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Capítulo 1

El presente

— Solar hijo, la reina solicita que arregles el carruaje — le dice Sofía a su hijo entrando en el establo donde trabaja.

— De inmediato, estará listo en cinco minutos — le responde este sonriendo mientras sale detrás de una puerta donde atendía a un caballo.

Sofía suspira al ver la sonrisa en el rostro de su hijo. Jamás lo ha visto maldecir o lamentar su situación, al contrario, siempre trata de estar sonriente y dispuesto para todo. Solar frunce el ceño al ver la mirada triste que le dedica su madre. Está cansado de verla así; ella no tiene la culpa de lo que pasó.

— Mamá estoy bien, por favor deja de preocuparte, no te sienta bien hacerlo.

— Me pides un imposible Sol, te quiero tanto y a la vez me siento tan mal por lo que estás pasando, incluso que debas trabajar aquí es mi culpa.

— Mamá, soy feliz así, es cierto que en ocasiones me desespero y desearía vivir de otra forma, pero no me quejo.

— Ni siquiera tienes amigos Solar, estás siempre solo rodeado de animales. Necesitas interactuar con otros jóvenes de tu edad, disfrutar de la vida antes de que se te acabe.

— No puedo tenerlos y tú lo sabes, podrían descubrir nuestro secreto y si el rey y la reina lo descubren... no quiero pensar en lo que pasaría. Ya te lo dije, soy feliz así, rodeado de animales que no me traicionan y siempre están dispuestos a escucharme— le dice el joven a pesar de saber que no todo lo dicho es cierto.

Más veces en su vida de lo que está dispuesto a confesar, se ha sentido desgraciado y ha envidiado a la princesa, aunque eso no se lo piensa decir a su madre. Puede que la situación de la futura reina sea muy parecida a la suya, sin embargo, para él, ella goza de increíbles lujos y sirvientes dispuestos a complacerla siempre.

“Vaya suerte tienes princesa, puedes disfrutar de la tranquilidad de la noche y sus infinitos misterios rodeada de muchas personas, sin llegar a estar sola" piensa para sus adentros.

Sus suposiciones no son ciertas, desde luego, pero al no conocer lo que verdaderamente pasa detrás de las puertas del castillo no tiene otra forma de pensar. Jamás las ha atravesado, a diferencia de su madre, quien trabaja dentro del mismo. Solar se despide de su progenitora y se encamina a realizar la tarea que se le ha encomendado.

Mientras tanto, dentro de los muros del castillo, la princesa dormía plácidamente en su cama de seda. Su respiración era pausada, su bello rostro estaba adornado por la tranquilidad que nos proporciona el sueño, su resplandeciente cabellera plateada reposaba sobre la almohada enmarcando su rostro. Sus labios lucían una tierna sonrisa y sus largas pestañas caían sobre sus mejillas como un velo. Sus padres velaban su sueño y sonreían con tristeza por su condición.

Su hija, Luna, siempre sonreía, jamás lloraba ni decaía ante nada y esa era justo la razón por la cual estaban tan preocupados. Si no se quejaba de su situación significaba que no quería preocuparlos en lo absoluto o no confiaba en ellos, pues muy rara vez habían podido hablar con ella. Al poder solamente verse cuando el Sol se desvanece para dar paso a la noche, les resultaba un poco imposible estar a su lado. El día se les iba en atender a su pueblo y resolver problemas políticos, en la noche estaban muy agotados para poder hablar sin quedarse dormidos y cuando despertaban, el Sol había vuelto a salir y su pequeña dormía plácidamente en su habitación.

Así ha sido día tras día, año tras año desde aquella maldición que les cambió la vida y los condenó a pasar sólo pequeños ratos llenos de felicidad. Madre y padre miran una última vez a su mayor tesoro antes de cerrar la puerta de la habitación y encaminarse a la salida, donde les informan que el carruaje está listo. La reina, María, sonríe al ver junto a los nobles corceles a Solar, un joven muy amable que siempre sonríe, pero que a la vez está tan sólo como su hija.

— Gracias por arreglar tan rápidamente el carruaje como siempre Solar— le dice con una sonrisa, el chico se la devuelve haciendo una reverencia.

— Estoy aquí para servirles su alteza, siempre que lo necesiten pueden llamarme — le responde solicito.

— Eres un joven agradable Solar, me alegra tener a alguien tan leal cerca— dice el rey y a Solar se le encoje un poco el corazón ante tan sinceras palabras. Tal vez él no haya tenido relación directa con lo sucedido hace tanto tiempo, aun así, se siente tan culpable como... ellos.

— Les agradezco sus amables palabras sus altezas— responde abriendo la puerta del carruaje para que pudieran montarse.

— Sólo decimos la verdad muchacho— con estas palabras el rey le ordena al cochero que empiece su camino. Deben llegar antes del anochecer a su destino y esperan está vez encontrar respuestas y que puedan hallar una solución para su hija.

Solar observa cómo se aleja el coche y con un suspiro decide ir al pueblo a buscar provisiones para el hogar, quiere reducirles la carga a sus padres. Mientras camina por el pueblo observa a su gente, todos se ven felices y alegres. Ojalá él pudiera estar así, más sabe que es imposible, mientras guarde ese secreto debe mantenerse sólo. Un grupo de jóvenes pasa a su lado hablando de escuela y chicas. Solar los miró con pena, deseoso de poder vivir algo así por un día. Jamás ha ido a la escuela, sus clases las recibe en casa y tampoco ha tenido amigos, solo algún conocido de vista.

“¿Conoceré alguna vez lo que es el amor? ¿Podré encontrar a la mujer de mi vida y estar con ella tanto de día como de noche, sin temor de caer dormido al desaparecer el Sol?” se pregunta interminablemente mientras compra unas verduras.

— Te has puesto muy guapo Solar— le dice la señora del puesto, él le sonríe.

— Gracias por sus palabras— le responde y se despide de ella sin agregar nada más.

Es cansado no poder interactuar con otros y estar siempre cuidando cada palabra que sale de sus labios. Es triste estar solo con la simple compañía de los animales, pero el miedo se apodera de todo su cuerpo nada más pensar en que por su culpa les hagan daño, hasta no encontrar una solución a su problema, no podrá hacer amigos. No pierde del todo la fe de algún día alcanzar una vida completamente normal, en algún momento descubrirá la manera de desvanecer el conjuro, está seguro de eso.

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