Capítulo 21:|¿El aquelarre está en peligro?|
Eva
Tenía miedo. No sabía por qué, pero lo tenía. No sabía si era por Silvia, o por esa sensación de desprotección, o por no poder contar con Alessia, Julián y Gabriel como cuando nos enfrentamos a Lucas, o tal vez porque Lucas estaba encerrado y no podía pasearse por la residencia armando planes que nunca compartía. La verdad es que no estaba segura. Pero tenía un mal presentimiento. Desde que él no estaba, desde que no lo veía, desde que Silvia apareció de la nada, sentía que lo necesitaba más que nunca. Y odiaba tener que necesitarlo. Odiaba tener que hacerle preguntas de las que él sabía más que yo. Odiaba querer ir a visitarlo al calabozo.
En este momento, sentía que ninguna decisión que tomara podía ser correcta. Ahora me sentía insegura, perdida, débil. Que era un blanco muy fácil de derrotar. Pero eso era lo que quería Lucas: hacernos creer que era la víctima, que estaba de nuestro lado, cuando todo lo que quería era que yo tuviera que enfrentar al monstruo de mi hermana que él había creado. Si ella era así, era culpa de él, pero también de ella. ¿Cómo pudo tratar así a su padre? ¿Por qué quería con tantas ansias tener el poder del clan Realista? ¿Era necesario dañar a otros para conseguirlo?
Al final, decidí no ir a su celda. No estaba preparada para escuchar más de lo mismo. No necesitaba eso. Necesitaba a alguien cuyas palabras me dieran fuerza, no que me hundieran aún más. Así que me dirigí a la casa de Julián, esperando que estuviera disponible para ayudarme a mejorar en el combate. Tenía todo el día libre y, mientras más pensaba en cómo aprovecharlo, más me sentía indecisa. No quería hacer planes elaborados para enfrentarme a Silvia en caso de que esto fuera una trampa, porque eso no era lo mío. Eso se lo dejaba a Lucas.
—¿Estás segura de esto, Eva?
—Sí, Lían. No digo que hoy mismo saldré y seré una maestra, porque sé que llevará tiempo, pero lo importante es al menos intentarlo.
—Bueno, está bien. Te enseñaré lo básico y algunos trucos.
Pasamos la tarde practicando técnicas de combate cuerpo a cuerpo en el patio trasero. Me enseñó movimientos de defensa y ataque, y yo intentaba seguir sus instrucciones y mejorar mis habilidades. Sudé, recibí algunos golpes, me caí unas cuantas veces y mi compañero también. Fue divertido, después de todo. Ambos nos concentrábamos en el movimiento de cada uno y tratábamos de no distraernos, porque eso significaba un golpe u otra vez acabar en el piso. Luego nos sentamos a descansar, y me sentí satisfecha con mi progreso. Tomamos una bolsa de sangre y luego me marché a casa para darme un baño.
Por la tarde, me dirigí nuevamente a la casa de Sasha. Le pregunté si conocía algún grimorio de sus antepasados que pudiera contener hechizos y demás. Teniendo en cuenta la biblioteca de su padre que me había mencionado, sabía que nos llevaría tiempo encontrarlo. Además, le conté todo lo que pude acerca de lo que estaba enfrentando.
—¿Cómo es el grimorio? —preguntó ella—. ¿Tiene algo que lo identifique de los demás?
—En realidad, no me lo describió. Pero supongo que sentirás cuál es el indicado cuando lo toques —le respondí.
—De acuerdo, haré lo que pueda.
Pasamos horas buscando hasta que finalmente lo encontró. Estaba cubierto de polvo y suciedad. Algunas páginas estaban rasgadas; otras, intactas. También notamos que las hojas estaban arrugadas y el papel era bastante grueso. A medida que avanzábamos por los títulos y subtítulos que contenía, encontramos uno marcado con un resaltador rojo que hablaba sobre la redención.
—¿Tus padres o tu madre sabían que este libro estaba en la estantería? Me refiero a si están al tanto de este tipo de cosas —le pregunté mientras lo examinaba.
—Casi nadie saca libros de aquí para leerlos. Y mis padres no creo que lo sepan, ellos no practican la brujería. Si mis antepasados lo hicieron, fueron solo ellos, como ya te conté. Muchos de nosotros en la actualidad no seguimos las tradiciones y creencias del pasado.
—¿Hay alguien más que siga vivo y pueda ayudarte a entender el tipo de magia que puedes usar o usarás? No quiero que te arriesgues a hacer algo de lo que no estés segura de poder hacer.
—No, no hay nadie. Tenía una prima lejana, no éramos muy cercanas, y falleció hace poco, antes de que yo regresara a casa —comentó—. ¿No crees que pueda hacerlo?
—No quiero que salgas lastimada, Sasha. Apenas descubriste que eres una bruja y forzarte a hacer algo puede ser peligroso —dije—. Eso es extraño... ¿Y si alguien la lastimó por descubrir su identidad?
—No hagamos suposiciones sin fundamentos, Eva. La gente muere todos los días, ya sea por causas naturales o por la mano de alguien más. Estamos hablando de seres sobrenaturales, obviamente.
—Sí, tienes razón.
—Además, no creo que Silvia haya acabado con todas las brujas de la ciudad solo para ser la elegida en el hechizo, o eso creo. Y tampoco podría hacerlo, si eso es lo que estabas pensando. No te preocupes, no puede ser una simple coincidencia.
—Entonces, ¿estás diciendo que, para encontrar más brujas, más de tu especie, solo necesitarías unirte a algún aquelarre?
—Sí, es como hacer nuevos amigos en la escuela. Cuando conecte con alguien, cuando sienta esa chispa especial en mi cuerpo, sabré que es alguien como yo. Poco a poco los iré encontrando.
Con esa respuesta, dimos por terminada nuestra conversación sobre las posibilidades de encontrar más brujas, y nos centramos en descifrar lo que decía el grimorio. Resultó estar escrito en latín, un idioma que ya no se enseña en las escuelas o universidades. E incluso si lo hicieran, las clases no serían suficientes para comprender completamente un libro entero o un conjuro. Por lo tanto, nos llevó toda la noche intentar traducirlo y entender su contenido. Fue un proceso agotador, pero Sasha encontró la manera de entenderlo y, a medida que lo leía, lo hacía con fluidez.
El hechizo de redención decía que debía darse en un lugar con mucho verde, con cielo abierto, pero sobre todo familiar. El granero era perfecto para la ocasión. Además, se debían decir unas cuantas palabras mientras las hermanas se tomaban de las manos. Después de eso, no había nada más, nada complicado, eso es lo que me explicó ella. De esa manera, con la conciencia tranquila, regresé a mi hogar.
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