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Ataque

La Reina de Hielo y el soldado Albert Strongers, eran los únicos sobrevivientes de los repentinos ataques del Soldado del Invierno. Pero él, no estaba solo, ese sujeto con rasgos de hechicero, era su aliado e igualmente poderoso.

-¡No puedo creer que ese maldito de Jenner nos haya traicionado!- golpeó una mesa, frustrado -¡Por suerte, pude escapar de él! ¡Pero ese hechicero que lo acompaña, es muy fuerte! ¡Apareció de la nada y acabó con los chicos con solo levantar una mano!-

La reina, se encontraba sentada en un sillón similar a un trono y lo escuchaba, incólume, con una gran espada en la mano. Representaba la imagen del odio y el despecho, en persona. Ella creyó ser correspondida por el Soldado del Invierno, pero él, siempre estuvo enamorado de esa mujer con la que soñaba todas las noches y que buscaba, intensamente, en sus misiones.

-Las están protegiendo- mencionó, impertérita - Aún no comprendo el porque, pero desde que llegó aquí, no es el mismo. Se atrevió a desafiar al Rey- clavó su espada en la mesa -Es nuestro turno de atacar- observó un mapa sobre la mesa -La única manera de desestabilizarlos, es atacando sus puntos débiles- señaló dos edificios en el centro de la ciudad.

-Ahora comprendo porque te llaman la Reina de Hielo, tu corazón, es un témpano-

Sonrió orgullosa. Para ella, eso era un halago.

Había llegado el momento de atacar y nada ni nadie los iba a detener. No les importaba cuantos civiles cayeran, iban a ejecutar su plan a toda costa.

-¡Deja de quejarte y ayúdame!- le habló a su esposo pasándole una caja desde el ático de la casa -Aquí está toda tu ropa, hace tres días que usas el mismo atuendo y sinceramente, apestas-

-¡Pero quiero ir con Lai!- se quejó como niño chiquito -A él no le importa que apeste, habíamos quedado que iríamos a pescar-

-Lai no irá a pescar, Dea se encuentra muy descompuesta el día de hoy y tuvo que quedarse en casa- sacó un pantalón y una franela de la caja -Espero que aún te quepa esto, cinco años en una persona, es mucho tiempo-

Pasó las prendas a su esposo, que la miraba impactado y un poco ofendido.

-¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué estoy viejo y gordo?- ella hizo una mueca para no reír.

-Quizás- él tocó su pecho, dolido -Admítelo, Keilot. Esa barba candado y el cabello más largo, no te quedan y creo que, has aumentado de peso en estos años-

Lo señaló burlona en el estómago. Mentía. Él era puro músculo y fibra, sólo que, lo años de entrenamiento militar lo hicieron más tonificado.

-Pues, a mí me gusta y se quedará- se cruzó de brazos, mirándola desafiante -Soy muy apuesto con o sin esto- acomodó su cabello con galanura.

-Cállate y ve a bañarte, galán - mencionó irónica, dejando una toalla en su pecho -No quiero que te acerques a mí con esa peste- colocó sus manos en su cintura, mirándolo a los ojos -Y sabés a lo que me refiero- él se horrorizó.

-Si, mi vida. Ya voy a bañarme- intentó besarla y ella, se alejó -Bien... Bien... Ya entendí... Me voy- suspiró molesto y se dirigió al baño.

-Es como un niño- murmuró.

Sacó toda la ropa de la caja, dispuesta a ordenarla en la habitación de ambos, pero unos golpes histéricos, se sintieron en la puerta. Fue a abrirla y cuando lo hizo, su hermana entró como una bala a la casa, hecha un manojo de nervios.

-¿No estás escuchando la radio?-

Preguntó histérica, corriendo hacía el aparato y encendiendolo. Consternada, se acercó para tranquilizarla. Estar tan nerviosa, podría hacerle daño al niño.

-Dea, tranquilízate ¿Qué sucede? ¿Por qué estás así?-

La miró dubitativa, no sabía si decirle o no sobre lo que había pasado, pero debía hacerlo.

-Gaia...- titubeó -Una bomba acaba de explotar en el jardín de Ivi-

Dejó de respirar. Su hija, su pequeña, estaba allí. Lo único que se escuchaba en la habitación, era la voz del locutor de la radio, reiterando la información.

-Reiteramos... Acaba de explotar una bomba en el jardín de infantes de la ciudad- habló apresurado -Muchas personas se encuentran heridas y la mayoría de los niños han muerto- se sostuvo de su hermana para no caer al escuchar la noticia. Una gran pausa interrumpió al locutor -Último momento... Nos acaban de informar que, lo mismo ocurrió en la escuela primaria de la ciudad... Esto es un atentado, señores... No hay otra explicación para ello-

-Eyra... Mi niña...-

Susurró con la mente en blanco, mientras su hermana la sentaba en una silla, para que no desvaneciera. Había perdido el color de golpe.

-Ellas están bien, lo sé...- se hincó tomando sus manos temblorosas -Son fuertes como nosotras. Tranquilízate, te hará daño- su voz se quebró y miró hacía el patio de su casa. El familiar animal de Ivi, quería entrar. Corrió a él -Levi, ¿Ellas están bien?- gruñó en respuesta -Están bien, Dea. Vamos a buscarlas-

Se pusieron de pie y salieron de la casa junto con Levi, hacía los edificios en llamas.

-Mi niña... Espero que estés bien... Protegela Dama del Caos- imploró, tomando su pendiente de dragón -Protegelas a ambas-

Lai llegó a la casa y no la encontró. Había escuchado las noticias en el almacén de la esquina y salió directo a buscarla. Sin perder tiempo, se transportó a la casa de Gaia y golpeó la puerta con insistencia. Un mojado Keilot, en pantalones, sin camisa y descalzo, abrió la puerta.

-¿Dea está aquí?- preguntó en pánico, ingresando a la casa.

-No, recién salgo de tomar un baño y Gaia tampoco está- contestó con simpleza -¿Qué está pasando, Lai?-

-El jardín de infantes y la escuela primaria, fueron atacados con bombas, ¿Tienes alguna explicación para eso?-

Preguntó irónico y él se quedó sin aliento.

-¡Esa maldita!- gritó a los cuatro vientos, pasando una franela sobre su cabeza -¡Ahora si la mataré!- colocó a Tokijin en su cuello.

-Te puedo asegurar, que ella no esta sola en esto- ambos salieron apresurados de la casa -El sujeto que se nos escapo, ese tal Strongers, tenía explosivos hasta en los dientes- explicó preso de una ira asesina -A ese, me lo cargo yo-

-Hecho, amigo. Se han permitido muchos excesos-

-Nadie se mete con nuestra familia, hermano-

Llegaron al jardín de infantes. Todo era un caos, personas y niños heridos, llantos, sangre y muertos, dentro y fuera del edificio.

-Levi- ordenó firme, a pesar de la devastación -Ya sabés que hacer, busca a Ivi-

El lobo gruño e ingresó edificio como una rayo.

-Gaia, tenemos que detener el fuego- su hermana la miró.

-Yo no puedo hacerlo, aún no domino la alquimia del agua por completo, tendrás que hacerlo tú- miró los escombros del edificio -Voy a intentar que el edificio no se derrumbe- juntó sus manos para transmutar -¿Lista?- preguntó.

-Nací lista- respondió, respirando profundo y levantó sus manos -Melodía de la bruma de la mañana- pronunció ese mantra y hielo salió de ellas.

Su hermana, por otro lado, tocó con sus manos las ruinas del lugar.

Un haz de luz azul, procedente de ambas, cubrió por completo el edificio, dejando a todo el mundo estático, en especial a los bomberos y rescatistas, mientras las observaban trabajar. Era evidente que, una de ellas era alquimista y la otra, hechicera. El fuego cesó por el hielo del hechizo y el edificio se rearmó, gracias a la transmutación.

Una vez que todo estuvo bajo control, los rescatistas y bomberos aplaudieron a las jóvenes, para luego seguir con su trabajo. Ambas estaban agotadas, cayó de rodillas al suelo hiperventilando y su hermana se acercó, con una gran hemorragia nasal. Esta última, se sentó junto a ella para reconfortarlá, sosteniendo su nariz.

-Lo logramos, hermanita- le frotó la espalda hablando gangosa -Lo hicimos bien, somos un gran equipo-

Ignoraban, olímpicamente, las felicitaciones y aplausos de las personas. Eso no les importaba, no querían que todo el edificio se viniera abajo.

-Si, aunque es cansado- sonrió orgullosa -Toma- sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo tendió para que lo usara - Tú y tus hemorragias nasales-

El lobo oscuro, caminó entre los escombros, cargando a su pequeña ama, inconsciente, sobre su lomo y no sólo eso, la pequeña Eyra, también se encontraba sobre él, con una enorme herida que adornaba su inocente rostro.

-¡Eyra!- se acercó a ella para bajarla de Levi -Hija, ¿Cómo llegaste aquí?-

La abrazó con cuídado por si tenía más heridas o golpes.

-Vine a salvar a Ivi, mami. Me escapé de la escuela, cuando una visión me mostró que ella estaba en peligro- explicó tranquila -Estábamos en la casita del patio escondidas, cuando todo explotó-

Esa pequeña, era una guerrera y demasiado valiente para su edad. Estaba orgullosa de ella, pero lo que hizo, fue muy peligroso.

-Hija, eso fue muy peligroso- la besó en su carita -Pero eres una buena niña, tu siempre cuidaste de tu prima muy bien- apartó un mechón cubierto de sangre de su carita -¿Cómo te hiciste esto?-

-La casita se aplastó por un muro, pero Levi nos sacó - miró a su tía que tenía en brazos a su prima, mientras su madre curaba su herida con magia -No pude despertar a Ivi después- una lagrimita cayó de su ojo -¿Está bien, mami?-

-Si, hija. Ella estará bien- la consoló, abrazándola.

-Ivi, hijita. Despierta- la movía con cuidado -Despierta, mi pequeña- el lobo oscuro ofateaba a su ama con cuídado y lamío su rostro -¿Qué haremos, Levi?- preguntó, preocupada -No despierta-

Él cerró sus ojos y aulló al aire, como llamando a alguien en otro lugar. La niña frunció el ceño, con una mueca de dolor en el rostro y abrió sus ojos, despacio.

-¡Basta! ¡Levi! ¡No grites!- tapó sus oídos con voz rasposa -Mami, me duele la cabeza-

Tocó el lado izquierdo de su cabeza y su madre la abrazó, con su alma regresando al cuerpo.

-Mi pequeña, pensé que no despertarías - murmuró con sus ojos cerrados, llenos de lágrimas -Casi muero de desesperación. Gracias, Levi-

El lobo gruñó, apoyando su cabeza en su ama.

-Eyra me escondió, mami. Dijo que un hombre malo nos quería lastimar-

-Nos encargáremos de ese hombre, mi amor- la besó en su carita -No se acercará nunca más a ustedes- le acarició sus hermosos rizos -Aparte de la cabeza, ¿Te duele algo más?- la niña, negó -Bueno, pero para estar más seguras-

Juntó sus manos y las apoyó el su cuerpito, que al instante, se sintió mejor. Ella la miró sorprendida y con sus ojos bien abiertos, su mami hacía magia con las manos.

-¡Mami! ¡Hiciste magia!- exclamó, emocionada.

-No, mi amor. Hice alquimia- la incorporó con cuidado -Luego te explicaré eso. La única bruja aquí, es tu tía Dea-

Dijo en broma, observando a su hermana que se acercaba.

-¿¡Cuántas veces tengo que decirte que soy una hechicera y no una bruja!?- contestó enfadada, tendiendole la mano -Vamos a la escuela primaria, uno de los bomberos me dijo que, la situación es peor allí que aquí-

-Bien, vamos-

Subió a su hija que estaba abrazada a su prima, al lomo del lobo oscuro y lo mismo hizo su hermana con su pequeña.

-Espero que mis alumnos estén bien- cerró sus ojos, preocupada -Que todos ellos estén bien- suplicó a la nada.

-Levi...- se arrodilló a su altura para verlo al a los ojos -Lleva a las niñas a la casa de nuestros padres y protegelas, ¿Si?- el animal comprendió la orden, perfectamente -Váyanse y cuídense- besaron a las niñas y se fueron de allí.

