Erase una vez... hacia muchísimo tiempo, un reino que pereció ante la multitud por el caer de los años...

Pero este lugar mantenía un secreto... ¡Sí, un secreto tan invaluable! que hacía, que aún entre el silencio se mantuviera en pie.

Este lugar era custodiado por una figura masculina de grandes alas, cuya presencia podría espantar hasta el mas valiente caballero por su grotesco tamaño, pero a pesar de las décadas, su aspecto no reflejaba su edad, lucía en su totalidad un rostro jovial del cual se aprovechaba de sus encantos para ejercer las mil y una travesuras...

Éste sabia pocas cosas sobre la magia, aunque por poco que fuese le era suficiente para sobrevivir.

Su afán por la comida lo tentaba para usar sus habilidades, pero que mas podía hacer cuyas exquisiteces les era imposible de evadir, su variedad en olores lo extasiaba sin dejar le más remedio que tomarlas, sin permiso de los dueños. Platos, cacerolas, viandas... Entre otras más y eso sin mencionar a las doncellas que solía molestar, que de vez en cuando se encontrará sola, provocando le ráfagas de viento para levantar sus vestiduras.

Me imagino que se estarán preguntando, ¿como un ser de tan grandes alas, y de tan llamativas descripciones podía pasar por desapercibido? Pues, como les había comentado al inició, con mágica y uno de sus pocos poderes mas usados y también su favorito era "la invisibilidad" aun que durara poco tiempo, era más que suficiente para ejecutar sus planes, y ésta, era la que más usaba permitiéndole bajar al pueblo mas cercano y así jugarles pequeñas triquiñuelas a los mortales.

Los aldeanos... Lo odiaban y querían verle arder entre las llamas de una muy pronunciada hoguera; estos a lo que ellos ignoraban o mejor dicho desconocían sobre él, es que él era el guardián de un portal místico, cuyos lugares eran divisados por una puerta de gran tamaño y como cerrojo tenia una cara. A simple vista para un mortal, la puerta podía ser igual a cualquier otra puerta.

Para abrirla tenia una forma peculiar, si por mala suerte el mortal erraba este caería por un túnel que lo llevaba hasta una habitación del castillo; una habitación que había creado un rey y le llamaban "el cuarto del olvido" era una especie de botín donde retenían a los mortales para que no descubrieran la verdad. pero, si lo hacías bien, cosas que sólo ocurriría si tenias magia, la puerta se habría llevando al mortal al otro lado del reino.

El reino de los seres místicos donde las hadas suelen volar y trabajar, donde los brujos se dedican a usar su magia como fuente de sanación, y donde duendes y nomos se dedican a germinar y hacer crecer los bellos bosques... entre otras criaturas oficiosas, dentro de todas esas criaturas había un pequeño poblado; pequeño pero con un gran poder. El, en ese lugar era un ser muy querido que iba muy a menudo al "bar del tronco con hongos". Éste bar era el único en ese poblado, donde él, disfrutaba de una dulce y agria bebida con la compañía de los otros seres... Pero con quien mas disfrutaba era con su mejor amigo el mago, quien era muy famoso entre los místicos por su respetado linaje.

-pero no por su magia -

dicho por el mismo de forma burlona. Ellos eran amigos inseparables, ya que el padre del mago Amenistus encontró casi sin vida, en un poblado en ruinas y decadencias al guardián del portal, a quien le ofrecían un precio por su cabeza.

Pero, Amenistus antes de salvarlo, lo buscaba por la recompensa; cosa que término arrepintiéndose, ofreciéndoles disculpas, y así es como se dio esta valiosa amistad.

Que empiece la historia...

-ya no soporto más esto! Hay que quemad le...-

Protesto un aldeano ante la corte del rey.

-nuestras aldeas se ven afectadas por ese horrible monstruo, se come nuestras comidas y hasta nos comió nuestros recursos alimenticios de la semana! ¿Cuanto más... Cuanto mas tenemos que soportar mi señor?-

-matadlo! Ofrezco premios y laureles a quien me traiga su cabeza! -

Entre los hombres de la corte salio un hombre del salón tras una reverencia.

- a ¿donde piensas marchaos Aministus? -

- me siento exhausto mi señor, y un poco marido también... Me encantaría quedaos, pero mi cuerpo no aguanta mas... -

- Podéis marchaos Aministus... Pero que no se te olvide darme la buena nueva de como será mi futura mujer -

-no os preocupéis mi señor, mañana veré que traen los dioses, mediante mi poder os diré como sera su señora a desposar. -

Aministus se marcha con el plan de emboscada pero, pasaron las horas buscando, en cada casa y en cada rincón, tardo horas y horas pero a pesar de tanto esfuerzo no lo encontró. Ya al caer la noche con mucho enojo y frustración, decidió partir. Y en sus adentros buscaba la recompensa, cuando de improviso aparece un dragón que expide de su boca una gran cantidad de fuego,

Que a pesar que intento evadir le usando su magia, no podía, porque se encontraba exhausto y hambriento como para evadir las torrentes llamas que exhalaba la bestia y aunque intentaba cubrir se para salvarse, no pudo con tanto, alcanzando así su brazo llenándolo en llamas, el dolor y la ardor era tan grande que lo tumbo al suelo ahogado en llantos de suplicas. Aterrado y viendo se sin escape, como ultimo acto de valentía mira al dragón diciéndose a si mismo.

 -este es mi fin. -

Tras cerrar sus ojos oye que una batalla se desata frente a él. Y al abrir los ojos observa aquella figura masculina de enormes alas, que hacia hasta lo imposible para distraer al dragón atacándolo desde arriba, en un intento de salvarlo, se abalanza contra el dragón mientras desenvaina su espada, logrando así herir sus ojos dejándolo completamente ciego. Pero antes de poderse alejar, el dragón le lanza un zarpazo, hiriendo al ser alado, sus alas se desequilibraron dejándolo caer desde los cielos, sus nervios de acero se transformaron débiles soltando su espada a metros de Aministrus.