El dragón negro
FOTO: EL PRÍNCIPE NAMJOON, EL GRAN DRAGÓN NEGRO DE PIEDRA
Tras más de una parada para recobrar el aliento, el largo viaje estaba por terminar. Después de su charla, HoSeok y JungKook no habían hablado demasiado el resto del viaje. HoSeok no quería importunar a JungKook, que parecía aún sumido en sus problemas. Había intentado animarle con algún que otro chiste ingenioso, por no había surtido demasiado efecto aunque el general parecía haberse esforzado en sonreír. ¿Cómo podría quejarse él ahora de sus cosas cuando la situación de su amigo era más grave que la suya? Y él no sabía como consolarle, pues no encontraba ninguna solución. JungKook, por otro lado, pensaba en como podía plantearle a HoSeok la idea de que TaeHyung se convirtiera en un cazadragones con el hechizo del Grimorio Sagrado para así poder vivir juntos por mucho más tiempo. Seguramente el príncipe se negaría en rotundo. Los hechizos de ese libro no eran una broma que pudiera usarse a la ligera, además seguramente fueran reservados para la realeza o incluso prohibidos por completo. Para empeorar las cosas, HoSeok tenía sus propios asuntos por resolver, que eran mucho más inmediatos que los suyos. En la fiesta de la cosecha se encontraría con el príncipe NamJoon, el dragón negro de piedra. ¿Cómo iba molestarle ahora que debía estar tan nervioso? JungKook sabía muy bien que HoSeok no quería casarse con él, pero que debía planteárselo como una opción viable o no podría reclamar el trono que le pertenecía por derecho de nacimiento. Todo aquello resultaba tan injusto. Para colmo, su padre le daría la bronca por no haber podido conquistar a HoSeok, ¿cómo iba a hacerlo ahora que sabía que estaba locamente enamorado de TaeHyung? JungKook no tenía verdadero miedo a su padre, ¿qué podría reprocharle él si el príncipe no se dejaba embaucar? La gota que colmaba el vaso era que, además, estaba terriblemente preocupado por la seguridad de TaeHyung. ¿Estaría a salvo con ese cazadragones desconocido? JungKook no lo creía. Tantos problemas y ni una sola solución.
- ¡Joder! - Exclamó sorprendiendo a HoSeok y a varios dragones más que les seguían.
- ¿Estás bien? - Le preguntó el príncipe.
- Sí, sí. - Se apresuró a decir. - Mira. Ya estamos. - Dijo señalando con la cabeza hacia el claro del espeso bosque donde tendría lugar la fiesta de la cosecha. HoSeok le miró un poco incrédulo. Todos sabían hacía varios minutos que ya habían visto el lugar, JungKook había sido el único en no percatarse hasta ahora.
~ ~ ~
Había una zona habilitada para aterrizar.
- Esto es nuevo. - Comentó HoSeok. - ¡Qué organización! - Aleteó con fuerza para mantener un descenso lento y ser el primero en bajar, siendo así el representante de su reino. Posó sus cuatro patas en el suelo. Le pareció suave y mullido. De verdad le gustaba el bosque. Era lo único que le gustaba de la fiesta de la cosecha pero no podría disfrutarlo como él quería porque tendría otras cosas en la cabeza. Ojalá todo el mundo desapareciera y sólo estuvieran el bosque y él. Cambió a su forma humana lenta y elegantemente y rápidamente se ajustó bien su faldón. Todo el mundo podía tener un desliz, tardar un poco más en colocarse el faldón y quedar un poco expuesto, todos menos los príncipes como él, claro, a los que los deslices no les estaban permitidos. JungKook fue el siguiente en bajar. Prácticamente se dejó caer y más de uno tuvo miedo de que fuera a aplastar al príncipe, pero HoSeok no sintió miedo alguno. En el último momento, JungKook cambió a velocidad supersónica y se colocó junto a él.
- Alteza real. - Una voz inesperada le hizo votar mientras esperaban que el resto de sus compatriotas aterrizaran. Dos hombres se inclinaron ante su presencia. - Permítame darle la bienvenida a la fiesta de la cosecha.
- Gracias, majestad. - Se inclinó HoSeok ante el rey SuHo y luego ante su hijo. JungKook le imitó.
- ¡Oh! No creí que pudiera reconocernos. - Comentó NamJoon.
- Sabía que el reino de las montañas Edén organizaba la fiesta de la cosecha este año. - Aseguró HoSeok. - Y he reconocido el escudo en su faldón.
- Un muchacho ilustrado. - Observó el rey SuHo, el gran dragón de hierro. - Eso me gusta. - Estaba claro que estaba dando su visto bueno a que se desposara con su hijo. Claro que, HoSeok estaba muy lejos de desear eso. Dio una mirada disimulada al príncipe NamJoon, el dragón negro de piedra, y no pudo decir que le resultara desagradable, era objetivamente atractivo, pero no era su tipo.
- Lamento si resulta una celebración aburrida para su majestad. Será usted el único soltero aquí. - Quiso cambiar de tema.
- No se preocupe por mí, alteza HoSeok. Yo ya estoy mayor para celebraciones y felizmente emparejado. - Anunció. - Por cierto, usted debe ser el príncipe JiMin, el gran dragón de zafiro. - Se dirigió hacia JungKook. - Espero que sea una buena fiesta de la cosecha para usted también. - HoSeok estaba seguro de que ese hombre ya daba por hecho que NamJoon y HoSeok iban a acabar juntos irremediablemente.
- Lamento corregirle, majestad. - Se inclinó el menor de los presentes. - Yo soy JungKook, dragón de fuego y general de los ejércitos del reino de las montañas nubladas. - Se presentó sin mirar a los ojos al rey. - No soy más que un humilde siervo del príncipe. - Aseguró servicial.
- El dragón de fuego. He oído hablar de ti. - Pronunció NamJoon un poco sorprendido. - No formas parte de la realeza pero tienes magia y muy poderosa por lo que tengo entendido. - Argumentó.
- Es un honor para mí tener este poder que no pertenece a alguien de mi clase.
- No digas estupideces. - Se atrevió a intervenir HoSeok. - No hay dragón que merezca ese poder más que tú. - Le admiró confundiendo un poco al príncipe NamJoon y a su padre. ¿Solían ser tan amigables y cercanos con todos sus subordinados? Era de admirar, pero su cercanía también resultó un poco sospechosa. - Mi hermano menor, el dragón de zafiro está ya emparejado y espera un vástago. - Anunció HoSeok. - No tendrá razones para volver a la fiesta de la cosecha.
- En ese caso déjeme expresarle mi enhorabuena. - Habló cordial y alegre el rey. - Espero que tengan un hermosa fiesta de la cosecha. Si me permiten he de dar la bienvenida al resto de invitados.
~ ~ ~
Fueron alojados en una tiendas. La del príncipe era enorme. Era tan desmesurada que estuvo tentado de pedirle a JungKook que la compartiera con él para no estar tan solos. Igualmente, el general tampoco tenía intención de conocer a nadie más. La cuestión es que si ellos compartían tienda, los rumores se esparcirían como el humo y él no quería meter a JungKook en problemas. Además, se suponía que él tenía un compromiso que atender. La regencia de su padre pendía de un hilo, pero él debía tener una pareja para subir al trono. Quizá hacer caso a su padre era lo mejor, pero, aún si no le conocía, ya sabía que NamJoon no iba a ser de su estilo. Él quería a alguien distinto, alguien que le hiciera sentir especial. No necesitaba a alguien demasiado pegajoso ni embaucador. Él mismo ya era lo suficientemente meloso como para añadir más azúcar a su vida. No requería de alguien demasiado atento y dedicado. Quizá alguien como JungKook, que era un poco más distante de los que sería él. Quizá el mismo JungKook sería una gran opción si no fuera porque estaba enamorado de otro y porque era como un hermano menor para él. HoSeok suspiró, sólo quería a alguien que le dijera un piropo distraido pero sincero de vez en cuando, de esos que no están pidiendo nada a cambio. Una fugaz frase llegó desde sus recuerdos a su mente: "Tienes unos ojos bonitos para ser un dragón asqueroso."
