Compromiso
Ya cai no quedaba sol, pero HoSeok seguía leyendo a la luz del quinqué. Cuando el rey regente llegó a la sala, lo hizo con paso firme y posición erguida. Sabía bien a quien iba a encontrarse allí y estaba decidido a hacerle hablar.
- ¿No crees que ya me has ignorado bastante? - Le preguntó. HoSeok estaba tan enfrascado en el nuevo libro que había conseguido en la biblioteca que no había oído los pasos del gran dragón de oro acercándose y se sorprendió al oírle tan cerca. Parecía de mal humor. - ¿Cuándo vas a decidir con quien casarte?
- ¡Padre! - Formuló HoSeok. - Me habéis sorprendido.
- No me hagas repetir la pregunta, hijo mío. - Le pidió.
- Padre, entededme, por favor. No hay nadie quien...
- Hay numerosos pretendientes a lo largo y ancho de este mundo. - Aseguró. - Muchos desean tu mano y yo mismo he invitado al mejor de todos ellos a este reino. Ya habrías elegido si miraras por tu reino en vez de guiarte por un impulso egoísta.
- ¿Egoísta? - Se ofendió. - Claro que soy egoísta. Es mi vida la que os jugáis a ciegas.
- Cuando yo me casé, tu padre y yo no...
- ¡Yo no soy como tú! Y, por supuesto, tampoco soy como el gran dragón celestial. - Espetó. Ojalá hubiera sido más como sus padres, pero no lo era. Ni tan valiente, ni tan entregado. - Siento decepcionaros, padre. - Los dos guardaron silencio después de eso.
- Mira HoSeok. - Terminó diciendo el mayor. - Yo siempre he sabido bien que tú no eres igual que tu padre o que yo, y jamás he creído que hubiera nada malo en ello. Sabía que necesitabas tiempo para conocer a tu pareja y aceptar la situación paulatinamente antes de forjar un compromiso, justo por eso invité a NamJoon al reino. Te di la oportunidad de acercarte a él, una oportunidad que casi ningún rey tiene ¿y qué has hecho tú con ella? Desperdiciarla. - Le enfrentó. - Ignorando a un príncipe invitado. A un buen dragón y un buen partido para ti. ¿Y por qué? ¿Me puedes explicar por qué?
- Porque no le amo, padre. - Aseguró con lamento el dragón de jade.
- ¡No sólo eso! - Gritó. - Es porque no le has quitado los ojos de encima a ese cazador blanco.
- ¡Eso no es cierto! - Alegó. - He estado ocupado cuidando de él cuando estaba en la enfermería. Sus heridas eran graves. - Se excusó.
- ¿No hay sanadores en el reino para ello?
- Pero...
- Y cuando ya estaba curado ¿acaso te has encargado de tu futuro como rey y has buscado al príncipe NamJoon?
- No, pero...
- Nada de pero, HoSeok. ¿Sabes lo que te estás jugando? No eres un niño. Es el futuro de tu pueblo lo que está en juego. - Le recordó. No llegaba a gritarle y mostrarse furioso, pero estaba claramente enfadado y defraudado. - Se te acabó el tiempo, HoSeok. Voy a anunciar tu compromiso en tres días. Iré a informarle a NamJoon.
- Padre. - Jin ignoró sus palabras y se encaminó a la salida. - Padre. - Insistió, pero su padre siguió sin decir nada. No tenía nada más que decir, simplemente. - ¿Y si hay otro? - Jin se quedó parado frente a la puerta. Se giró lentamente y le miró.
- ¿Quién? - HoSeok bajó la cabeza. JungKook le había ofrecido ese privilegio. Le había dicho que le regalaría su libertad si se lo pedía. Ahora había perdido la posibilidad de que TaeHyung fuera tan longevo como él, pero, por lo que le había dicho su hermano, JungKook no había desistido en su empeño por estar con el humano. No, no podía hacerle eso a JungKook. Él aún no había perdido la esperanza. Quizá él aún podía ser feliz.
- Nadie. - Rectificó finalmente.
~ ~ ~
- ¿Se lo ha dicho, majestad? - NamJoon le esperaba en la habitación que se había convertido en su dormitorio.
- Sí. Ya no hay vuelta atrás. Anunciaré vuestro compromiso en pocos días. - No parecía feliz a pesar de la afirmación. - Es lo mejor para el reino.
- El sacrificio es parte de la vida de un rey. - Pronunció el dragón de piedra.
- Lo es. - Aseguró. NamJoon se acercó al dragón dorado y le miró a los ojos. - Lo que significa que todo debemos aprender cuál es nuestro lugar. Aunque lo hayamos olvidado momentáneamente. - Añadió para sí, aunque NamJoon fue capaz de oírle.
- ¿Está diciendo que se arrepiente de lo sucedido?
- Sí. Por supuesto. - Aseguró. - Lo que he hecho es imperdonable. Desde el principio le traje para que fuera el compañero de mi hijo. Lo demás... sólo ha sido sólo un desliz. - Dijo girando para darle la espalda.
- Majestad, en el tiempo que llevo aquí, podría decirse que ha sido más de un único desliz. - El dragón de piedras abrazó por la cintura al rey. - Más de un beso vuestro se ha deslizado hasta mis labios intencionadamente durante estos días, mi rey.
- Basta, NamJoon. - El regente se alejó del dragón negro con un manotazo. - Esto no está bien. Nunca ha estado bien. Aléjate. - Le ordenó.
- Desde que llegué vos sois la única persona que me ha prestado atención. - Habló meloso. En poco días había aprendido como cortejar al gran dragón dorado. - Y vos sois quien me eligió, considerándome un buen candidado como rey y como compañero.
- Como compañero de mi hijo. - Le recordó, pero NamJoon hizo caso omiso de sus palabras.
- ¿Cómo no iba yo a caer en sus poderosos encantos, majestad? - Alegó en forma de excusa mientras se acercaba de nuevo a él por la espalda y acercaba su rostro al cuello del mayor, dejando su aliento caer sobre su cuello.
- Detente, NamJoon. - Casi parecía una súplica. - Seréis el compañero de mi hijo. - Le repitió inútilmente. - Tú ocuparás mi lugar como rey regente.
- Confienso, majestad, que bien preferiría ocupar un lugar en vuestro lecho. - Propuso.
- Lo que hacéis y decís no está bien. No debéis tratarme así. - Las caricias del dragon de piedra le mecen y le extasian. - Llevó demasiado tiempo sin probar el calor de un compañero. No sois justo conmigo. Es cruel.
- Dejadme que consuele vuestro sediento cuerpo entonces. Debéis añorar el calor de un amante. - Intentó resistirse una vez más, alejándose del príncipe de otro reino.
- Será el cuerpo de mi hijo el que debais conducir por el camino del placer. Mi cuerpo, que perteneció tan solo a mi fallecido esposo, no merece conocer tal dicha.
- ¿Le amabais? - Preguntó de pronto. - A vuestro esposo, ¿llegasteis a amarlo?
- Él me amó. - Dijo sin responder directamente. - Yo accedí gustoso a criar y a gobernar con él. Fue un honor.
- No le amabais entonces. En ese caso habéis guardado un luto injusto por mucho tiempo. No merecéis eso. - Aseguró de nuevo acercándose a él, esta vez de frente, pegando su pecho al suyo.
- Lo que no merezco es que vengáis y provoqueis a mi necesitado cuerpo, sabiendo que vuestro futuro compañero es otro. No os burleis de mi cansado espíritu. - Rogó.
- Majestad, ¿cómo podéis pensar así de mí? No pretendo haceros burla. - Informó con delicadeza, ocultando una pasión prohibida. - Es tan sólo que mi deseo por vos se ha vuelto irrefrenable y sé que mi ansiosa carne ya no hallará consuelo hasta que os haga mío.
- NamJoon... Basta... Os lo suplico. Deteneos. - Sus palabras no sonaban convincentes a pesar de lo mucho que las repetía. Se sentía débil ante aquellos gestos de cariño, los cuales había añorado.
- Sólo una vez, Jin. - Le llamó por su nombre de pila. - Dejad que entre en vos.
- No... Mi hijo...
- Yo no tengo ningún compromiso sellado con vuestro hijo aún. - Le recordó. - Pero si me lo ordenáis vos, obedeceré y cuidaré de este reino junto a él. Sin embargo, aun si lo hiciera, jamás me perdonaría no haber probado vuestra carne y saciado vuestro deseo al menos una vez.
- ¿Y después qué? - Le espetó dolido. - ¿Cuán cruel sois de hacerme vuestro una misera vez y abandonarme después, más aún sabiendo que seguiréis en palacio, pero en la cama de otro?
- Si vos me llamáis, cuando sea, yo acudiré. - Prometió sin dudar.
- No... Eso es horrible. Se trata de mi amado hijo, vos debéis serle fiel.
- Lo seré si me lo pedís. - ¿De repente estaba dispuesto a engañar por él? ¿Cómo estaba tan seguro de que lo que sentían el uno por el otro no era más que un capricho pasajero? La tentación de lo prohibido, de lo pecaminoso.
- ¿Dejareís esa decisión sobre mis débiles y agotados hombros? Cruel. Sois muy cruel.
- Puede que en verdad lo sea. Cruel y despiadado, mas no os preocupéis, esta noche, seré muy gentil con vuestro delicado y bello cuerpo. - Aquello estaba mal. Jin sentía como los besos que NamJoon repartía por su cuello quemaban por el deseo, pero también por vergüenza. "Sólo era un capricho", se dijo el regente a sí mismo. NamJoon sería de su hijo mañana, pero hoy... Hoy su cuerpo no tenía fuerzas para negarse al placer. Su cama había estado fría por muchos años. Jin jamás había amado a Ken como merecía, pero no por ello le había deseado menos, y le echaba de menos. Aunque fuera por el simple hecho de que era agradable tener a alguien con quien compartir la dicha, la vida y el lecho.
- Oh, Dioses. Perdonadme por lo que voy a hacer. - Pidió perdón por su pecado de lujuria.
- Los Dioses lo entenderán, mi rey. Ya habéis guardado suficiente respeto a vuestro esposo. Ahora, entregaos a mí.
*COMENTA Y VOTA!!!!
#FELIZJUEVES
Madre mía, que candente!!! Xdxd
Ya sabeis como va, si llegáis a 25 votos en el capítulo, hoy publicaré el siguiente!
Por cierto, estoy a pocos seguidores de los 1000. Para cuando los alcance tengo pensado subir un One-Shot picantón. Espero que os guste!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro