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Capítulo 3:|Armigreza|

Eva

El salón era enorme y espacioso y un candelabro colgaba del techo, iluminándolo. Una biblioteca interminable se encontraba a mi disposición. Las cortinas que cubrían las ventanas eran de color bermellón, bordadas, y de una tela ligeramente lisa y suave. Los sillones eran del mismo tono y calidad, iguales que en los demás espacios. Dichosos muebles, realizaban la misma acción. Además, mis fosas nasales distinguieron una mezcla de olores en la habitación, como velas derretidas, madera antigua y polvo.

Andrew Miracle, dueño de la propiedad y padre de los que me había cruzado anteriormente, apareció en aquella habitación. Lo saludé extendiendo mi mano, creyendo que sería un apretón, pero él depositó un beso sobre mis nudillos. Sus saludos eran típicos de la nobleza. Me invitó a tomar asiento, y comencé a preguntar:

—¿Qué hago aquí? ¿Qué necesitan de mí?

—Señorita Eva Martínez, es un gusto tenerla en mi mansión.

—¿Por qué me trajeron aquí? —insistí.

Caleb y Ryan estaban atentos a nuestra charla. Verlos ahí, de pie, apoyados en ambos lados del marco de la puerta, me ponía incómoda. Ryan aparentaba superioridad, poder controlarlo todo a pesar de ser el menor; era ambicioso y arrogante, estricto con su trabajo, ordenado y responsable. Caleb parecía siempre ser serio, pesimista e impulsivo. Pero, sobre todo, era un hombre fiel y sincero que buscaría llevar adelante a su familia junto a su padre, sin importar las consecuencias.

—Bueno, empecemos por la parte en que si usted está aquí es porque alguien la mandó con nosotros y quiere que así lo sea, no porque lo hayamos ordenado. El hecho de habernos pedido que la hospedáramos y salvemos de lo que pueda llegar a convertirse tiene un precio muy alto —dijo sin más—. Ah, y también una deuda pendiente, por lo que no sé si será posible cooperar con usted.

—No lo comprendo, ¿podría ser más claro?

—Sí, seré más claro. —Comenzó a reírse y entre dientes agregó—: Quiero que acabe con la vida de Lucas Austin y con quienes sea que esté trabajando. Usted más que nadie tendrá esa satisfacción de llevar a cabo la labor, sabiendo el daño que le ha provocado y de la forma que acabó con su vida. ¿Acaso no lo quiere de ese modo? Si acepta, solo así podré perdonarle la vida y, tal vez, darle una oportunidad.

—¿Perdonarme la vida? ¿Qué le he hecho como para que quiera acabar conmigo?

—En estos momentos, no eres nadie, ni siquiera me sirves en este estado. Podría acabar con tu vida en menos de lo que esperas y no volver jamás. —Mi rostro se llenó aún más de confusión mientras él se paseaba de un extremo a otro en la habitación, quejándose, pensando en voz alta más que estar respondiendo a mis interrogantes—. Estás en transición, no eres ni humana ni vampiro, y él buscaba que te ayudemos con eso, pero no será posible. Tú aún no me has hecho nada, pero en algún momento lo harás. Si doy un paso en falso, las cosas se complicarán.

Todo esto me parecía absurdo. Era más que obvio que, si tenía la oportunidad de acabar con Lucas, lo haría sin pensarlo. Pero ¿qué era lo que les había hecho a esta familia? ¿Por qué me retenía en este lugar? ¿Andrew creía que, al tenerme aquí, iba a conseguir que Lucas me rescatara y yo aprovecharía para acabarlo? Necesitaba sacarle la mayor información posible y escapar de inmediato. Quería ver a mamá, a Gabriel, pero sobre todo a mamá.

