Lucha de espadas
Pelear contra aquel que te lo enseñó todo no es nada fácil, ni táctica ni psicológicamente. YiJeong conocía muy bien los movimientos y técnicas de YoonGi y viceversa. Además, había un componente de apego que a YoonGi le estaba costando mucho superar. El otro cazadragones, por lo visto, estaba suficientemente decepcionado con él como para atacarle con todas su fuerzas. Aquel cazadragones, que no parecía mucho mayor que el mismo YoonGi, era notablemente más habilidoso que los otros tres guardias. TaeHyung estaba teniendo algunos problemas al enfrentarlos él solo y, casi no le quedaban fuerzas cuando ya había vencido a dos de ellos. Luchaba contra el último, y estaba siendo arrinconado.
- Vamos, blanquito. - Le animó TaeHyung. - Puedes hacerlo mejor. - Pero su contrincante le estaba haciendo retroceder también. Tras una patada en el costado, YoonGi salió disparado contra el pedestal golpeándose terriblemente en la espalda. Dio un grito que dio la sensación de que podía rasgar el aire visiblemente. Todas las heridas que le había provocado su padre se había multiplicado por mil ahora. Su espada de hielo se escapó de sus manos, pero no se derritió, ni mucho menos.
- Me has defraudado tantísimo. - Pronunció YiJeong recogiendo el arma. - No eres capaz de enfrentarte a tus miedos. Eso es lo que te ha pasado toda tu vida, la razón por la que no has podido superar tu enfermedad.
- Cállate. - Intentó levantarse, pero no pudo. La espalda le estaba matando, incluso se sentía mareado por el dolor.
- ¡YoonGi! - Gritó TaeHyung, quien aún peleaba contra el soldado que quedaba en pie.
- Nuestro rey al fin podrá liberarse de tu carga. - Aseguró. - Y si tu mueres, tu hermano y su humana madre ya no le serán útiles. - YoonGi no sabía que hacer. Estaban perdidos. YiJeong alzó la espada de hielo, burlándose de él al matarle con su propia espada. La tenía sobre su cabeza y estaba dispuesto a hacerla descender sin dudar. YoonGi cerró los ojos ante su inminente derrota. Quizá morir no era tan malo después de todo lo que había sufrido.
- Mierda... - Siseó TaeHyung. En un rápido movimiento empujó a su contrincante con una patada, sacando fuerzas de lo más profundo de su ser gritando de rabia. Sin terminar de ocuparse del soldado al que había derribado, se movió hasta YoonGi y, quedando de rodillas delante de él, bloqueó la espada de hielo con la suya justo cuando esta bajaba para matar al cazadragones. YoonGi abrió los ojos al oír el estruendo de las dos espadas al golpear.
- ¿Qué crees que haces, humano despreciable? - Preguntó con asco. - ¿En serio crees que esa espada inútil puede vencer a una espada creada con magia? Maldito e inepto iluso.
- ¿De verdad crees tú que la espada del general del ejercito del reino de las montañas nubladas, el gran dragón de fuego, no tiene magia? - TaeHyung pulsó el botón de la empuñadura y la magia de JungKook fluyó por la espada haciendo que quedara instantáneamente envuelta en llamas. Espada contra espada, ambos hicieron presión contra su oponente. Cuando la primera gota de agua cayó al suelo, indicando que la espada de YoonGi se estaba derritiendo, el cazadragones dio un paso hacia atrás por la sorpresa. Eso fue su primer y único error. TaeHyung tomó ventaja y cogió algo de recorrido para atacar de nuevo a su contrincante, pero esta vez, la espada con la que se protegió se derritió del todo y se partió en dos dejando anonadado al tal YiJeong. Sin dejarle tiempo de reaccionar o de empuñar su otra espada, TaeHyung volvió a atacarle. La espada de fuego quemó la piel de su brazo cuando intentó protegerse de ella y apunto estuvo de cercenárselo. Dos ataque más y la espada de fuego se clavó en el vientre de YiJeong. El fuego se reflejó en los ojos del jinete cuando observó al soldado que aún quedaba con vida. Este, encogido en un rincón, le miraba aterrorizado. TaeHyung bajó el arma al darse cuenta de que ese cazadragones ya no tenía intención de enfrentarse a él y TaeHyung jamás acabaría con nadie que hubiera decidido rendirse. Además, cualquiera se rendiría ante la imponente espada de su amado JungKook, aunque fuera un humano como él quien la empuñara. El soldado salió corriendo, igualmente TaeHyung sabía que alguien ya habría alertado al resto del ejército y no tardarían en llegar.
- Lo reconozco. Eso me ha sorprendido. - Comentó YoonGi con una sonrisa pero con una expresión de angustia.
- No eres el único que tiene ases en la manga, cazador blanco. - Pronunció TaeHyung agachándose junto a él. - Venga, levántate. Vamos a salir de aquí. - Pero YoonGi negó.
- Coge el libro. Mi hermano y su madre están esperándonos en los establos, que están cerca de la salida sur. Llevamos contigo. Salid de aquí.
- ¿De que diablos hablas? ¿Y tú qué?
- Yo no puedo casi moverme. Mi espalda... - Le dolía terriblemente.
- Voy a sacarte de aquí aunque te lleve a cuestas. - Le advirtió.
- No. Yo sólo os retrasaré. Tienes que salvar a mi familia y llevar el libro a tu príncipe. Por favor. - TaeHyung dudó. Pero el jinete del general de fuego no era el tipo de persona que dejaba abandonado a nadie, aún si YoonGi no era el típico compañero de batalla. Cogió el grimorio con cuidado y lo puso en una bolsa que le había robado a uno de los guardias. Luego cogió a YoonGi por un brazo y una pierna y le alzó por encima suya cargándoselo en la espalda. - No. - Volvió a quejarse YoonGi con gran dolor en su espalda. - Yo no merezco esto y tú no mereces morir por mi culpa.
- Cállate de una vez. - Gruñó. - Venimos los dos y volveremos los dos. - Sentenció.
- Idiota tozudo. - Apretó los dientes, el caminar de TaeHyung repercutía terriblemente en su espalda, pero no iba a quejarse por ello. - Tu estupidez nos matará a los dos, pero si consigues que maten a mi hermano no te lo perdonaré jamás.
- Nadie va a morir, YoonGi. - Le llamó por su nombre esta vez. TaeHyung salió del lugar y se escabulló escondiéndose en cada esquina. Tenía que llegar a los establos y recordaba haberlos visto al entrar al reino.
Tras unos cuantos metros caminados, YoonGi jadeó se dolor.
- Basta, TaeHyung. Me estás matando. Déjame aquí. - Suplicó.
- Aguanta un poco. - YoonGi podía sentir como la sangre de sus heridas, ahora abiertas, se deslizaba por su espalda. - Voy a sacarte de aquí. - No sólo eso, el dolor y la terrible postura en la que le cargaba el jinete le estaban haciendo sentirse mareado también. Ahora mismo luchaba por no desmayarse.
Cuando TaeHyung llegó al establo, cargando con YoonGi y el pesado libro, no sabía si lo que estaba viendo era parte del plan. El lugar estaba en llamas y algunos caballos corrían de un lado a otro sin nadie que los controlara. Unos estaban ensillados, otro no. La gente del alrededor, ya fueran soldados o aldeanos, se afanaba en apagar el fuego. TaeHyung intentaba pasar desapercibido escondiéndose a cada paso, pero parecía que la gente estaba más ocupada en que el fuego no se extendiera hasta sus casa que en querer saber porque llevaba a alguien sobre su espalda. Más de una persona le vio. Unos debieron pensar que era una víctima del incendio, otros simplemente le ignoraron. Sin embargo, sabía que tenía que haber alguien buscándole dentro de toda esa algarabía. ¿Y ahora como iba él a encontrar al hermano de YoonGi y a su madre si no les conocía y YoonGi no parecía tener fuerzas ni para abrir los ojos? Aprovechó el descontrol y consiguió encontrar dos caballos ensillados. Subió a YoonGi a uno de ellos, como si fuera un saco de patatas, él no pareció quejarse. Se montó en el mismo caballo, justo detrás de YoonGi, para asegurarse así de que no se callera y trotó a paso ligero en busca de alguien que encajara con la descripción que buscaba, mientras tiraba del otro caballo. Sin embargo, le encontraron antes a él. Una flecha le pasó rozando el antebrazo con el que sujetaba las riendas. Hizo girar al caballo y vio a tres hombres. Dos de ellos tenían un prisionero cada uno al que amenazaban con un cuchillo. Uno era una mujer muy mayor y el otro era casi un crío. El tercer soldado portaba el arco. A esa distancia corta, con suerte, el arco no sería más útil que su espada, pero los cuchillos sobre las gargantas de madre e hijo iban a ser letales antes de que nadie llegara.
- Desmonta, humano. - Le dijo el del arco. - O mataremos a estos dos. - TaeHyung obedeció y bajó del caballo. El soldado observó un instante a su príncipe, comprobando si se movía. Parecía inconsciente.
- ¿Está muerto? - Preguntó su hermano pequeño.
- Aún no. - Esas palabras de TaeHyung lo hacían ver peor de lo que realmente era, pero era mejor que los guardias pensaran que estaba demasiado mal. YoonGi no moriría por sus heridas si conseguían escapar de allí sin más percances, cosa que se le antojaba complicado a estas alturas.
- Tira tu espada. - Le ordenó el tipo del arco otra vez. - Si colaborase, el rey quizá tenga piedad de estos dos inútiles. - Menudo respeto había allí por los príncipes de su reino. Si alguien llega a llamar inútil a HoSeok o a JiMin, alguien, seguramente JungKook, ya le habría cortado en dos.
TaeHyung alzó los brazos primero, luego los bajó hasta su espada y más lentamente, desanudó el lazo que la ataba a su cinturón. Esperaba que en esos segundos de más se le ocurriera alguna idea, pero no fue así. No vio escapatoria y no tenía aliado ninguno allí. ¿Sería ese su final? No quería morir allí. Entonces lo tuvo más claro que nunca. No importaba si moría como un humano normal y no podía acompañar a JungKook durante toda su larga vida, sólo quería morir entre sus brazos, viendo su rostro y refugiado en su calor. Mas su amado dragón no estaba allí. Mientras se agachaba para depositar la espada en el suelo para rendirse, la apretó entre sus manos intentando sentir la magia de JungKook y así no sentirse tan solo en esos momento.
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Ya sé que siempre os dejo en el mejor/peor momento pero recordad que si obtengo muchos votos y comentarios en éste capítulo subiré otro hoy mismo!!!!
#FELIZJUEVES!!!!! Y casi es fin de semana!
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