En las sombras
No veía nada. Tenía una venda sobre los ojos, las manos atadas a la espalda con unos grilletes especiales para que no pudiera usar su poder y con una modaza en la boca. Estaba aterrorizado. Debía estar en una habitación cerrada porque no había nada de luz que atravesara mínimamente la venda. Además, hacía un terrible calor. Acostumbrado al clima frío de las montañas nubladas, esa temperatura le asfixiaba. Era un ambiente complemente seco. Se preguntó si ese era el hogar de YoonGi. El rey cazadragones del norte le había secuestrado y le había encerrado allí sin saber que llevaba en su vientre a su propio nieto. ¿Tendría piedad de él si se daba cuenta de que llevaba dentro de él a alguien de su propia sangre? No, no lo creía. Ese hombre no sólo odiaba a los dragones, sino también el hecho de que de acostaran con alguien de su mismo sexo. Hipócrita. Él sabía que no era más que un dragón que finjía ser un humano no pudiendo transformarse y pudiendo tener descendencia con la mujeres humanas gracias a la marca de Enoc. HoSeok tenía miedo, estaba asfixiado de calor y cansado de tanto patalear y pelear inútilmente con tipos que habían resultado ser mucho más fuertes que él. Nada de eso podía ser bueno para el bebé, y eso le hacía estar aún más asustado.
No entendía cómo había llegado hasta allí exactamente. Sólo sabía que esa noche, en la que el sacerdote rezaba tras la puerta de su tienda, él no podía dormir y la luz de su quinqué se había apagado de pronto llenando el lugar de una oscuridad acongojante. El rey cazadragones del norte había cubierto la noche de sombras, le había sacado de la tienda y llevado lejos de los suyos sin que él pudiera compronder ni el cómo ni el porqué. No por nada le llamaban el rey de las sombras.
- Nunca creí que sería un asqueroso ser cómo tú el que nos fuera a dar la victoria definitiva. - Su voz brotó de pronto, y también era sombría. HoSeok se echó a temblar. - Tengo grandes planes para ti. Pero te aseguro que no voy a disfrutar con lo que voy a hacerte. - HoSeok intentó hablar pero no podía. ¿Qué iba a hacerle? - Es una suerte que vengas en ese estado. Uno que me ahorras. - ¿De qué estaba hablando? - Tu asqueroso poder es muy útil. No te preocupes. - Dijo riendo desagradablemente. - Les criaré bien. Serán perfectos cazadragones. Incluso a ese que no es hijo mío, lo educaré bien para que no caiga en malos hábitos. - ¿Hablaba de su bebé? ¿Estaba diciendo que iba a educar a su bebé como a un cazadragones? - Eso no me volverá a pasar con un hijo mío. - Entonces lo comprendió todo. "Es una suerte que ya me vengas en ese estado." "No voy a disfrutar de lo que voy a hacerte". "Les criaré bien" Hijos. Eso era lo que quería ese hombre. Un cazadragones aún conserva su longevidad y, por tanto, es muy difícil para él engendrar descencia. Pero no lo era para HoSeok. Quería que le diera hijos. Una descendencia a la que criar bajo sus preceptos y con el poder y la magia suficientes como para marcar la diferencia, crear el caos y hacerles un gran daño a los dragones, quizá hasta exterminarlos. Todo le dio vueltas y se sintió enfermo. No podía permitirlo. No era sólo que no pudiera permitir ese destino para su especie, sino que no podía plantearse la posibilidad de que ese hombre tomara de él lo que sólo le había entregado a YoonGi. Y además, su bebé... Quería arrebatarle a su bebé. "YoonGi, JungKook, JiMin, padre...", pensó aterrorizado. "Que alguien me ayude" "Que alguien ayude a mi bebé" Sollozó sin poder pronunciarlo en voz alta.
- Puedes llorar cuanto quieras, dragón. - Pronunció. - Nadie te salvará. No puedes escapar del destino que yo he determinado para ti. - Afirmó tajantemente. - Harás lo que yo te diga. Me darás los hijos que yo exija. Créeme que tampoco será agradable para mí. Esa forma antinatural y repugnante de concebir de los dragones... - El rey sintió un escalofrío de asco sólo por pensar en lo que tendría que hacer para lograr su objetivo. Con todos los años que había castigado a YoonGi por ese acto que consideraba tan desagradable e impuro y ahora tendría que hacerlo él mismo. Si hubiera conseguido que YoonGi se hubiera quedado con él quizá habría dejado que él fuera quien tomara a ese dragón para evitarse el mal trago. ¡Qué ironía! Ahora que le venía bien la desviación del traicionero de su hijo, ya no estaba. "Maldito seas, YoonGi, por traicionar a tu sangre", pensó para sí. - Será un sacrificio para ambos. - Pronunció resignado finalmente. - Un sacrificio necesario para que el bien reine en la tierra. - HoSeok gimoteó y se revolvió para que le soltara.
- No te molestes en gritar. Nadie podrá oírte. - El cazadragones se acercó a él y le quitó la mordaza.
- Por favor. No lo haga. - No podía hacer otra cosa que suplicar.
- Me llevará unos días, pero ya he empezado a preparar tu nuevo hogar. - Dijo ignorándole.
- ¿De qué estás hablando? - Quiso saber HoSeok.
- Será un lugar donde nadie pueda encontrarte. Jamás.
YoonGi no creía que su padre imaginara que él iría a rescatar a HoSeok, él no sabía que tuvieran ninguna relación. Aunque, ya que le había traicionado en pro del reino de las montañas nubladas, si podía suponer que les ayudaría a encontrarle, así que, de seguro, se habría escondido bien. Quizá en un escondite que YoonGi no conocía, en el que prepararse para invocar el mundo de las sombras. Si no llegaban a tiempo...
El sofocante reino de los cazadragones del norte ocupaba una extensión muy grande, pero la mayor parte de ésta sólo era un inhóspito desierto. El primer objetivo era obvio. Demasiado obvio. La capital del reino. Si se podía llamar así por que, más bien, era un campamento en lo más profundo de un largo cañón en el que había nacido y se había criado YoonGi. A pesar de todo, se suponía que tenía que haberlo considerado su hogar pero no se sorprendió al sentir un gran alivio cuando consiguió dejarlo atrás. Era el primer lugar por el que empezar a buscar, sabía que no estaría allí, pero era necesario ir para buscar información. También tenía algunas otras ideas, pero nada seguro. Su padre se encondería bien.
JungKook quería volver al reino, organizar a sus tropas y llevar un ejército. YoonGi opinaba que eso llevaría demasiado tiempo y que se valían ellos mismos. Su padre y él eran los dos únicos cazadragones del reino con magia. Ninguno podría hacer frente a varios dragones adultos con magia como ellos. El rey regente fue quien tomó la decisión. Quería a su hijo de vuelta inmediatamente. Lucharía él mismo si era necesario. Y así fue, YoonGi, JungKook, JiMin, TaeHyung, Jin e, incluso, NamJoon, partirían al reino de los cazadragones del norte. Cinco dragones adultos con increíbles habilidades parecían suficientes para enfrentarse a cazadragones sin magia.
TaeHyung dudó. No había hablado con JungKook. No era la situación ni el momento idóneos. Entonces, ¿sobre quién debía montar? Sobre YoonGi o sobre JungKook. Estaba seguro de que cualquiera de los dos se lo permitiría. Pero le daba cierto reparo decírselo a JungKook. No estaba confiado en que esa fuera su primera conversación después de tanto tiempo. Y, si montaba sobre YoonGi, ¿qué pensaría JungKook? Por una vez en la vida, TaeHyung se sintió cohibido y vergonzoso. Sólo el gran dragón escarlata podía ocasionar ese sentimiento en él.
- ¡Tae! - Le gritó YoonGi delante de todo el mundo. JungKook les observó a los dos sin decir nada, ocultando sus expresiones. No estaba enfadado porque se hubieran hecho amigos, eso no tendría sentido. Pero quizá sí tenía un poco de tristeza porque, aunque TaeHyung siempre había sido sociable, no terminaba de gustarle que lo fuera con YoonGi. Aun sabiendo que YoonGi estaba enamorado de HoSeok, le veía como a un rival, como a un estorbo. ¿Y si ellos habían tenido intimidad en esos meses incluso si no se amaban? Por despecho o por mero placer físico. Esa idea rondaba en la cabeza de JungKook desde hacía tiempo. Él mismo y HoSeok habían tenido un encontronazo extraño y habían terminado tratándose con una cercanía que, de verla entre YoonGi y TaeHyung, le resultaría devastadora. Soltó el aire pesadamente. Quizá simplemente estaba celoso y sentía algo de envidia por los meses que ellos dos habían pasados juntos mientras que él estaba muy lejos, teniendo que compartir la cama con alguien a quien quería con devoción, pero a quien no amaba. - Deja de estar en las nubes. Tenemos que irnos cuanto antes. - Le regañó al jinete. Se transformó en el imponente dragón blanco. No tenía tanta soltura ni velocidad como JungKook o JiMin para transformarse, pero para ser bastante novato, estaba claro que tenía una gran habilidad. - Monta de una vez. - Le gruñó quejicoso.
TaeHyung le miró, luego miró de refilón a JungKook, quien ni dijo ni hizo nada, y luego se volvió hacia YoonGi una vez más y corrió hacia él. Se aferró a sus escamas blancas y se elevó hasta poder sentarse sobre el faldón que le quedaba sobre el lomo al transformarse.
- Gracias. - Susurró en el oído del gran dragón. Le había librado de tener que tomar él la decisión. YoonGi no hizo ningún comentario, entendía la difícil situación. También sabía que ninguno de los dos quería causar problemas en esa siatuación tan delicada. Los dos querían encontrar a HoSeok lo antes posible.
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Espero que os haya gustado el capítulo.
Por cierto, el lunes que viene daré la respuesta para la pregunta que hice en el capítulo de "Uno entre cientos" y diré quien ha ganado en el que sorteo el microfanfic.
Y recordad que este fin de semana (no sé si mañana sabado o el domingo) publicaré una nueva obra!!!!!
Espero que os guste mucho.
No olvideis seguirme en TWITTER para saber más!!!!!! @K_MIN_OH
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