Capitulo [19]
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—Todo comenzó en el día en que fui invocado a otro mundo. Mi día había comenzado normalmente; asistí a la clase del profesor Aizawa y luego fui a almorzar al salón contigo, Uraraka-san—miró Izuku a su amiga con nostalgia— Pero… nada de lo que había vivido anteriormente me preparó para lo que me pasó cuando estaba entrando al baño cercano a nuestro salón...
(...)
Mientras entraba con tranquilidad al baño del Departamento de Héroes, Izuku notó algo extraño; un ligero temblor en el suelo y un zumbido en sus oídos. De repente, un círculo luminoso con extraños símbolos se formó debajo de sus pies, emitiendo un resplandor deslumbrante que lo envolvía por completo.
—¿Qué está pasando? ¡No puedo ver! —exclamó Izuku, presa del pánico por la inesperada aparición del círculo justo debajo de sus pies.
Su primera reacción fue intentar correr fuera del círculo, pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Pronto se dio cuenta de que sus pies parecían estar pegados de alguna forma en esa cosa, y sus músculos se contrajeron tanto que no podía moverse con facilidad.
Al comprender que estaba atrapado, su pánico creció al suponer que esto podría ser obra de un villano desconocido en la Academia, una trampa que lo dejaba impotente.
—¿Es un ataque de un villano? ¡Los demás podrían estar en peligro! ¡No puedo moverme! —exclamó Izuku con inquietud.
Sin demora, el extraño suceso que lo envolvía cumplió con su cometido. El entorno cambió lentamente a medida que la luz lo invadía, desvaneciéndose de forma gradual. Al final, fue engullido por la luz cegadora por completo. Como resultado, un maremoto de sensaciones abrumadoras lo envolvió, arrastrándolo hacia lo desconocido. En consecuencia, él no podía discernir nada a su alrededor; cada uno de sus sentidos se veía inundado por la abrumadora luz.
Finalmente, esta se disipó, dejando a Izuku acostado en un lugar totalmente desconocido. Cuando recobró por completo su conciencia en unos pocos minutos, con un leve gemido, abrió los ojos y fue recibido por la intensa luz del sol y el canto alegre de los pájaros. Trató de incorporarse, sintiendo una mezcla de temor y asombro, deseando saber dónde demonios se encontraba. Pero al hacer el menor esfuerzo por levantarse, un breve dolor agudo lo atravesó, retorciendo su estómago hasta hacerlo doblar rodillas, jadeando por la intensidad del malestar.
Su propio cuerpo, no contento con darle un fugaz dolor de estómago, ahora las náuseas se manifestaron de forma espontánea en él.
—¡Mierda! —exclamó con molestia—Mi estómago…
La sensación de náuseas se volvió tan insoportable que no le quedó más opción que correr hacia el árbol más cercano. Allí se inclinó, apoyando sus manos temblorosas sobre el tronco rugoso mientras el vómito se derramaba de sus labios, dejándolo temblando y agotado. No podía recordar la última vez que se había sentido tan dolorosamente enfermo. Habiéndose recuperado parcialmente, recolectó valor para erguirse una vez más, limpiando su boca con el reverso de su mano, mientras intentaba ignorar la persistente sensación de mareo que lo hacía tambalearse.
—¿Dónde estoy? ¿A dónde me teletransportó ese villano?—se preguntó Izuku a sí mismo, observando con detenimiento el entorno que lo rodeaba.
Después de hacerse esa pregunta, Izuku se enderezó lentamente, con la mirada aún nublada por el malestar, lo que le permitió observar el entorno que lo rodeaba.
—Una cosa es segura, esto no es Musufatu—declaró con pesimismo en su voz.
Un suspiro que denotaba resignación se escapó entre sus labios al darse cuenta de que estaba en medio de un frondoso bosque, envuelto por la calidez del clima y la exuberancia de la naturaleza que lo rodeaba. Frente a él se extendía un océano de incontables árboles que parecían ser una barrera impenetrable, conduciendo a un destino incierto.
Aún con la amarga sorpresa de encontrarse probablemente en algún lugar fuera de la ciudad, eso no impidió que se enfocara como usualmente solía hacerlo.
“Aún si me hubieran llevado a un desierto, esto no impedirá que regrese a la Academia. ¡Debo volver pronto!” Pensó Izuku con firmeza.
Retomando el control sobre su mente, Izuku se dio cuenta de que, independientemente de aquel nuevo y desconocido paraje en el que se encontraba, su única meta en ese momento era regresar a la Academia de Héroes, donde sus amigos y su vida lo esperaban. Aunque la incertidumbre lo embargaba, una determinación indomable brillaba en sus ojos. Con paso decidido, comenzó a avanzar, sin permitirse el lujo de dudar. Más aún, impulsado por el instinto, que deseaba confirmar por cuenta propia si había un ataque de un villano en el que probablemente necesitarían su apoyo.
Por consiguiente, el antes de comenzar a caminar miró a su alrededor determinando qué dirección tomar. Tomando nota de los puntos cardinales y de sus pocos conocimientos sobre la orientación en la naturaleza, el concluyó que el sol siempre saldrá por el este y se pondrá por el oeste. Por lo que decidió ir al este, con la esperanza de encontrar civilización, aún cuando eligió ese camino confiando en su elección casi al azar.
Con su meta fija en su mente, Izuku se dispuso a avanzar, decidiendo que sería más rápido y seguro viajar a través del bosque de día. Hasta este punto, estaba más que ansioso por llegar a la ciudad más cercana y retomar su camino hacia la Academia.
—Creo que iré más rápido si utilizo mi Quirk—concluyó Izuku después de haber parado cuando había recorrido un par de metros.
Decidido a buscar un atajo, Izuku adoptó la postura característica de su poder. Quería usar su Quirk, One For All, para impulsarse con velocidad y saltar entre los árboles. Sin embargo, cuando trató de activar su poder, algo falló. El impulso esperado no llegó; en cambio, perdió el equilibrio y cayó de forma brusca al suelo.
El impacto fue duro y doloroso. La raíz de un árbol saliente de un árbol cercano impactó en su costado, generando una herida que resultó en un notable moretón. Izuku en consecuencia, gimió de dolor y se retorció, maldiciendo su mala suerte.
—¡Mierda!
Respiró profundamente, decidido a no dejarse vencer por este contratiempo y se levantó, utilizando su determinación para acallar el dolor.
—¡Mi Quirk!......¿Qué demonios pasó?—exclamó Izuku, sobándose la herida en su costado, aún cuando tenía el informe puesto de su Academia.
Sin pensarlo mucho, decidió nuevamente intentar activar su poder con movimientos similares.
—....¡Smash!—gritó con todas sus fuerzas al lanzar un puñetazo al aire, con la esperanza de que su habilidad se active.
Izuku en consecuencia se tambaleó hacia atrás, mirando atónito sus manos. Trató de forzar su poder, pero nuevamente nada sucedió.
—¡Mierda!....¡SMASH!—gritó con todas sus fuerzas al repetir el mismo movimiento— ¡Mierda! ¡Actívate! ¡Mierda! ¡SMASH! ¡SMASH! ¡SMASH!......
Todo este esfuerzo lo hacía ignorando que cualquier intento sería inútil hasta que un grito desgarrador se escapó de sus labios, resonando en el aire mientras la desesperación lo envolvía. La imagen de su maestro All Might, su sonrisa al otorgarle esos increíbles poderes, bailó en su mente y luego se desvaneció como un sueño. Sus ojos se llenaron de lágrimas y, con un gemido ahogado, cayó de rodillas en el suelo.
—¡Esto no puede estar pasando! ¡Debe haber una explicación! ¡Mi único poder…..
A raíz de esto, en un acto impulsivo se levantó, con la mandíbula apretada, y avanzó hacia un árbol cercano. Con un grito de furia, golpeó el tronco una y otra vez, sin importarle el dolor que le embargaba. Lágrimas y sudor se mezclaron en su rostro mientras seguía golpeando con todas sus fuerzas. Solo fue cuestión de tiempo para que dejara caer, extenuado, con la respiración agitada, y se aferró a sus manos, intentando recuperar el poder que lo definía.
