Capítulo 17: La noche de la verdad
Luca Fisher.
Último capítulo.
Todo se había convertido en una catástrofe.
Sabía que esta noche no sería fácil, porque además de luchar con mi subconsciente… Debía enfrentarlo a él, la única persona que me apoyó sin condición, aun cuando mis padres habían muerto.
Sin embargo, ni en mis más retorcidas pesadillas había imaginado esto. ¿Él confesando? Dios mío, lo único que había logrado esto era confundirme aún más.
Siempre había pensado en mi tío como un ángel, pero no era más que un lobo disfrazado de oveja… Siempre escondió sus verdaderas intenciones, ¿Acaso había hecho todo esto por el poder, sacrificando a su hermano de una manera tan terrible?
Me repugnaba todo lo que tuviera que ver con una persona tan traicionera, mezquina y vil, justo como era Anders Fisher, el rey de Hawke.
Aquel brillante y enorme sol bajaba por el horizonte. Este era el atardecer de un veinticinco de diciembre. La noche anterior fue el detonante de todos los sentimientos que llevaba guardando durante estos seis años, un montón de emociones que no me atrevía a sacar a la luz.
Yo no sabía en qué pensar. Mi mente se mantenía en blanco, ni siquiera podía preocuparme por Greta, quién estaba en el hospital. ¿Eso me convertía en una mala persona? Ella se había sacrificado por mí, pero yo permanecía sin un solo rastro de arrepentimiento.
Era obvia la respuesta del reino a mi acusación: la mayoría optó por creer a su rey. Sin embargo, cierto porcentaje parecía acordarse de mí, así que los jueces más importantes del reino se habían encargado de organizar un tribunal. Íbamos a determinar el destino de Anders Fisher… De no ser porque algo salió mal.
El mismo rey de Hawke, Anders Fisher… Había confesado ante todo el mundo su pecado. Él había matado a los reyes de Hawke, y lo decía sin ninguna pena. La impotencia que sentí al ver aquella noticia en todos los medios era horrible. La rabia recorría toda mi sangre y amenazaba constantemente con salir.
Gracias a su parentesco familiar, y a que había confesado por su cuenta, su castigo fue mucho más leve del que merecía.
En vez de decapitarlo cuanto antes, como se haría normalmente; este hombre fue temporalmente condenado a cadena perpetua, ya que aún el juicio estaba pendiente.
¿Qué pasaba con lo que yo sentía? Me dolía demasiado para expresarlo en palabras, porque él era mi familiar; lo quería incluso como mi propio padre. Sin embargo, había hecho sufrir a personas que yo amaba, y eso era imperdonable.
Todo rastro de arrepentimiento se había ido. Ciertamente, ahora haría cualquier cosa para cumplir mi venganza. No me importaba nada más que eso, era mi prioridad.
Abandonando mis pensamientos me dispuse a mirar al frente. Mis amigos y yo estábamos sentados frente a una habitación. Nos habíamos desvelado toda la noche gracias a Greta, quien aún estaba siendo atendida por uno de los mejores doctores del reino.
—¿Debería preguntarle al doctor... ? —la desesperación invadían aquel pelinegro, quien se había cuestionado varias veces sobre si era su culpa o no.
Desde que hirieron a Greta solo se sentía la tensión en el ambiente. Mi mejor amigo estaba muy asustado, tanto que no había dejado al doctor trabajar. No habíamos podido verla, puesto que aún se encontraba en un estado grave, y eso era lo que aumentaba el nerviosismo de Mats.
Amalie lo miró con lástima— Mats, le preguntaste hace dos minutos.
—No lo puedo evitar —mordió sus uñas— Si le sucede algo por mi culpa yo…
Los sentimientos parecían despegados de mí. Tenía aquel dolor de cabeza insoportable desde la madrugada, era algo que no podía controlar.
—No sería tu culpa —afirmó Amalie—. Todos estamos juntos en esto, ¿Entiendes? Y Greta es una persona muy fuerte. Por ahora, oremos para que todo salga bien.
—Si ella muere es porque así lo decidió —agregué, mirando hacia la nada.
—¿Decidió qué? ¿Estás loco? —Mats golpeó mi hombro con brusquedad— Tú deberías estar agradecido, ella hizo muchas cosas por ti.
—¿Qué? —fruncí el ceño— Estoy diciendo la verdad, ella decidió darle fin a su vida. Estaba conciente de lo difícil que sería enfrentar a Anders Fisher, y aun así vino con nosotros.
