. Sentí cómo su energía mágica fluía hacia mí, sanando las heridas que había recibido durante la batalla. El collar, brillando intensamente, parecía estar canalizando parte de esa energía, ayudando a mi cuerpo a recuperarse.
—Sabía que esto iba a pasar —dijo con un suspiro. —Sabía que no podrías controlar todo el poder de Sombra por siempre. Pero también sé que no puedes seguir así, Negrus.
El collar, al parecer, lo sabía también. Su brillo se hizo aún más fuerte, como si respondiera a sus palabras, y las burbujas que me rodeaban comenzaron a vibrar con una energía extraña, calmante.
Mara me miró con una expresión severa, pero también había algo de preocupación en sus ojos.
—No eres un monstruo, Negrus. Pero estás caminando por un borde peligroso. No puedes seguir dejando que tu poder se descontrole de esta manera, o terminarás perdiéndote en él para siempre.
El collar brilló una vez más, y de repente, escuché un pequeño clic. Mara había colocado una mano sobre él, y en un parpadeo, el collar cambió.
Lo que antes era un simple collar con burbujas protectoras ahora parecía algo completamente diferente. Era como un pequeño dispositivo, algo similar a un móvil. Su forma había cambiado y ahora tenía una pantalla luminosa. Al tocarla, el collar mostró extraños símbolos y letras que no entendía del todo, pero que sabían a tecnología avanzada.
—Este es el nuevo collar —dijo Mara, como si hubiera resuelto un enigma complejo. —Te ayudará a mantener el control, pero también te permitirá comunicarte. Será más fácil para ti seguir tus propios pasos, y si alguna vez el poder de Sombra intenta dominarte nuevamente, este collar podrá bloquearlo momentáneamente.
Me quedé mirando el nuevo collar, mis pensamientos confusos. Sentí una mezcla de gratitud y tristeza. No quería estar atado a algo, pero sabía que necesitaba ese control.
Mara me miró con una sonrisa triste, casi como si supiera que este era el momento. Me dio una ligera palmada en el hombro.
—Te lo he dado porque confío en que encontrarás el camino. Pero no olvides lo que eres, Negrus. No olvides que tu poder no es lo único que te define.
El collar brilló una última vez, y con un gesto, me despedí de ella. No quería quedarme más tiempo. La batalla había terminado, pero yo no. Mi viaje aún no había acabado.
—Gracias, Mara —le dije, mi voz más tranquila de lo que me sentía por dentro. —Lo recordaré.
Sin esperar más, me di vuelta y caminé hacia la oscuridad, hacia un nuevo destino que aún no conocía, pero que sentía que debía encontrar. El collar ahora estaba en mi cuello, y con él, una nueva esperanza, o tal vez, una nueva carga.
El sonido del viento se mezcló con los murmullos lejanos de los dioses caídos y los demonios derrotados. Y mientras caminaba, un último pensamiento cruzó mi mente: ¿Qué me deparará el futuro?
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