Intento tras intento, sus esfuerzos fueron en vano. Al tampoco saber nada de los antiguos portadores, su desesperación creció con cada fracaso, y su mente se volvió un torbellino de emociones. Una y otra vez, intentó convocar su quirk, pero solo logró agotarse más. La oscuridad de su derrota se cernía sobre él, sumiéndose en un abismo sin salida. Con un gemido apagado, se desplomó en el suelo, envuelto en la cruel realidad de haber perdido lo que más valoraba.
(...)
—Cuando pierdes un Quirk… pierdes una parte de ti mismo— comentó Izuku mientras miraba fijamente su mano izquierda levantada, aquella parte de su cuerpo donde por primera vez había manifestado su habilidad—. No sé cómo describirlo perfectamente, en especial porque ahora mismo estoy ebrio. Lo único que les puedo decir es que algo parecido a lo que sentí en ese instante puede ser comparado con perder un brazo, una pierna, incluso quedar paralítico. Nada es igual desde que te sucede y tienes que vivir con ello. No puedo hablar por todos mis camaradas o mis esposas, pero sí puedo decir con seguridad que muchos experimentaron la misma miseria que sentí al perder mi Quirk…
Como era de esperarse, ambas chicas reaccionaron con lástima por lo que Izuku les contó. Aunque Uraraka tuvo conocimiento previo de lo que les sucedió al perder sus Quirks, no tenía idea de la magnitud del dolor que tuvieron que sentir. Al mismo tiempo, se sintió afortunada por no haber perdido su Quirk tras lo sucedido con una de las heroínas de las Wild Wild Pussycats en su momento.
Mientras tanto, Momo se esforzó por mantener la compostura para evitar mirar con más lástima a Izuku. Sabía que las personas que habían sufrido un evento traumático odiaban ser tratadas y vistas de esa manera.
A pesar de su sonrisa borracha, Izuku decidió continuar con su relato, consciente de que tal vez podría mejorar el ambiente que se volvió pesado tras contarles lo sucedido a sus amigas, una práctica que había estado siguiendo desde su estadía en el otro mundo.
—…Lo que me sucedió fue un choque emocional para mí en ese momento, pero aún cuando estaba en estado yo mismo sabía que necesitaba seguir adelante. Llorar durante más de una hora no servía de mucho si ahora me encontraba prácticamente desprotegido en una zona desconocida. Necesité reunir el valor suficiente para adentrarme al bosque sin autocompadecerme. No fue fácil, pero finalmente moví mis débiles piernas para caminar en ese suelo lleno de piedras y raíces. Todavía recuerdo mi preocupación por mi calzado, ya que llevaba el uniforme escolar estándar de la Academia y mis zapatos negros no iban a aguantar mucho tiempo en ese camino.…
(...)
Con paso cauteloso, Izuku retomó su viaje a través del bosque, convencido de que encontraría una ciudad cercana a su posición, independientemente del continente en el que se encontrara.
—¡Este bosque es inmenso! —exclamó sorprendido al observar el lugar en el que se encontraba, un bosque que fácilmente podría competir con la Selva Negra en Alemania.
Desafortunadamente, pronto se dio cuenta de que la naturaleza estaba en su contra. Cada paso era una lucha incómoda contra el suelo desigual, cubierto de piedras y raíces que se entrelazaban como obstáculos invisibles. El terreno desnivelado le exigía un esfuerzo adicional con cada zancada, obligándolo a mantener un equilibrio precario mientras avanzaba.
A medida que se internaba más entre los gigantescos árboles, el sol desaparecía por completo y el bosque se sumergía en una penumbra fría y lúgubre, convirtiéndose en una especie de congelador natural. La escasa luz que lograba filtrarse entre las ramas apenas alcanzaba el suelo, sumiendo cada rincón en una oscuridad que aumentaba su sensación de aislamiento.
—¡Mierda!...—se quejó Izuku al darse cuenta de que su uniforme no era suficiente para protegerlo del frío en esa zona del bosque.
El frío calaba hasta los huesos, penetrando insidiosamente en su cuerpo, congelando cada respiración que daba. Cada aliento se convertía en una neblina blanca, testimonio visual de la gélida atmósfera que lo rodeaba. Se estremeció bajo las capas de ropa, su aliento escapándose tembloroso mientras avanzaba, con la determinación y la terquedad que le caracteriza como único foco que lo impulsaba a seguir adelante.
Todo con el objetivo de volver a ver a sus amigos y contarles lo que esa cosa probablemente le había arrebatado su Quirk.
—¡No me dejaré vencer, tengo que seguir avanzando!—exclamó Izuku para sí mismo, quien se negaba a dejarse vencer por las adversidades del bosque.
Lo que él no sabía es que varios ojos puestos en él lo observaban fijamente en su andar por la zona. Ignorando que no todas las figuras ocultas en la oscuridad, eran humanas o tenían forma humanoide.
Con el tiempo y con lentitud, avanzó sus pasos resonando en la quietud del bosque. La brisa susurraba entre las hojas, acompañando sus pensamientos. El sol todavía se filtraba a través de las ramas, tejiendo patrones de luz y sombra a su alrededor. Su mente agotada buscaba desesperadamente una salida, una respuesta a su situación desesperada.
—¿Acaso será lo que creo que es?—exclamó sorprendido.
Finalmente, de forma inesperada sus ojos se posaron en una gran roca que se erguía en la distancia. Al verlo desde la distancia un destello de esperanza brotó en su pecho. Sin dudarlo, se dirigió hacia ella, con pasos rápidos y decididos. Al llegar a su base, observó la empinada pendiente cubierta de vegetación que ascendía hasta su cima.
Izuku respiró hondo y comenzó a trepar, aferrándose a las raíces y ramas que emergían de la tierra. Cada esfuerzo lo acercaba a las copas de los árboles, que ondeaban suavemente bajo el cielo azul. El sudor perlaba su frente, pero su determinación no flaqueaba. Controlando su agitada respiración, continuó, impulsado por la necesidad de alcanzar una visión que le mostrara el camino.
Finalmente, al llegar a la cima, se detuvo por un momento para recuperar el aliento. El paisaje se extendía ante él, ofreciéndole un panorama deslumbrante. Desde allí, podía discernir algunos posibles senderos que se entrelazaban en el bosque, brindándole una posible orientación.
De repente, la posible sonrisa que se formaba en sus labios se desvaneció lentamente, siendo reemplazada por una expresión de profundo shock. La razón de este cambio fue nada menos que el paisaje que se le presentaba en ese momento.
No tardó en observar detenidamente las rarezas de este lugar, procesando lo que veía, y finalmente, no pudo contenerse por lo qué expresó en voz alta lo único que podía articular.
—...Este no es mi mundo. —murmuró con asombro.
A lo lejos, entre las nubes, divisó algo que confirmó sus conclusiones; un colosal castillo flotante que se movía lentamente, como una majestuosa criatura celestial. Al voltear su mirada hacia el cielo en otra dirección, se sorprendió también al ver una manada de aves gigantes surcando los cielos, sus enormes alas batiendo con fuerza. Pero lo que realmente le dejó sin aliento fue el panorama al este: montañas flotantes que se elevaban bajo un inmenso cráter, como si estuvieran suspendidas en la
nada.
Izuku, trató de comprender la magnitud de lo que veía, incapaz de creer que esas maravillas surrealistas estuvieran ante sus ojos. Se preguntó si su mente le jugaba una cruel pasada, si algún Quirk nefasto lo había transportado a este lugar. Sin embargo, cada detalle, cada matiz, le confirmaba que no estaba soñando. Respiró profundamente, intentando asimilar la realidad que se desplegaba frente a él, pero no pudo. Solo le quedaba la desesperación y un profundo pánico. El mundo que se abría ante él era ajeno a todo lo que conocía.
