Capitulo 47: Dos veces.
Capítulo 47: Dos veces.
Marina estuvo seria todo el camino a casa. Iba con Hugo en su auto, Pablo regresaba en el suyo unos metros adelante. Eran las diez de la noche y Frederick los despachó, que al otro día era la carrera y no podían tener una mala noche, que ya les había perdonado todo el ron que se tomaron y debían procurar ir a digerirlo para antes de mañana.
En vez de saltar con preguntas en el camino, Marina iba muy callada y en silencio, meditando la información que había descubierto ese día.
Iris era hija de Frederick, y esa chica los había estado persiguiendo en sus redes, habían hablado, y al parecer era la primera vez que se veían.
Había que estar ciego para no notar que a Iris le gustaba Hugo. Y no le molestaba tanto a Marina ese hecho, sino que Hugo no le hiciera caerse de las nubes.
Sabia inclusive su nombre, pero claro que lo sabía, porque la seguía en Instagram y le daba me gusta a sus fotos.
Entonces la llevaba conociendo desde hace mucho tiempo, desde la primera vez que se vieron con Frederick y eso había sido meses atrás.
Seguro hablaban por teléfono y por eso Hugo no tenía mensajes extraños en su celular.
Se sentía tan desconfiada hacia Hugo.
No podía dejar de morderse el labio.
Solo quería decirle, que si él la estaba engañando, no lo soportaría.
De todas formas estaba haciendo lo posible para evitar cualquier enfrentamiento verbal con él.
Cuando llegaron, Marina se bajó rápidamente. Salió del parqueo y subió al apartamento.
Sabia también que Iris y Sebastián eran amigos. Tal vez se conocieron por medio a ella. Tenían que tener alguna relación.
¿Pero cómo empezó todo?
Hugo la alcanzó arriba. Pablo ya estaba adentro, mirando la nevera vacía. Solo con botellas de vino y un pote de mantequilla. Igual solo había ido a buscar agua.
Bebía de la botella de agua, mientras veía a Marina poner un bolso encima del sofá. Gracias al desayunador, quien estaba en la cocina podía ver a todos los de sala, y los que entraban al apartamento.
Estaba un poco distraída, Hugo parecía olerse que algo la tenía molesta.
—Mami, estoy en la habitación. Te espero —le avisó, después de estar unos minutos de pie esperando que ella dejase de dar vueltas en la sala.
—Claro. Ve. —Marina le respondió. Ya se había puesto un abrigo para cubrirse.
Él exhaló y se fue.
—¿Todo en orden?
La voz de Pablo la espantó solo un poco, Marina caminó hacia el desayunador, y vio a Pablo en la cocina.
—Mejor que nunca. ¿Y tú?
—Diré lo mismo.
—Sí que sí, te estabas divirtiendo, solo me da pena de Eloise.
Pablo se provocó, riéndose por lo bajo. —Me encanta que me celes, más cuando me podrías tener solo para ti.
Marina lo miraba, esas palabras la pusieron nerviosa por alguna razón. Sintió un escalofrío en su espina dorsal. Trató de acallar esa sensación, desviando la mirada.
—¿Vamos, no lo sabes?
—Pablo, por favor...
Pablo se acercó al lado del desayunador que daba a la cocina, así estaban frente a frente y solo los separaba la pequeña isla. Pablo tomó su mano y Marina la recogió de inmediato.
—No me digas que crea en tus palabras, mucho menos después de pasártela bien con unas mujeres ahí...
—Pues con Eloise terminé hace semanas, y si estoy buscando otras atenciones es para distraerme de ti, de mis ganas de besarte, de estar contigo, y querer tocarte... Marina... quiero estar contigo. —Apoyó ambos brazos del desayunador—. Cuando te digo que me culpo todos los días por ser tan estúpido y porque te fueras...
Marina aún tenía la mirada desviada, y se había alejado un poco de la isla.
No le quería responder.
Es que, ¿Qué le podía responder?