-Ese lobo es un héroe, lo odoro- ambas caminaban apresuradas hacía la escuela.

-Ese lobo, es parte de nuestra familia- aseguró, siguiendo su camino.

Habían llegado a la escena de la explosión, después de salir en búsqueda de las personas que hicieron esto. Pero no los encontraron.

-¿Qué pasó aquí?-

Se acercó al edificio que tendría que estar en ruinas, pero estaba intacto. Por el contrario, su amigo analizó el panorama, llegando a una conclusión.

-Esto es alquimia- tocó la pared con la yema de sus dedos -Y eso es magia, Keilot- se acercó a otra pared que contenía hielo.

-Eso lo explica todo- asintió, mirando a su alrededor -Las niñas están bien, sino esto, sería la mismísima imagen de la destrucción, ¿No creés?-

Él no contestó, se encontraba mirando la figura de una mujer, que se acercaba a ellos tambaleante y apretando su abdomen.

-¡Keilot!-

Gritó corriendo hasta ella, pero él, llegó primero. Era su esposa. Tenía una profunda herida en su estómago, que parecía una puñalada.

-¡Gaia!- la sostuvo entre sus brazos, antes de que cayera, apretando con fuerza la herida -¿Quién te hizo esto?-

Preguntó con furia. Mentiría si dijera que no estaba aterrado, su peor pesadilla, es que ella esté gravemente herida y que no pueda hacer nada para solucionarlo.

-Keilot- mencionó jadeante y blanca como un papel -Se la llevaron...- dijo entre lágrimas -Se llevaron a Dea cuando veníamos hacía aquí- habló con dolor -Esa mujer quiso matarme- confesó -Dea la alejó de mí, pero ese soldado, la golpeó por detrás y se la llevó- sollozó, frustrada -No puede hacer nada- lloró sentada en el suelo -Lo siento, Lai-

Él estaba en shock. No pudo protegerla como se lo había prometido, ni a ella, ni a su bebé y mucho menos, a su hija. Iban a llevársela, pero no lo iba a permitir.

-No es tu culpa, Gaia- habló sombrío -La encontraremos-

Acercó su mano para poder curarla, pero ella, lo detuvo. Su sistema, no aceptaba otra tipo de magia que no sea la de su hermana.

-Nadie lastimará a tu hermana, amor. Lo prometo- presionaba la herida con fuerza. No podía detener la hemorragia -Juró que cuando encuentre a esa mujer, la mataré por hacerte esto- le besó el cabello.

-No te preocupes, yo lo haré. Nadie se mete con mi hermana-

Juntó sus manos y concentró toda la energía de su cuerpo, apareciendo en él, símbolos alquímicos y círculos de transmutación azules, como hace años atrás. Se estaba convirtiendo en una piedra filosofal, otra vez.

-No puedo creerlo- pronunció, impactado -Se convirtió en una piedra filosofal- miró a su amigo que, se veía igual que él -Muy pocos alquimistas pueden hacer eso, Keilot- tenía la cabeza de ella sobre su regazo.

Una vez lista, colocó sus manos sobre su herida y gritó de dolor, como nunca antes lo había hecho. La alquimia quemaba, pero la herida, junto con la hemorragia, se cerraban de a poco.

-¡Gaia! ¡Ya basta!- intentó detenerla, pero su amigo, se lo impidió -¡Estás sufriendo! ¡Detente!-

Los gritos de ella hacían eco en su mente y tuvo que alejarse tapando sus oídos, para no oírlos. Era desgarrador.

La alquimia se detuvo y ella, se desmayó. Lo había logrado, había curado su herida, pero el dolor la hizo desfallecer. Su esposo la cargo en sus brazos, después de recomponerse.

-Vámonos, Lai. Cuando Gaia despierte, iremos a buscar a Dea- caminaron hacía la casa -Tengo una idea de donde puede estar-

-Si, en el barco que está amarrado al muelle- aseguró furioso -Esta vez, lucharemos todos y nadie caerá-

-Así será, amigo. Lucharemos juntos hasta el final-

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