—Mi vida, mis amigos, mi madre, mi Quirk y los anteriores portadores, mi mundo…..Todo se ha ido—concluyó mientras tartamudeaba. Incapaz de formular cualquier sin que sus lágrimas nuevamente recorrieran su rostro—....¡Mierda! ¡Mierda!.....¿Cómo es posible? ¡Es imposible! ¿Cómo sucedió esto? ¡Mierda! ¿Por qué me sucedió esto?.......
Al procesar lo que le había sucedido, sus labios emitieron un balbuceo cargado de incoherencias y negaciones, mezclado con insultos. Sin saber que, mientras se movía de un lado a otro en una orilla peligrosa, su seguridad se vería comprometida. Este accidente predecible finalmente sucedió cuando resbaló en una zona lisa de la roca, casi cayendo al vacío hacia una muerte segura entre un océano de árboles.
―¡Maldita sea! ―exclamó con un último insulto antes de probablemente enfrentar su destino final, con el suelo del bosque bajo sus pies.
Afortunadamente, justo cuando se resignaba a su destino, una mano salió rápidamente en su ayuda. Al volverse para ver quién le había salvado, sus ojos se encontraron con una chica que llevaba el mismo uniforme que el de su Academia. Sin embargo, jamás la había visto antes.
Ella lo miraba con determinación, sus ojos brillaban con una intensidad feroz mientras lo sostenía firmemente. Izuku se aferró a su mano con desesperación, agradecido por la inesperada ayuda. Finalmente, después de un gran esfuerzo físico, juntos lograron alejarse del borde de la roca.
―¿Estás bien? ―preguntó la chica, su voz firme pero llena de preocupación.
―Sí, gracias a ti ―respondió Izuku, aún asombrado por el repentino giro de los acontecimientos.
Mientras recuperaba el aliento, se preguntaba quién era aquella misteriosa salvadora. ¿Por qué llevaba el uniforme de su academia? ¿Cómo había aparecido en ese lugar en el momento justo? Pero antes de que pudiera articular alguna pregunta, la chica le ofreció una sonrisa tranquilizadora, una sensación que no había experimentado desde que había llegado a este lugar.
Luego, ella simplemente inició una conversación, sin importar el lugar donde estaban.
―Para ser Izuku Midoriya, famoso miembro de esa clase conocida por ser el objetivo de los villanos, te muestras muy torpe ―comentó la chica, mientras mantenía un tono de voz bastante amigable.
—¡Espera! ¿Cómo es que me conoces? —preguntó Izuku, visiblemente confundido.
—Soy Mawata Fuwa —se presentó, extendiendo su mano hacia el chico—. Soy del tercer año de la Academia U.A., principalmente en el Departamento de Héroes. Bueno, "iba" siendo ese el caso, ya que como has podido deducir, nos encontramos en otro mundo.
Izuku aceptó la mano de Fuwa en un amistoso apretón de manos.
—Soy Izuku Midoriya, de la clase 2-A —se presentó también Izuku—. Debo admitir que no estaba al tanto de que nuestra clase ya hubiera alcanzado tal notoriedad.
Al separar sus manos, Izuku sintió una emoción al darse cuenta de que había otra persona procedente de su mismo mundo, disminuyendo así la posible soledad que él temía sufrir.
—Créeme, ustedes son bastante famosos. Han tenido más acción que yo durante mis tres años en esa Academia.
—Realmente, la culpa la tienen las circunstancias que nos tocaron—se rió nerviosamente—. Es agradable encontrarme con alguien que proceda del mismo lugar que yo, para variar.
—¡Lo mismo digo!—exclamó emocionada—. Pensé que sería la única en este mundo.
Mawata es una chica alta con cabello rosa claro que le llega hasta los hombros. Su flequillo está dividido hacia la izquierda, recogido detrás de la oreja y cae sobre su ojo derecho. Tiene ojos redondos y grises ligeramente inclinados hacia los lados de su cara, enmarcados por pestañas bastante largas y, un maquillaje de ojos notoriamente oscuro. Sus pupilas claras parecen tener forma de pequeñas estrellas o nubes.
