Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

MARINA

Me encontraba en el plano oscuro, flotando en el aire. Mis piernas todavía no habían desaparecido, pero sentía el pálpito de las escamas por querer reemplazarlas. Sedna solo podía llegar al corazón de sirena si estaba convertida.

Comencé a sentir la presencia de nuevas sirenas que ella había esclavizado. Pero también percibía su miedo al acercarse a mí. Sentían la luz de mi centro de poder, que la magia negra de Sedna estaba conteniendo. Quería expandirla por todo el lugar, pero me sentía débil. Estaba atada con unas sogas negras. Me apretaban cada vez que yo me movía.

Las sirenas se tomaron de las manos y formaron un círculo a mi alrededor. Comenzaron a recitar el cántico. De pronto, sentí cómo en el centro de mi cuerpo algo caliente y frío a la vez se iba formando, como si dos fuerzas estuvieran luchando entre sí. Poco a poco, el frío comenzaba a ganar y de esa manera el dolor en aquella zona se intensificaba. Me costaba respirar, el frío se me iba esparciendo por todo el cuerpo a medida que el cántico aumentaba en volumen. Ya no sentía mis piernas moverse. Miré hacia abajo y vi que la cola había aparecido. Temía sufrir de nuevo aquel intenso dolor que había sentido la vez pasada. Traté de liberarme, pero era inútil. Su magia era muy poderosa, y también la mía, pero por alguna razón, ya no la sentía fuerte. El fuego interior que me daba fuerzas e impulsaba mi magia ya no se encontraba y eso me hacía sentir desprotegida y débil.

Temblaba de frío. Se me había esparcido por casi todo el cuerpo, salvo en la cabeza y las manos, que las tenía cerradas y apretadas para darme calor. Pensé en Mateo para sentir algún tipo de fuerza, pero fue inútil. Cada vez que pensaba en él, su imagen se me iba de la cabeza. La magia de la hechicera me estaba dejando sin fuerzas y sin ganas de pelear. Esta vez estaba atacando de otra forma. Quería dejarme totalmente frágil para que le entregara voluntariamente mi corazón de sirena.

Las sirenas seguían cantando.

—Mateo... te... necesito...

Mi susurró se perdió en el cántico. Una lágrima se me escapó de los ojos y la angustia me fue embargando. Era mucho el dolor que había sufrido, nunca había sentido tal rechazo por tantas personas. El pueblo entero me odiaba y me quería ver muerta. No concebían tener una sirena en su hogar. Para ellos no solo era la puta del pueblo, sino que también era un ente raro que nunca aceptarían.

¿Realmente Martín me había perdonado? ¿Por qué me estaba ayudando si le había infligido tanto dolor?

—No, no te ha perdonado, querida. —Era la voz de Sedna—. Solo está confundido. Piensa que aún te ama y que si te ayuda, van a volver a estar juntos. Pero yo me encargaré de que eso no suceda. Una vez que me entregues el corazón de sirena y tenga tu poder, le crearé una nueva vida. Encontrará un nuevo amor y se olvidará instantáneamente de ti.

Sedna emergió de la oscuridad y se puso de pie junto a mí.

—¿Alguna... —me costaba hablar pero tenía que preguntarle—... alguna vez... me... me amó en realidad?

La hechicera se rio. Sentí su mano sobre el centro de mi poder. Presionó levemente y sentí cómo su magia negra había ingresado en mi cuerpo.

—Sí. Él te amó. Pero si no hubiera intensificado un poco su amor, no habría sido tan embriagante. Y yo necesitaba que él te amara con mucha intensidad.

—¿Cómo... hiciste para... que sintiera amor... por... por él?

—Estuve durante años estudiando el corazón de sirena. ¡No sabes lo interesante que es! Ese es el lugar donde reside la energía de la cual se desprende el amor, los poderes. Dentro de ese lugar todo es uno. Inconscientemente, nosotros canalizamos lo que realmente queremos. Por ejemplo, tus poderes. Cuando quieres utilizarlos, utilizas la energía del corazón de sirena y desprendes la cantidad necesaria. También se le llama centro de poder, ya que es el lugar donde reside la magia.

»Luego, cuando estás lista para encontrar a tu gran amor, el corazón de sirena se comunica con el universo y desprende la melodía que todas las sirenas escuchamos, una melodía que nos guía al lugar donde se encuentra el alma gemela.

—Pero pensé que...

—Qué era una melodía solamente perteneciente al mundo marino. Sí, yo también pensé lo mismo. Pero no, es una mezcla de la magia del universo con la magia del corazón de sirena. No sé exactamente qué sucede en realidad, pero de su unión sale esta melodía.

—¿Y por qué la dejamos de escuchar cuando salimos del agua?

—Porque la conexión entre el poder de tu corazón solo sobrevive dentro del agua. Una vez fuera, tu poder marino se apaga. La melodía que escuchas cuando estás al lado de tu alma gemela, esa parte, es gracias al universo, que te indica que la has encontrado.

—Pero yo...

—Pero tú eres un caso aparte. No solo llevas el poder de Poseidón, sino que también llevas el poder de generaciones de poderosas sirenas y hechiceras. Oh, sí, he investigado tu árbol genealógico. Y me maravilló cómo tu madre ocultó al mundo marino la generación de sirenas asesinas que tuvo en su familia. Sí, hechiceras que pudieron volver al mar gracias al corazón de sirena.

—No puede ser. Eso... eso no es cierto. —Trataba de gritar, pero apenas podía respirar—. Estás mintiendo.

—Bueno, nunca vas a poder comprobarlo. ¿No es cierto?

Sedna deslizó una nueva oleada de magia negra dentro de mí. Esta vez era tan poderosa que volvió a sumergirme en la oscuridad.

Oí pájaros cantar, una superficie dura y agrietada debajo de los pies. Abrí los ojos. Era de día, el sol brillaba con intensidad. El cielo estaba despejado y había una pequeña brisa primaveral. No había ningún rastro de la magia negra de Sedna. Todo estaba en paz.

¿Había muerto? De un pino volaron unos pajaritos, que se internaron en el pino de al lado. Me sentía muy tranquila y feliz.

Me levanté y vi que estaba en la entrada del pueblo. Corrí hacia la casa de Mateo, pero estaba vacía.

De pronto, oí la voz de Sedna:

—¿Quieres saber qué pensó realmente la gente de este pueblo? ¿Observar la verdad sobre tu llegada?

Me elevé y sentí que el cuerpo se me deshacía. Comencé a recorrer el pueblo con el alma. El viaje me revelaba la verdad sobre los habitantes del pueblo, su mirada hacia mí y sus interrogantes sobre mi vida pasada. Las miradas estaban llenas de incertidumbre, recelo, odio, hasta asco hacía alguien que era diferente de todos ellos. Percibía cómo se sentían ante mi presencia: no les gustaba en lo más mínimo. Para ellos fui una persona muy extraña, que trajo consigo algo que no esperaban y no querían: un cambio drástico mediante magia.

Los pueblerinos no estaban conscientes del poder del lugar y hasta algunos tenían un poder oculto que no habían descubierto o jamás descubrirían. Todos vivían en paz y armonía. Hasta que llegué yo.

Las actitudes de las personas eran falsas, me mentían para luego ir a despotricar contra mí cuando se reunían entre amigos. Pensaban que toda mi bondad era un acto que se cayó cuando descubrieron que había estado con dos hombres a la vez. Desde ese momento, sus sentimientos hacia mí se intensificaron. Cada una de las personas de la Lucila ahora me odiaba y me quería ver fuera del pueblo o muerta. Y para acabar con todo esto, se reunieron para organizar mi caza. Y casi lo lograron. Solo que no contaban con mi poder.

—Pero... yo pensé que... yo pensé que les había agradado. Pensé que me habían aceptado...

—No fue así —dijo Sedna—. Para todos ellos siempre fuiste una aberración. ¿Lo ves? Hasta para Mateo lo fuiste...

Las imágenes se fusionaron y formaron una gran pantalla. Mateo aparecía en aquel día que me había visto por primera vez. Su mirada lo decía todo, el amor que habitaba en ella era impresionante. Estaba embelesado por mí.

Hasta que desaparecí de su vista. Fue como si saliera de un hechizo. Movía la cabeza de un lado hacia otro, como si quisiera apartar algo de su vista. Cuando levantó la cabeza, los ojos contaban otra historia. Estaba confundido, no sabía qué había pasado. No entendía esos sentimientos hacía mí, que de un momento a otro aparecieron para luego desaparecer.

—Él es mi alma gemela. Él me ama de verdad...

—Tu hechizo de sirena lo hizo amarte. En realidad, nunca te quiso y nunca lo va a hacer.

Apareció la escena del día en que hicimos el amor por primera vez. Vi la energía que fluía entre nosotros dos, pero noté cómo esa energía emanaba de mi cuerpo y rodeaba todo el cuerpo de Mateo, hechizándolo, atrapándolo con mi magia.

—No, no. ¡Eso no es cierto! —Quería llorar, la angustia me hacía doler el corazón—. ¡Estás distorsionando la verdad!

—¿O será que realmente te estoy mostrando lo que pasó en realidad?

Carolina. Detrás de sus risas se ocultaba una vida triste. Y al verme llegar, quiso hacerse amiga de mí por mi belleza, porque creía que era la única forma de poder conocer a alguien. Me había usado. No me quería. No era su amiga. Era solo un medio para lograr un objetivo.

—Me has matado, Marina. Por tu culpa, tuve una muerte lenta y dolorosa.

—Perdón —Si tuviera cuerpo, las lágrimas seguramente estarían cayendo por mi rostro—. Yo no quise que todo terminara así. Tienes que creerme.

—Me has arrastrado hasta mi tumba. Mi condena comenzó el día en que te conocí.

El corazón me latía lleno de dolor. Podía percibir el color de la sangre que emanaba: negro. La angustia y el dolor habían teñido de negro oscuro el color de mi sangre, que iba recorriendo todo mi cuerpo físico, que debía estar en algún lugar.

—Perdón... ¡Perdón a todos! ¡Lo siento tanto!

Volví al plano oscuro. Mi mente había vuelto al cuerpo físico. Esta vez no me encontraba atada, solamente tirada en el suelo. Las sirenas me rodeaban y estaban tomadas de las manos. Me miraban inexpresivas.

—¿Y ahora, qué vas a hacer? —preguntó Sedna—. Todo el mundo te odia. Nadie quiere tenerte cerca, mi amor. Si aceptas tu poder en su totalidad, miles de sirenas morirán. La Atlántida estará bajo un manto de sangre y sufrimiento.

Dos sirenas se apartaron para dejar paso a Sedna. Al llegar a mi lado, se arrodilló y me tomó el rostro con las manos. Me secó las lágrimas con los dedos. Me miró con cariño y comprensión. Ella sabía lo que era ser odiada, dejada de lado. Comprendía mejor que nadie el dolor de ser apartada de la sociedad. Ella sabía lo que era perder al gran amor de su vida, que alguien apareciera y te lo arrebatara con facilidad.

—Toma mi corazón —dije finalmente.

Esbozó una sonrisa. Había ganado. Dejaría que tomara mi vida porque no quedaba nada por luchar. Se levantó y elevó los brazos hacia arriba y junto con las sirenas comenzaron a recitar un nuevo cántico. Un dolor en el pecho apareció y se fue incrementando a medida que el cántico avanzaba. Grité. Fue como si me estuvieran abriendo el centro de del cuerpo con las manos, usando las uñas para escarbarme la piel y músculos. Nunca había sentido tanto dolor.

—¡Hazlo parar!

—Pronto, querida... pronto...

Pero de repente, las sirenas comenzaron a gritar y a caer al suelo, mezclándose con la oscuridad del plano hasta desaparecer. Sedna miró hacia atrás y se sorprendió al ver un ser de luz que se acercaba. Trató de detenerlo, pero su poder era mínimo comparado con el del ser. Luego de varios intentos, Sedna desapareció.

El ser de luz llego hacia mí y me tocó el centro del cuerpo. Me rodeó con su luz cálida y me hizo sentir amada. Con su luz me comenzó a recorrer cada parte del cuerpo para apartar la oscuridad que Sedna me había metido.

El ser de luz me tomó de la mano y me sacó del plano oscuro.

Cuando abrí los ojos, vi a Sedna de pie a un metro delante de mí. Disparaba una expresión de horror a la persona que me sostenía la mano. Giré la cabeza y lo vi. La esperanza volvió a mi vida.

Mateo estaba a mi lado, sosteniéndome la mano.

Mi amor —dije susurrando, perdida en su tierna mirada.

—Estoy aquí, Mari. Vine a protegerte.

Mateo me levantó y me dio un abrazo, que funcionó como un remedio que renovaba mi fuerza y seguridad. Inmediatamente, supe que todo estaba bien entre nosotros dos, que nuestro amor era verdadero e inquebrantable. Sentí el amor como una energía que nos rodeaba y nos protegía, formando un escudo que sacaba afuera la oscuridad que Sedna creaba.

Por un momento, estuvimos solos en el muelle. Mateo me dedicó una sonrisa. Le brillaban los ojos, como si estuvieran conteniendo lágrimas. La piel le relucía al igual que el pelo. Nunca lo había visto de esa manera: imponente, poderoso.

Nos fundimos en un beso. Mi corazón explotó de alegría y me llevó al espacio, donde el universo esperaba con su energía curativa, que empezó recorriendo mi corazón de sirena, llenándolo de luz y paz para luego seguir por el resto de mi cuerpo.

—¡Pero qué lindos se ven los dos tortolitos! —exclamó Sedna—. Fue divertido ver como funcionó mi hechizo para evitar que vieras a Mateo como tu alma gemela. ¡Esa cachetada que le has dado!

—Por favor, no sigas —dije—. ¡Lo único que vas a hacer es lastimarte!

Sedna lanzó una carcajada estridente.

—¿Piensas que realmente vas a poder detenerme con unas simples palabras? ¡No! He llegado demasiado lejos —Levantó los brazos—. Ahora, terminemos con esto de una buena vez.

El vórtice se abrió aún más. Las sombras se separaron de este y comenzaron a volar hacia el pueblo.

—Gracias a ti, todos los habitantes de este pueblo van a sufrir.

A lo lejos, oí la bocina de un auto.

—¡Mamá! ¡No!

Martin bajó del auto y corrió hacia nosotros.

—No entiendo bien qué está sucediendo. Pero sea lo que sea, por favor... detente...

Por un breve momento, Sedna vaciló.

—Pero, hijo...

—Por favor, mamá. Te lo ruego. Si me amas, tienes que dejar esta locura.

Martín extendió la mano. Sedna no supo qué hacer, pero terminó bajando los brazos. El lazo que la conectaba con el vórtice se deshizo. Comenzó a cerrarse lentamente. Pero cuando estuvieron a punto de tocarse, Sedna agitó la cabeza.

—¡No! ¡Jamás!

Extendió los brazos hacia arriba, abrió el vórtice hasta su máxima apertura y volvió a conectarse. Un chillido cristalino vino del otro lado. Una sombra verde se estaba acercando hacia la entrada del vórtice.

Sedna apuntó con la mano a Mateo y, con un leve movimiento, lo lanzó al mar. Y con otro creó unas inmensas olas que rompieron en el lugar donde Mateo había caído.

Todo sucedió con mucha rapidez. No pude reaccionar. Quería tirarme al mar y salvar a Mateo, pero Sedna me retuvo con su magia. Un rayo verde salió del vórtice y se dirigió hacia mí. Pero antes de llegar, Martín se interpuso y el rayo le impactó en el pecho.

—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!

La magia de Sedna me soltó y aproveché para correr hacia Martín. Me arrodillé y le revisé los signos vitales. No había señal de vida. Había muerto para salvarme.

Las lágrimas me comenzaron a salir de los ojos a borbotones. No era justo que él muriera por mí. Se me formó un nudo en la garganta a medida que una sensación de bronca se apoderaba de todo mi ser. Estaba perdiendo personas importantes en mi vida y tenía que parar antes de que alguien más resultara herido.

Me levanté y con un simple movimiento de manos sentí cómo la magia actuaba sobre Martín y creaba un campo de fuerza a su alrededor para que el cuerpo se mantuviera intacto. El poder de mis ancestros corría por mi cuerpo de manera natural. Tenía que salvar al pueblo de una terrible catástrofe.

A lo lejos oí los gritos de las personas del pueblo. Gritos de miedo y desesperación. No entendían qué estaba sucediendo y estaban asustados. Las sombras estaban invadiendo sus hogares y apagando cualquier tipo de luz que encontraban.

Corrí y me abalancé sobre Sedna. Pero antes de tocarla, me arrojó contra la baranda del muelle.

—Mataste a mi hijo. ¡Y ahora vas a cobrar por eso!

El muelle se sacudía, comenzaron a volar astillas por todas partes, maderas se desprendieron y cayeron al mar. Una grieta amenazaba con separarlo en dos partes. En el cielo, por todo el pueblo, vi cómo las sombras atacaban. Una tomó a una persona y la arrojó hacia el vórtice.

Finalmente el muelle se quebró en dos. Sedna fue envuelta en un torbellino negro que la elevó en el aire. La mitad del muelle comenzó a elevarse y a dirigirse hacia el centro del mar, conmigo arriba, alejándome a gran velocidad de la playa.

Paramos en el medio del mar, bastante alejados del pueblo. Sedna se encontraba a escasos metros de mí, con los brazos extendidos hacia arriba y los dedos flexionados como garras a punto de tomar a su presa. Tenía los ojos cerrados y susurraba un cántico que yo apenas podía oír. Se comenzó a formar una tormenta, el viento comenzó a golpear con violencia y me arrojó a la baranda del muelle, que casi cedió.

Oí unos chillidos provenientes del mar.

—Saluda a tus hermanas —dijo.

Las leviat saltaban mostrando los dientes afilados, anhelando comida. Con sus saltos se acercaban cada vez más hacia el muelle. Una de ellas logró tocarlo y dejó una marca.

Extendí los brazos hacia los costados y abrí las manos. Generé dos torbellinos para que alcanzaran la altura en la que estábamos. Una vez que lo logré, los abalancé hacia Sedna, pero ella los esquivó fácilmente.

Sedna contraatacó con más viento, el muelle se sacudió. Traté de mantenerme en pie, pero me tropecé y estuve a punto de caer al mar, cuando una sombra me tomó de las muñecas.

Oí un zumbido, que se intensificaba a medida que pasaban los segundos hasta convertirse en un sonido espantoso e insoportable. De repente, el mundo a mi alrededor desapareció. Me encontraba en un espacio infinito, oscuro. Mirara por donde mirara, me encontraba con más oscuridad. No podía oír ni sentir nada a mí alrededor. Grité, pero no oí el sonido de mi voz. Me moví hacia todos lados, pero no sentía ni veía mis movimientos. Era como si estuviera en aquel lugar pero a la vez no estaba. Estaba presa en aquella inmensa oscuridad y no tenía idea de cómo salir.

Hasta que un rayo de luz dorado entró como una espada y me sacó de aquel horrendo lugar.

Cuando abrí los ojos estaba tirada boca arriba en el suelo del muelle. Al costado había una lucha entre dos personas: Sedna y alguien más que yo no podía identificar bien. Me dolía la cabeza, y todo estaba en penumbras. El efecto de la sombra no se me había ido del todo. La luz de aquella otra persona me iba aclarando la vista cada vez más, pero a la vez me dañaba los ojos.

Una bomba de luz explotó cuando Sedna y la otra persona chocaron, y envió una ráfaga de aire hacia mí, que voló el muelle y me arrojó al mar.

—¡HIJA!

Mi madre era la otra persona que luchaba. Con un golpe de energía mandó a Sedna al mar y voló hacia mí, dirigiendo una cortina de agua que la cubría desde la cintura hacia abajo, ocultando su cola de sire y así mantenerla en el aire. Pero Sedna se interpuso entre nosotras, generó una esfera de magia negra y la hizo explotar frente a mi madre y la arrojó hacia el cielo e impulsándome un poco más hacia el mar.

El golpe fue intenso. Mi espalda detuvo el impulso hacia lo profundo, pero sufrí las consecuencias. Estaba paralizada, el dolor de cabeza había aumentado y lo que había recuperado de visión, ahora lo había perdido. Me encontraba sumida en la oscuridad. Oía el movimiento del mar, sentía la vibración de la batalla que se estaba desarrollando entre mi madre y Sedna. Pero también oía unos chillidos a lo lejos, cargados de ira y hambre, ansiosos por ponerme las manos encima y despedazarme.

Traté de moverme, pero mi cuerpo estaba inconsciente. Por más órdenes que me diera el cerebro, no había respuesta. Me estaba hundiendo como una roca, a gran velocidad. Iba sintiendo el cambio de temperatura del mar y escuchaba y sentía cada vez menos la acción que tenía lugar fuera.

Pero apareció un rayo de esperanza. Poco a poco estaba dejando de sentir las piernas y sintiendo cómo aparecían las escamas. Mi cola estaba tratando de aparecer. Intenté moverme, los brazos y manos respondieron, la visión se me iba aclarando y los sentidos se volvían más fuertes. Estaba cerca de recuperarme, aunque todavía me sentía muy mareada.

Pero aparecieron las leviat, formando un círculo a mi alrededor. Me observaban. No entendía por qué. Si me recuperaba podía llegar a dañarlas y escapar. Por alguna razón que desconocía, no me atacaban.

Se comunicaban entre ellas mediante chillidos que no lograba identificar. Eran en un idioma ancestral que nunca pude estudiar. Las sirenas no dejaban de chillar. Dos empezaron una pelea entre ellas y se agarraron de los brazos y se hirieron gravemente hasta que vino una tercera y las separó. Supongo que era la líder del grupo ya que era más grande y las tomó fácilmente. Con un chillido las puso en su lugar.

Otra sirena, de cuerpo pequeño, parecía ser la más joven. Se acercó a mí y me posó un dedo sobre el estómago, que se me contrajo al sentir el frío helado del dedo, un frío que se me fue expandiendo por todo el cuerpo. Empecé a temblar bruscamente. Nunca en mi vida había sentido esa temperatura. La líder del grupo apareció y la alejó de mí. Poco a poco empecé a recuperar la temperatura del mi cuerpo.

¿Qué estaban esperando? Me estaba sintiendo más fuerte a medida que nos íbamos hundiendo. Pronto tendría la posibilidad de enfrentarlas. Y ahí estaban, alrededor de mí, sin accionar.

Un gran estallido estremeció el lugar donde estábamos. Mamá. ¿Podría ella sola enfrentarse al poder de Sedna? ¿Y las sombras? ¿Cómo estaría el pueblo? ¿Las personas? ¿Y Mateo? No soportaría perderlo, apenas lo había recuperado. Si él llegase a morir, estaría condenada a permanecer en la tierra y convertirme en una hechicera.

Sentía las manos tibias, con un pequeño cosquilleo en el centro. Podía empezar a usar mi magia, pero cualquier movimiento me delataría. Aunque Lucía, a su manera, me había enseñado otra forma de utilizar mi poder. No era necesario utilizar las manos, aunque fueran perfectas para canalizar la magia. En realidad, todo estaba dentro de mí y en mi forma de exteriorizar el poder.

Cerré los ojos y me concentré. Primero me protegí con un escudo. Sentí cómo me envolvía la magia y generaba un escudo que me cubriera. Las sirenas sintieron un cambio, ya que sus expresiones reflejaban confusión. Pero no sabían lo que yo estaba haciendo realmente. A lo lejos comencé a agitar el agua, tratando de formar esferas espesas que pudieran dejarlas inconscientes al golpearlas. También estaba tratando de comunicarme con sirenas que estuvieran cerca o cualquier otra especie marina que pudiera ayudarme.

De pronto, las sirenas comenzaron a rodearme con su rápido nado. Comencé a sentirme un poco débil, mi escudo flaqueaba y las esferas de agua, que estaban lejos, desaparecieron. Traté de mantener mi protección, pero el nado de las sirenas me estaba mareando y confundiendo. Se generaron burbujas a mi alrededor y formaron una especie de cárcel. Decidí accionar y nadé hacia ellas. Pero ni bien toqué las burbujas, un golpe eléctrico me recorrió el cuerpo. ¿Qué clase de magia era esa? Hasta lo que yo sabía, las leviat no poseían magia. La única magia que les otorgaron fue para detectar si alguna sirena regresaba al mar sin haber cumplido su misión, nada más. Ellas no poseían ningún tipo de poder. Entonces, ¿cómo podían estar generando aquello?

El techo de la cárcel se iba acercando más y me obligaba a retroceder. Las sirenas estaban tratando de llevarme a algún lugar, pero yo no sabía adónde. Trate de hacer un agujero, pero mi magia no podía atravesar las burbujas.

Canalicé todo mi poder en el centro de mi corazón. Dejé que se concentrara por completo y puse unas barreras a su alrededor, de esta manera, mi magia se vería encerrada y se liberaría mediante una explosión que me ayudaría a salir de aquella cárcel.

De repente, la marea comenzó a tirarme hacia abajo, como si alguien hubiera sacado el tapón a una bañera. El agua me estaba arrastrando fuertemente hacia abajo. Miré hacia ese lado y vi que estaba llegando hacia el fondo, donde había un agujero negro que estaba aspirando todo a su alrededor.

Traté de nadar hacia arriba, pero apenas había recorrido unos metros cuando llegué hacia las burbujas, que con su poder me hacían retroceder. Tenía que actuar en aquel momento. El techo de la cárcel comenzó a avanzar con más rapidez y me empujó hacia el agujero negro. Era ahora o nunca. Dejé escapar mi poder mediante un chillido. Sentí cómo el corazón me estalló y cómo mi magia era lanzada contra las burbujas, logrando abrir un agujero lo suficientemente grande para que pudiera pasar.

Pude librarme, pero inmediatamente las sirenas se pusieron delante de mí y me agarraron de los brazos. Traté de soltarme pero eran fuertes. Me estaban llevando hacia el agujero nuevamente. Sentí el frío venir de aquella zona. Me llevaban a su mundo.

Lancé una ráfaga de poder hacia las que me estaban sosteniendo y me liberé. Nadé tan rápido como pude, pero al alejarme unos metros, vi un muro de sirenas delante de mí. Miré hacia atrás y vi cómo salían del agujero, de su mundo. No había escapatoria. Estaba acorralada.



La batalla que se desató fuera del mar era titánica. Desde lo profundo podía escuchar los truenos y explosiones, rayos que rompían en el mar y que creaban olas que podían llegar a la orilla y destruir el pueblo, pero la magia las detenía. Nunca había visto a mi madre en acción, su poder era de tal envergadura que lo sentía cerca de mí.

Y ahora la necesitaba más que nunca. Seguramente todo había sido planeado. Aunque no sabía cómo Sedna podría haber tramado un plan con las leviat, quienes me acorralaban. Mirara hacia donde mirara, no había escapatoria. Cuando traté de usar magia, chillaron y se pusieron en posición de combate, pero no ataqué. Por más que tuviera el poder de mi padre, era un suicidio enfrentarse a todas ellas. Poseidón podría haberlo hecho sin problema, pero yo no tenía el entrenamiento milenario que él poseía.

De repente, algunas se apartaron y formaron una puerta circular, en la cual apareció una leviat más grande. Su cuerpo era definido y tenía grandes músculos. Llevaba una armadura a base de escamas violetas, que le cubría el torso. Tenía puesta una máscara que pretendía simular un rostro humano, con la belleza de una sirena. Su pelo salía del tope de la máscara y reptaba junto con el nado, acariciándole la espalda. Era la reina.

Se detuvo a escasos metros de mí. No veía su expresión, pero supuse que quería mantenerse distante, por las dudas. Si bien me ganaban en número, la que poseía un gran poder era yo. Y a mi mente vino el cuento que mi madre me había contado cuando era chica sobre un hechizo que una reina había puesto sobre todos sus hijos, para unirlos y así hacer crecer su poder en batallas. Pero traía un lado negativo. Si la reina moría, el hechizo terminaría, liberando a las demás sirenas. Pero estas se sentirían perdidas por haber estado tanto tiempo unidas, y terminarían muriendo.

Mi madre nunca me dijo que se trataba de la reina de las leviat, pero tras investigaciones que había hecho en el pasado, deduje que se trataba de ella. Su ejército era admirable y muy sangriento. Mi madre nunca se enfrentó a ellas, por temor a perder.

La reina se acercó. Con un rápido movimiento yo podía herirla e intentar escapar. Pero era un riesgo muy grande que podía acabar con mi vida.

—Hija de Poseidón —dijo la voz de la reina en mi mente. El tono era áspero, casi como un susurro que chocaba contra las paredes de la garganta y que le costaba salir—. Un placer conocerte.

—Sería un placer si no me sintiera acorralada por prácticamente todo su reino.

—Disculpa por mi forma de actuar, pero no nos has dejado otra opción.

—Sé que ha formado lazos con Sedna. Ella quiere mi vida y ustedes la están ayudando. ¿Por qué?

—Nos prometió belleza y paz. Una vez que ella tome tu poder y el reino de la Atlántida, una nueva era llegará al océano, liderada por la igualdad. Todos los reinos unidos en uno. Ya no habrá discriminación.

—Sus hijas quisieron matarme, ¿lo sabe?

—Ellas nunca harían algo así. Solo te atraparían para que luego Sedna tomara lo que quiere.

—Nunca le voy a entregar mi corazón de sirena. ¡Jamás!

—Entonces morirás de forma lenta y dolorosa. Por más que no quieras, con nuestra ayuda, Sedna tomará tu poder por la fuerza. Pero si lo otorgas por voluntad propia, te dejará vivir.

—Moriré si entrego mi corazón.

—Si, por un instante. Pero hay una selkie capaz de volver a los muertos a la vida. Y junto con el nuevo poder de Sedna, será como nacer de nuevo. No notarás la diferencia.

—No lo entienden. Me quiere muerta. ¿Tan ciegas están por la belleza que no pueden ver el verdadero plan? Si obtiene mi poder, aniquilará a cualquiera que no se ponga bajo sus órdenes. Reinará el caos. Habrá muertes por todas partes.

—Te equivocas. Eso solo pasaría si te convirtieras en reina. La profecía lo dice.

—Entonces, lo que me mostró era verdad. La muerte acechará el día de mi coronación. Pero, ¿cómo? ¿Cuándo se desarrollará mi profecía?

—Pronto.

La reina miró hacia arriba y observó la batalla que se estaba llevando a cabo.

—Sedna nos ha mostrado dos futuros. Uno en el cual te dejamos con vida, lleno de oscuridad y muerte, y el otro en donde ella dirige una nueva era llena de luz y paz. No podemos dejar escaparte. Por el bien de todos los reinos.

—Entonces no me dejan otra alternativa.

Alcé los brazos y sentí cómo se me calentaban las manos, la magia corría desde el centro de mi corazón y se extendía por mis venas, por todo el cuerpo. El fuego de mi poder ardía y se extendía como un incendio. El poder de Poseidón se conectaba con el del universo y se unía con cada ser viviente debajo del mar. Las leviat que estaban frente a mí no se daban cuenta de que yo estaba tomando un poco de su poder, me unía a ellas mediante un lazo invisible donde el poder de mi padre absorbía su poder para debilitarlas.

Pero la reina vio lo que me proponía y atacó. No me dio tiempo para defenderme. En su mano apareció un tridente y me apuntó al estómago. Pero una esfera de agua le pegó de lleno y la desvió de su trayecto. Miré hacia arriba, al lugar de donde había aparecido. Era un caos. Las leviat peleaban contras las sirenas de la Atlántida.

Nixie apareció delante de mí y me tomó de la mano.

—¡Vamos, muévete!

No quería alejarme y dejar el lugar de la batalla. Mi deber era quedarme y luchar.

—¡Vamos, Marina! ¡Estas sirenas están dispuestas a morir por protegerte! No dejes que su muerte sea en vano. Tenemos que llevarte a un lugar seguro.

—Me rehúso a irme.

Le solté la mano y crucé los brazos. Al ver mi postura decisiva, Nixie sabía que no podía hacerme cambiar de opinión.

—Está bien. ¿Qué sugieres?

—Nadie necesita morir. Sé que puedo debilitar a las leviat. De esta forma se verán obligadas a volver a su reino.

—O venir tras de ti. Es un suicidio, Mari.

—No puedo sentarme y ver morir a mis amigas. Tengo este poder y es mi deber utilizarlo.

—Pero tu madre...

—Sí. Ya sé que ella les debe haber dado las órdenes de protegerme. Pero si no hago algo, hay peligro de que todas ustedes mueran, incluyéndola a ella. Tengo que ayudarla.

Un chillido llegó a mis oídos. Vi un cuerpo flotando hacia la superficie, con una estela de sangre saliendo de su pecho. Era una de las sirenas de mi reino. No podía esperar más. Cerré los ojos. Vi a Nixie ponerse delante de mí, formando un escudo con su cuerpo. Oí varios chillidos más, percibí el gusto de la sangre cerca de mí. Morían sirenas de ambos reinos.

Me dejé abrazar por la oscuridad y mi poder llamó al universo. Una puerta dorada se materializó ante mí. Con mi magia la abrí y el universo estalló y me envolvió por completo. Estaba rodeada de estrellas y planetas, lazos de energías de diferentes seres de diferentes mundos. Todos se encontraban ahí, esperando a que escogiera su poder y lo volcara hacia donde quisiera. Me di cuenta de que todo estaba conectado entre sí. Cada acción llevaba a una consecuencia, y esa consecuencia afectaba a una persona que actuaba de una forma afectando a otra. Y así sucedía una con otra, hasta darse billones de acciones por todo el universo.

Volví hacia lo profundo del océano, donde se estaba llevando a cabo la batalla por mi vida. Pero lo que veía delante de mí no era lo que mi visión normal veía. Observaba todo con otro color. Los cuerpos eran energía, algunos eran brillantes, otros oscuros. Y algunos tenían un brillo tan grande que su calor terminaba rozándome.

Con un impulso, lancé varias lianas de energía y me conecté a varios cuerpos de las leviat. Pero la reina se dio cuenta de mi plan, y lanzó un impulso de magia que me hizo retroceder. Con otro golpe, exterminó a las sirenas que peleaban contra ella y la tenían acorralada, y nadó velozmente hacia mí. La vibración de Nixie se puso tensa porque sabía que no podría contra la reina y su muerte era inminente.

Lancé una explosión de energía que la hizo retroceder. Luego formé un campo de fuerza a nuestro alrededor, lo suficientemente fuerte para que no pudiera atravesarlo. Eso la detendría por un rato.

Volví a conectarme con las leviat, pero su reina lograba destruir la conexión. Más luces de vida iban apagándose. Se estaban arrebatando vidas inocentes. Necesitaba una distracción. Y sabía cómo podía producirla. Era arriesgado, pero valdría la pena.

Nuevamente me traté de conectar con todas las leviat tan rápido como pude. El nuevo intento hizo enervar a la reina. Con otro golpe de magia, que fue como un cuchillazo en mi cabeza, cortó mi conexión y nadó hacia mí.

Deshice el campo de fuerza. Nixie se puso en posición de pelea, pero me conecté a ella y la debilité. Sorprendida por tal ataque, Nixie cayó flotando hacia abajo. Yo seguí con los ojos cerrados, percibiendo cómo la reina se acercaba hacia mí, furiosa por mis intentos, furiosa porque me oponía a su paz y belleza.

Tres...dos... uno...

La tenía frente a mí. La tomé de los brazos y ella me tomó por los hombros. Nuestros ojos se conectaron. No sé cómo hice, ni cómo sucedió, debía ser el poder seductor de Poseidón; pero la reina quedó hipnotizada por mi mirada. Tenía los ojos perdidos en los míos. No había tiempo que perder. Esto seguramente duraría unos segundos.

Me introduje en su alma y vi la conexión. Lancé un impulso de energía hacia las ramas de la conexión, que terminó desconcertando a las sirenas. Luego comencé a absorber un poco de su energía, lo necesario para debilitarlas.

—Dejen de pelear —ordené.

Envié un mensaje en común a todas las sirenas de mi reino. Algunas se sorprendieron y detuvieron el ataque. Otras aprovecharon la oportunidad y mataron.

—¡BASTA!

Lancé un poderoso impulso de magia hacia todas las sirenas. Todas se detuvieron al sentir mi poder.

—Detengan la masacre.

La reina volvió en sí y se apartó de mí, pero ya era tarde para ella. Todas las leviat de su reino se encontraban débiles, incluyéndola a ella. Varias sirenas amigas mías nadaron hacia mí y se pusieron delante cuando vieron que la reina quería hacerme frente y dañarme para romper con el hechizo.

Al verse sin ninguna posibilidad de ganar, se retiraron hacia su reino.

—Haz cavado la tumba para todas nosotras, hija de Poseidón —dijo la reina—.Por tu culpa, la vida de millones de sirenas están en peligro. Te has hecho de una enemiga poderosa. Si Sedna no logra matarte, yo lo haré.

Desapareció y la puerta que conducía al segundo reino se cerró. Habíamos ganado. Me sentía terriblemente agotada, con pocas fuerzas.

Una explosión hizo vibrar la profundidad del océano. Oí el grito de mi madre. En la superficie, un cuerpo cayó.

No me detuve a pensarlo. Nadé hacia la superficie para ayudar a mi madre, que había sido herida. Quizás me dirigía hacia una trampa, pero no me podía quedar ahí y esperar a descubrir la identidad del cuerpo.

Nadé como nunca había nadado en mi vida. Llegué a la superficie en cuestión de segundos y vi a mi madre flotando boca arriba, con los ojos cerrados. Tenía una herida terrible en el estómago y alrededor el agua estaba roja. La herida era fresca y la sangre emanaba como si tuviera una hemorragia.

—No, no, no, no... Mamá, por favor... ¡no me dejes!

Sedna nos miraba y reía ante su inminente victoria. El vórtice era más grande ahora y más sombras salían de él. La energía negra había dejado de ingresar en ella. Al parecer su cuerpo tenía un límite. Pero tenía que cerrar el vórtice. Las sombras que salían iban volando hacia el pueblo.

¿Qué podía hacer? Sedna era la que lo mantenía abierto con su magia. Pero era indestructible ahora. Sería muy difícil detenerla. Apenas pude detener a la reina de las leviat.

El tiempo pasaba y la vida de mi madre pendía de un hilo. Todo el ejército de sirenas de la Atlántida salió a la superficie. Nixie se acercó.

—¿Qué pasó, Mari?

—Sedna hirió a mi madre. Se encuentra al borde de la muerte. No sé qué hacer.

—Selena tiene el poder de sanación. Ella podrá salvarla.

—Sí. Y por favor, aléjense de aquí tanto como puedan. Tengo que detener a Sedna.

—Te ayudaremos.

Me negué.

—Mari... morirás. Tu madre no pudo detenerla y ella es una sirena muy poderosa. Creo que la más poderosa de todos los reinos.

—Yo tengo el poder de mi padre.

—La mitad.

—Pero es un extra, junto al poder del linaje de mi madre.

—No sé, Mari...

—Tengo que intentarlo. —Miré a mi madre una última vez y le di un beso en la frente—. Rápido, ve. Su corazón está latiendo cada vez más lentamente. Y ordena a las demás que te sigan. No quiero más muertes.

Nixie dudaba.

—¡Ahora, Nixie! —grité exasperada.

Se sumergió con mi madre en brazos. En cuestión de segundos, las demás sirenas la siguieron.

Cerré los ojos y creé un escudo de protección. Rápidamente me conecte con el universo. La puerta dorada ya estaba abierta, así que me deslicé con rapidez hacia el universo rebosante de energía. Mi cuerpo comenzó a absorberla, a dejarse recorrer; veía cómo el color de mi sangre cambiaba de rojo a dorado, cómo a cada órgano lo cubría la poderosa energía del universo. Me sentía afiebrada, la temperatura de mi cuerpo había subido repentinamente. Pero no me sentía mareada, sino vigorosa. Me sentía de indestructible.

Antes de volver al mundo, a lo lejos vi una luz diferente de todas las demás. Brillaba con más intensidad que las otras y me estaba pidiendo que fuera hacia ella. Me deslicé velozmente y, a medida que me iba acercando a la luz, un calor intenso me envolvía y podía decir que ardía. Pero no sentía dolor, sino cómo mi poder iba aumentando. En aquella luz estaba la respuesta para derrotar a Sedna.

La luz comenzó a tomar forma. Cuando llegué y me coloqué a su lado, vi mi herencia. El centro de poder de mi padre: el tridente. Era alto como yo y resplandecía. Desde la base fluían lenguas de luz doradas que iban hacia los tres dientes con forma de arpón en la punta. Percibía la magia ancestral del océano fluyendo dentro. Lo tomé. Si antes me sentía indestructible, ahora no sabía describir la sensación. Iba más allá de lo invencible y confiaba en que podía detener a Sedna.

Abrí los ojos. El tridente se había materializado en mi mano. Me elevé formando una cortina de agua que me cubría la cola y me elevaba hacia Sedna, que ahora estaba sonriendo y tenía una actitud confiada. Demasiado confiada.

Extendí los brazos hacia el costado y grité, liberando una gran cantidad de energía como si fuera una explosión, con esperanza de que aquello fuera suficiente para detenerla. Pero Sedna cruzó los brazos contra el pecho y rápidamente generó un campo de fuerza a su alrededor. La energía no la tocó. Luego, extendió los brazos hacia mí y de las manos desprendió unos lazos negros que envolvieron el tridente.

—¡No! —grité.

Me había confiado. El tridente voló hacia Sedna. Cuando lo tuvo en las manos, cambió del dorado al negro.

—Ahora, esto, ¿cómo funciona? —Me apuntó con el tridente—. Ah... ¡Así!

Tres rayos negros salieron de las puntas, uniéndose en uno solo a escasos centímetros del tridente. Pude esquivarlo al apartarme del camino, pero los direccionó hacia mí y comenzaron a perseguirme. Me dirigí hacia el mar, pero Sedna se puso delante de mí y lanzó nuevos rayos.

Me dirigí en zigzag hacia el cielo pero no podía perderlos. Eventualmente me terminarían alcanzando. ¡Podía llevarlos hacia el vórtice y perderlos! Pero con cada cambio de dirección que hacía, los rayos lo hacían conmigo. No había forma de despistarlos.

Oí un grito. Provenía de Sedna, que estaba tratando de sostener el tridente que se le escapaba de las manos. Quería volver hacia mí. Yo era su dueña.

—¡Es mío!

La voz de Sedna me puso en acción de nuevo. Debía actuar rápido. Me detuve cerca del vórtice, extendí los brazos hacia adelante y llamé al tridente. Instantáneamente se desmaterializó de las manos de Sedna y apareció en las mías, justo antes de que me dieran los rayos, a los que detuve poniendo el tridente delante de mí.

El impacto fue fuerte y me lanzó hacia el vórtice. Me absorbió con fuerza. Sedna voló hacia mí con las manos extendidas hacia delante, creando dos esferas de fuego. La cortina de agua se fue deshaciendo a medida que me acercaba al vórtice. Al desaparecer por completo, la fuerza me arrojó al centro con más velocidad. Escuché la oscuridad en la mente, la risa de las almas pérdidas y en sufrimiento. No había esperanza en aquel lugar, solo angustia y desolación. De pronto, sentí cómo la tristeza me manchaba el alma por haber perdido a Mateo y a Lucía, por estar perdiendo al pueblo que tanto quise. La luz de esperanza que tenía se iba apagando.

¡No! Debía luchar. Pero... ¿qué sentido tenía? Mi vida iba a costar miles de vidas. Si me coronaban reina, ocurriría una catástrofe. Mi madre estaba al borde de la muerte y seguramente ahora mismo estaría muerta. Yo era su única hija, la heredera al trono. El día de mi coronación, todos morirían. No podría evitarlo. Todos los reinos vendrían y nos aniquilarían solo para obtener mi poder. No, iba a dejar que el vórtice me absorba. Iba a morir para salvar miles de vidas.

—No, querida. No te vas a ir tan pronto —gritó Sedna a lo lejos.

Las esferas de fuego cambiaron de forma y se convirtieron en lazos negros que me envolvieron. De un tirón, Sedna me alejó del vórtice y me acercó a ella.

—¡Tu poder es mío! ¡Sombras! ¡Poder de la oscuridad! ¡Magia ancestral negra! ¡Necesito su ayuda!

Del vórtice salió un gas negro. Las nubes se tornaron color gris oscuro, se escucharon truenos detrás. El mar comenzó a agitarse aún más, formando olas de gran altura, que chocaban una contra otra con fuerza y que provocaban terremotos. El gas negro comenzó a entrar por los orificios de la nariz de Sedna. Luego de haber entrado por completo, Sedna abrió los ojos y vi cómo la oscuridad le contaminaba el alma. Las pupilas se extendieron y ocupaban toda la superficie de los ojos. Al mirarlas bien, pude ver las almas en pena que estaban en el otro plano. Almas que trataban de encontrar una luz; el perdón. Almas perdidas que nunca encontrarían una salida, condenadas a vivir en la oscuridad para siempre.

De repente, dolor. Miré hacia abajo y vi la mano de Sedna, que me había atravesado el pecho y trataba de llegar hacia mi corazón de sirena. Sus manos eran garras que iban desgarrando cada escudo de magia que protegía mi poder. Con cada capa de protección que caía yo sentía como si me estuvieran arrancando una capa de piel. Vi en el interior de mi alma la garra oscura de Sedna cerca de mi corazón de sirena. Vi la luz de mi poder vibrar y poner más escudos a su alrededor, en un intento por detener a la oscuridad. Pero era más poderosa que la luz esta vez. Podía tener todo el poder del universo, pero no sabía controlarlo.

Mi mano se abrió y dejé caer el tridente, que se desmaterializó a metros de haber caído. Comenzaron a salir sirenas a la superficie y gritaban mi nombre. Algunas trataron de llegar hacia donde estábamos, pero su magia era débil para Sedna, quien las detenía con un golpe de energía.

Finalmente su mano llegó al centro. Me envolvió el corazón y se preparó para absorber su energía, cuando una explosión la interrumpió y la obligó a dejarlo y a sacarme la mano del cuerpo.

Cuando miré a un costado, vi la fuente de la explosión. Mi salvador, el ser de luz había salido del agua y se dirigía hacia nosotras. Pero esta vez era gigante. Medía casi nueve metros y tenía los brazos extendidos hacia arriba.

Sedna me soltó antes de que el ser llegara a ella. Mientras caía, traté de escapar, pero el ser me agarró con la mano. Ella gritaba y trataba de usar su magia, pero aquel ser era más poderoso y con su luz, con su energía corriéndole por todo el cuerpo, podía detener cualquier ataque de Sedna como si fuera una hormiga.

El ser de luz miró hacia arriba, en dirección al vórtice.

—No... —gritó Sedna—. ¡NO!

Como si fuera una pelota de béisbol, fue lanzada hacia el vórtice. Al llegar, unas sombras, más grandes que las regulares, la atraparon y la envolvieron con su oscuridad. Gritaba de terror, su cuerpo estaba siendo distorsionado a medida que se iba disolviendo. Pero el vórtice no se cerró, seguía abierto.

El ser de luz me acercó hacia su rostro. Sentí una sensación familiar cuando le vi los ojos. Traté de verle el alma, pero los ojos no querían revelar su identidad. O no podían. ¿Aquél ser de luz tenía alma o era un alma? Le observé el cuerpo y vi cómo la historia de su vida era relatada. Fue un guerrero que había liderado miles de batallas, era una persona fuerte, de gran poder. Luego, una batalla se desató contra su reino, que amenazó su estilo de vida y a las personas que amaba. Y después... oscuridad. No podía ver más allá de ese evento. Algo había pasado que hizo que bloqueara sus recuerdos. Pero, ¿qué?

El ser exteriorizó toda su luz y la lanzó hacia el pueblo y hacia el vórtice. Se escuchaban los gritos y chillidos de las sombras y otras criaturas que habían salido del plano oscuro. Estaban muriendo, la luz los estaba matando.

El vórtice se cerraba. Algunas sombras trataban de llegar a él, pero al acercarse a la luz, se extinguían. No podía ver mucho porque tenía las manos sobre los ojos. La escena era espectacular. Parecía como si el sol estuviera iluminando todo el pueblo con todo su esplendor. El mar se estaba calmando.

El vórtice se terminó cerrando. La luz del ser se apagó. Y yo perdí el conocimiento.

Al despertarme, estaba en la orilla del mar, al lado del muelle. Trate de moverme, pero me dolían todos los músculos del cuerpo. Hasta respirar me provocaba dolor. Mis amigas me rodeaban.

—¡Por favor, hagan lugar! —dijo la voz gritona de Nixie, que apareció y se arrodilló. —Amiga, ¿estás bien?

—Sí, eso creo. ¿Mi madre?

Nixie desvió la mirada.

—Nixie, ¿se encuentra bien mi madre? ¿Dónde está?

—No lo sabemos.

—¿Cómo qué no? ¡¿Qué paso?!

—Cálmate, Mari. No te va a hacer bien.

—¡¿Que me calme?! ¡¿Dónde está, Nixie?! ¡¿Dónde?!

—Selena la estaba curando. Bueno, tratando de curarla. La herida era muy profunda y había magia oscura dentro. Poderosa. Contrarrestaba todos nuestros hechizos. Aun así, lo intentamos. Todas nos unimos, agarrándonos las manos, y prestamos nuestro poder a Selena. Pero de un momento a otro, la reina se desmaterializó.

Me levanté. Sentí el dolor en todo el cuerpo con cada movimiento que daba, pero no me importaba. Necesitaba saber dónde estaba mi madre. Corrí hacia el mar, pero Nixie me detuvo, tomándome del brazo.

—Tenemos que ir a buscarla. No podemos quedarnos sentadas.

—Lo sé. Pero no puedes ir en este estado. Tienes que descansar. Todas tenemos que hacerlo.

—No, no... no puedo dormir sabiendo que mi madre puede estar en peligro.

Me deshice de Nixie y corrí hacia el mar.

—Estoy bien, hija.

Su voz me resonó en la cabeza como una brisa primaveral. Me di vuelta y la vi detrás de mí.

—Mamá.

Corrí y la abracé.

—¿Qué te paso? ¿Dónde fuiste?

—Estaba muriendo, Mari. Estuve en el túnel, cerca de la luz, cuando alguien se me apareció y me detuvo. Era un ser de luz brillante, poderoso, con una energía ancestral que yo nunca había sentido en mi vida. Me dijo que todavía no era mi momento. Que debía esperar ya que todavía era importante para el mundo. Me tomó de la mano y sentí el poder de curación. Cuando me desperté, estaba flotando en un plano que jamás había visto, pero necesitaba estar ahí para poder curarme. No sé si yo estaba ahí físicamente o solo mi mente estaba allí. La cuestión es que estaba sintiendo todas mis heridas cerrarse. La del pecho costo más, pero el ser de luz pudo curarme. Y cuando me desperté, estaba en la Atlántida. Rápidamente quise volver hacia aquí, pero no podía transformarme. Ese ser me dijo que todavía no había sanado completamente y que si usaba magia, haría que la oscuridad se despertara nuevamente, como un virus, y atacaría de nuevo. Le dije que tenía que volver, ver cómo estaban todos. Entonces me mostró que estaban bien, pero al ver tu desesperación y tu determinación por irme a buscar... El ser vio la preocupación pintada en mi rostro y me transportó.

—¿Pudiste ver quién era? —pregunté.

—No. Creo que era su manifestación lo que vimos.

—¿La manifestación de qué?

—De su poder, de su alma. Me parece que ese ser se encuentra en algún calabozo. Y de alguna forma, su poder pudo escapar.

Oí un gruñido cerca. Miré al costado y vi un cuerpo en la orilla. Tenía la ropa rasgada y estaba cubierto de arena, plantas y plástico.

—¡Mateo!

Corrí, atravesé el muelle y me arrodillé junto a él.

—Mi amor, ¿estás bien?

—So... sobreviviré.

Mateo tosió y escupió agua. Lo ayudé a sentarse y terminó vomitando agua salada y algo más de su estómago que no pude identificar.

—¿Estás bien, Mari? Lo único en que pensé cuando me estaba ahogando era en ti. No podía pensar en nadie más. Ni siquiera en mi propia vida.

—Un poco dolorida, pero voy a estar bien. ¿Cómo sobreviviste?

—No lo sé. En un momento perdí el conocimiento.

Lo abracé y lo besé. Al sentir sus labios presionar los míos, sentí una magia que no había sentido antes. Sentí deseo y pasión, pero a la vez mucho amor. Un amor diferente, no mezclado con la magia oscura. Un amor puro y brillante. El poder de la luz lo envolvía y lo hacía resplandecer. Me hacía sentir bien. No, más que bien... espectacular.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro