Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8:|Como dos extraños|

Julián

¿Cómo no había visto venir eso? Debí haber supuesto que todos los experimentos que había hecho con mi cuerpo tendrían su efecto tarde o temprano.

Cuando desperté, me encontraba postrado en una cama, en una habitación que reconocí como parte de la residencia de Lucas. Un suero corría por mi brazo sano, mientras que el otro, aquel en el que había visto expandirse la mancha antes de desmayarme, me provocaba un dolor insoportable o, más bien, infernal.

Giré la cabeza hacia la ventana, por donde entraba una luz tenue. La noche estaba a punto de caer y, para entonces, yo ya estaría muerto. ¿Cuánto tiempo me quedaba? No lo sabía, pero el dolor era inmenso. Lo que fuera que me estaba pasando me estaba matando por dentro. Sentía como si me quemara y desgarrara la piel.

—¡Estás despierto! —anunció Gabriel al entrar en la habitación—. Me alegra ver que has despertado. Te prometo que haré todo lo posible para que completes tu transformación y no tengas que seguir en esta cama de hospital.

—Sí, lo estoy —confirmé, dirigiendo la vista hacia mi brazo. No podía dejar de mirarlo—. ¿Lucas te dio permiso para traerme aquí?

—No, no lo hizo. —Apretó los labios y sacudió la cabeza—. Tampoco quiso ayudarte, y creo que tampoco tenía intenciones de que bebieras de la misma bolsa de sangre que Eva. Dijo que perteneces a los cazadores, que eres un peligro para el clan y que deberías estar con los de tu especie. Gisela nos informó que los que son como tú se alimentan de vampiros y en su vida pasada o cercana vivieron como cazadores. Es una larga historia.

Alessia entró en la habitación con un botiquín lleno de cosas.

—Necesito hacerte algunas pruebas, Julián. Si me lo permites, puedo ayudarte. —dijo, poniéndose unos guantes de látex y evitando mi mirada.

—¿Qué tipo de pruebas harás?

—Bueno, debo examinar tu brazo y extraer sangre de donde nace la mancha verde oscura. Luego, la analizaré con mi equipo, tal vez un equipo más especializado que yo.

—Esto es perfecto, así podemos conocer el origen de esa cosa —respondió Gabriel, apretándome la mano en un intento de tranquilizarme—. No me iré de aquí y estaré en alerta ante lo que necesites. Esperaré afuera hasta que ella termine con las pruebas.

—Está bien —asentí. Yo sabía por qué había sucedido aquello en mi brazo, y tendría que contárselo todo a Alessia para que comprendiera mi situación—. Pero no te quedes, Gabriel; ve y busca a Eva. Ella te necesita más en estos momentos que yo.

—Ya la encontraron. Lucas se está encargando, me avisó por teléfono antes de que despertaras.

—¿Y piensas conformarte con que Lucas te diga que él se está encargando de todo? Por favor, la última persona con la que la dejarías sería él. No puedo creer que estés tan tranquilo y convencido de que puede hacer las cosas bien. Recuerda que no es tu amigo, recuerda lo que hizo, y que todavía tiene cosas en mente que involucran a Eva.

—Deberías irte. Yo cuidaré de Julián —intervino Alessia. No sé por qué, pero sentí que esta situación le traía muchos recuerdos y que se sentía incómoda.

—Sí, pero... —tragó saliva y se frotó delicadamente el cuello con la mano— está muriendo, y si no hago nada... No podría soportar perderlo, Less.

—Ya estamos haciendo algo. —Le señaló su botiquín, que había estado esperando usar desde que había entrado—. Está en buenas manos. No te preocupes, solo haré lo que vine a hacer y luego terminará la transformación. Así de simple. Él no corre ningún peligro.

Gabriel finalmente se marchó, y Alessia se acercó a la cama. Su expresión era de pura concentración mientras observaba cada uno de sus movimientos. Abrió su botiquín y sacó una jeringa, uno de esos elásticos que te colocan para encontrar la vena, un algodón y un pequeño frasco de alcohol.

—Esto puede doler un poco —advirtió, empapando el algodón en alcohol y limpiando la zona alrededor de la mancha en mi brazo luego de haber colocado el elástico.

Respiré hondo, preparándome para el pinchazo. Pero cuando la aguja penetró mi piel, el dolor fue mucho menor de lo que esperaba. Alessia trabajó con rapidez y mucha delicadeza, extrayendo una muestra de mi sangre y después vendando la pequeña herida que había dejado la aguja.

—He terminado —dijo, guardando la jeringa y el vial de sangre en su botiquín—. Ahora, necesito que me cuentes todo. Esto no te está sucediendo solo porque perteneces a un clan y tienes que seguir un reglamento. Encontraré el origen de tu mancha no solo con un análisis, sino también con tu relato, con los hechos de tu historia.

—¿Por qué haces esto por mi?

—No lo hago por ti, ni por Gabriel, ni por Eva, ni por nadie. Lo hago porque verte en este estado me recuerda a mi madre —soltó como si se lo estuviera guardado hace mucho tiempo. Parpadeó rápidamente, mirando hacia un lado de la habitación para retener las lágrimas. Podía sentir cómo le costaba hablar de esto, como si un nudo se formara en su garganta con solo mencionarla. Se quitó los guantes y los tiró a la basura, luego agregó—: Una mancha como esa le costó la vida. Una de esas manchas me la arrebató. Encontrar una cura o una razón que me explicara lo que le estaba pasando nunca estuvo bajo mi control. Si lo hubiera estado, las cosas ahora serían muy diferentes...

—No debió ser nada fácil.

Ella solo se limitó a asentir. Podía ver que estaba luchando por mantener la compostura, luchando contra una batalla interna que solo ella sabía cómo se sentía mientras los demás solo podían percibir. Sin embargo, para sacarla de sí misma, para que no regresara a aquellos recuerdos que aún la atormentaban, le dije:

—Yo lo hice, lo del brazo, y causarlo solo empeoró la situación. Quería retrasarlo o, a lo mejor, encontrar algo que pudiera evitar que me convirtiera en vampiro. Pero eso solo me terminó dañando y en verdad fue inútil.

Alessia estaba callada, y no sabía si eso se debía por el caso similar con su madre o si era por lo que había hecho. Aunque finalmente contestó:

—Sí fue inútil, demasiado, y más por intentar una cosa como esa.

—Lamento lo de tu madre, de nuevo. Ahora que lo sé, esto...

—No necesito tu lástima, Julián. —Su voz era dura, pero sus ojos decían otra cosa—. Solo necesito que te mantengas con vida.

Y con eso, se levantó y salió de la habitación, dejándome solo con mis pensamientos y el eco de sus palabras.

***

Eva

Mamá se había convertido en un mar de lágrimas. Estuve por horas consolándola entre mis brazos, hasta que se tranquilizó y dejó que subiera a bañarme. Cuando entré a la ducha, no dejaba de ver mis manos temblorosas.

Manos que no podían sostener un jabón pero sí el cuello de un muchacho.

Manos ensangrentadas.

Manos de una asesina.

Tenía un gran remordimiento, sentía culpa, y pensé que si lo metía en ese contenedor podría librarme de ella. Pero no fue así, aún la sentía.

Mi boca... Quería borrar la evidencia de mi boca manchada del líquido, aunque se hubiera sentido tan bien.

Después de derramar algunas lágrimas, salí y me vestí. Cuando bajé al comedor, mamá ya había puesto la tetera en el fuego, para prepararme una merienda. Ella aún suponía que estaba con hambre, pero nunca imaginó que esa hambre no sería saciada con un té.

La veía moverse de un lado al otro en la cocina. No le dije nada, tampoco la detuve en lo que hacía, no quería que su entusiasmo por tenerme junto a ella de vuelta y cocinarme fuera en vano. «Mamá, ¿me querrás sabiendo lo que soy ahora? Mamá, ¿acaso alguna vez has convivido con monstruos en tu casa? Ya no soy la niña de antes. Ya no, eso te lo aseguro».

Traté de buscar las palabras, no solo correctas, sino perfectas, para decirle todo. Y cuando digo todo, me refiero a cada detalle, a cada sentimiento, cada miedo que, de solo pensarlo, un escalofrío me recorría la espalda.

—Mamá... —Mi voz se quebró e interrumpió el silencio.

—Sí, ¿qué sucede? —respondió, girándose hacia mí.

—Necesito que dejes de hacer lo que estás haciendo y te sientes, porque tenemos que hablar.

Sentí un nudo en la garganta. Siempre había imaginado que sería ella quien me diría eso algún día, cuando le había presentado por primera vez a Lucas o cuando tuvimos nuestra primera pelea y debía decirme que él no era para mí. Si en algún momento había intuido que era un mal chico, debió habérmelo dicho, así me hubiera ahorrado estar muerta en estos momentos.

El timbre sonó y supe de quién se trataba. Ahora las cosas se complicaban. Ya no iba a poder tener una charla tranquila con ella, ya no podría hablar con la verdad. Solo tendría que limitarme a decir palabras que Lucas sabía hasta dónde tenía permitido decirlas. Palabras que cortaría en más de una ocasión para desviar la conversación y no colocarlo como el gran culpable de todo esto.


Era demasiado tarde, muy tarde, y mi mente no dejaba de dar vueltas. Aún no podía procesar nada de todo lo que estaba viviendo y creí que me llevaría bastante tiempo acostumbrarme, porque ya no había vuelta atrás. «¡Te odio, Lucas Austin!».

Subí a una de las habitaciones cuando anocheció y él también. Más tarde, cuando estaba por meterme a la cama, tocó la puerta e ingresó. No sé qué era lo que quería ni por qué estaba ahí. En la casa había un total de tres habitaciones, una que era de mis padres y ahora era solo de mamá, y una de Silvia y una mía.

—No puedes decirle a Marta sobre los clanes, los Miracle o incluso sobre mí —informó mientras se acostaba a mi lado en la cama sin habérselo pedido. Y como nunca antes quería patearlo y que cayera al suelo—. Tampoco puedes quedarte. Deberás estar ahora en la residencia.

Lo miré con el ceño fruncido. No quería discutir, estaba cansada de hacerlo. Ahora solo quería dormir y sola. Ni siquiera quería verlo, porque me hacía doler la cabeza y las encías por mis nuevos colmillos. Así que lo que prosiguió fue quedarnos en silencio mirando el techo. Parecíamos dos extraños. Extraños, eso éramos, y Lucas alguien en quien nunca volvería a confiar.

—Lucas —dije de repente—, ¿alguna vez te importé de verdad?

Se giró para mirarme.

—Siempre, Eva. Nunca hubo un momento en el que dejaras de importarme. Por eso, comprenderás que las cosas que hago son por ti —respondió con seguridad.

Me levanté rápido y lo miré con un profundo dolor. En el corazón. En mis ojos cafés.

—¡Eres un mentiroso! —Elevé la voz, y debí haberlo evitado, porque mi madre se despertaría—. Me quitaste la vida, Lucas. Y todavía tienes la cara para mentirme.

Se encogió de hombros y su mirada volvió al techo.

—No me creas si no quieres. No te obligaré a hacerlo —dijo con frialdad—. Pero esto fue necesario.

Me quedé en silencio, luchando por contener las lágrimas.

—¿Necesario? ¿Para qué, Lucas? ¿Para tus planes? ¿Para tu ambición?

No respondió. Yo me volví a tumbar en la cama mientras las lágrimas que quería contener bajaban por mis mejillas. Estaban saladas, saladas y calientes.

—No puedo creer que alguna vez me enamoré de ti.

Volvió a mirarme, pero me di la vuelta y cerré los ojos, juntando las manos para apoyar la cabeza sobre ellas.

—No te quiero en este cuarto. ¡Vete! Y verifica bien antes de irte que la puerta esté cerrada.

***

Alessia

Entré en el despacho de Lucas, un lugar que estaba lleno de papeles. Gisela estaba abajo hablando con Edison y los especialistas, aún analizando la muestra de sangre de Julián. Era mi oportunidad para revisarlos. El espacio, aunque era pequeño, resultaba perfecto para guardar cosas con mucha prisa. Las paredes, de un color natural, estaban adornadas con papel decorativo en los bordes. Había un escritorio de madera antigua que desprendía olor a barniz, lo que me hizo pensar que lo habían pintado recientemente.

Además, había una biblioteca y varios cajones, algunos cerrados y otros que pude abrir sin problemas. Los que estaban a mi alcance no contenían nada más que títulos de propiedades con el nombre de su mano derecha y comprobantes de pago. No había nada que llamara especialmente la atención, pero cada detalle podía ser importante. Quizás todavía estaban de remodelación en esta parte de la residencia y por eso habían dejado esto sin cuidado. Creí que sería la razón más obvia.

Busqué la manera de abrir esos cajones bajo llave, visualizando mi alrededor una vez más y moviéndome a velocidad vampírica debido al poco tiempo que tenía. No quería causar ruido, podría ponerlos en alerta y hacer que me buscaran de inmediato. Pero entonces, cuando me acerqué a la biblioteca y pasé mis dedos por algunos libros, uno de ellos se cayó de la estantería junto con un folio con varios papeles. Eran registros. Registros de sangre con información sobre los linajes que existían y de documentos falsificados en donde Esteban dejaba al mando a Lucas del clan, también había una fotografía de la hija de los Miracle y otras cosas que no alcancé a ver. Puse el libro en su lugar y guardé el folio con los papeles en mi abrigo, para revisarlo mejor en casa y para regresar con los demás.

Uno de los guardias me vio salir y no me quedó otra opción que enfrentarme a él y torcerle el cuello. Este me serviría para que Julián pudiera alimentarse y así eliminar al que me delataría por haber husmeado donde no debía. Me encargué de arrastrarlo y dejarlo en algún lugar afuera, y luego fui a buscar al cazador y le indiqué dónde debía estar en unos minutos.

—Estás de pie, eso es bueno —le dije con las manos en los bolsillos para no perder nada. Asintió con la cabeza y solo se dedicó a escucharme con atención—. Junto al árbol de la izquierda que puedes ver allá, hay un vampiro. Bueno, en realidad, uno de los hombres de Lucas.

—¿Qué? ¿Por qué...?

—No me preguntes por qué lo hice, por qué te lo traje, ni nada de eso. Solo aliméntate de él y luego deshazte del cuerpo. Llévalo lejos de aquí, quémalo o haz lo que quieras con él, pero no lo hagas por aquí. Lucas no tiene que enterarse de esto ni de que estuviste aquí.

—De acuerdo. Aprecio mucho lo que estás haciendo por... Gracias.

—No quiero que me agradezcas, solo necesito que termines con tu transformación como se lo prometí a Gabriel. Se lo debo por desconfiar de mí. —Julián sabía que me refería a la bolsa de armigreza de mi casa que había encontrado su hermano y luego me había culpado. Se lo había contado. Los hermanos no guardan secretos, pero el mío sí—. Mañana, quizás pasado, todavía no lo sé. Tengo muchas cosas que arreglar... No te lo puedo asegurar, pero trataré de alcanzarte los resultados del estudio. Ahora debo volver adentro, limpiar el desorden y volver con Nick.

—No te preocupes, las cosas se solucionarán. Y si no puedes ir a mi casa, envíamelo por correo. Talvez sea mejor.

«Sí, quizás tenga razón. Ahora que será un cazador y vampiro en uno solo, debo tener más cuidado. Debo alejarme».

—Buenas noches, Less.

—Buenas noches, Lían —me despedí, y no sé por qué, pero sentí cómo se formó en su rostro una pequeña sonrisa por referirme a él de esa forma. Antes de que desapareciera en la oscuridad entre los árboles, agregué—: ¡No lo olvides, estamos en contacto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro