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Capítulo 16: Sangre real

La sangre real corría por mis venas. Por más que yo tratase de abandonar el terrible destino que me perseguía, era una situación inevitable.

Ya no quería esto. Incluso estaba sacrificando mi salud mental por esto de vengar a mis padres, enfrentándome a insomnio y terribles migrañas.

Esto era más complicado de lo que me había imaginado. Gracias a Dios, tenía a mis amigos, que era lo único que me consolaba en estos momentos.

Si de verdad había evolucionado como persona, necesitaba ganar la batalla que vendría. Yo era más ingenuo antes de conocer a mis amigos, pero comprendí muchas cosas luego de conocerlos:

Con Greta aprendí lo dura que era la vida para algunas personas, que no solo yo había tenido que luchar contra mis propios principios y pensamientos. Mats me enseñó lo que era un amigo de verdad, una persona que se preocupa por los demás. Y mi amiga, Amalie, ¿Cuántas cosas me había enseñado ya? Ella era una persona inteligente, siempre sabía que decir, y agradecía de corazón sus consejos.

Mis amigos eran quienes me daban la fuerza para levantarme cada mañana, nunca podría pagarles lo mucho que me ayudaban.

La visita de Amalie no solo me había sorprendido a mí, sino que también había traído felicidad a Mats, que extrañaba con todo su ser a nuestra querida amiga. Greta en cambio, se veía algo extrañada, pues ellas no se conocían.

Aquel malestar no quería abandonar mi cuerpo. Gracias a los guardias, habíamos conseguido una pequeña habitación en el castillo, cosa que aumentaba mis nervios en sobremanera. Amalie me dio unos analgésicos para mis dolores de cabeza, que fueron de gran alivio, ya que me quitaron la mayor parte del dolor.

—¿A qué se deben esos dolores, Luca?

—¿Por qué estás aquí? —esquivé su pregunta descaradamente.

—No ignores lo que te digo —bufó—. Pasaron unas cuantas cosas que me posibilitaron venir. Primeramente, les agradezco mucho por las cartas que me han enviado en estas semanas.

A pesar de todo, Mats seguía en estado de shock. No le había hablado a su amiga en todo el día, solamente le dedicó par de palabras y hasta ahí. Él estaba sentado en su silla de ruedas, mirando hacia la nada.

—No entiendes mi pregunta, ¿Exactamente qué te pasó?

—Luca, debemos tener cuidado con tu tío, Anders Fisher. Después de que me dijeran lo que Daira piensa empecé a calcular las posibilidades, y si en verdad Anders planea algo malo, está un paso adelante de nosotros.

Si mi tío era el asesino, debía prepararme desde ahora para aceptarlo. Ni siquiera sabía cómo estaba controlando mis impulsos, ahora mismo yo estaba en el castillo, la habitación era realmente hermosa, las paredes blancas con detalles dorados, las cobijas de las telas más refinadas, la cama con el colchón tan suave en la que me encontraba. Todo esto creaba tantas sensaciones en mí que eran inexplicables.

El debate si confiar o no confiar en mi tío se había ido, ahora lo que dominaba mi mente era aquella pregunta; ¿Qué pasa si todo es real? ¿Qué pasa si mi propio tío es el asesino de mis padres? Y lo más importante, ¿Qué rayos haría yo?

Simplemente quería desaparecer de la existencia, no quería tener que lidiar con todos estos pensamientos oscuros que me invadían, solo quería ser yo mismo, sin estar encadenado a esa tonta promesa que hice en mis años de juventud.

—Aunque él esté un paso más adelante, yo tengo la motivación que él no tiene; haría cualquier cosa por mis padres, y eso no cambiará jamás, aunque ya no los recuerde.

—¿Estás seguro de poder hacer todo eso? —cuestionó Greta, hablando por primera vez—. O sea, este castillo tiene cientos de guardias merodeando por él, ¿Cómo crees que escaparemos de su vista?

—Greta —Mats llegó hacia nosotros—. El querer es poder, y si podemos ¿Por qué limitarnos?

—Es que la situación no es fácil. Entiendo que esta es una gran oportunidad para Luca, pero si de verdad Anders es el asesino, ¿Nos creerán a nosotros? Siendo realistas, nadie le creerá a un grupo de idiotas que nada de importancia tiene en el reino Hawke.

—¿Estás segura? Según investigué, los padres de Luca fueron buenos monarcas, y que el caso de su asesinato no se haya resuelto hasta el día de hoy causa gran tristeza en el pueblo —ajustó sus lentes mientras decía todo eso.

Amalie era el cerebro de todo el grupo. Creo que sí no la tuviéramos estaríamos perdidos, pues ella aportaba toda la parte mental que conllevaba esta misión. Greta no la conocía, pero congeniaron al instante. Mats estaba demasiado callado desde que ella llegó, cosa que nos había extrañado a mí y a Greta.

—Debería intentar ser menos pesimista, ¿Verdad? —soltó un suspiro— Estoy asustada, no quiero que nos pase nada.

—No te conozco mucho, pero guiándome de lo que me han contado Mats y Luca por las cartas, considero que eres alguien bastante fuerte. No tengas miedo, todo estará bien.

—¿Ves, Greta? Amalie es una persona muy amable —afirmé—. Es fácil sentirse cómodo hablando con ella.

Ella sonrió— Eso veo, por lo poco que la conozco ya me cae bien. Señorita Kundsen, espero conocerla más.

—No te preocupes, puedes dejar las formalidades conmigo. Después de todo, eres amiga de mis amigos, ¿Te puedo considerar una amiga también? Espero que estos dos no te hayan causado muchos problemas. Gracias por cuidar de ellos, Greta Bobrova —esbozó una sonrisa despampanante, agradeciéndole de corazón a Greta, porque era verdad, nosotros no la habíamos protegido, ella nos había guardado a nosotros.

Los cachetes de aquella chica de cabellos rubios se tornaron rosados, Amalie la había halagado bastante— ¿Yo cuidarlos? Sería yo la que estaría agradecida, pues ellos me han enseñado a confiar más en las personas.

—Me alegro mucho de que hayas sacado algo bueno.

Abrí mi boca para decir algo, pero fui interrumpido por un estruendo proveniente de la puerta. Aquella habitación era muy pulcra, digna del castillo de Hawke, el cual tenía un diseño precioso tanto por fuera como por dentro. Mis amigos y yo nos sobresaltamos, pero pronto estuvimos más tranquilos al ver quién estaba en la puerta.

La figura esbelta de Daira se quedó parada frente a la puerta. Ella vestía con ropa de servicio, su mandil de color blanco y ropa en tonos dorados. Le quedaba bien— Chicos, aquí estoy.

—¿Daira, qué haces aquí? —cuestionó Mats— ¿No estabas en Daluk?

—La jefa de servicio me informó que necesitaban ayuda para organizar el baile.  No estaba dentro de mis planes venir al reino Hawke, pero tuve que hacerlo para ayudar.

—¿Cómo es que sabías que estábamos aquí? —Greta se acercó a ella— Y por cierto, ¡Que gusto verte de nuevo, Daira!

Soltó una risilla— El gusto es mío. Verán, la cuestión es que un guardia que había hablado de que un muchacho había tenido complicaciones de salud y lo habían alojado en una habitación hasta que se mejorara. Dada las circunstancias, y a qué Luca no se ha sentido muy bien estos días, decidí venir a ver si ustedes estaban aquí, y lo bueno es que estuve en lo correcto.

—Guau, ¿Entonces tú eres Daira? —Amalie llegó hacia nosotros— Me han contado mucho sobre ti. Un gusto, soy Amalie Kunsen, del reino Yosida.

—¿Eres esa mujer que el rey invitó personalmente? —su expresión reflejaba asombro— ¡Un gusto!

El chico de la silla de ruedas frunció el ceño, algo desconcertado por lo que estaba mencionado Daira— ¿Invitada personalmente? Amalie, explica esto.

El nerviosismo la invadió, parecía que había algo que aún no nos había contado— Es cierto, estoy aquí porque Anders me invitó… Se ofreció a pagarme el viaje con tal de que viniera este veinticuatro.

Mats, Greta y yo nos quedamos asombrados. ¿Qué era todo esto? ¿Por qué Amalie no nos había contado desde un principio? Toda esta situación era de lo más extraña. Daira me dedicó una mirada con lástima.

—¿Ya ve, príncipe? ¡Se lo había dicho! El rey está planeando algo, necesitamos detenerlo cuanto antes. La señorita Kundsen no tiene ningún título a la realeza o es conocida del rey, ¿Verdad? ¿Entonces por qué se ofreció a pagarle el viaje?

Greta asintió, estando de acuerdo con Daira— Ciertamente, es bastante extraño. ¿Saben? Lo de ser pesimista no está tan mal a veces. Deberíamos tener más cuidado con Anders Fisher.

—Debo ir a trabajar, no puedo estar mucho tiempo acá —entrecerró la puerta, diciendo antes de irse—: No se queden mucho tiempo ahí. Ya casi es hora del baile, y Anders será uno de los primeros en estar allí.

Daira salió de la habitación. Todos dirigimos la mirada hacia Amalie, ella se mantenía mirando hacia un rincón con cierta culpabilidad en su mirada— Bien, creo que les debo una explicación.

—Amalie —Mats llamó, impulsando su silla de ruedas para acercarse hacia ella. Él no le había dirigido la palabra, y me alegraba ver qué por fin se animara a hacerlo.

Aquel chico de cabellos negros hizo algo que nos dejó helados. Sin darle tiempo a Amalie para explicar, se acercó a ella y con rapidez rodeó sus brazos en su cuerpo, formando un abrazo. La chica no se movía ni un centímetro, ella también se mantenía con aquella sorpresa. Mats apartó levemente la máscara, las lágrimas caían sin consuelo de su rostro— ¿Estás loca?, ¿Cómo aceptaste este viaje? El rey pudo haberte hecho algo.

—Vine a pesar de que era peligroso, pues los extrañaba a ambos y se estaba volviendo algo insoportable. La oportunidad que me brindó Anders era única.

Por fin pareció corresponder. Posó sus manos en la espalda de Mats, quien se mantenía aferrado a ella con todas sus fuerzas. Amalie lo conocía como a la palma de su mano, y esa cercanía era lo que hacía su amistad tan hermosa.

—Obviamente te extrañé. Amalie, eres una persona muy importante en mi vida, me has enseñado a crecer como persona, ¿Qué sería de mí sin ti? Eso fue lo que comprendí en este viaje, que incluso los pocos días que me fui era más complicado todo.

Un destello cruzó sus ojos marrones— Lamento que hayas tenido dificultades. Espero poder ser útil ahora que estoy aquí.

—¡Es que no lo entiendes! —rompió el abrazo, y apretando sus puños miró hacia ella— No estoy buscándote porque seas útil o no. Te estoy agradeciendo lo mucho que hiciste por mí, porque ya no quiero que te vayas.

Greta y yo estábamos ciertamente algo incómodos. Ella tosió falsamente, llamando mi atención— ¿Deberíamos ir saliendo?

Yo no estaba preparado para hacer esto.

—Luca, Greta, ¿Podrían dejarnos solos un momento? Luego los alcanzamos —cuestionó la morena, a lo que nosotros asentimos y decidimos irnos de aquella habitación.

Saliendo por el lujoso castillo la muchacha de cabellos rubios me echó una mirada— Te ves mucho mejor.

—Me alegra que Mats y Amalie estén arreglando todo. ¿Sabes? Ellos son buenos amigos, se conocen desde hace tiempo.

—Eso veo. De hecho, me agrada bastante la señorita Kundsen, siento que es una mujer de buenos sentimientos. Aunque con constancia suelo desconfiar de la gente, ella no me da esa impresión.

—Supongo que eso es bueno —le sonreí— Vamos al salón de baile, Greta. Ya debe haber gente ahí, y no quieres perderte la mejor parte, ¿Verdad?

—¿Estás seguro de esto, Luca? —musitó.

Quería apoyar a Greta, porque se lo había prometido. No quería que ella volviera a tener inseguridad, o que desconfiara de las personas como tanto solía hacer. Pero en este momento todo era extraño, mi mente estaba hecha un caos y no podía pensar con tranquilidad, mucho menos ayudar a Greta con sus problemas. Sostuve su brazo y lo entrelacé junto con el mío. Sus ojos azules brillaban junto con la noche, y su ropa elegante le otorgaba cierto encanto— ¿Bailas?

—¿Yo? ¿Bailar? —tartamudeó— Supongo que puedo intentarlo…

Coloqué la máscara sobre mi rostro, deshaciendo me de la identidad que tanto atemorizaba al reino Hawke. Con cuidado, aferrándose de mí, Greta caminó hacia la pista de baile con unos leves pasos. El salón era brillante, completamente limpio. Podía ver sirvientes limpiando y dándole de comer a los invitados, incluso me sorprendió ver a Daira sirviendo comida en una bandeja.

La música clásica invadió mis oídos. La banda del baile parecía tener buenos músicos. No recordaba como eran anteriormente los bailes navideños, pero la música era una de mis partes favoritas.

Acercándome a la ojiazul agarré su cintura, mientras ella me sostuvo mi cuello para ponernos en marcha. Siguiendo los pasos de las otras parejas que bailaban con tranquilidad, dando pasos por el suelo limpio.

—¿Sabes, Luca? No soy la típica chica que le gusten estos eventos. Pero me gusta bailar, es divertido.

—Bueno, ¿Qué te digo? Yo tampoco soy el príncipe ideal —solté una risilla.

Aquel ambiente era tranquilo y acogedor. Nadie se hubiera imaginado lo que estaba por venir, que aunque me encontraba entretenido bailando con Greta, todo daría un giro brusco en tan solo cuestión de minutos.

A los pocos minutos la música se detuvo. Aunque Greta y yo estábamos desconcertados, nos percatamos de lo que sucedía en aquella sala. Las trompetas resonaron por toda la habitación, Mats y Amalie se acercaron hacia nosotros con rapidez.

—¡Los buscamos por todas partes! Este salón es gigantesco —comentó asombrada.

—Y vaya que lo es. Además, ustedes parecían concentrados en su baile —habló con tono de picardía. Las mejillas de Greta se pusieron rojas.

—Chicos, ¿Por qué se detuvo la música? Solo pudimos bailar un par de minutos…

—Luca, el rey Anders Fisher hará su entrada ya mismo —advirtió Mats— Debemos estar listos.

Oh no… ¿Era de verdad? Ya lo había dicho antes, pero ahora todos mis sentimientos estaban a flor de piel, ¿Por qué era un encuentro tan complicado? Desearía borrar mi memoria otra vez para no saber las cosas que Daira me había comentado sobre él.

Ya no quería estar aquí, al menos no sabiendo lo que estaba por pasar. Mis amigos y yo nos quedamos perplejos, viendo como aquella figura tan majestuosa destacaba entre todas las personas importantes, tales como duques, condes, príncipes. Este era el rey Anders Fisher, quien había cuidado de Hawke durante cinco años.

Ya estaba demasiado conmocionado. Los latidos de mi corazón se mantenían a un ritmo que no era sano. La figura de mi tío se veía más imponente que nunca, sus ojos dorados brillaban, y la sonrisa ladina era presente en su rostro.

Golpeó una copa de cristal intentando atraer la atención de los presentes— Una cordial bienvenida a todos mis súbditos, amigos y a cada una de las familias de este hermoso reino.

Aquella voz me erizaba por completo, así que aparté la mirada. Mis tres amigos se veían tensos, yo en cambio ni siquiera sabía que hacer en esta situación— Luca, lo mejor es exponerlo ahora, delante de todos— Greta parecía entusiasmada— Luego golpeamos un par de guardias y nos vamos felices, ¿No?

—Greta, querida, no es bueno adelantarse a los hechos. ¿Y si el rey no es culpable de nada? ¡Aún no se puede confirmar nada! —exclamó Amalie.

—Además —agregó Mats— No estamos aquí para simplemente golpear gente, tenemos una misión que es muy peligrosa.

Ella suspiró con pesadez— Pero la parte de golpear algunas personas pasará, ¿Verdad? —Mats negó— ¡Rayos!

—Quiero agradecer personalmente a los señores Bianchi por venir aquí desde la aldea Gremur. También a todos los sirvientes por hacer tan espléndido trabajo con la limpieza y decoración.

Oh por Dios, ¿Esto era cierto? ¿Los Bianchi estaban aquí? Necesitaba respirar. Que ellos estuvieran aquí ocasionaba más problemas, primeramente mi tío se percataría de que ya no estoy con ellos, y segundo…

¿Estaba listo para volver a ver a Roah? Con las cosas sucedidas había dejado de pensar en ella e incluso olvidarla hasta cierto punto. Pero el que mi tío y ella estuviera hoy en este lugar ponía mis nervios extremadamente sensibles, porque no quería encontrármelos a ninguno de los dos.

Basta. Ya estaba harto de esperar, harto de hacer planes para que todo saliera bien, ¿Por qué mejor no hacía todo a mi manera? Aunque a veces no salía bien, siempre encontraba un modo de salir de las situaciones malas. Creo que me autodestruiría si seguía pensando en Roah y mi tío, así que lo mejor era acabar con esto de una vez por todas.

Las acciones impulsivas estaban mal, ¿Verdad? No había aprendido nada de ello, no había crecido en ese sentido. Ya nada de eso me importaba, porque solo quería salir de esta situación tan tortuosa a la que me estaba enfrentando.

Di algunos pasos hacia adelante, acercándome al lugar donde estaba la multitud, escuchando los agradecimientos y conversaciones de mi tío. Los regaños de Mats y Amalie no se hicieron esperar, pero estaba simplemente cansado.

Esto iba a salir mal, y yo estaba consiente de ello, pero ni siquiera podía controlar mi cuerpo en este momento.

—¿Luca? ¿Qué haces? ¡Vuelve aquí! —escuché como la voz de Mats me llamaba, pero no le prestaba atención.

Los guardias reprochaban, pero mis oídos eran sordos en este momento— ¡Niño! ¡No puedes ir allí! ¿No ves que es el rey?

No me conocía la suficiente a mi mismo para poder predecir que esto iba a suceder. No conocía mis límites, y a veces me daba miedo lo impulsivo que podía ser con este tipo de acciones.

La gente se quedaba sorprendida al verme pasar. De pronto, me posé frente a mi tío, y él me dio aquella mirada que partía el alma, se veía bastante confundido— ¿Te has perdido?

Con cuidado comencé a quitar la máscara de mi rostro. Los gritos de mis amigos no se hicieron esperar, haciendo que ellos corrieran con rapidez hacia mí, aunque ya la estupidez estaba cometida.

A primera instancia, nadie me reconoció. Había crecido desde mis doce años, pero no imaginé que tanto— Soy el príncipe Luca Fisher, heredero a la corona, y vengo a reclamar lo que es mío el día de hoy —mi voz sonaba imponente, la sorpresa invadió a todos los presentes.

Los murmullos del pueblo eran insoportables para mí. ¡Creían que estaba mintiendo! Lo cual era totalmente falso, solamente estaba reclamando lo que por derecho me pertenecía. Anders me miró fijamente, buscando algún rasgo en mi rostro, y así sus ojos dorados se clavaron tiernamente en los míos— Luca, ¿Qué rayos haces aquí? ¡No deberías!

Mis amigos llegaron cuanto antes para protegerme— ¿Qué has hecho? —Amalie estaba desconcertada, y no la juzgo, yo mismo no sabía que pasaba hoy con mis acciones.

—¿Y este grupo de raritos? ¿Son tus amigos? —los miró despectivamente— ¡Te dije que no volvieras, Luca!

—¿Raritos? ¡Más respeto, señor! —regañó el pelinegro en silla de ruedas— Sé que no debería bromear ahora… Pero los grandes también deberían respetar a los menores —bufó.

Ignoré todas las distracciones, porque yo estaba seguro de porque estaba aquí, y no perdería tiempo al cumplir mi objetivo. Mi cabeza estaba a punto de estallar— Todo es culpa de Anders Fisher —la mandíbula de mi tío casi cae al suelo— Este hombre tan leal y fiel no es más que un asesino. ¡Él mató a su propio hermano!

El ruido del salón no paraba. En un momento tuve que tapar mis oídos para poder concentrarme. Yo no tenía pruebas para incriminarlo, pero estaba seguro de que las personas que amaran tanto a mis padres como yo lo hacía me creerían.

—Estás diciendo babosadas. Guardias, guíen a mi sobrino a una habitación de invitados. Ha de estar borracho, extraño, ¿No? Prohibí el alcohol en este baile —soltó una risa, pero su expresión se distorsionó al ver que nadie respondió su comentario “gracioso”.

Unos diez guardias vinieron hacia nosotros, con la intención de llevarnos a mí y a mis amigos. De repente, Greta se veía más feliz que nunca al derribar unos tres guardias de solo una patada, la gente se quedó perpleja.

—Que dama tan salvaje, ¿Verdad, amigos? —bromeó Mats— Bien, quizás ya mis chistes no den tanta risa…

Greta seguía golpeando guardias, mientras más usaba sus capacidades, más venían, lo cual era algo cansador. Mats era discapacitado, por lo cual Amalie lo intentaba proteger aunque ella no tuviera dotes físicos.Agarré una larga y filosa espada de un guardia caído. La punta rozó el cuello de mi tío levemente, quería amenazarlo. Necesitaba que él entendiese que ya no tenía miedo, y que ya había crecido.

Mats, Greta y Amalie eran verdaderos amigos. Incluso en este lío me acompañaban, ¡Yo los había metido en esto! Y aun así Greta peleaba con aquella sonrisa inquebrantable, y Mats hacía sus chistes extraños.

—Luca —levantó sus manos, acorralado.

—¡Dilo de una vez! Yo sé que tú lo hiciste, no puedes negarte delante de toda esta gente —grité con todas mis fuerzas. Apreté mis dientes, pues ya no me estaba controlando para nada.

—¡No lo hagas! —el pelinegro paró sus bromas, y finalmente decidió mirarme directamente— Si yo pude cambiar tú también puedes, Luca. Quizás tu tío no es malo, dale una oportunidad para que te explique todo-

Mats quiso continuar, pero algo se lo impidió. Un guardia intentó atacarlo. Pude ver la expresión de dolor por una fracción de segundos, Amalie no había podido protegerlo esta vez.

Mi corazón se encogió al ver cómo aquella espada se acercaba a mi amigo. Inmediatamente, dejé a Anders y me dirigí hacia Mats, ¡No lo dejaría sufrir! Me lo había prometido a mi mismo, por más cosas que salieran mal, mis amigos tendrían que salir ilesos, o no me lo perdonaría jamás. El sudor caía de todo mi cuerpo con la simple idea de pensar que a Mats le ocurriría algo en los próximos segundos. El grito desconsolado de Amalie retumbó mis tímpanos.

Corrí hasta él. Iba a evitar a cualquier costo que le pasara algo a mi mejor amigo, quien se había ofrecido a acompañarme hasta aquí. ¡Mats no me debía nada! ¿Por qué seguía siendo mi amigo? ¿Por qué seguía tratándome bien, siendo el desastre de persona que soy? Todo esto pasó por mi impulsividad.

Pero todo falló dentro de mis cálculos. Aquella figura que portaba un gran vestido, con su cabellera rubia algo despeinada por todas las peleas que había tenido con guardias se había pasado allí. Mi cuerpo paró al ver cómo Greta dejó su pelea y se posó frente a Mats, recibiendo ella en su torso aquel fuerte dolor, que inundó la sala de tristeza.

—¡Todos evacuen! —gritó uno de los guardias, alertando a la gente.

Mi corazón se paró por ese segundo— ¡Greta! ¡Greta! Dios mío, ¿Estás bien? —lágrimas empezaron a salir de los ojos de Mats, y sin darme cuenta de los míos también.

Aquellos ojos de azules de Greta empezaron a perder su brillo lentamente, pero cada vez que lo hacía se impregnaban aquel dolor en mi alma. La mirada preocupada de Amalie no se hizo esperar, y con fuertes gritos me dijo—: ¡Necesitamos un doctor, urgentemente!

—Greta —balbuceé— ¡Greta! ¡Todo está bien! ¿Verdad? Por favor, resiste.

—Chicos… Estoy bien, no se preocupen —dijo entre dientes aquella chica, lo cual era claramente falso, ella no estaba bien.

—¡Greta! Despierta, por favor, no te mueras. ¡Greta, te necesitamos! —la desesperación invadía la voz de Mats, mientras intentaba hacer algo para poder despertarla.

Clavé mi vista en el guardia que había hecho aquella atrocidad. Tomando mi espada me dirigí hacia él. Tal vez cometería una locura otra vez, pero ya no importaba. ¿A Greta le dolía? ¿Greta estaba sufriendo? Pues él también pagaría, porque le hizo daño a ella.

—Déjalo —escuché detrás de mí la profunda voz de mi tío— No tiene la culpa de nada. Yo les ordené matar a tus amigos, y también maté a tus padres —aquel tono tétrico invadían su voz. El miedo de voltearme y volver a ver aquellos ojos se impregnó de nuevo en mi corazón.

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