Ella, era hermosa como la Luna.
Él, resplandecía como el Sol.

Dos jóvenes que no podían conocerse, pero que compartían algo en común, un mismo destino el cual solo les permitía disfrutar a medias su vida: un hechizo.

Ella, sólo podía recrearse con la belleza de la noche, sus misterios y su hermosa Luna.

Él, solo podía deleitarse con la luz del día, los bellos campos florecientes y el calor del Sol.

Cada uno a su manera se sentía desgraciado y envidiaba la suerte del otro, aun así, trataban de sonreír y aceptar su destino.

"Mientras tú disfrutas de la noche, su aura de misterio y su silencio, yo estoy condenado a estar rodeado de ruido y luz"

"Mientras tú disfrutas de ver florecer los campos y oír el trinar de los pájaros, yo estoy condenada a ver solamente las luciérnagas y las estrellas"

Ella era una hermosa princesa resguardada en un castillo, una imponente fortaleza que la mantenía aislada y sola.

Él era un pobre ciervo que habitaba en las caballerizas cuidando a los caballos, mientras se mantenía lejos de todos para que nunca conocieran su secreto y la verdad saliera a la luz.

Ambos se sentían completamente solos, sin embargo, sus destinos estaban por unirse, así como el Sol y la Luna en un día de eclipse.

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AVISO: ESTA HISTORIA ES UNA HISTORIA CORTA, MAS CONSIDERADA COMO UN CUENTO PARA NIÑOS DE 7AÑOS EN ADELANTE.

ESPERO QUE LES GUSTE.