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Invasión

Lo arrasarían todo. No dejarían un solo grano de arena en su sitio. Y, por supuesto, ni una sola vida quedaría allí. No, al menos, hasta que les dijeran todo lo que sabían sobre el paradero del rey cazadragones del norte. El campamento sería un amasijo de fuego, hielo, piedra, metal y rayos por todas partes. No habría piedad para aquellos que siguen a un rey que secuestra a un príncipe embarazado el día de su boda. Su príncipe, su amigo, su hijo, su amado.

El cielo se oscureció con nubes de tormenta. Los cazadragones miraron al cielo confundidos sin saber que las nubes negras anunciaban la llegada justiciera de los dragones. Para cuando les vieron, ya estaban demasiado cerca para reaccionar a tiempo. YoonGi mejor que nadie sabía por donde empezar y el almacén de armas quedó enterrado en hielo en su primera pasada. 

La gente gritaba despavorida. Las mujeres humanas que vivían y acompañaban a los cazadragones chillaban aterradas. Los cinco dragones descendieron hasta volar bajo las nubes. Su rugido fue ensordecedor. Luego la ciudad ardió en llamas.

- Aun no, general. - Ordenó Jin. - Alguien tiene que quedar con vida para que podamos preguntarle.

- Sólo era una advertencia. - Comentó. Si las advertencias de JungKook eran de ese calibre, su acciones serían terribles. Polvo y cenizas serían lo único que quedaría si no les daban lo que querían. Jin fue el primero en posar sus patas en el suelo. Varios cazadragones fueron hasta él para enfrentarle con lanzas. Las arrojaron contra él pero, de pronto, un grueso muro de piedra se puso entre las lanzas y cuerpo del hermoso dragón de oro. Las lanzas impactaron contra el muro y luego este se derribó sobre los cazadragones. Un dragón negro, aún más grande que el rey se posó junto a él.

- No era necesario, NamJoon. - Dijo con coqueteo. - Pero gracias.

- Cualquier cosa por usted, majestad. - Pronunció el dragón de piedra.

- ¿Creen que es el momento para eso, padre? - Preguntó JiMin colocándose no muy lejos de ellos. - Estén concentrados. - Un grupo de cazadragones se dirigieron hacia JiMin, por su espalda. La magia del rey regente recorrió el suelo serpenteando entre las patas de su hijo menor y alcanzando a los cazadragones. Sin saber cómo ni por qué, sus piernas se pegaron al suelo y empezaron a brillar. La magia dorada subía desde sus pies, por sus rodillas, cinturas y más arriba hasta convertirles en estatuas de oro macizo con expresiones de terror. JiMin miró a su padre con sorpresa.

- Que no luche normalmente no significa que no sepa como defenderme. - Dijo orgullosos. - Y el que deberías estar más concentrado y atento eres tú. - Le advirtió. Hizo un sonidito de suficiencia y avanzó caminando con la cabeza alta y contoneando su larga cola de un lado a otro. NamJoon sonrió divertido y le siguió.

YoonGi descendió también, junto a JungKook. Dejó que TaeHyung saltara de su lomo empuñando la espada de fuego. Aunque tampoco tenía muchos a quien enfrentarse, era difícil que JungKook y YoonGi juntos dejaran que alguien se acercase al jinete.

- ¿Con cuál de todos estos idiotas sería mejor hablar? - Pronunció el dragón escarlata.

- Con el seglar Yunn, sin duda. - Pronunció YoonGi. Él es el confesor de mi padre y lo sabe todo de él. Además, no creo que sea difíciles sacarle toda la información. Pero estará bien custodiado. Es lo primero que hacen frente a un ataque.

- ¿Un religioso? - Se extrañó TaeHyung - ¿Acaso tu padre es temeroso de Dios?

-Más de lo que puedas imaginar. Él hizo del Dios de los humanos su Dios para distanciarse aún más del Dios de los drafones.

- No me gusta enfrentarme a curas. Cualquier religión debe ser respetada. - JungKook tambien era bastante ferreo con esa clase de cosas.

- Una religión que permite el secuestro de alguien en estado... - Comenzó a decir TaeHyung.

- Para mi padre, HoSeok es antinatural. - Le cortó YoonGi. - Y el bebé que lleva en su vientre no es más que un engendro, una criatura diabólica a la que tiene la intención de purificar en cuanto nazca con la marca de Enoc, tal y como hizo conmigo. Para él, los dragones no son más que una plaga.

- Somos. - Dijo JungKook.