- ¿Y qué más? - Se regañó a sí mismo al pensarlo. - ¿A eso siquiera se le podía llamar piropo? ¿En qué diablos piensas, idiota? - Se dio una palmada en la cabeza apartando ese pensamiento estúpido.
- Príncipe HoSeok. - Le llamó una voz desde fuera de su tienda. Reconoció la voz, era NamJoon. - ¿Sería tan amable de permitirme acompañarle en un paseo?
- E...esto... - Tenía que ser realista, ¿verdad? Los reyes se debían a su pueblo y a su gente. Él siempre había querido emparejarse por amor, pero su destino no parecía indicarle eso. Su padre, Ken, había escogido a su esposo porque le encantó desde el principio y HoSeok sabía que lo amaba con locura, aunque fuera por su gran belleza, pero también sabía que no podía decir lo mismo de su otro progenitor. Jin nunca había amado a Ken realmente, pero tampoco le había dado jamás la impresión de que fuera infeliz junto a él. Quizá bastaba con que alguien te amase para ser feliz. Quizá tener hijos era lo que daba la felicidad. HoSeok yo no estaba seguro de nada.
El paseo fue entretenido. NamJoon demostró ser un buen conversador. Inteligente y divertido a su justa medida. Para errabietarse más consigo mismo, descubrió que su padre tenía razón una vez más. NamJoon parecía un buen partido. Lo tenía todo. Nobleza, educación, inteligente, atractivo, sentido del humor, cortesía. Se había pasado gran parte del tiempo llenándole de halagos y comportándose con una gentileza exquisita. Era...era... Era demasiado perfecto para alguien como él. HoSeok quería imperfecciones quería duda y aventura en su vida. Aquello era demasiado fácil, demasiado aburrido. Después de más de dos horas de paseo, concluyó que podrían llegar a ser amigos, pero nunca sentiría nada más por él. No era su tipo. Seguiría prefiriendo a alguien como JungKook incluso ahora que le conocía más. Quizá una relación de amistad sería suficiente pero... ¿cómo iba a hacerlo? Aquello le entristecía gravemente, siempre había querido encontrar al amor de su vida. Era un romántico, un iluso, más bien. Y ahora su sueño se despedazaba.
- Ha sido maravilloso conocer sobre usted, alteza. - Alegó NamJoon cuando llegaron a la puerta de la tienda del dragón de jade.
- Sólo HoSeok. - Pronunció un poco cansado mentalmente.
- Como desees. - Sonrió NamJoon un poco. Luego se formó un rápido silencio incómodo. HoSeok había temido ese momento. ¿Qué debía hacer ahora? Miró alternativamente a la entrada de su tienda y a NamJoon.
- Bueno... si deseas pasar... - Desvío la vista. Era incapaz de mirarle a los ojos. ¿Se suponía que eso era lo que tenía que hacer? ¿Lo que se esperaba de él? Debía tener el rostro colorado.
- Usted parece cansado. - Observó. - Quizá deba tan solo descansar, HoSeok. - Le llamó simplemente por su nombre por primera vez aunque seguía siendo educado con él. - Podemos ir al ritmo que quieras marcar, puesto que eres el más joven. - Era encantador incluso para ese tipo de cosas. - Nuestro encuentro no ha sido casual. No intente forzar demasiado las cosas. - Le pidió. - Podría lastimarse.
- Gracias. - Fue sincero. Se sentía torpe e inseguro con todo aquello. No podía escapar. No había forma. Debía hacer que aquello saliera bien por el reino, aunque él tuviera la sensación de que estaba vendiendo su futuro. Era su deber, el precio que tenía que pagar por ser el heredero al trono. Tampoco supo como despedirse y el comprensivo príncipe de las montañas Edén volvió a resolver su problema. Se inclinó hacia él para darle un rápido y muy dulce beso en los labios.
- Que duermas bien, HoSeok. - Dijo inclinándose antes de irse. Mucho después de que NamJoon se hubiera ido, HoSeok seguía parado frente a su puerta estupefacto. Tardó varios minutos en darse cuenta de que la gente le miraba y entrar. Ahora sí que su cabeza era un caos.
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Espero que os haya gustado el capítulo de esta semana!!!!! FELIZ JUEVES!!!!!! UN BESAZO!!!!
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