Capitulo 42: El contrato.
Capítulo 42: El contrato.
Marina tenía su mochila con sus cosas encima del pequeño estante de la habitación de Hugo.
Él no estaba, había ido al taller a arreglar unas cosas. Renunció al trabajo, porque ya casi no iba. Ya era tiempo de que buscaran a alguien más.
Volvería en menos de cinco minutos.
Ella estaba lista, pues a las cinco de la tarde irían con el papá de Reynaldo para que les dijera que interpretaba del contrato que Hugo y Pablo firmarían.
Marina sentía que extrañaba mucho a sus padres. Había hablado con ellos por teléfono, con su papá en especial, cuando le dijo la noticia de Ana Leila.
De todas formas, él no fue al funeral. Todo eso le dejaba un sabor amargo en la boca, y mucha pena, porque no sabía si debía pedirle disculpas a Pablo por eso, porque ya Ana se había ido, y no sabía que el amor de su vida no le dijo el último adiós.
No lo entendía. No entendía a su papá.
Porque estaba bien, él ya había formado una familia, y quería a Karina, pero sentía que eso no era una excusa suficiente para rehusar verla o visitarla en vida, o como para no decirle un último adiós.
Eso le había mantenido pensando todo el lunes y martes. Lo peor de todo es que no tenía deseos de encararlo por eso.
Ya pasó.
Y su amor no volvió a nacer.
El celular de Marina timbró. Todo lo que tenía eran notificaciones del Instagram. No tenía Facebook desde que tenía los catorce años, y no pensaba crear otro. A las otras redes sociales no les encontraba el sentido, y si estaba en Instagram era porque ya Hugo le había creado una cuenta.
Sin embargo, era a veces muy entretenido. Todas esas personas la seguían por él, de él la conocieron, y le daban cumplidos muy bonitos.
Aun no se animaba a responderlos, porque no tenía nada que decirles. Y los mensajes que le llegaban, no los abría. Por los celos de Hugo, los pocos que eran, provenían evidentemente de chicos. Tal vez buscaban amistad, o algo más.
Solo tenía un video cantando y varias fotos de ella.
Le emocionaba mucho subirlas y que la gente estuviera pendiente de ella.
Aun no seguía a muchas personas, solo a Hugo y unas cuentas de chistes, frases, y farándula.
Hugo no le había prohibido que siguiera a nadie, pero tenía la corazonada de que darle a seguir a la cuenta de un chico le va a traer inconvenientes y no tenía ganas de pelear.
Todo estaba yendo tan bien.
Llevaba toda una semana con él, dos días en Santo Domingo, y los otros en su casa, y hasta ese momento, todo iba en paz.
Lo único era que extrañaba escuchar a sus padres.
Pero es el ciclo de la vida, ¿no? Irse del nido. En algún momento debe de hacerlo.
Revisó entre sus notificaciones, y reconoció a sus primos del lado paterno. La habían encontrado por el número de celular en la cuenta. Los siguió de vuelta de inmediato.
Le acababa de llegar una nueva notificación en una foto que había compartido con ella y Hugo, ambos mejilla con mejilla con una mirada intensa a la cámara.
@Otoñoiris, publicaba de nuevo un emoticono con la boca en línea recta. Eso le molestó a Marina, le molestó que estuviera en su cuenta. Entró a ver si la seguía, y lo hacía, parecía ser una de las primeras.
Se fijó de nuevo en su perfil, se había quitado el rubio y tenía el cabello oscuro ahora, con las puntas claras. Estaba usando mucho maquillaje en la foto.
Le entró unas ganas de comentarle la foto con el mismo emoticono, pero la cerradura de la puerta siendo abierta la detuvo, miró a Hugo entrar.
—¿Lista para irnos? —le preguntó amable. Le sonrió un poco.
Marina exhaló. Esa chica le preocupaba tanto. Pero verle el ánimo a Hugo era ver que él estaba de buenas, y que volverle a preguntarle por ella, iba a hacer que pelearan.
Aun así le daba tanta incertidumbre la existencia de esa muchacha.
Otro día le propondría a él eliminar a la chica, de todos lados. No debía hablar con ella, nunca.
○
La oficina del papá de Reynaldo era una de las más prestigiosas de la ciudad. El bufete estaba compuesto por más de una decena de abogados especializados en distintas ramas del derecho.
El señor Acosta era un experimentado abogado en el derecho laboral. Su oficina tenía una pared con los fallos de las sentencias más importantes que había obtenido.
Tenía tres ventanales que daban cabida a la luz natural. Su escritorio era más amplio de lo normal, y encima estaba lleno de folders y papeles que parecían importantes. Detrás de él una biblioteca con libros de todos los tamaños, y frente a él, dos sillones, y al fondo un sofá, que era donde estaba sentada Marina, junto a Reynaldo, Eva y Eloise, mientras Pablo y Hugo estaban en los dos sillones de su frente y el señor Acosta leía el contrato.
Se sentía el nerviosismo de ellos dos en el aire. Le miraban cada mueca al señor.
Marina estaba tranquila, apoyaba su quijada de su mano abierta y miraba a Hugo. Eloise estaba sentada a su lado y aun no entendía como eso había ocurrido.
De todas formas, no debía haber nada malo con eso. Ellas no tenían por qué llevarse mal.
Ella había besado a su novio, pero en ese entonces no estaban juntos, así que no debía sentirse culpable por eso.
El señor Acosta se limpió la garganta. Levantó el teléfono y llamó a su asistente por el mismo. Unos minutos después, una mujer de unos treinta y algo entró a la oficina con una copa y una botella de agua fría.
Le sirvió un poco, y él bebió. Pablo se quedó mirando a la mujer, la reconoció. Los había visto a ambos juntos antes, tal vez el papá de Rey estaba engañando a su esposa con esa señora.
Esa señora trabajaba en la oficina del bufete de abogados.
—Bien, —La voz del papá de Rey interrumpió las acusaciones mentales sin mucha base de Pablo, él miró al señor Acosta—, he podido dilucidar de todo esto unos puntos que quiero llamar a su atención, lo primero es que deben residir en el Distrito Nacional, y tener la agenda libre durante tres meses consecutivos. Se les prohíbe salir a clubes, fiestas, aniversarios, cumpleaños, o cualquier actividad donde esté envuelto el alcohol, un día antes de cada carrera, para evitar la intoxicación con alcohol. Están prohibidos los estupefacientes y drogas ilegales de todo tipo. Uhm... —Siguió revisando sus apuntes—. Una mensualidad que cubrirá solo los gastos de la comida, que será reembolsables por órdenes de compra de alimentos, ropas y calzados, será recargada cada mes hasta la finalización del contrato. El mismo tiene una duración de seis meses, los cuales son renovables si al momento del término, las partes no deciden rescindirlo. Está cubierto seguro médico, trajes, y vehículos de motor. No pueden faltar a ninguna carrera sin excusa atenuante firmada por un doctor. —Levantó la vista, se quitó los lentes y soltó la copa. La mujer se lo llevó.
—¿Es todo? —Hugo preguntó.
—Por ahora, lo más importante. —El señor Acosta lo miraba paciente.
—¿Y entonces, muchachos? —Rey preguntó, levantándose.
Pablo se tocaba la quijada. —Tenemos que irnos a vivir al Distrito Nacional si firmamos, ¿no dice nada de pagarnos el alquiler de la casa?
—¡No nos darán dinero en efectivo! —Hugo se burló de la medida—. Balsa de ridículos —se quejó—, no le dejaremos ni un peso en la tarjetita.
—¿Pero van a firmar? —Eva preguntó. Sentía un pequeño tipo de emoción. Los chances y oportunidades eran inmensas. Porque a pesar de todo, participar allí era grande. Si ganaban aunque sea en el tercer lugar iban a poder ganar mucho más que en una simple carrera callejera, y sin los riesgos.
Además, el hecho de que ellos quieran convertirlos en figuras públicas era tentativo. Sabía que fácilmente ellos se harían muy conocidos.
—Lo único lamentable es el que no podré ir con ustedes. —Rey se lamentó—. Por la universidad, pero si visitarlos.
—Espero. Vamos a firmar. —Pablo aseguró. Era más o menos lo que estaba esperando. Después de que Ana Leila se fuera, ya no había nada que lo atara a La Romana. Su familia lo dejó de lado y había dejado la universidad. Todos sus planes cuidadosamente calculados se habían ido ya por una alcantarilla. Ahora debía ir a nuevos horizontes, buscar otro lugar y ser alguien. Porque en ese mismo instante no tenía nada.
Absolutamente nada.
—Pablo también tiene universidad, ¿Cómo le harás? No puedes firmar.
—Pablo no va a la universidad desde hace meses. —Eva negó con una sonrisa hacia Eloise—. ¿No lo sabias?
Eloise miró a Pablo con cara de confusión. Él le desvió la mirada. En el lugar todos se dieron cuenta de que Eloise no lo sabía. Sin embargo, ella solo lo miró y después bajó la mirada. Estaba confundida.
Le iba a preguntar después.
○
—¿Tú te vas conmigo, verdad? —Hugo le preguntó a Marina en el viaje de regreso a casa.
—Claro que me iré contigo.
—A vivir.
Marina entendió ahora la implicación de todo lo que decía. Después de todo, no solo se iría a vivir con él por una semana, sino durante seis largos meses.
—Lo voy a pensar.
Hugo sonrió. Sabía que ella iría de todas formas, no había forma de que ella se quedara sin él.
—Piensa bien que yo no voy a volver, a buscar nada. Si te quedas, no me veras por seis meses, o quién sabe si más.
—Oye, ¿piensas que eres tan indispensable? —Marina frunció el ceño.
Él se había detenido ya en la casa de Marina. Según lo que ella había dicho, volvería a casa ese día. Tenía sus cosas en sus piernas.
—Solo sé que no podemos vivir el uno sin el otro. —Se le acercó y la besó. Marina se dejó besar, después suspiro. Y abrió los ojos.
—Insisto, lo voy a pensar.
○
El día en que verían el capítulo piloto, llegaron justo a tiempo a la transmisión, antes de iniciar. Lo harían en la casa de Frederick, en su patio trasero. Allí tenían una pantalla gigante y muchos invitados, casi sobrepasaban los cien.
Había mucho alcohol y una mesa con bocadillos. Hugo se veía muy feliz, mientras conocía personas nuevas y se tomaba fotos con ellas. Marina siempre estaba cerca de él.
Pablo estaba más apartado, junto a Eloise, Eva y Rey, esperaban sentados el inicio de la premier.
Antes de todo eso, había un camarógrafo que tomó fotos de todo el equipo y de cada uno de ellos individualmente. No era una gala formal, pero Marina había decido usar un vestido sin mangas por encima de la rodillas. Era floreado, y llevaba unas sandalias altas y el cabello suelto con ondas.
Eloise estaba molesta por la forma en que había decidido vestir. Ella estaba más sport. Con un pantalón de tela blanco y una camisa colorida. No se despegaba de Pablo, aunque todavía no habían hablado sobre que haya dejado la universidad.
Era algo muy grave. ¿Qué era lo que planeaba hacer? de carreras no iba a vivir.
Cuando empezó la transmisión, se sentaron en la primera fila de la derecha, en las siguientes posiciones: Hugo, Marina, Eva, Pablo, Eloise, y Rey.
El video empezó con una toma desde el cielo. Habían tomado video con drones desde distintos ángulos, con letras doradas en mayúsculas las palabras «Gold Racing Team» se enmarcaba. Pasaban varias escenas de preparativos, grababan las motos, los participantes hablando, una persona explicando el circuito, vieron a Hugo sonreír y saludar, también a Pablo, quien solo dijo que estaba listo, pero sin sonreír. Varias tomas de otros participantes. Después, la carrera, el humo levantándose, el sonido de los motores ronroneando, como tomaban una curva, y los ganadores.
Era una versión acortada de los eventos, parecía más un tráiler de futuras competencias. En una de las últimas escenas, aparecieron en la pantalla Pablo y Marina, ella le agarraba su mano y ambos sonreían. Unos fotogramas más y había terminado.
Marina se pasó los dedos por los ojos, respirando hondo. ¿De quién había sido la idea poner esa toma de ellos dos? Estaban hablando, simplemente. Ni siquiera quería mirar a Hugo.
Los presentes aplaudieron por los siete minutos de video llenos de emoción y adrenalina, en realidad, la edición había sido fenomenal, parecía de película.
Solo cuatro de ellos no aplaudían, ni Eloise, ni Pablo, mucho menos Hugo o Marina.
Decidió que no opinaría nada para evitar enfrentamientos esa noche, pero fue Rey quién hablo.
—Fantástico, ¿no lo creen chicos? —Seguía aplaudiendo.
Frederick se levantó al frente, junto a otros dos hombres.
—Este proyecto inició con buen pie, muchachos. —Juntó sus manos. Hugo aún no había volteado a mirar a Marina, miraba a Frederick. Ella se preguntaba si estaba enojado. Casi no podía respirar.
—¿Ya está publicado? —Hugo preguntó.
—No. Aún no. Por favor compartan un tráiler en sus cuentas de Instagram, Willie se los va a enviar por Whatsapp a ambos. —Se alejó de Hugo—. Pero pónganse de pie, para que todos los conozcan a los nuevos integrantes, Hugo Dante y Pablo Portorreal. —Anunció animado. Los levantó a ambos y los puso al frente, y los presentes aplaudieron.
—¿Ya firmaron? —preguntó Eva a ellos tres.
Eloise se alzó de hombros. Marina se inclinó hacia donde Eva. —Creo que sí.
—Esto es fantástico.
Después del video, Hugo desapareció con Frederick. Marina se quedó con Eva y Rey y aprovecho para beber un poco, ya que Hugo no estaría controlándole eso.
Era cerveza muy fría. Le refrescaba.
Ellos hablaban del proyecto, y de la suerte que tenían ellos dos. También le preguntaron si ella se iría con Hugo, a lo que ella respondió que no había decidido.
Pablo estaba hablando con invitados, con Eloise al lado, al terminar la conversación se acercó a donde sus amigos.
—Hola Marina —la saludó porque no lo hizo al llegar. Se habían visto la semana pasada en el funeral de su abuela.
Ante los ojos de Marina, sintió remordimiento: de que le estuviera juzgando por estar en una fiesta después de que su abuela muriera una semana antes, quería justificarse, y estuvo a punto de pedirle un minuto a solas.
Eloise le sonrió a Marina. —Sí, hola Marina, ¿es que no desaprovechas una oportunidad para metértele por los ojos a mi novio?
Marina rodó los ojos, queriendo marcharse de allí. Eva le agarró el brazo para que no se fuera.
—Detente Marina, no te vayas, quédate. —Eva miró a Pablo—.¿Puedes decirle algo a tu novia?
—Eloise...
—Dios mío, uno ya no puede bromear. —Se recostó de Pablo muy cariñosamente, enredando sus manos en su cuello.
—Solo fue una toma, guarda las garras. —Rey advirtió—. Se verán muchas veces, ¿recuerdas que su novio es Hugo y ahora estos dos siempre estarán juntos?
—Ha de ser feo que le pongan los cuernos frente a sus narices.
Marina inhaló aire por las fosas nasales, y sintió el impulso de echarle la cerveza encima. Se contuvo, unas manos se colocaron en su cintura, acercándola a ese cuerpo caliente.
Era Hugo.
—Hola amigos... gatita. —Miró a Eloise—. ¿Se divierten?
—Claro que sí. —Eloise respondió.
—Un segundo más y se arrancan los pelos.
—Esto es tan tonto, —Marina bebió de su vaso. A Hugo le dio el olor a alcohol de su boca, tomó el vaso de su mano y vertió el líquido en la grama—, ¡oye!
—¡Que mala onda! —Rey reaccionó a esa acción.
Marina se contuvo y Hugo ignoró eso, siguió hablando.
—El domingo, nuestro amigo Pablo estaba un poco desanimado. Su amiga Marina solo trataba de animarlo un poco, porque conocía a su abuela, en paz descanse. —Miraba a Pablo—. Por respetos a Pablo y a su abuela, Willie quitará esa parte del video. —Miró a Eloise—. ¿Ya puedes dejar a mi novia en paz? —Y estaba serio mientras se lo decía.
—No le hables así Eloise. —Pablo estaba irritado. No tanto por el tono de voz desafiante, sino porque había hecho que eliminaran esa parte del video. Le parecía absurdo.
Hugo hizo caso omiso, se llevó a Marina de allí. Solo quedaron los cuatro.
Eva dio otro sorbo a su vaso de cerveza. —Que maldito drama.
Eloise se cruzó de brazos.
—Hey, gatita, agradece que Pablo no te trata como Hugo a Marina, le botó la cerveza. —Rey negó todavía sin creérselo. Le había causado mucho que hiciera eso y que Marina no haya reprochado más que un solo «¡Oye!»
Eloise lo señaló en el pecho. —A mí no me digas así.
Se alejó y Pablo le siguió detrás. Solo quedaron Eva y Rey.
—Dios mío, es tan obvio que se gustan. —Eva tuvo miedo, le susurró a Rey.
—No lo creo... observa bien: Marina tiene las cenizas de lo que sintió por Pablo y Pablo quiere avivarlas. Pablo consigue lo que quiere, y la suelta en banda con el fuego ardiendo y seguirá con Eloise. Así funcionamos, yo conozco a Pablo. Nunca se haría novio de Marina. —Rey le aseguró a Eva.
Eva negó.
—No tengo nada que responder. Solo que espero que Pablo se comporte y deje de ser tan infantil. —Vio a Rey sonreírle—. ¿Qué?
—Nada, te ves sexy.
—Rey, no, para, aquí amigos. —Eva le advirtió—. No cumplidos ni nada de eso de novios. Está en el trato.
—Hay una habitación por allí, podemos hacer la cláusula uno.
Eva lo observó; Rey era su mejor amigo desde el prescolar, junto con Pablo. Era casi rubio, con la piel tostada y ojos canela. Era bastante atractivo, pero la relación de ellos no iría a mayores.
Eran amigos, pero eso no les prohibía besarse o tener sexo casual, mientras no desarrollaran sentimientos.
No lo habían contado a nadie. No iban a entender esa relación de ellos.
Ni siquiera Pablo.
—Vamos
Tenían la seguridad de que nadie saldría herido.
nota: pls, yo shipeo a eva y a rey, siempre estan juntos♥♥♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro