La dimensión de los entes de metal
Corrió el tiempo y el mago Amenistus crece, aumentando su poder y con ella su fama bajo la compañía de su fiel amigo el ser alado; más que un soporte de protección mutua era mas que un simple consorte, esto era en verdad una hermandad.
Era... En verdad lo era. Todo lo bello que se pudo tener en ésta unión se desbarató al llegar un inoportuno día, cuando escucha a un nomo corrupto hablar de un ataque que da embocadura en el mundo los extraños seres de metales.
-¿Me pregunto, quienes serán esos extraños seres de metales? Y... ¿Dónde hace esa embocadura de ataque... o mejor dicho guerra? ¿Será posible encontrar allí nuevos conjuros para renovar mi repertorio de conocimientos? -
La intriga y la curiosidad del mago abundó en sus inquietud tomando así la nueva decisión de emprender un nuevo viaje con su buen amigo el ser alado; atravesando juntos las grandes puertas.
Fue largo el trayecto del viaje y por sobre todo tortuoso... aunque para el ser alado al parecer no le pegaba tanto desplazarse, a comparación de él que era el que caminaba... En todas sus planicies: bosques y montañas rocosas... pero al acercase más y más sólo podían visualizar destrucción y desolación. Más allá de todo lo que se podía ver, lograron llegar a ver y no sólo a ver también lograron palpar una reliquia mística en sus relatos difundidos por los suburbios de sus naciones. Ambas figuras masculinas estaban parados frente aquella enorme puerta, tan alta que se perdía su longitud en lo alto de los cielos, fuera y rígida tal como el metal.
Al ver aquello ambos se preguntaron.
-¿ Cómo aparecieron estás puertas y, quienes las elaboraron?-
-¿Cuál es su propósito?-
Está puerta tenía algo fuera de lo particular. Cuando mirabas a través de esta era otro paisaje, otro ambiente distinto al que ellos estaban en destrucción pero no tan el extremo como ellos lo visualiaban. El mago rodeó la puerta pero el paisaje ni era lo que ellos veían al frente, solo era una puerta. Y en cuanto al ser alado voló sobre lo alto del cielo para ver el límite de la puerta pero nunca la allo, luego observó desde lo alto y sin titubear se adentró; no había nada, solo era otro paisaje distinto al que ellos estaban. Cruzaron y caminaron sin dirección alguna, solo seguían un pequeño rastro de corrosión y destrucción que habían dejado la orda de los guerreros. Así atravesaron en su aventura un bosque y una colina, vieron luego adorados como crepitaban los restos de lo que al parecer antes fue un reino que padecía letal mente bajo las garras de un ataque fulminante.
El mago entristecido se dio vuelta para ver la expresión de su compañero quién se hallaba sobre la copa de un árbol.
- Creo que hay que indagar... puede que encontremos nuevos conjuros para mi selección.-
Sin protestar y sin preguntar, encaminaron la ruta hacia aquello.
Al llegar, todo había acabado, con decenas de cadáveres tanto de los seres de metal como los místicos. Ellos caminaron juntos cada vereda del reino pero cada centímetro de dicha área estaban cubierta de la tinta vital, dejando las huellas en el funesto sendero pero solo consiguieron sólo muerte en cada paso.
-¿ Qué es lo que escucho...?-
aguzando los oídos, escuchan una voz a lo lejos que pedia ayuda con temor. Mirándose el uno al otro fueron al rescate.
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