—Entonces, ustedes conocían muy bien a Lucas como para pedirme estos tipos de tareas. Supongo que ya es una costumbre meterse en donde no lo llaman y arrasar con todo a su paso como los tornados. Es una caja de sorpresas en la que no sabes con lo que te encontrarás. Por ejemplo, un día descubres que te fue infiel con tu hermana y, al otro, te enteras de que quiere acabar con tu vida por descubrir su secretito.

Mi comentario pareció traerlo de vuelta a la tierra.

—¿Lucas Austin estuvo con Silvia Martínez? Guau, eso sí que es nuevo.

—¿Acaso eso no lo sabía? —Fruncí el ceño.

—Ay, Lucas, resultó ser todo un maestro del engaño. —Estaba tentado de la risa—. Por favor, te ruego que, si lo encuentras, no olvides decirle que me visite para que me dé clases. Esto es muy divertido.

—Él no fue quien me lo dijo —agregué molesta—. Los que trabajaban para él lo hicieron.

—Ah, eso explica muchas cosas.

—¿Cosas? ¿Qué clase de cosas?

—Escucha, niña, estoy agotado, y tengo que ir a trabajar, así que solo encárgate de atraparlo y acabarlo. Punto final. Te perdono, te conviertes en humana, retomas tu vida y el trato estará acabado.

Andrew se acomodó su traje y su corbata. Ya estaba listo para abandonar la sala y dejarme a solas con sus dos hijos, pero me puse de pie y protesté:

—¡Aún tengo preguntas!

—Se acabó, es tarde, debería haberme ido hace más de media hora. ¡Tictac, tictac, Eva! El tiempo no deja de correr.

Cuando quise acordar, desapareció de mi vista.

Me acerqué a la puerta para irme de una vez por todas, pero Caleb y Ryan me prohibieron el paso como esos gorilas guardaespaldas. Luego me obligaron a que subiera las escaleras nuevamente, aunque no puse mucha resistencia, y me encerraron en la habitación en la que desperté.

***

Gabriel

Desde el momento en que me levanté y puse un pie en la cocina, Alessia estaba extraña. Quizás nerviosa o preocupada. Estaba inquieta.

—¿Qué te tiene tan impaciente? —pregunté.

—Nada. Solo estoy preocupada.

—¿Por quién o por qué?

—Por Nick. Mi hermano está un poco conmovido porque su hermana es un vampiro, y es por eso que me inquieta, ya que posiblemente desde que sabe la verdad se ha obsesionado y ha estado actuando un poco raro. —Se sentó en el sillón—. ¿Sería loco que pensara que mi hermano trata de matarme? Ha sucedido que antes de que apareciera el abogado, abrió las cortinas para dejar entrar la luz y, a falta de Sansagreñe, casi me incinera viva. Pero eso no fue todo. Cuando estaba por ir a la universidad, se aseguró de cargar con él una estaca antes de salir.

—Sí, creo que estás un poco paranoica. Es comprensible, esto es nuevo para él y le costará acostumbrarse ahora que lo sabe —contesté, tomando su mano y dándole pequeños golpecitos—. Y si lleva una estaca, le servirá para protegerse de cualquier amenaza, siempre y cuando no le revisen la mochila.

—Está bien.

—Si confías en tu hermano, nada malo sucederá —agregué, y ella asintió con la cabeza—. Entonces, ¿qué comeremos?

—Nosotros iremos de cacería y Nick, seguramente, comerá pollo frito con coleslaw.

Alessia se fue a preparar la comida, debido a que Nick pronto llegaría de la universidad. En cambio, yo recorrí curioso la casa mientras la esperaba; no la conocía en absoluto. En ello, hubo algo que me dejó en total desconcierto, en especial en una de las habitaciones que, supuse, la utilizaban para guardar todo tipo de cosas. Esta estaba entreabierta y oscura, y no fue necesario estar muy cerca de aquella para sentir ese aroma familiar. Para mi sorpresa, abrí la puerta y vi bolsas de plástico transparentes con una gran cantidad de Armigreza.

Jamás habría imaginado que Alessia fuese capaz de tener aquella hierba que nos dañaba. No sabía las razones, quizás que la tenía para usarlo contra algunos de nosotros o contra otro vampiro. Pero lo importante era que la tenía, y eso dejaba mucho que pensar. Además, no solo había herramientas para la casa que trataban de taparla, sino que también había una pizarra enorme con direcciones y fotos. Entre ellas había líneas que se conectaban con otras en la que estaban Eva, yo, Lucas, Esteban, Gisela y otras personas que no conocía.

—¿Gabriel? —dijo Alessia, sacándome de mi shock—. ¿Qué haces aquí?

—¿Qué estás haciendo tú aquí? ¿Por qué guardas estas cosas? —Prendió la luz y se detuvo a observarlo todo—. ¿Y por qué esta pizarra con todo esto? Hay direcciones, nuestras fotos, posibles hipótesis, y Eva está en el centro remarcada en un gran círculo rojo como si fuera tu principal objetivo.

—¿Qué? Gabriel, no tengo idea de esto. Nunca traje esas bolsas y nunca armé esa relación con todas esas fotos de personas que ni siquiera registro.

—¿En serio? ¿Estás segura? —volví a preguntar—. No creo que tu nerviosismo de hoy haya sido por Nick, tu preocupación tenía que ver con que descubriera esto y en lo que sea que estés trabajando en secreto.

—¡Yo no he puesto eso ahí! —insistió con el ceño fruncido, enojada—. ¿Por qué no cabe en ti la posibilidad de que alguien pudo haber entrado en mi casa o incluso pudo haber sido mi propio hermano y haber plantado todo esto?

—Tranquila, Alessia, ya logré captarlo todo.

—¡No es lo que estás pensando, Gabriel! —gritó mientras intentaba alcanzarme, pero salí de la casa antes de que pudiera detenerme dando un portazo.

***

Lucas

A mi parecer, el tiempo avanzaba más lento de lo normal, y yo necesitaba respuestas, noticias, todo. Odiaba tener que quedarme sentado esperando y no poder hacerlo por mí mismo. Pero no debía arriesgarme, no debía ni siquiera intentar salir de la residencia y ver si lo que había planeado había sido capaz de concretarse.

—¿Aún sigues esperando que el milagro caiga del cielo? —comentó Edison, acercándose hacia el balcón en donde me hallaba.

—No, los milagros no, al menos, pero las respuestas espero que sí. —Quedé pensativo y agregué—: ¿Y en dónde rayos está Gisela? Hace rato que se fue y no ha vuelto.

—Dijo que iría a reunirse con alguien, que tiene una vida allá afuera, que no piensa quedarse encerrada cuando el que se está ocultando eres tú, no ella, y que tal vez al cementerio a presenciar el entierro de su amiga.

—¡Esta mujer me meterá en problemas! Si hace algo que no debe —expresé, frotando mi frente con desesperación—, la mataré. Juro que la mataré. Así que hazme el favor y comunícate con ella lo antes posible.

Edison solo asintió y volví adentro enojado, dejándolo solo.

***

Julián

Estaba experimentando con mi cuerpo, realizando algunas pruebas y buscando una cura para evitar convertirme en vampiro. Ya había pasado un día entero y, si no resolvía esto rápidamente, acabaría muerto. Me sentía desesperado. No quería pedir ayuda, tampoco quería depender de los demás, ya que lo único que lograrían sería obligarme a elegir entre morir como humano o transformarme en un chupasangre. Confirmé que tomar aspirinas para el dolor de cabeza no funcionaba; las cosas solo empeoran y aceleran el proceso. Decidí tomar una siesta para recuperar fuerzas, pero al mirarme en el espejo, parecía enfermo, muy enfermo. Estaba pálido como la lechuga, tenía enormes ojeras y los labios resecos y agrietados.

Juro que estaba luchando como nunca antes lo había hecho por mi vida para no convertirme en un asesino, para no transformarme en aquello que había matado a mi padre el día que salimos de cacería. Sin embargo, cuando estaba a punto de inyectarme alguna otra sustancia, el timbre sonó. Aquello fue suficiente para darme cuenta de que estaba cometiendo una total locura, y guardé todo. El sol ya había bajado un poco y el timbre de mi casa no dejaba de sonar. Era Gabriel.

—¿No deberías estar en la casa de Alessia?

—Sí, pero larga historia. Julián, ya no podemos confiar en ella.

—¿Por qué?

—¿No me vas a dejar entrar?

Dudé, pero si tenía la oportunidad de preguntarle sutilmente sobre algún caso similar al mío o que hubiera intentado evitar el vampirismo, lo iba a hacer.

—De acuerdo, pasa.

Cuando ingresó, me miró extrañado.

—¿Te encuentras bien? —manifestó Gabriel.

—Sí, creo que tengo migraña. Tengo fuertes dolores de cabeza y no los puedo parar.

—¿Migraña? Bueno, quizás habrá que operar.

—No es gracioso, Gabriel. —Lo quedé mirando con seriedad y él no aguantaba las ganas de largar la carcajada—. Te percatas de que estás en mi casa, ¿no? Es decir, vienes a la casa de un cazavampiros, siendo un vampiro y todavía te le ríes en la cara. Podría matarte y clavarte una estaca ahora mismo por tu pésimo humor.

—Sí, pero sé que no lo harás. Juli, ya nos hemos vuelto inseparables —argumentó, rodeándome con uno de sus brazos al mismo tiempo que levantaba una mano para que me imaginara un futuro en donde seríamos amigos para siempre.

—¿Estás tan seguro? —Lo aparté—. Lo único por lo que nos comportábamos y éramos como «amigos inseparables», como dices, era por Eva. A ella no le gustaba vernos pelear y quería unirnos para enfrentar a Lucas.

Estaba tan de malhumor y no sabía por qué. Lo que dije se sintió como si le hubiera arrancado el corazón y se lo hubiera aplastado. Se dejó caer en el sillón del living y bajó su mirada al piso.

—Lo siento, no debí haber dicho eso.

—No, tienes razón. Lo único que nos unía era Eva y ahora ya no está... —susurró angustiado.

—Aun así, encontraremos una solución a todo este tema. Pero no creo que puedas contar conmigo para este trabajo.

Levantó su mirada confundida.

—¿Cómo que no podré contar contigo?

—Creo que tengo cáncer.

—Julián, ahora seré yo quien te diga que no es gracioso y dejes de jugar. ¿Cáncer? Cuando te pregunté si estabas bien, me dijiste que solo tenías migraña.

—Pues las personas mienten, así como los vampiros también.

—No, no, no. Este no eres tú, ¿qué está ocurriendo?

—Mira, Gabriel. En realidad no importa qué es lo que me esté pasando en estos momentos. Solo me interesa saber, antes que estas preguntas vayan más lejos, si hubo alguien que intentó retrasar el vampirismo y pudo continuar su vida con normalidad.

Gabriel cada vez comprendía menos hacia dónde estaba llevando el hilo de la conversación.

—¿Te convertirás en vampiro?

—No, yo no.... —No logré terminar de responder, ya que fui interrumpido por el timbre otra vez—. Lo siento, tengo que contestar. Seguro que es Alessia. A lo mejor, viene a disculparse.

Abrí la puerta, y ante nosotros se nos presentó la chica blanca de cabello pelinegro, quien ahora se había pintado las puntas de color azul.

—¡Hola, chicos! ¡Cómo deseaba verlos! —nos saludó Gisela—. ¿Me extrañaron?

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Glosario:

*Coleslaw: es una ensalada muy típica de Estados Unidos que consiste en repollo crudo, acompañada de zanahoria, ambos picados de forma fina.

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