Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15:|Cena navideña|

Alessia

Nick estaba herido. Un corte no muy profundo marcaba su brazo derecho, y también tenía moretones en el rostro y el abdomen y el labio inferior partido. Él justificaba que sus amigos habían hecho eso, pero yo sospechaba que pudo haber sido obra de los hombres de la mujer de negro, o quizás ella misma. Estaba molesta, molesta por el daño que le habían causado aunque pudo haber sido peor, molesta por no contarme lo que hace, molesta por no poder ayudarlo. Y estaba segura de que si fuera otra persona, no le importaría, pero a mí sí. A mí sí me preocupaba mi hermano. No compartíamos la misma sangre, no teníamos los mismos padres, pero lo quería como si así fuera. Y lo que más me frustraba era no poder usar la hipnosis contra él, porque se ponía violento, usaba armigreza y jamás me permitiría intentarlo.

Como no quería hablar, decidí quedarme en silencio mientras desinfectaba su corte en el brazo y el labio. Al principio se resistió, pero luego me dejó hacerlo, presionado por la mirada de Richard. Y aún no entendía ese resentimiento hacia mí, esa forma de excluirme de su vida, esa manera de alejarse cada vez más.

—Ya terminé. Aunque deberías ir al médico para que te receten algo por el dolor —le dije.

Estaba serio, muy serio, a pesar de alguna que otra mueca de dolor al levantarse o hacer fuerza.

—Gracias —respondió, y se acercó al refrigerador para tomar agua.

—Creo que ya debería irme. No tengo nada más que hacer aquí.

—Está bien. —Levantó la botella para beber pequeños sorbos.

—Está bien —asentí.

Salí de la casa, y estaba por encender el auto cuando vi a Nick en la puerta mirándome. Pensé que solo me vería marchar, como yo lo había hecho con él cuando me abandonó, pero no. Tragó saliva y con ojos cristalinos agregó:

—Estoy haciendo un gran esfuerzo para mejorar las cosas y te prometo que, cuando termine, me lo agradecerás.

Tomé una gran bocanada de aire, asentí en silencio y me alejé. Mí intuición me decía que, sin importar en lo que estuviera metido, Nick estaba atrapado, sin escapatoria. Sentí un nudo en el estómago y deseé poder ayudarlo de alguna manera.

***

Eva

Pasaron tres días desde que encontré a mi madre inconsciente en su casa y desde entonces estaba en el hospital. Según los médicos, había sufrido un ataque al corazón y con los estudios necesarios, medicación y una dieta equilibrada, se recuperaría. Durante estos días, estuve yendo al hospital con ella, luego volví a casa y me mantenía alerta para no bajar la guardia.

Por ahora, no había rastro ni de Lucas, ni de mi padre, ni de la mujer de negro, ni de la familia Miracle, ni de Sasha, a quien seguían escondiendo, lo cual me parecía muy extraño. En cuanto a Gabriel, tuvimos una pequeña charla donde le expliqué por qué había decidido ir con Egan Van Amster, pero solo la parte en la que necesitaba respuesta y él me las podía ofrecer. Se enfadó, se puso aún más celoso, y más cuando nos vio en casa de mi madre al día siguiente, después de haber pasado una noche romántica y especial juntos. Lo entendía, yo también habría reaccionado de esa manera. Sin embargo, eso no impidió que me acompañara y estuviera a mi lado. Realmente me amaba y eso lo valoraba.

En cuanto a Julián y su vampirismo, nos informó que le costaba cada vez más controlarse. Incluso tuvo su primera crisis, perdió el control, y si no fuera por Alessia que acudió a ayudarlo, las cosas habrían terminado peor. Dice que ocurrió al atardecer. De alguna manera llegó a una vieja carretera, vio un autobús escolar y lo hizo frenar bruscamente. El conductor salió volando por el parabrisas; su error fue no llevar puesto el cinturón de seguridad. Los jóvenes gritaban aterrados, pero no tardaron en ser hipnotizados y convertirse en su alimento. Fue un error cruzarse en el camino de un Cazador y tomar la ruta equivocada.

Cuando Julián dejó todo en un completo desastre y lloraba mientras recordaba lo que les había hecho a los pobres niños, llamó a Alessia. Ella intentó calmarlo y limpiar el desorden mientras él, arrepentido, le decía: «Juro que no era mi intención hacerles daño...». Aquella le susurró: «Lo sé, Lían. Lo sé», y que lo abrazó y le permitió llorar en su hombro.

Al escuchar esto, que parecía una historia de horror sacada de una película, sentí repulsión. Pero lo comprendía, yo también había pasado por eso, aunque su caso era aún más grave. Seguramente estas eran las consecuencias de ser un Cazador y él las estaba pagando todas. Aunque me pareciera dudoso que hubiera consumido sangre humana en lugar de la de un vampiro, según el mapa de los linajes, su alimentación podía ser variada. Así que sí, cualquier forma o tipo de alimentación era posible.

Pues bien, entre los problemas, y tratando de retomar de vez en cuando algo de las clases, llegaron las fiestas. Esta Navidad iba a ser muy diferente a las anteriores, y eso lo sabíamos las dos.

Este año había sido una locura y aún no había terminado.

Mamá insistió en que invitara a Alessia y Julián para la cena navideña, y así lo hice. Sin embargo, una parte de mí se siente insatisfecha, no estaba a gusto con nada; ni con la presencia de gente nueva en la mesa, ni con que ahora todos fueran considerados mis amigos y fingiéramos que nos queríamos. Una parte de mí sabía que no estaba bien, porque recordaba cómo me habían tratado meses atrás: las mentiras, los engaños, la maldad, y eso me hacía sentir estafada, por decirlo de alguna manera. No creía que sentarnos todos juntos en la mesa y compartir una cena fuera a hacer que las cosas mejoraran o cambiaran. No creía en nada de eso.

Esta era la realidad. Las personas abusan de tu amabilidad, de tu confianza, de todo lo que les entregas, y luego lo tiran todo por la borda. Sabía que esta unión que se formó para derrocar a Lucas como líder y cobrar venganza no duraría mucho. Así que lo que me quedaba era seguir el juego hasta el final, hacerles creer que Eva era débil, aunque tal vez lo fuera. Que Eva era ingenua. Que Eva era ajena a este nuevo estilo de vida. Que Eva era esto y aquello, y que no podía. Después haría que pagaran uno por uno.

Prefiero omitir las conversaciones que tuvimos durante la cena y los brindis con palabras conmovedoras que seguramente más de uno olvidaría, para centrarnos en el momento en que salimos afuera para ver los fuegos artificiales. Las bombas de colores brillaban en el cielo azul una tras otra. Esto me hizo sentir algo nostálgica y una lágrima se deslizó por mi mejilla, porque por mucho que intentara evitar llorar, siempre terminaba cediendo y dejándome llevar por mis emociones, como había afirmado Lucas.

Las horas transcurrieron y la magia que se había desplegado en el cielo se desvaneció. Decidimos llevar unas sillas afuera, a pesar del frío, para disfrutar un poco más del espectáculo que aún se mantenía en nuestras retinas. Bueno, al menos yo seguía inmersa en esas luces. No había mucha gente en la calle y los pocos vecinos que regresaban a sus hogares nos saludaban antes de volver con lo suyo. Fue entonces, cuando empezó a nevar, que Julián, con una sonrisa de oreja a oreja, exclamó: «¡Miren, magia navideña!». Todos asentimos, riendo, mientras contemplábamos el regalo que había llegado a nuestra puerta.

El regalo era papá, el regalo era Esteban Martínez.

—¡Marta, querida! —expresó, bajando la botella al suelo que llevaba consigo y extendiendo ambos brazos, en el cual uno de ellos traía flores, para correr hacia su mujer y entregárselo.

Debo decir que nunca había visto a mamá tan contenta como en ese momento ni tampoco la había visto correr tan rápido para reunirse con su marido. Pero algo no estaba bien. Algo no era como debía ser, lo sabía. Gabriel intercambió miradas conmigo y con los demás, ya que su visión se había vuelto real —una de las pocas que me mencionó—, tan real como todos los detalles que había visto. Esteban lucía tan elegante con su traje, su abrigo que llegaba más abajo, que cubría parte de su atuendo, su bufanda gris alrededor de su cuello, su cabello negro húmedo y bien peinado. Sus ojos, verdes como los de mamá, como los de Silvia, brillaban, pero también reflejaban tristeza, y algo en ellos no parecía sincero.

—¿Eva? ¿Eres tú? —dijo cuando me vio, corriendo hacia mí de la misma manera que antes, después de separarse de su mujer.

Como afirmé, algo no estaba bien. Era él, pero al mismo tiempo no lo era. Estaba allí, pero no del todo, era diferente. Aun así, lo abracé y su fragancia quedó impregnada en mi nariz y en mi ropa, aunque no era la que recordaba. En lo absoluto, no lo era.

—Papá... —respondí con la voz temblorosa—. Volviste, estás aquí.

—Sí, sí, sí. Estoy aquí. —Sus manos tomaron mi rostro para que comprobara que realmente estaba entre nosotros, con vida, en cuerpo y en alma, entero.

—Pero ¿cómo? No lo entiendo, moriste. Lucas...

—Shhh... Tranquila. —Trató de calmarme, sabiendo que había muchas más preguntas en mi mente—. No fue así, no fue así. Te lo contaré todo.

Y con eso todos ingresamos a la casa; los tres, conmovidos, boquiabiertos, atónitos, incapaces de caer en la realidad. Gabriel, quien había pasado desapercibido por él, hizo un asentimiento con la cabeza y se fue para que tuviéramos nuestro momento en familia. Yo no quería que se fuera, quería que comprobara si era en verdad mi padre, porque tendría que reconocerlo debido a que fue casi como su hijo. Pero no quiso quedarse, prefirió que yo sacara mis propias conclusiones. Alessia y Julián también se fueron para no interferir en ese momento tan especial y agradecieron por la cena.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro