Intrusos
*FOTO: PRÍNCIPE JIMIN, DRAGÓN DE ZAFIRO ELÉCTRICO.
- ¿Podrías hacérmelo a mí ahora? - Pidió como si fuera un animal desvalido. JiMin sonrió y fue hasta los pie de la cama de matrimonio para tirar de las perneras de los pantalones de TaeMin y sacárselo.
- Creí que con el avanzado estado de embarazo ya no tenías este tipo de apetitos, vida mía. - Dijo cuando los genitales de su pareja quedaron al descubierto.
- Y no lo tengo tanto, pero al verte a ti... - Reconoció.
- No te preocupes. - JiMin terminó de quitarle el pantalón y se subió a la cama. - Tu recuéstate y relájate, que su alteza real te hará un buen trabajito aquí abajo. - Acarició sus piernas y las separó un poco. Metió la cabeza entre ellas y TaeMin se dio cuenta de que no tenía pensado usar sus manos. JiMin sopló sobre su miembro, torturándolo. Luego frotó su mejilla contra él, poniéndolo más duro. - Linda cosita. - Le habló al pene de su pareja. - Te he echado de menos.
- No hagas eso, JiMin. - Se cubrió el rostro con las manos. - En 10 años no ha dejado de ser vergonzoso. - Aseguró.
- Pero a mí me gusta. - Comentó. - Y a él parece que también. Siempre despierta alegre cuando le doy unos cuantos besitos. - Besó su longitud. - ¿Verdad, mi cosita linda? - Le dio una larga y lenta lamida.
- Ah...JiMin... - TaeMin no pudo evitar meter su mano bajo su camisa del pijama y empezar a acariciar su pezones. - Empieza de una vez. - Suplicó. - No seas cruel con un dragón embarazado.
- Vale, pero no te alteres demasiado o tendré que parar. - Le advirtió. TaeMin asintió obedientemente. JiMin masajeó sus testículos y antes de tomar su miembro, volvió a hablar. - TaeMin, voy a darte unas buenas chupadas aquí abajo y quiero que gimas como tú sabes. Quiero que todo el reino se entere de lo mucho que el príncipe JiMin satisface a su compañero.
- Sus deseos son ordenes para mí, alteza. - Afirmó. Fue entonces cuando JiMin tragó el miembro de TaeMin y empezó a practicarle una laboriosa y experimentada felación. TaeMin no tuvo que fingir, ni mucho menos, pues antes de poder darse cuenta ya estaba gimiendo descontrolado. Si no se enteraba todo el reino, al menos sí todo el palacio. ¿Y qué importaba? ¿Qué secreto tenían que tuvieran que ocultar? A pesar de todo, TaeMin intentaba dejar escapar toda su excitación en esos gemidos y no moverse demasiado. Mantenerse relajado dentro de lo que era posible. Cuando eyaculó, lo hizo en la boca de JiMin, por supuesto, y éste lo tragó sin dudar y con alevosía, por supuesto. TaeMin no parecía más cansado de lo habitual. - Creo que ahora podría dormir un poco más incluso. - Pronunció.
- Si es así, te lo haré todos los días encantado. - Aseguró el otro.
~ ~ ~
Se acurrucaron para darse mimos y caricias un rato. Aún era temprano y JiMin se sintió feliz cuando descubrió que TaeMin dormía plácidamente en sus brazos. Por eso se enfadó sobremanera cuando alguien aporreó la puerta de su dormitorio despertándole sobresaltado.
- ¿¡Qué diablos!? - Gruñó separándose de TaeMin con suavidad.
- ¿Qué ocurre? ¿A qué vienen esos golpes? - Quiso saber un desubicado TaeMin. Vio como su pareja le cubría con la colcha y se colocaba su faldón para abrir la puerta, la cual seguía siendo aporreada de mala manera. Como si alguien al otro ido tuviera mucha prisa.
- ¡Alteza real, alteza real! - JiMin no reconoció la voz, eso le puso de peor humor. TaeMin pudo ver como su pelo se cargaba de electricidad mientras se dirigía a la puerta.
- ¿¡Qué formas son esas de llamar a la habitación de un príncipe, maldito idiota!? - Gritó. - ¿¡Acaso no sabes que aquí duerme una persona embarazada, asqueroso despojo!? - JiMin era el ser más angelical cuando se le trataba bien a él y a los suyos, pero podía ser terriblemente agresivo cuando se le molestaban lo suficiente.
- Príncipe JiMin. - El hombre se había inclinado hasta dar con la cabeza en el suelo. JiMin vio que tenía el uniforme del ejercito del reino. Por eso no había reconocido su voz, JungKook debía haberlo enviado. Y parecía que había venido corriendo, porque le faltaba el aliento. - Lamento haber...
- ¿Qué ocurre? - Le apremió. - Habla. - Entonces escuchó a través de la ventana entreabierta un brutal rugido que reconoció al instante.
- JungKook. - Pronunció el príncipe.
- Son cazadragones, alteza. - Pronunció finalmente el soldado.
