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Capitulo 4

Los meses pasaron como un susurro, y el día del nacimiento llegó con una mezcla de emoción y temor en el corazón de Taehyung. La habitación estaba iluminada con una luz suave, y él se encontraba rodeado de médicos y enfermeras, ansioso por conocer a su pequeña. Había pasado tanto tiempo imaginando cómo sería su bebé, pero la idea de que pudiera salir igual a Jungkook, con esa bestia feroz que tanto amaba y temía, lo llenaba de inquietud.

Cuando finalmente escuchó el llanto del bebé, su corazón se detuvo un instante. La sostuvieron en sus brazos y, al mirarla, Taehyung sintió que el mundo se desvanecía a su alrededor. Era hermosa, con ojos grandes y curiosos, y un cabello suave que caía sobre su frente.

- Eres perfecta,- susurró, sintiendo una ola de amor incondicional.

Los días se convirtieron en semanas y luego en meses, y Taehyung se dedicó a cuidar de su hija con devoción. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, comenzó a notar comportamientos extraños. Su bebé, que había empezado a gatear, a veces se detenía y miraba al vacío con una intensidad inquietante. Era como si estuviera escuchando algo que solo ella podía oír.

Un día, mientras jugaba en el suelo de la sala, Taehyung se congeló al ver algo que lo hizo temblar de miedo. Su hija estaba sentada, pero no era solo eso. De repente, comenzaron a salirle dos brazos más, como si estuviera desarrollando extremidades adicionales. Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espalda; los recuerdos de Jungkook, con su fuerza indomable, lo invadieron.

-¿Qué... qué está pasando?,- murmuró, incapaz de apartar la vista de la visión surrealista ante él. Su bebé parecía completamente concentrada, moviendo los brazos adicionales con una gracia casi animal. Era asombroso y aterrador al mismo tiempo, y Taehyung no podía evitar pensar que había heredado algo de la bestia que habitaba en su padre.

-Esto no puede ser real,- pensó, tratando de aferrarse a la lógica. Pero a medida que los brazos se movían, la conexión que sentía con su hija se intensificaba. Era como si la pequeña estuviera manifestando su herencia, una mezcla de lo humano y lo salvaje.

Taehyung se acercó, su corazón latiendo con fuerza.

- ¿Estás bien, pequeña? ¿Qué estás haciendo?,- preguntó, sintiendo una mezcla de temor y fascinación. La bebé lo miró con esos ojos grandes, que parecían comprender más de lo que su padre podía imaginar.

Con un movimiento suave, Taehyung tomó los pequeños brazos, sintiendo una chispa de energía recorrer su cuerpo.

-Eres igual a tu padre, -susurró, su voz temblorosa. La aceptación de la dualidad de su hija comenzó a florecer en su corazón. -Eres una mezcla de lo mejor de nosotros, una maravilla

Sin embargo, la preocupación seguía acechando su mente. ¿Qué significaba esto? ¿Cómo sería la vida de su hija? ¿Sería capaz de controlar esos instintos salvajes? Taehyung sabía que debía protegerla, no solo del mundo exterior, sino de sí mismo.

La noche cayó, y mientras acunaba a su bebé en sus brazos, sintió una determinación renovada.

-No importa lo que pase,-le prometió, -te amaré y te protegeré. Juntos enfrentaremos lo que venga. -Sabía que la bestia que había en su hija era parte de su herencia, pero también entendía que sería su labor guiarla y enseñarle a equilibrar esas fuerzas.

Con cada día que pasaba, Taehyung se preparaba para los desafíos que la vida le presentaría. La conexión que compartía con su bebé era profunda y poderosa, y aunque había miedo en su corazón, también había amor y esperanza.

Mientras Taehyung navegaba por la nueva realidad de ser padre, Jungkook se encontraba en la selva, inmerso en una lucha interna. Había algo en su interior que lo inquietaba, una conexión extraña que lo mantenía alerta, como si un instinto primitivo estuviera llamando su atención. A menudo se detenía en medio de sus tareas, sintiendo una mezcla de ansiedad y anhelo que no podía explicar.

La selva, con su vibrante vida y sus sonidos envolventes, servía como un refugio y una distracción. Pero incluso allí, Jungkook no podía escapar de la sensación de que algo estaba sucediendo más allá de su comprensión. La brisa suave le acariciaba el rostro, y el canto de las aves resonaba en su mente, pero su corazón latía con un ritmo diferente, uno que parecía sincronizado con un eco lejano.

Para canalizar esa energía inquieta, comenzó a trabajar con la madera que encontraba en su entorno. Con sus garras afiladas, esculpía figuras que representaban sus pensamientos y sentimientos, una forma de expresar lo que no podía poner en palabras. Cada corte y cada tallado eran un intento de dar forma a lo que lo atormentaba.

Las figuras tomaban vida bajo sus manos: animales de la selva, guerreros de antaño, y criaturas fantásticas que reflejaban su lucha interna. Aunque el trabajo era terapéutico, Jungkook no podía evitar que su mente divagara hacia el recuerdo de Taehyung. Anhelaba la conexión que habían compartido, pero ahora, había un vacío que lo llenaba de incertidumbre.


Con el paso de los meses, Taehyung observó cómo su hija, Min-ji, crecía y se desarrollaba de maneras que a veces le dejaban sin aliento. Había momentos en los que la pequeña parecía ser completamente normal: sus risas, sus primeros pasos, las palabras balbuceadas que llenaban la casa de alegría. Pero en otras ocasiones, especialmente cuando creía que nadie la estaba mirando, Taehyung notaba cambios sorprendentes.

Min-ji había aprendido a esconder sus dos brazos adicionales de manera casi mágica. Era como si tuviera la habilidad de ocultar su herencia, de transformarse en la niña perfecta que todos esperaban. Taehyung se sentía confundido y a la vez fascinado. ¿Era esto algo que Jungkook también podía hacer? ¿Podría su hija controlar sus instintos de la misma manera que su padre?

Cada vez que Min-ji jugaba, Taehyung se quedaba observando, con el corazón en la mano. A veces, podía ver un destello de aquellos brazos ocultos cuando se reía o se emocionaba demasiado. Era un recordatorio constante de que había algo extraordinario en ella, algo que quería proteger a toda costa.

Cuando llegó el primer cumpleaños de Min-ji, Taehyung se debatió entre la celebración y el miedo. Sabía que era un hito importante, pero también era consciente de los riesgos que con llevaba. La idea de que otros pudieran descubrir la naturaleza especial de su hija lo aterraba. Así que decidió que sería una celebración íntima, solo entre ellos dos.

Preparó un pequeño pastel, decorado con esmero, y adornó la sala con globos de colores. Min-ji, con su vestido blanco, iluminaba la habitación con su sonrisa.

-Feliz cumpleaños, mi pequeña, -dijo Taehyung, abrazándola con ternura. En ese momento, el mundo exterior pareció desvanecerse. Era solo él y su hija, celebrando un año de amor y descubrimientos.

Mientras soplaban las velas, Taehyung sintió una mezcla de alegría y tristeza. La felicidad de ver a Min-ji crecer era inmensa, pero también pesaba en su corazón la preocupación de lo que vendría.

-Prometo cuidarte siempre, -le susurró, sintiendo que las palabras eran un voto sagrado. -Eres una niña especial, y siempre estaré aquí para protegerte.

Min-ji reía y jugaba, ajena a los pensamientos de su padre. Taehyung observó cómo su hija se movía con gracia, y en un instante, vio cómo un brazo extra emergía brevemente, antes de que ella lo ocultara rápidamente. Su corazón se detuvo un momento.

- ¿Cómo lo haces, Min-ji?-pensó, intrigado y asustado al mismo tiempo.

La celebración continuó en un agradable silencio, lleno de risas y de juegos. Taehyung se dio cuenta de que, aunque había miedos acechando en la oscuridad, había algo hermoso en la vida que estaban construyendo juntos. Con cada sonrisa de Min-ji, sentía que su amor se fortalecía, y esa conexión lo mantenía firme.

Al caer la noche, mientras Min-ji se dormía en su regazo, Taehyung comenzó a reflexionar sobre el futuro. Sabía que había preguntas que necesitaban respuestas, y que Jungkook era parte esencial de esa historia. La bestia que corría por las venas de su hija era un legado que debía ser comprendido y aceptado.

Con el corazón lleno de amor y un ligero temor por lo que vendría, Taehyung se prometió a sí mismo que, sin importar lo que pasara, siempre protegería a su pequeña. La vida en su hogar era un constante recordatorio de la dualidad de su existencia, y estaba listo para enfrentarla, un día a la vez.

Les dejo un nuevo capítulo
Espero les guste
💕🥰

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