Odiaba que mi preocupación no se centrara en Greta. Sin embargo, para que mi dolor de cabeza se fuera era necesario poner mi atención en algo que no fuera Anders o Greta.
—Ella conocía la posibilidad, pero aun así se arriesgó —la castaña suspiró—. Dejen de decir ese tipo de cosas, chicos. Estoy segura de que ella está bien.
—Ella resistirá, ¿Verdad? —sus ojos verdes estaban aguados. Entendía el dolor que sentía, pues ella nos había acompañado en nuestras aventuras por casi un mes, y encariñarse es fácil.
Todas las personas tenían la voluntad de decidir si continuar con su vida, en este caso, Greta había decidido que no. Ella no era tonta, y claramente sabía las dificultades que conllevaba venir hacia acá. Sin embargo, esto no justificaba el daño que Anders le había hecho, un daño que sería pagado.
—Lo hará —palmeó su hombro.
Después de un par de minutos el doctor salió de la habitación. Su semblante era dudoso, pues aunque parecía estar triste intentaba fingir una sonrisa. El hombre se acercó a nosotros con intención de decirnos algo. Mats inmediatamente habló—: ¿Cómo está ella, doctor?
Abrió su boca para decir algo, pero la volvió a cerrar pensando sus palabras— Ella está bien —su tono de voz era tembloroso—. ¿Podría hablar un momento a solas con el príncipe?
Príncipe… Era extraño, pues ahora todo el mundo me llamaba así, y era complicado acostumbrarme. Me levanté del asiento, pero ese dolor punzante volvió a mi cabeza, haciendo que mi ceño se frunciera por el dolor. El hombre me hizo un ademán de que le siguiera, y así hice.
Llegamos a la habitación donde Greta se estaba quedando. Tenía miedo de mirarla, ¿Qué pensaría ella ahora? Yo la había puesto en peligro, y más que estar preocupado por su salud estuve intentando calmarme a mi mismo todo este tiempo. Antes de poder concretar cualquier acción, el doctor clavó sus ojos en los míos, para decir una frase que me dejaría helado.
—Lamentablemente, la señorita Bobrova ha fallecido —me tensé, sintiendo como mi corazón se paraba— Vi lo vulnerable que se encontraba aquel hombre de la silla de ruedas, así que decidí no decirlo explícitamente. La chica era increíblemente fuerte, y fue capaz de aguantar la mayoría de tratamientos, pero… La herida era profunda, tanto que perforó su hígado, y no pudimos encontrar una cura para ello —miró hacia su cuerpo sin vida— Hicimos todo lo que pudimos, su majestad.
Quería llorar, pero simplemente… No podía. ¿Esto era lo que ella quería? Lo dudo, pero conocía la posibilidad, y estaba preparada para ello. Conocí a Greta hace tan solo un par de meses. No obstante, ella me había enseñado tantas cosas que ni siquiera tenía como agradecerle…
—¿Dejó algún mensaje antes de morir? —mi cabeza palpitaba. El dolor se expandía por todo mi corazón, penetrando en lo más profundo.
—No habló mucho. Estaba demasiado débil como para moverse o entablar conversación. No obstante, mientras estaba dormida mencionaba mucho a su madre, ¿Quizás deberíamos llevarle el mensaje a su familia?
Apenado, miré el cuerpo ahora pálido de mi amiga. Estaba rígida, cubierta por unas vendas que expandían toda su sangre. Su cabello dorado estaba despeinado, y su aspecto era desaliñado. No estaba triste, solo un poco asustado de lo que fuera a acontecer en mi futuro sin ella— Nosotros éramos su familia —afirmé—, y ella murió luchando por sus seres queridos, justo como su madre lo hubiera deseado…
—¿Discúlpeme? ¿Hay algo que no sé? —preguntó desconcertado.
Solo suspiré— No es nada. Por favor, quiero que el entierro de mi amiga sea con los mejores materiales que tengan a la mano. Ella lo merece…
—Me encargaré personalmente de ello —aseguró.
Me odiaba a mi mismo por no estar triste. Ella era una buena persona, y quería que su legado quedara marcado por generaciones. Ahora como futuro rey tenía poder, y sabía que sin Greta no hubiera podido lograr nada de esto. Muchísimas veces dudé, pero ella estuvo ahí apoyándome, diciéndome la verdad, aunque no me gustara. El genocidio de su aldea fue un dolor inmerecido para todos los afectados, ella principalmente tuvo que luchar cinco años para tener lo que por derecho le pertenecía… Pero aquellas personas arrancaron de su vida las cosas más importantes.
Así que esta venganza no solo sería por mí, sino también por la vida de Greta Bobrova, quien desde el principio estuvo destinada a sufrir de las peores maneras posibles, pero que nunca se rindió y mantuvo su determinación hasta el final… Ella era todo lo que yo quería llegar a ser. Su muerte no sería en vano, de eso me aseguraría.
Gracias por existir, fuiste una gran persona. Ahora que puedes, sé feliz con tus padres y tu aldea. Aquel dolor inmerecido será vengado por mi parte, es lo menos que puedo hacer.
Greta Bobrova.
Débilmente luchaba contra mis pensamientos. La muerte de mi querida amiga fue una noticia horrible para todo el mundo. Mats y Amalie estaban desgarrados por la noticia, puesto que aunque Amalie no conociera del todo a Greta, le apenaba ver como una persona tan joven murió a manos de Anders Fisher, un hombre que llegaba hasta esos niveles de maldad.
Incluso si veía la tristeza en mis amigo, Desde la madrugada no existía ningún sentimiento en mí. El saber que mi propio tío había matado a mis padres había marcado un antes y después en mi vida, por alguna razón… En este día fui incapaz de sentir alguna emoción. La muerte de Greta no me afectó en lo más mínimo, tanto así que en un par de horas lo había olvidado completamente.
¿Qué me pasaba? Eso quería saber yo. Siempre fui alguien muy dependiente de mis amigos, pues el Luca normal estaría devastado, cuestionando si fue su culpa todo lo sucedido. Sin embargo, ahora no le dedicaba tiempo a mis emociones o a entender lo que pasaba dentro de mí.
Desde la confesión de mi tío tenía algo sumamente claro: por dentro todo estaba destruido, y él se había encargado de matar cada sentido dentro de mí.
Claramente, yo nunca había sido alguien “fácil” de entender. A veces me costaba entenderme yo mismo, ¿Cómo pretendía que alguien más me entendiese? Mis amigos eran lo más cercano que tenía, y aun así no me atrevía a abrirme por completo con ninguno de ellos.
Sentía que si lo hacía... No querrían hablarme más. ¿Ellos sabiendo todas las locuras que cruzaban por mi cabeza? ¡Me atormentaba el solo pensarlo!
Agradecía el apoyo que me brindaban Mats y Amalie, e incluso Greta en sus días de vida. Todo lo que ellos hacían por mí era increíble, y no tenía como pagar tal bondad. Los tres se sacrificaron viniendo a este castillo, resultando con la muerte de una amiga importante. ¿Y aun así? ¿No me odiaban? Para ser franco, en este momento de mi vida me odiaba a mi mismo. Hubiera preferido ser incluso un mendigo, pero no quería ser yo. Estaba harto de ser aquel adolescente insoportable con tantos dilemas.
Ya todo estaba roto. Greta había muerto, Mats estaba devastado, Amalie probablemente se arrepentía de haberme conocido, porque yo había sido fuente de problemas para su vida y la de Mats.
Todos estarían mejor si yo no existiera, ¿Verdad? El reino estaría mejor con un príncipe más fuerte… ¿De qué me servía la determinación, valentía o dignidad? Todo era plano, porque aunque tenía esas cualidades era una persona indecisa y confusa.
Me odio.
Me odio tanto.
Ya no quiero existir.
No quiero que los sentimientos me dominen otra vez, no quiero terminar haciendo otra locura.
Aún con mis amargos dolores de cabeza debía hacer algo con mi vida. Así que aquí estaba, visitando a Anders Fisher, el rey que estaba en el calabozo temporalmente, hasta que su juicio se concretara y dieran una sentencia exacta. Por ahora, estaba condenado a cadena perpetua, pero era solo un castigo temporal.
En este calabozo las condiciones de vida eran lamentables. La suciedad se esparcía por todo el lugar, dando una sensación desagradable. El moho era visible en varias esquinas, con un olor que mataría a cualquiera. Esto era para los peores criminales del mundo, criminales de la talla de Mats.
—¿Número 108? —balbuceé tratando de encontrar el sendero. Sentía las miradas encima de mí, cosa que volvía la situación aún más incómoda.
Caminaba vacilando, intentando encontrar el rumbo hasta la celda de mi tío. Tras caminar unos quince minutos me encontré con aquella puerta reforzada con metales finos, pero por más caro que pareciera seguía dando ese aspecto de suciedad. El guardia me miró fijamente, diciendo—: ¿Usted... Va a verlo? —asentí con la cabeza— ¿Está seguro de que quiere hacerlo?
Dudé, pero terminé asintiendo.
—Necesito hacerlo ahora o nunca me atreveré.
Aquel hombre desvió la mirada. Con las manos temblorosas me entregó la llave de la celda, yo la acepté con seguridad. Era tarde para retractarte, y ahora solo quedaba un camino que seguir…
Este era el paso final para concretar mi venganza. Necesitaba hablar con él, por más que lo odiara saber lo que pasó era fundamental.
Abrí la puerta intentando relajarme. Entregué la llave a su respectivo guardia y continué mi camino, por fin entrando a aquella celda que como mencioné antes, tenía condiciones lamentables, pero el asesino de mis padres no merecía más.
Su cuerpo estaba volteado, mirando en la pequeña ventana que contenía la celda. El mal olor inundó mis fosas nasales, pero no estaba aquí para centrarme en ello. Debía enfrentar a la persona que arruinó mi vida. El hombre no se volteó, mirando aún hacia la nada decidió hablar—: ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no me odias lo suficiente?
—¿Qué si te odio? —solté una risa burlona—. Si pudiera te mataría aquí, ahora mismo.
—¿Qué te detiene? —bajó su cabeza.
La noche era presente. El cielo nublado no tenía ningún atractivo, así que no entendía por qué Anders miraba con tanta devoción aquella luna opaca.
—Me detiene este sentimiento. Odio que a pesar de todo lo que le hiciste a mis seres queridos, aún sienta tanta lástima por ti —escupí, tratando de herirlo—. Así que puedes sincerarte conmigo —lo miré fijamente, aunque él no se volteaba—. ¿Por qué mataste a mis padres?
No respondió. La habitación quedó con un silencio incómodo por un par de segundos, hasta que vi la figura imponente de Anders Fisher voltearse. Sus ojos dorados reflejaban inocencia, ¿Quién creería lo despiadado que es? Aquel hombre abrió sus labios para decir algo—: Yo no maté a tus padres.
—¿En serio? ¡No me digas! —fingí sorpresa.
Pude notar como empezó a apretar sus puños. Su mandíbula se tensó al escuchar mi sarcasmo— Luca, tú lo hiciste.
—¿Yo hice qué? —desconcertado, fruncí el ceño.
—Tú mataste a tus padres —aquel tono frío se impregnó en su voz, haciéndola aún más imponente. Esto era insólito, ¿Ahora me culpaba a mí? De verdad, Anders se había quedado sin excusas para justificar su crimen.
—¿Ahora me culpas a mí? Admite tus errores, no es que te vaya a perdonar, pero quizás eso te haga mejor persona —rodé los ojos.
Apretó aún más sus dientes, a tal punto que los escuché crujir. Anders se acercó a su cama, y del pequeño cajón pareció sacar algo que permanecía envuelto en una toalla. Mi corazón se aceleró.
—Luca, hijo mío, ¿Crees que es normal no recordar nada? Las cosas que viviste con tus padres… La gente del reino, tus experiencias, no recuerdas nada, ¿Verdad?
—¿Cómo sabes…? —tragué grueso. La conversación estaba dando un giro brusco, llevando mi dolor de cabeza hasta el límite. Las punzadas se hacían más recurrentes. Sostuve mi cabeza por el dolor, soltando algunos quejidos.
—Tu cerebro siempre te protegió de los recuerdos malos. Gracias a él no recuerdas aquella noche, la noche en la que mataste a tus padres —caí de rodillas al suelo, el dolor ya era insoportable, no podía ni siquiera escuchar con claridad lo que decía—. ¿Qué pasa, Luca? ¿Esto es demasiada información? Todo lo que he hecho ha sido para protegerte. ¿Sabes el terrible destino que correrías si la gente se entera de lo sucedido?
Con fuerza sostuve mi cabeza. ¡Ya no soportaba el dolor! Sentía que me iba a desmayar. Anders seguía hablando, pero todo era inaudible para mí. Las punzadas seguían y seguían, haciéndose más fuertes. El dolor de cabeza no cesaba, ¡Era insoportable! —¡Cállate! —demandé— ¡Cállate de una vez! Nada de lo que dices es cierto. ¡Loco!
—Esto era algo que quería decirte desde hace tiempo. Investigué sobre ti y sobre las personas con la que andabas. Por eso invité a la señorita Kundsen, pues tenía la esperanza de que te trajera con ella.
Tapé mis oídos con fuerza, pero nada funcionaba. ¡Necesitaba ayuda urgentemente! Dolía, dolía, dolía. Sentía que mis huesos se rompían uno por uno, mi cráneo parecía a punto de reventar.
Sin embargo, Anders hacía caso omiso a mis órdenes. Liberó la toalla del objeto, mostrando con pequeño cuchillo de cocina que tenía una mancha de sangre seca— ¡Déjame en paz! ¡Es suficiente! —dolía demasiado para describirlo en palabras. Todo estaba mal.
—Con esto mataste a tus padres, hace seis años —mostró el cuchillo. El dolor no paraba—. Oculté todo, le pagué a Eva, a los guardias, a todos en el castillo para que esto se desvaneciera. Nadie se podía enterar de que mi sobrino era un asesino, ¡Quería que tú vivieras normal! —aquel hombre sonaba desesperado. Una llama empezó a encenderse dentro de mí.
Al ver aquel objeto los recuerdos volvían a mi memoria. Recuerdos que había estado bloqueando por tanto tiempo, todo para protegerme. Mi cerebro me había protegido de aquella carga que llevaba sobre mis hombros.
Reino Hawke
—¡Es el príncipe de Hawke! ¿Cómo hiciste para traerlo aquí? —esbozó una sonrisa perturbadora.
—No le digas a nuestros compañeros pero… ¡El castillo tiene una seguridad pésima! Pude extraerlo de su habitación y nadie se dio cuenta. ¡Los reyes pagarán una fortuna por su rescate!
Recuerdo aquel día como la primera vez que tuve miedo. Aquella sensación era insoportable, me hacía crear impulsos que no podía controlar. Allí, amarrado entre esas cuerdas… Pude ver la verdadera crueldad del mundo.
Para el príncipe, todos siempre intentaron pintar todo de rosa. Se suponía que mi infancia debería ser feliz, pero nunca fue así.
Me expusieron a todo tipo de torturas allí. Aprendí lo que en verdad era sufrir, algo que por mi título nunca había experimento ni conocido.
Gracias a Dios, tenía mi nuevo método. Mi mente bloquearía todo lo que no me guste, así que no tenía que preocuparme por las experiencias malas.
—Ahora, tú nos darás información sobre el reino. No tienes derecho a negarte, o si no… —traía armas en sus manos. El pánico se cernía sobre mí, y el miedo constante era la única emoción que sentí durante esos días.
La tortura no me hizo fuerte. La tortura me hizo un cobarde, quien empezó a bloquear todo lo que no le gustaba. Bloqueé mis recuerdos malos, intentando llenar esas lagunas con cosas buenas.
. . .
—¡Luca! —la desesperación recorría cada parte de su ser— ¿Estás bien, hijo mío? No te hicieron nada, ¿Verdad? —la reina se preocupaba por mí, como lo haría cualquier madre.
Pero ella no lo notó: Algo se había roto en mí, sentía que mis padres me habían mentido sobre el mundo a mi alrededor. Con ese secuestro había vivido más que en mis once años de vida, y por más pequeño que eso pareciese…
Hizo que la confianza que llevara sobre mis padres se esfumara.
Y desde entonces, ahí comenzó lo malo.
Para los del pueblo éramos la familia perfecta; todo un ejemplo a seguir. Sin embargo, en el castillo todo era diferente, pues las peleas se hicieron continúas desde mi regreso. Nada era como antes, porque ahora mi familia prácticamente se había destruido por completo.
—¡Luca es nuestro hijo! —la tristeza era presente en su voz.
—Corrección; tu hijo. ¡Él es demasiado débil para heredar el trono! —su semblante restregaba frustración— ¿Por qué tiene que ser mi primogénito? ¡Hará del reino una catástrofe!
—Nos hemos dedicado a criarlo todo este tiempo. ¿Cómo puedes menospreciar así a tu propio hijo? ¿Te estás escuchando a ti mismo?
Aunque ellos no lo supieran… Yo escuchaba todas esas discusiones. El miedo que sentía estando con ellos lo generalicé. Incluso las cosas más pequeñas comenzaron a darme miedo. Pensar que yo era el motivo de que el matrimonio de mis padres se fuera a la basura… Me causaba escalofríos.
Así que decidí terminar con todo esto. Justo el día de mi cumpleaños… No sabía que pasaba por mi mente, pero ya no soportaba las discusiones y regaños de mis padres.
Me hacían creer que todo era mi culpa, y esa sensación era de lo peor que había tenido que enfrentarme en mi vida.
Aquel niño… Solo quería escapar.
Y no eligió una manera sensata de hacerlo…
Recuerdo haber acercado ese cuchillo hacia mi padre.
Recuerdo haberla apuñalado con tanta ira que cegaba todas mis acciones. Tantas veces que no había esperanza con su vida.
Recuerdo el miedo que cruzó por el rostro de mi mamá, ella creyendo que engendró un monstruo.
Y así fue…
Porque ambos murieron por mis manos, y la culpa se la llevó otra persona.
Y no fueron los únicos que sufrieron el precio de mis errores, personas como Gion también se vieron afectados por ellos.
La manera en la que resolvía las cosas… Me causaba repulsión.
***
—¿Yo maté a mis padres? —las lágrimas salieron sin esperar un segundo más. Todo esto era confuso, me sentía tan desorbitado.
—Luca, sé de lo que te ha contado Daira, ¡Eva se suicidó! Odiaba ser cómplice de la muerte de los reyes, entonces, empecé a pagarle más para que no se fuera. Ella no soportó la muerte de sus familiares, y cedió al peso que la amenazaba constantemente.
—¡Déjame en paz! ¡Déjame solo de una vez por todas! No te necesito, no necesito a nadie en este momento —el llanto seguía presente. Mi alma estaba frustrada, ocasionando que no pensara con claridad.
Pero mi tío no me escuchaba.
—Era hora de decirte la verdad.
Ya no podía permanecer ni un segundo más en esa celda. Solo me confundía, me hacía sentir como la peor persona del mundo.
No había duda de que lo era.
El dolor que se impregnó en mi corazón era indescriptible. Corrí, alejándome del calabozo. No me quedaría más tiempo en ese lugar, ni un segundo más.
Los sollozos se escucharon por todo el pasillo. ¿Así que había sido yo? Prometí vengar a mis padres de cualquier asesino… Pero nunca imaginé que la persona que cometió tal acto…
Fui yo mismo.
Dolía como nunca. Siempre busqué escapar de mi terrible pasado, y por eso mi cerebro me protegió de aquellos recuerdos. Ya no quería recordar nada más, toda mi estabilidad se rompería si volvía a tener un recuerdo por más insignificante que sea.
No necesitaba pruebas, porque ya todos los recuerdos habían salido a la luz. Todas emociones que sentí en aquel momento se estaban mostrando delante de mí. Era tan difícil de asimilar, ¡Yo los maté! Maté a mis propios padres y mis seres queridos cubrieron mi crimen por amor a mí.
Yo no merecía el amor de nadie.
No merecía a mis amigos. Ni la protección que me brindaban Mats, ni la calidez de Amalie. ¡Nada! Verdaderamente Luca Fisher era un idiota, una persona horrorosa.
Llegando a aquella sala tomé asiento. Los pensamientos inundaba mi cerebro, mi corazón sentía aquel dolor, que con el paso de los minutos se intensificaba. Estar en el castillo creaba un montón de sensaciones en mí.
Todo estaba vacío. Por las altas horas que eran no se encontraba nadie mas que un guardia que vigilaba. Era un lugar que recordaba bastante bien, un lugar que no había cambiado nada.
Aquí tuve la última conversación con mis padres. Ese hecho me hacía sentir miserable. Luca Fisher era una persona horrible, le había quitado la vida a personas y ni siquiera me lamentaba por ello. Incluso hoy había muerto una gran amiga, y no me sentía triste. ¿En qué monstruo me había convertido? ¿Cuándo llegué a ser esto? Y pensar que al principio juzgué a Mats… Yo siendo peor que él. Yo soy el verdadero psicópata, quien mataba solo por impulso.
Impulso… ¿Eh? Yo prometí vengar a mis padres, ¿Qué pasaría con esa promesa?
La cumpliría.
El guardia ineficiente que estaba “vigilando” dormía plácidamente. En silencio tomé la pistola que estaba al lado de él.
Posé el arma sobre mi sien, sosteniendo el gatillo. Ya no importaba nada, no importaba las amistades que había hecho en el camino, solo importaba mi venganza…
Necesitaba que alguien detuviera lo que estaba a punto de hacer.
Pero nadie llegó. Lo que siembras cosechas… Y aunque sembré buenas amistades, no me preocupé por el tipo de persona en la que me estaba convirtiendo.
El disparo resonó por toda la habitación
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro