Negrus avanzaba a través del paisaje desolado, con sus pasos resonando en el silencio de la noche. Su mente estaba atrapada en una espiral de pensamientos confusos y emociones encontradas. La aparición de Darius lo había dejado irritado, no solo por el encuentro, sino por las palabras que el dios había pronunciado. Aquella mirada llena de admiración y sus ridículas declaraciones aún resonaban en su mente."¿Qué clase de idiota podría enamorarse de un demonio como yo?", pensaba con rabia. Pero había algo más que ira en su interior; una pequeña y molesta duda comenzaba a germinar. Si Darius realmente estaba dispuesto a enfrentarse a su propia naturaleza divina para protegerlo, ¿podría ser útil tenerlo de su lado? No quería admitirlo, pero las habilidades del dios eran impresionantes, incluso si su falta de resolución lo hacía parecer débil.Mientras Negrus caminaba, el ambiente a su alrededor empezó a cambiar. El aire se volvió más pesado, cargado de una energía oscura que le resultaba familiar. Se detuvo en seco, sus ojos escaneando el horizonte. Algo se acercaba, algo que no prometía nada bueno.De las sombras emergieron figuras. Primero una, luego dos, y pronto un ejército completo de demonios rodeaba a Negrus. Sus ojos brillaban con una luz maliciosa, y sus cuerpos estaban cubiertos de cicatrices y armaduras negras que reflejaban su naturaleza caótica.—Negrus,— gruñó uno de los líderes del grupo, un demonio alto y musculoso con cuernos en espiral y una voz grave como un trueno. —Tus acciones han perturbado el equilibrio. Los señores del Infierno no tolerarán tu existencia por más tiempo.Negrus no respondió de inmediato. Su mirada recorría a sus enemigos, evaluando la situación. Estaba completamente rodeado, y aunque confiaba en su poder, sabía que enfrentarse a un ejército entero no sería una tarea fácil.—No me interesa el equilibrio ni lo que toleren sus señores,— dijo finalmente, su voz fría como el hielo. —Si vienen a matarme, tendrán que esforzarse más que esto.Los demonios rugieron al unísono, y el líder levantó su arma, una enorme espada envuelta en llamas negras. La batalla comenzó con una explosión de caos.Negrus se movió con rapidez, esquivando los primeros ataques y lanzándose contra sus enemigos. Sus garras brillaban con un resplandor oscuro mientras cortaba a través de las filas de demonios. Cada movimiento era preciso y letal, pero por cada enemigo que derribaba, parecía que dos más tomaban su lugar.El líder del grupo se abalanzó sobre él, su espada descendiendo con fuerza. Negrus bloqueó el golpe con sus garras, pero el impacto lo hizo retroceder varios pasos. El demonio sonrió, mostrando dientes afilados.—Eres fuerte, pero no eres invencible,— dijo el líder con arrogancia.Negrus apretó los dientes, sintiendo cómo la frustración y la furia crecían en su interior. Sabía que tenía que hacer algo para cambiar el curso de la batalla, pero antes de que pudiera reaccionar, una luz brillante atravesó el campo de batalla.Un rayo de energía divina cayó del cielo, golpeando a varios demonios y desintegrándolos al instante. Negrus miró hacia arriba y vio una figura descendiendo desde las alturas. Era Darius, su espada brillando con un resplandor celestial.—¿Tú otra vez?— gruñó Negrus, irritado.Darius aterrizó junto a él, ignorando su tono hostil. —No voy a permitir que te maten. Todavía no.—¿Y por qué debería importarte?— replicó Negrus, lanzándose de nuevo al combate.Darius no respondió de inmediato. En lugar de eso, se unió a la lucha, su espada moviéndose con una gracia y precisión que contrastaban con la brutalidad de los demonios. Juntos, aunque de mala gana, comenzaron a reducir las filas del ejército enemigo.A pesar de su desconfianza hacia Darius, Negrus no pudo evitar notar lo efectivo que era tenerlo como aliado. La combinación de sus habilidades era devastadora, y los demonios comenzaban a retroceder.El líder del grupo, furioso, lanzó un rugido que sacudió el suelo. —¡No escaparán de mi ira!— gritó, cargando contra ellos con una furia descomunal.Negrus y Darius se prepararon para el impacto. La batalla alcanzó un nuevo nivel de intensidad, con ambos luchando codo a codo contra el líder demoníaco. El suelo se quebró bajo sus pies, y el aire se llenó de chispas y energía oscura.Finalmente, con un esfuerzo combinado, lograron derribar al líder. Negrus clavó sus garras en su pecho, mientras Darius atravesaba su corazón con su espada. El demonio soltó un último rugido antes de colapsar, su cuerpo desintegrándose en cenizas.Cuando la batalla terminó, Negrus se giró hacia Darius, su mirada aún llena de desconfianza.—No te pedí que me salvaras,— dijo con frialdad.Darius se encogió de hombros, limpiando la sangre de su espada. —No lo hice por ti. Lo hice porque creo que todavía hay algo más en ti, algo que vale la pena proteger.Negrus gruñó, irritado por sus palabras. —Haz lo que quieras, pero no esperes que confíe en ti.Con eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar, dejando a Darius atrás. Sin embargo, en el fondo de su mente, no podía evitar preguntarse si tal vez, solo tal vez, tener a alguien como él de su lado no sería tan malo después de todo.