Tomó aire.
—Tu excusa es la más ridícula, no puedes querer quedar bien con todo el mundo.
—¿Cuál excusa?
—Para estar coqueteando con las desconocidas... —Marina sonrió sin creérselo.
—¿Qué no me crees que es por ti? —Se rió—. Deberías creerme. Tú y yo deberíamos ser algo.
—Tu sabes que estoy con Hugo... iré a acostarme.
—Si lo sé, Marina, lo sé, otra razón para culparme, cuando veo que estas con ese tipo que no te merece. —Había bajado la voz.
Marina rodó los ojos, se alejó y dejó a Pablo allí solo en la cocina.
Él dejó la botella a medio beber. Tal vez había bebido mucho. Le acababa de decir que quería acostarse con ella. Él se pasó las manos con fuerza en la cara.
Estaba haciendo estupideces.
En la habitación de Hugo y Marina, Hugo hacía rato estaba acostado con el celular en la mano. Marina se puso unos pijamas y se asomó a la ventana con su celular. Llamó a su madre para dar las buenas noches, lo estaba haciendo todos los días. Para preguntar por su papá y todo. Esa noche su mamá le había dicho que sus primos querían hablar con ella. Que querían visitarla donde vivía. No sabía cuándo podía ser eso, porque quería tenerles una buena comida y no había nada en la despensa.
Tenía dinero de sus ahorros pero no pensaba gastarlo. No era tanto, y no había sacado de allí ni un solo centavo.
Miró su celular. Tenía muchas notificaciones porque esa mañana había subido otro video de ella cantando. Había seguido creciendo los seguidores. Visitó las notificaciones de sus seguimientos, Hugo le había dado me gusta a varias fotos, incluyendo su video, y después una foto, que al ampliarla, vio que eran él e Iris, ella sonreía y él tenía el rostro simpático. Iris no puso nada en la captura, solo la foto. Tenía varios me gustas. Y comentarios diciéndole a ella que linda estaba. Nada referente a Hugo.
Marina bajó el celular y lo miró acostado en la cama. Estaba esperando que ella le reclamara o algo. Tal vez quería eso.
Pero decidió que no pelearía con él. Se acostó en su lado de la cama, ignoró que aun estuviera con el celular, y se acurrucó dándole la espalda.
Sintió que él le acariciaba la cabeza y jugaba con su cabello, deliberadamente soltándole la pinza que lo mantenía sujetado.
Se dormía con su masaje, sin siquiera darse cuenta.
○
La carrera seria en la tarde, a las cuatro, pero ellos ya estaban allí a las dos de la tarde, tenían que probar las motos y el terreno. Pablo estaba haciendo amigos ahí y Hugo no dejaba de mirar la moto y el mapa de cómo sería el circuito. Ambos estaban ya vestidos con sus trajes protectores, pero sin el casco.
Alguien se paró al lado de Marina, y ella volteó a mirar para ver que era Iris.
—Hola Marina, ¿Cómo estás?
—Hola. —Marina subió una ceja—. ¿Disculpa, tu nombre es?
—Soy Iris. Es un gusto, es que ayer no hablamos casi. —Sonreía tan ampliamente.
—Ajá.
Iris se movió de emoción en su lugar. —Me encantan estas carreras.
Otra vez, coincidían en el vestuario, ambas llevaban jeans y tenis, y un polo negro, lo único que el de Iris tenía un diseño dorado delante, y sus jeans tenían hoyuelos.
Marina llevaba el cabello recogido justo en la coronilla de la cabeza. La cola le daba con su nuca. E Iris lo llevaba muy largo, casi a la cintura.
Le iba a preguntar si por si acaso ella llamaba a Hugo y le pregunta sobre cómo estaba ella vestida para después copiarlo.
Desistió de eso.
—A mí también.
—¿Quién crees que ganará? —seguía energética y feliz.
—Hugo, seguro. —Marina respondió, mirándole el perfil. Iris la miró, sonrió arrugando la nariz, al sonreír veía que sus dientes de colmillo sobresalían más que lo demás, y que eso para nada le restaba belleza.
—Pues obvio. —Abrió los ojos, y se recostó del brazo de Marina mientras lo decía.
—No podría irle a nadie más, es mi novio. —Marina le dijo, como si se lo tuviera que aclarar.
—Lo sé, hacen bonita pareja. — No lo dijo tan emocionada como sus otras frases. Sacó su celular y lo miró, como viendo la hora—. Ay, nos vemos cuando empiece, guárdame un asiento, me está llamando mi mamá. Se enojará si sabe que papi me trajo.
Se refería su padre Frederick, que estaba a unos metros con otras personas.
La chica se alejó de Marina y eso no hizo que su molestia por ella menguara.
Después de largos minutos, Marina sí le guardó el asiento. Así que minutos antes de empezar, las dos ya estaban sentadas juntas. Había una neverita con cervezas que estaban ofreciendo a los que estaban sentados en el área VIP. Pero el tipo ignoró por completo a Iris, Marina sí tomó una y la destapó mientras el locutor anunciaba el inicio de la competencia de ese día.
Solo competerían siete en ese circuito, y eran tres vueltas. Estaban colocados en la línea de salida. Con sus cascos y trajes. El uniforme de casi todos estaba cubierto con marcas patrocinadoras. Marina pensaba que cada mínimo signo de publicidad era ganancia para Frederick.
Tan solo esperaba que ellos ganaran.
Cuando la luz estuvo verde, arrancaron. Marina notó que Pablo se quedó un poco rezagado detrás. Toda la carrera fue una angustia, ver que iban delante los otros y que ninguno de los dos avanzaba más allá de la cuarta posición.
No tenía sentido. ¿Por qué estaban corriendo tan mal?
En fin, que cuando llegaron a la línea de llegada, después de unos minutos después, Marina no se sorprendió de que no llegasen ni al tercer lugar ninguno de los dos.
No se llevaban nada en dinero.
Tal vez lo único bueno sería que terminarían de grabar el video para la promoción de los verdes y azules.
Aun así, estaba muy desanimada. Ya ni siquiera le prestaba atención a Iris, quien se paró al terminar la carrera hacia el área donde se recibían a los participantes.
Ya le estaba dando dolor de cabeza ella.
Aunque le siguió, por suerte, a la primera persona que Hugo buscó después de perder y de quitarse el casco fue a Marina. La atrajo hacia si desde su cintura y le abrazó con delicadeza.
Se sentía que la había defraudado por perder.
Pablo como que se lo esperaba, porque no se veía tan afectado por eso, o no se equiparaba a lo molesto que se sentía porque Hugo estaba abrazando a Marina.
Desvió la mirada y vio a la hija de Frederick darles completamente la espalda, de una manera muy obvia. Usaba su celular. Le causó gracia.
De Iris solo sabía que era una de las hijas mayores de Frederick de su antiguo matrimonio. Y que en unas semanas cumplía años.
De hecho, había rumores de que se lo celebrarían muy grande, alquilarían todo un club.
A él no se le había olvidado ese detalle porque cumplía años justo un día después.
○
Hugo fue a la casa de Frederick con Pablo, ese mismo día. A Marina sus primos la habían pasado a buscar en el autódromo. En realidad, se habían tirado la carrera completa, ellos le habían avisado que estarían ahí. Al finalizar se reunieron en el parqueo. La llevarían a almorzar, pero era más para agasajarla con preguntas. Si sabían que Marina debía crecer, pero también debía saber que no estaba sola en una ciudad tan grande. O donde sea que estuviese.
Un hombre llamado Jake, parte del team, uno de los fundadores, estaba sentado en la sala de la casa junto a Frederick, Hugo, Pablo e Isaías, otro miembro del team de la capital.
—Eso es normal, no se entristezcan con eso, suele pasar. —Los alentaba.
Hugo y Pablo no parecían muy alegres aun así.
—Tendrán otras oportunidades para ganar.
—La próxima en dos semanas. —Isaías alentaba—. Ahora tienen que practicar más. Noté que en las curvas perdían ventaja y no son muy buenos acelerando. Todo eso se corrige con prácticas.
—Estaba corriendo con unas Ducati que valen muchísimo, la maquina la tienen, solo deben esforzarse ustedes.
—Claro. —Pablo alzaba las cejas. No sabía que les había pasado.
La hija de Frederick salió a la sala. Parecía ser que se estaba quedando en casa de su papá por esos días. La chica sonrió al ver los invitados.
—Hola papi. —Saludó, besándole la mejilla. —Hola a todos.
—Princesa, deberías buscar otra cosa que hacer, ahora estamos en una reunión. —Era increíble como su tono de voz cambiaba al dirigirse a su hija.
—Claro, solo quería avisarte que acabo de llegar con Ramona de elegir unos globos con helio para mi fiesta. —Alzaba las cejas, sin soltar la sonrisa—. Quiero que veas las fotos. —Movía su celular de última generación.
—En cuanto termine mi reunión, princesa.
—Quiero también hablar contigo Hugo. —Hugo, quien llevaba rato mirándola se levantó. Y se excusó con todos.
—Ven... —Le tomó la mano y lo apartó de donde estaban. Aun así Pablo lo podía ver, ella lo abrazó y después le decía cosas y luciendo emocionada. Hugo asentía, pero un poco recogido y reservado.
Después volvió a sentarse, pero Pablo decidió no mirarlo a él.
En la casa estaban los dos solos en el departamento, Marina no había llegado, aunque eran las nueve de la noche. Hugo había tomado de su dinero en el banco para comprar comida rápida para la cena. Aunque Pablo no le caía muy bien, él no le dejaría pasar hambre.
Cenaron, aunque ambos del lado opuesto al otro en la mesa.
Sin saberlo, pensaron, que las cosas siempre debían ser así.
Hugo se levantó con el plato desechable en la mano, volvió de la cocina sin él. Se rascaba la barbilla y miraba a Pablo, él aun comía.
—Escucha, sobre lo que hoy viste, será mejor que no le cuentes a Marina, está desde hace unos días loca por explotar conmigo, no quiero que me arruines las cosas con ella.
—Para mí sería un placer.
Hugo frunció el ceño.
—¿Me estás retando?
—De todos modos, ¿Qué vi? Que la hija de Frederick te estaba zarandeando y toqueteando, no es algo que ella ya no haya visto, no me jodas.
—Lo digo por tu bien.
Pablo dejó el cubierto abajo. —No entiendo la necesidad de tener a las dos, o jugar con una...
—Cállate Portorreal, —tocó la mesa con sus nudillos, haciendo un sonido sordo. Pablo no lo miraba a la cara, aunque sentía la mirada de Hugo sobre él—, esa niña y yo no tenemos nada.
—Claro.
El tono sarcástico le irritó mucho.
—Es menor de edad y no me voy a meter a la cama con una menor de edad hija de mi jefe, cuando Marina es suficiente para mí.
Pablo asintió.
—¿Menor de edad, cuántos?
—Diecisiete. —Se volvió a parar derecho.
—Wow. —Alzaba las cejas. Cerró el envase desechable. Caminaba a la cocina y Hugo le seguía.
—¿Ahora entiendes?
—Y no la rechazas porque es la hija de Frederick. —Pablo dijo. Aunque sospechaba que había algo más. Había otras formas de hacer que la niña lo dejase de buscar. Además, sino se equivocaba, cumplía años en poco tiempo.
Él sabía que había otra razón. Pero no quería discutirle que algo le pasaba con la niña.
Solo temía una cosa, que Marina saliera perdiendo de todo eso, porque ella no se lo merecía.
Pero él no le despertaría de su burbuja directamente, no le rompería el corazón dos veces.
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