—Lamento que tuvieras que rescatarme y verme en estas condiciones—comentó Izuku, tartamudeando por los nervios—. Es decir, no sabía cómo expresarme.
—¡No te preocupes! Si no tuviera mi autocontrol, estaría balbuceando tanto como tú cuando te vi en lo alto de aquella roca. Aún no puedo creerlo y sigo sin procesarlo del todo. Pero en fin, creo que no es el momento de entrar en pánico. Afortunadamente para ambos, tengo mi mochila especial que iba a utilizar en la práctica que debía asistir.
—¡Me agrada la idea! —dijo Izuku, esforzándose por mantener la compostura ante el entusiasmo que ella transmitía.
Fuwa no tardó en sacar su mochila, la cual estaba llena de varias cosas útiles que les ayudarían para sobrevivir al menos en este lugar. Entre las cosas, había una botella con filtro purificador y algunos filtros extras, una barra de chocolate, una guía de supervivencia en ambientes forestales, un pedernal para encender una fogata. Desafortunadamente, también había algunas cosas inútiles que ambos sabían que no les serían útiles, como ropa de gimnasia, un estuche de maquillaje, varios libros de sus materias y útiles escolares. Lo único que podía considerarse entretenimiento era una novela ligera de romance que ella traía consigo.
—¿Cómo sabías que íbamos a necesitar esto? —preguntó Izuku al observar todas las cosas útiles que ella tenía en su mochila.
—En realidad no lo sabía, esto es algo que siempre traía en mi día a día en la Academia. Durante mi primer año, por costumbre familiar yo siempre traía más cosas para sobrevivir en este tipo de ambiente. Incluso siempre llevaba provisiones, un cuchillo de supervivencia y una tienda de campaña que podía guardarse en un espacio pequeño en mi mochila, entre otras cosas. Con el tiempo, y por la presión de mis amigas y compañeros, reduje mis pertenencias útiles. Hasta que en mi tercer año apenas traía cosas útiles y la gran mayoría eran prácticamente inútiles. ¡Qué tonta fui! —se recriminó a sí misma.
—¡No te preocupes! —intentó tranquilizarla Izuku—. Tuviste la fortuna de traer algo esencial. En mi caso, ni siquiera tuve prudencia para meter en mi mochila algo útil si la hubiera traído conmigo.
Al final, ella sonrió muy agradecida por las palabras de Izuku.
—Gracias, Midoriya-san. Creo que ahora es buen momento para irnos a esa cueva segura que yo encontré en la primera hora desde que llegué aquí.
—¡Oh! ¡Muchas gracias! Jamás pensé en buscar un refugio en la noche…yo no sé qué decir.
Después, guardó su mochila y finalmente comenzó a bajar de la gran roca, seguida por Izuku.
—No hay de qué. Por ahora, pienso que debemos estar unidos para sobrevivir—concluyó Fuwa mientras escalaba hasta llegar al suelo.
—Comparto la misma opinión y espero no ser una carga para ti—dijo Izuku, siguiendo los pasos de su compañera.
Posteriormente, Fuwa e Izuku continuaron su camino en silencio a través del bosque. Después de media hora de caminata, finalmente llegaron a la cueva. Una formación rocosa se alzaba frente a ellos, rodeada de árboles y cubierta de musgo y vegetación. Se veía como si la tierra misma hubiera sido moldeada para crear un refugio natural en medio del bosque. La entrada de la cueva era amplia, y el túnel se adentraba en la oscuridad.
—Encontré este lugar por accidente cuando buscaba un refugio para pasar la noche. Por ahora, es seguro. Afortunadamente lo encontré rápido, aunque tendremos que organizarnos— explicó Fuwa, mientras contemplaba el nuevo refugio en el que estarían a partir de ahora.
—Sí—confirmó Izuku—.
Sin más, ambos entraron en la cueva. El suelo estaba cubierto de arena y piedras, y el aire tenía un olor a tierra fresca y musgo húmedo. Llegaron a un espacio amplio y aislado en el fondo del túnel, perfecto para establecer su campamento. Fuwa rebuscó en su mochila y sacó un par de ramas secas y su pedernal, mientras Izuku juntaba algunas ramas y hojas secas para encender la fogata que habían obtenido en el camino.
—Deberemos cuidarnos del frío. Aquí seguramente no existirán los medicamentos que comprarías en una farmacia, menos la penicilina—comentó Fuwa mientras prendía la fogata con lo que habían recolectado.
—Ojalá tengamos algo con qué cubrirnos—reflexionó Izuku con pesimismo.
Pronto, el fuego crepitó y cobró vida, llenando la cueva con su cálido resplandor. El humo se elevaba perezosamente hacia la entrada de la cueva, encontrando su camino hacia el cielo a través de las grietas en la roca. El calor del fuego los envolvió, disipando la frescura de la tarde y brindándoles un sentido de seguridad en medio de la naturaleza salvaje en un mundo desconocido.
Izuku, mientras tanto, no pudo evitar hacerle una pregunta a la chica, que se estaba quedando mirando el fuego, al igual que él.
—¿Qué va a pasar a partir de ahora? —preguntó Izuku de forma reflexiva a Fuwa— Ya que al estar en este lugar, cualquier cosa que haya planeado para mi vida ya sería prácticamente imposible. Es decir, ni siquiera podré ser un héroe al estar aquí.
Después de pensar y reflexionar un poco, Fuwa, a simple vista, parecía tener una respuesta concreta.
—Realmente no lo sé. Solo sé que por ahora tenemos una sola meta. La cual es sobrevivir a esta mierda. No sabemos si somos los únicos aquí o la razón por la que nos llevaron aquí. Solo nos queda la negación y seguir adelante.
Al final, no había nada que él pudiera decir, ya que Fuwa le había respondido su pregunta. Solamente le quedaba estar callado hasta cierto punto, pero solo dijo una cosa antes de sumergirse en silencio en esta conversación.
—¿Quieres simplemente sentarte cerca de la fogata para calentarte y solo recordar en silencio los buenos tiempos con tus seres queridos? Sé que suena una tontería, pero se me ocurrió eso para no pensar en lo que nos pasó.
—¡Esa es una excelente idea! —sonrió Fuwa ante la propuesta de Izuku— Ya pensaremos luego qué tendremos que hacer mañana. Tenemos agua y una barra de chocolate que podemos comer hoy. Además, ya se está haciendo tarde.
—Gracias.
Fuwa e Izuku se sentaron alrededor de la fogata, disfrutando de alguna manera la compañía del otro, al ser ambos del mismo mundo. La soledad era un sentimiento que tendrían que combatir desde que llegaron y esto era la oportunidad perfecta de no tenerla en sus mentes.
(...)
—La primera noche fue un infierno para dormir y acomodarse en esa cueva. Lo único bueno que salió de esa tarde es que no estaba solo, y tenía a una compañera que estaba viviendo lo mismo que yo. Después de eso, los siguientes días no hicieron más que empeorar nuestra estadía en ese mundo. Al final, ambos concluimos que la primera semana fue la más dura, ya que tuvimos que adaptarnos a un nuevo entorno. Para mí, el segundo día fue el peor de todos, ya que fue cuando supimos lo peligroso que era ese bosque y lo afortunados que fuimos en nuestro primer día.
Uraraka se sorprendió cuando Izuku mencionó un peligro que acechaba en el bosque. Por lo que no tardó en preguntar por un impulso de curiosidad.
—¿Qué encontraron en ese bosque? —preguntó Uraraka.
Izuku respondió de manera sombría.
—Las verdaderas criaturas nativas de ese mundo. Ni siquiera esos pájaros que vi a la distancia eran lo más cercano al peligro que reside en ese bosque. Verán, cuando despertamos en el segundo día…
Continuará…..
¿Qué tal les pareció? Disculpen la tardanza jeje. Quisiera saber que opinan y no olviden comentar :).
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