- ¿Qué? - Preguntó YoonGi confundido.

- Has dicho que para tu padre no son más que una plaga, pero deberías decir somos. Tú también eres un dragón. - Le recordó. YoonGi no sabía por qué le había hecho ese apunte. Podía tomarlo como una reivindicación o como una forma de aceptación. Como si finalmente le hubiera admitido dentro de su círculo. Quizá había un poco de las dos cosas.

- Somos. - Repitió YoonGi casi en un susurro.

- Vayamos a ver a ese seglar. - Pronunció TaeHyung.

- Y aceptemos el castigo que el Dios del viento nos imponga por lo que vamos a hacerle si no colabora. - Añadió JungKook.

Vencieron a todo aquel que se cruzó en su camino. Los cinco dragones y el jinete se unieron para llegar hasta el lugar que hacía de capilla. Allí, el ejercito restanste guardaba con celo al clérigo.

- Seres inmundos como vosotros jamás cruzaran esta puerta. - Pronunció el más adelantado.

Ante el asombro de los humanos, los dragones cambiaron y se irguieron frente a la puerta con su otra apariencia. Lo que más les sorprendió fue reconocer a YoonGi entre ellos.

- Escoria. - Dijo uno.

- Traidor. - Dijo otro.YoonGi les ignoró. Hacía mucho que había aprendido a hacerlo.

- Estaba claro que un desviado como tú sólo traería problemas. - JiMin sintió el enfado dentro de sí. Ese odio no iba dirigido sólo hacia YoonGi, sino hacia su naturaleza. Una naturaleza común para todos, pero que los cazadragones reprimían. Quizá era justamente por eso por lo que les odiaban tanto, porque, sin saberlo envidiaban su libertad. - Tú y tu grupo de degenerados nunca... - Un rayo cruzó el cielo y aterrizó justo donde el soldado estaba, calcinándolo al instante. Cayó a plomo, de bruces contra el suelo, dejando al resto del ejercito con la boca abierta. Pocos en toda su vida habían visto a alguien tan poderoso como JiMin. El príncipe lo hizo sin inmutarse lo más mínimo, simplemente no había querido seguir escuchando sandeces. Su hermano y su sobrino no nato estaban en peligro.

- ¿Alguien más? - Preguntó el príncipe con furia. - ¿Alguien más tiene las agallas de dar un paso al frente y enfretarnos?

- Hijo. Cálmate. - Habló Jin. - No hemos venido aquí para andarnos con brabuconerías. Sólo queremos información. - La diplomacia de Jin podía ser infinita, pero, en este momento, sólo era fingida. - Apartaos. Es el único aviso que os doy.

- Ser lamentable. - Siseó uno de los soldados. - ¿Quién crees que eres para hablar así? - Pronunció. Los dragones fruncieron en ceño casi a la vez, JungKook más molesto que cualquier otro. ¿Quién era él para hablar así a su rey? Jin levantó la mano suavemente deteniendo a sus dragones. - Tú y los tus siervos traídos del infierno nunca podréis vencer esta lucha sagrada. - Continuó diciendo.

- Dices eso porque eres muy consciente de que no podéis vencer esta batalla. - Aseguró Jin de forma calmada. - Pero tienes la esperanza puesta en tu rey. Eso te honra, pero es estúpido. Él morirá y ninguno de vosotros podrá hacer nada para evitarlo.

- Maldito seas. - Siseó.

- Y ahora aparta o muere. - Gruñó JungKook. - No eres digno de estar frente al rey dragón del gran Reino de las Montañas Nubladas.

- Nada nos hará huir. 

- Hablas demasiado. - Siseó YoonGi. - Fuera de nuestro camino. - "Nuestro". YoonGi era un dragón y compartía el camino de sus congéneres. Entonces el suelo empezó a helarse poco a poco. Lenta y delirantemente el hielo se extendía haciendo retroceder al enemigo.  

- ¿De qué servirá vuestro sacrificio? - Preguntó Jin mientras dejaba el hielo avanzar. - ¿Creéis que vuestro rey llorará vuestra muerte?

- Nosotros sólo somos peones. - Dijo uno de ellos. 

- Y moriréis como tal. - Afirmó JiMin tajantemente.

- ¡Deteneos! - Una voz conocida para YoonGi y para TaeHyung se alzó.

- YiJeong... - Habló el dragón blanco. Aquel cazadragones había enseñado a pelear a YoonGi. Le había enseñado casi todo lo que sabía y, cuando habían ido a por el grimorio, no había tenido miramientos en atacarle para matarle. Sin embargo, ahora detenía la lucha. 

- Idiotas. Moriréis en vano sin poder pelear. ¿Qué oportunidad creéis que tenéis contra uno solo de ellos? - El rey no querría que dieseis vuestras vidas en vano. - YoonGi sabía que a su padre le importaba muy poco si ellos vivían o morían. Sólo eran peones prescindibles para él. El dragón blanco se preguntó si YiJeong era conocedor de ello o si realmente creía las palabras que decía. - No muráis inutilmente y vivid para luchar otro día. - Le ordenó. Seguramente, YiJeong había obtenido el puesto de YoonGi como segundo al mando y era quien mandaba allí ahora. - No podéis vencerlos.

- Pero si les dejamos pasar… el seglar…

- Lo que hagan con la vida del religioso quedara en manos de estas criaturas. No existe nada más que podamos hacer aquí. - Los soldados se miraron unos a otros dubitativos. Sin duda, YiJeong no había tenido tiempo para obtenee la autoridad necesaria para liderarles fiememente. Poco a poco se fueron apartando. - Id a ayudar al resto a apagar los incendios y destrozos que han causado estos seres. - Los intrusos permanecieron quietos hasta que todos los soldados se fueron. Incluso después, dirigieron su vista hacia YiJeong, quien seguía allí.

- Ese no es el procedimiento habitual. - YoonGi fue el primero en hablar. - Mi padre habría dicho que sus muertes habrían contribuido a una futura victoria. Aquellos que se retiran son traidores.

- ¿Traición? ¿Tú vas a hablarme a mí de traición? - Le espetó. - Y yo no soy tu padre.

- Pero sigues sus órdenes.

- Yo sólo busco proteger a mi pueblo. Nuestra forma de vida. - Explicó. - Una forma de vida que tu padre ha mancillado.

- ¿A qué te refieres? - Quiso saber YoonGi.

- Durante generaciones, mi familia a protegido la estirpe de los cazadragones con la esperanza de librar al mundo de la lacra que vosotros suponéis. - Narró sin piedad alguna.

- Eso es justo lo que quiere mi padre. - Le recordó YoonGi.

- ¿Pero a qué precio? - Pronunció YiJeong. - El rey ha perdido el rumbo. - Eso sorprendió a YoonGi. - No debemos ganar esta guerra de cualquier forma. - Opinó. - Cuando secuestró a ese dragón vuestro, creí que lo mataría o lo usaría sabiamente para amenazar a vuestro reino. - Explicó. - Sin embargo, su plan es asqueroso. Su intención es procrear con el dragón para obtener un ejercito de seres como vosotros. Desequilibrar la balanza y ganar la guerra. - Sintió un escalofrío sólo por decirlo. - Repugnante. - YoonGi no imaginaba que pudiera revelarse de esa forma en contra de su rey, pero entendía que estaba siendo fiel a sus creencias y no a un cargo. Eso le hacía un hombre regio y digno de respeto, aun si sus creencias no tuvieran sentido. YoonGi había descubierto esa verdad hacía poco también y había sido un shock. Para YiJeong sería demasiado. No iba a explicarle que los dragones y los cazadragones eran la misma especie porque no tenían tiempo y porque sería destruir su fe sin ninguna razón.

- Nosotros sólo queremos rescatar a ese dragón. - Anunció YoonGi. - Lo demás no nos importa.

- Los dragones siguís siendo mis máximos enemigos, pero encontraré la forma de venceros sin vender mi alma y la de mi pueblo. - Sentenció. - Por eso, no podía permitiros matar a más de los míos y poco me importará si habláis con el seglar, encontráis a tu padre y acabáis con su locura. Pero, ese hombre de ahí dentro es sólo un confesor que vela por nuestras almas. Si una vez fuiste algo similar a nosotros, YoonGi, apelo a la educación que te dimos y espero que seas comedido con tus acciones hacia él. - Dicho esto, sencillamente se fue. Quedó claro para ambos que, la próxima vez que se vieran, no sería en términos de tanta cortesía.

HOLA!!!!! Aquí os dejo el capítulo de esta semana!!!! Espero que os guste mucho!!!

#FELIZJUEVES

Quería daros las gracias por todo el apoyo y amor que dais a todas mis obras. Y, ya que estamos, dar las gracias a BTS porque, si no fuera por ellos, no os habría conocido.

Un besazo!!!!!!!

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