- Mierda. - Expresó. - Manda a la guardia real a proteger al rey y a los príncipes. - Ordenó. - Que vengan aquí primero, él no puede defenderse por sí solo. - Dijo refiriéndose a TaeMin.
- Sí, señor. - JiMin corrió hacia la ventana.
- Ten cuidado. - Le pidió su compañero claramente preocupado. JiMin retrocedió y fue hasta la cama.
- Quédate tranquilo. Estaré de vuelta antes de que puedas decir "Tarta de arándanos" - Le dio un beso rápido en la frente y volvió a ir hacia la ventana.
- Tarta de arándanos. - Pronunció TaeMin. JiMin le sonrió.
- Sólo un poco más, mi vida. - Dijo antes de saltar por la ventana.
Se transformó durante la caída y rugió. JungKook, en la lejanía, le rugió de vuelta para que pudiera encontrarle. Batió sus majestuosas alas azules para llegar hasta él lo más rápido posible. Tardó poco en llegar, a pesar de que estaba fuera de las murallas del reino. Allí vio una estampa bastante desoladora. Todos los campos de cultivo estaban completamente congelados. JiMin, como todos, conocía las historias, así que tenía una teoría sobre quien había podía haber hecho algo así. Los aldeanos, dragones y humanos, estaban horrorizados. Todas sus cosechas se perderían. JungKook estaba junto a ellos, transformado en dragón, con TaeHyung sobre su lomo. ¿Cómo había sido capaz de llegar allí tan pronto si había tenido que ir a recoger a TaeHyung primero? Como fuera.
- ¿Sabes qué ha ocurrido? - Quiso saber antes incluso de aterrizar. Levantó una inmensa polvareda al posarse en el suelo. - ¿Cómo ha podido un ejército de cazadragones atravesar las murallas sin que lo supiéramos? - El dragón de fuego torció su cabeza hacía un lado. Allí había cuatro ennegrecidos cadáveres. Los habría chamuscados a todos nada más verlos. Otro más tenía una flecha de TaeHyung clavada en el pecho.
- No ha sido ningún ejercito. No había más que un puñado de ellos. Por eso no los hemos detectado. - Confirmó JungKook. - Lo lamento. Debí haber preparado mejor las defensas para este tipo de ataques, alteza. - JiMin era su amigo, pero en estas situaciones, él era su príncipe.
- Deja las estúpidas disculpas, JungKook. ¿Sabes cuántos había en total? ¿Y el cazador blanco? - Se hablaba de un cazadragones muy poderoso, capaz de usar magia de hielo. Se le llamaba el cazador blanco, aunque las historias no aclaraban si era sólo por el hielo que dejaba a su paso.
- He visto escapar a dos mientras estos nos entretenían. - Habló TaeHyung. - He conseguido herir a uno, pero ninguno de ellos era el cazadragones que ha congelado los campos. - Aseguró.
- Así que hay por lo menos dos más aparte del cazador blanco. - Siseo JiMin. - Hay que peinar el lugar y proteger a la población. Tenemos que cogerlos rápido antes de que hagan algo más.
- Organizaré a las tropas. Yo he de descongelar los campos antes de que las semillas se echen a perder. - Comunicó JungKook.
- No. - Contrapuso JiMin. - HoSeok se encargará de eso después. Ahora te necesito para cazar a esos cabrones. Tampoco quiero que nos ataque un ejército mientras nos ocupamos de esos tres.
- Sí, señor. - Obedeció. Alzó el vuelo,con TaeHyung aún sobre él.
- Chicos. - Les llamó. - Quiero saber que pretendían. Dejemos a uno con vida.
- El herido no ha podido ir muy lejos. - Señaló TaeHyung. - Él puede decirnos donde están los otros.
~ ~ ~
HoSeok siempre dormía con la ventana cerrada. Además, por suerte para él, su alcoba estaba justo al otro extremo de la de su hermano menor, así que no había oído los gemidos de su compañero y seguía durmiendo plácidamente cuando alguien se coló en su balcón y abrió el ventanal desde fuera. El intruso se deslizó en la habitación y observó las paredes. Estaban llenas de enredaderas y flores silvestres. Entonces supo que estaba en el lugar correcto. Debía darse prisa. Sacó de su cinturón unas esposas con dibujos y grabados. Se acercó a la cama de HoSeok y desenfundó su cuchillo. Diestramente, y con una sola mano, le colocó las esposas al príncipe, quien se despertó en cuanto el metal tocó su piel. Aspiró con fuerza debido a la sorpresa.
- Un sólo grito de auxilio y le corto el cuello, príncipe. - Dijo el agresor poniendo su cuchillo en la garganta. HoSeok intentó liberar sus manos inútilmente y tragó con fuerza. Por la posición, ni siquiera podía mirar a la cara a su agresor.
- ¿Qui...quién eres? - Le tembló la voz. El intruso sonrió con malicia aunque HoSeok no podía verle. Apoyó su mano libre en la pared. Desde su mano, una red de hielo se extendió congelando todas la vegetación que el poder de HoSeok hacía crecer involuntariamente sobre las paredes de la habitación. El príncipe abrió los ojos anonadado. Él también sabía lo que aquello significaba. - El cazador blanco. - Pronunció.
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