Quiero estar contigo
No podía creer lo que estaba haciendo. Estaba besando a un hombre después de tanto tiempo y además, correspondía gustosa.
-Sebastián...- susurró, separándose -Lo siento...- volvió a besarla y ella apartó sus labios de él -¡Basta!- exigió, intentando apartarlo.
-¡No!- la tomó de la nuca y la cintura con firmeza, enfrentando sus ojos -¡Nunca más volveré a vivir sin esto!- la besó con fuerza, para que entendiera que, ya no habría vuelta atrás -Te encontré... Después de tanto tiempo de soñar contigo... Te encontré- murmuró con sus ojos cerrados, juntando sus frentes y acariciando su cuello -Déjame besarte aunque sea una vez más-
Suplicó, como si su vida dependiera de eso. Como si muriera lentamente si no lo hacia de nuevo.
-Sebastián... Déjame... Por favor- no sabía porque, pero lágrimas caían de sus ojos sin razón -A mí mataron cuando Keilot murió- su labio inferior tembló al hablar. Se sentía tan extraña en sus brazos -Lo siento, no puedo corresponderte-
-No llores...- secó sus lágrimas con besos, una tras otra -Yo no soy él, me hubiera encantado ser Keilot. Pero quiero hacerte feliz, quiero borrar esa tristeza que habita en ti-
Ella lloraba como una niña. Lloraba por su destino, por su mala suerte, por su infelicidad, por Keilot, por su hija, por Sebastián. Lloraba por todo y a la vez, lloraba por nada. Él la abrazo con fuerza, tratando de unir todas las piezas rotas que constituian su alma, pero no pudo hacerlo, no pudo volver a armarla.
-Perdóname. No sé porque estoy llorando- limpió sus ojos, frustrada -Desde que tú llegaste aquí, es lo único que hago. Hacés que me sienta extraña-
-Bueno. No sé si ofenderme o alegrarme por eso- le besó el cabello -Quiero estar contigo- la abrazó contra su pecho. No quería soltarla nunca -Por favor... Dame una oportunidad, quiero estar contigo- confesó con el corazón en la mano -Prometo que te haré feliz y ya no llorarás-
-No lo sé. A penas te conozco- habló intentando separarse de él, pero era muy fuerte -Podrías ser un asesino de mujeres y no saberlo- rió entre sollozos mirándolo a la cara.
-Créeme, si hubiera querido matarte, ya lo hubiera hecho- le limpió una última lágrima con un último beso -Además, eres tan fea cuando lloras-
Se burló, acunando su rostro y ella lo golpeo, ofendida.
-¡Oye! ¡Así lloro!- rió con él por eso -¡Maldito desconocido de ojos azules!- lo volvió a golpear.
-Eres hermosa y si quieres, te daré la oportunidad de conocerme-
La aferró del rostro dispuesto a besarla, pero el grito de una niña, los interrumpió.
-¡MAMI!
Ambos corrieron ciegos de terror al escuchar sus lamentos, parecía que alguien estaba lastimándola. Él llegó primero a la habitación y abrió la puerta, estrepitosamente. La pequeña, se encontraba abrazada a un enorme perro color negro y ojos grises, que la consolaba mientras lloraba. Quedo estático, ese animal se veía temible, sin contar, que un ave azul voló sobre su cabeza y aterrizó en la cama.
-¡Ivi! ¡Hija! ¿¡Qué paso!?- corrió hacia ella presa del pánico -¿Por qué gritaste así, cariño?- se sentó en la cama y la niña la abrazó.
-¡Unos hombres con traje venían por tí y te llevaban con ellos!- lloró desconsolada, abrazada a su madre -¡Y yo me quedaba aquí, sola!- lloró todavía más -¡Ellos lastimaron a Levi, cuando quiso ayudarte!-
-No llores, mi pequeña gran valiente- la arrulló entre sus brazos -Sólo fue un mal sueño, mamá esta aquí y siempre estará aquí- la consoló besando su carita.
La imagen de esa niña llorando por su madre, le partió el alma, ellas se tenían la una a la otra y estaban solas en este mundo para protegerse. Él haría todo lo posible para nunca las separarán. Intento acercarse a ellas con cuidado y despacio.
-¡No te acerques!- advirtió ella -¡Levi te desconoce y podría atacarte!-
El animal junto a la cama, lo miraba atentamente, calculando todos sus movimientos. Se alejó de ellas y se acercó a él, despacio, olfateando en su dirección, como buscando algo. Estaba quieto en su lugar, esperando que ese perro, que dudaba que lo fuera, se acercara a él.
-Tranquilo, amigo. No les haré daño- habló hacia él mirándolo a los ojos -Yo soy como tú, estoy aquí para cuidar de ellas-
Levi, como le decían, olfateó una de las manos del hombre frente a él y apoyó su cabeza en ella, meneando su cola de felicidad. Ese animal, inexplicablemente, estaba feliz de verlo.
-Vaya, creo que a él también le agradas-
-¿Eso es cierto amigo?- acarició y palmeó el cuerpo del perro junto a él -Eres un gran chico-
-Levi es un lobo oscuro, es el familiar animal de Ivi- la niña se había vuelto a dormir -Él daría su vida con tal de cuidar de ella. Tienen un vínculo muy especial- recostó a su pequeña en la cama y la abrigó bien -Su padre, era un cazador alfa- acarició los cabellos de su hija -Ella heredo eso de él, al igual que sus ojos verdes-
Le enseñó la marca del alfa en la mano de su hija. Él se quedó, petrificado, tenía la misma marca de esa pequeña en su nuca. Un dolor repentino, llegó a su cabeza, pero intento ignorarlo con mucho esfuerzo.
-Vaya, es una niña muy fuerte- se acercó a la cama acompañado del lobo -Pero es idéntica a ti- le acarició la mejilla con el dorso de su mano con ternura -Es hermosa-
-Si, es lo único que Keilot dejó en este mundo para mí-
Se arrodilló junto a la cama, apoyando su cabeza sobre un brazo para acariciar a su hija. La amaba tanto, que no podía evitar arrullar su sueño cuando dormía.
-Mami- abrió sus ojitos somnolienta mirando a su madre -¿Me cantas nuestra canción?-
-Si, mi amor- ella comenzó a silbar una hermosa melodía de cuna, para luego cantar -Es pronto para comprender... Que pueda mirarte y verme a la vez, que escuches hoy mi voz, que tanto te cantó los meses que tu fuiste yo- la niña cerró sus ojitos, otra vez -Es pronto para comprender... La vida es tan bella como tú la quieras ver si lloras cantaré, si sufres te hablaré, si mueres moriré también. Si te cuentan que lloré... cuando te tuve en mis brazos, no me pude contener porque te quiero tanto...-
Ella cantaba como un ángel. El hombre junto a la cama, las miraba nostálgico. Había escuchado la letra de esa canción, una vez, en uno de los sueños que tuvo con ella. Ambos miraban el cielo, él tenía la cabeza sobre su abdomen, mientras ella, le cantaba a una pequeña sobre su pecho. El mismo dolor de hace unos instantes llegó a su cabeza, llenándolo de preguntas. Ahora dudaba, si eso había sido un sueño o un recuerdo.
-Sebastián- lo tomó del rostro con ambas manos -¿Estás bien? Te pusiste muy pálido de repente- dijo, preocupada.
-Gaia, ¿Cómo murió tu esposo?-
Preguntó shockeado y aferrandola de las muñecas. La consternó un poco la pregunta, no entendía el porque quería saber eso.
-Él murió en Kehisalhima, hace cinco años. No estoy segura de como fue su muerte, Lai nunca me lo dijo, ¿Por qué te interesa saber eso?-
-Por nada. Tengo que irme- habló apresurado tocando su cabeza -Piensa en lo que hablamos hoy, por favor- la besó con insistencia una vez más -Por favor... Piénsalo-
La abrazó fuerte y caminó apresurado hacía la salida. Lo miraba marcharse sin comprender nada y lo último que escuchó, fue la puerta de entrada cerrándose.
Él al salir de la casa, tuvo que sostenerse con fuerza de la entrada para no colapsar.
-No puede ser- susurró ahogado, hiperventilando -Tengo que hablar con Lai- se alejó de allí en dirección a la posada.
Lo que ignoraba, era que él, se encontraba en la casa de Dea, impacto por la revelación que había escuchado hace instantes.
-¿Qué?-
Intentó acercarse a ella para consolarla, pero lo detuvo. Lloraba como si no hubiera un mañana.
-¡No te acerques! ¡No quiero que me toques!- gritó histérica -¡Se suponía que esto! ¡No tendría que haber pasado, Lai!- tocó su vientre por instinto -¿Qué voy hacer ahora?-
No podía verla sufrir de esa manera, él la amaba y ahora, más que nunca. Se acercó y sin importarle nada más en el mundo, la abrazó con fuerza, mientras lloraba intentando alejarlo.
-¡Dea! ¡Por favor! ¡Cálmate!- exigió, rodeandola con sus brazos -¡Tranquilízate! ¡Yo voy a estar contigo!-
Ella dejó de forcejear para discutir con él, mirándolo a la cara.
-¡No! ¡Yo no quiero a este hijo, Lai! ¡Sólo me acosté contigo por diversión!-
Lo miraba con tanto odio que la desconocía. Ella nunca diría una cosa así, quería lograr algo, que él se alejara. Pero estaba equivocada, unas simples palabras, no harían que dejará de amarla.
-¡Dime lo que quieras!- respondió en el mismo tono -¡Puedes decirme que me odias! ¡Mil veces, si quieres!- la sostuvo fuerte, desafiándola a los ojos. Ambos respiraban agitados -Pero nunca lograrás que te odie y en este mismo momento, mi hermosa Hechicera de la Luna. Te amo mucho más que antes-
Se había tranquilizó, sabía como tranquilizarla con unas simples palabras, ese era el poder que él tenía sobre ella. Se aferró a él, para llorar en su pecho, lloraba como nunca antes había llorado. La vida y el destino, se habían encarnizado con ella para nunca separarla de él.
-No sé que hacer- lloraba, abrazandolo -¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?- se separó, para verlo a los ojos -Vamos a tener otro hijo, Lai ¿Comprendes lo que eso significa?-
-Si, que me haces inmensamente feliz- le besó el rostro muchas veces. Ella rió, intentando apartarlo -Ahora más que nunca, quiero quedarme contigo-
Le acomodó los cabellos como muestra de consuelo y cariño.
-Suéltame, no sabés lo que dices- Intentaba alejarse de él -Arruiné tu vida y ahora, la de otras personas también-
-¡Oye! No arruinaste la vida de nadie. No era tu intención, ¿Entiendes?-
La sostuvo con fuerza, mirándola a esos hermosos ojos hechiceros que ella tenía.
-Ese era el punto, arruinar sus vidas-
Él fruncio el ceño, negando con su cabeza. Quería que la odiara y así, hacer todo mas fácil.
-Pero no lo lograste- replicó -Escucha, he perdido mucho... Demasiado...No quiero perderte a ti otra vez-
Levantó un poco su mentón y le acarició los cabellos castaños que estaban en su frente, ella recargo su cabeza en él.
-No es tan sencillo, ¿Qué no lo entiendes?- se zafó de su agarre y se alejó de él -¡Han pasado cinco años! ¿Qué es lo que esperas?, ¿Sentirnos como unos jóvenes enamorados, mientras empezamos a criar a nuestros hijos juntos y envejecer tomados de la mano? Dije estás mismas palabras en aquel entonces y no funcionó, ¿Qué te hace creer que ahora funcionará?-
-Si, eso es lo que espero que pase, otra vez- tomó su hermoso rostro entre sus manos sin previo aviso y lo besó con delicadeza -Te amo Dea, podemos ser felices juntos-
Ella se mordió el labio con duda, pero no podía negar que eran pocas las cosas que le proporcionaban felicidad, sólo Eyra, su hermana, su sobrina, sus padres y ahora, el pequeño ser que crecía en su interior. Tenía que intentarlo, haría todo posible para incluir en esa lista de personas a Lai.
- Prométeme... Prométeme que todo saldrá bien- imploró con sus ojos -No quiero que resultemos heridos como la última vez-
-Lo prometo. Ni Irene, ni la Torre, podrán retenerme. Somos más fuertes-
Besó sus manos entre las suyas y una ligera sonrisa se formó en sus labios, junto con un brillo en sus ojos que reflejaban esperanza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro