El regreso
Una imagen empañada por los años me había acompañado durante mis viajes. No recordaba sus facciones con exactitud, solo sus cabellos al viento, el brillo de sus ojos, las mejillas sonrosadas. Mecida por el balanceo del barco.
«Sabes mucho de estrellas», me dijo la primera vez que la llevé en mi esquife. «Es mi trabajo», respondí.
Las familias de las tripulaciones esperaban ansiosas en el muelle. Aún no podían distinguirse sus rostros, sin embargo, se intuía como nada seguía como antes. Las esposas peinaban canas, los pequeños dejados atrás habían crecido, algunos eran casi adultos, hombres que pronto embarcarían como su padre y su abuelo habían hecho antes, mujeres que pronto ocuparían su lugar en aquel muelle por derecho propio y figuras ausentes que sin duda se echarían de menos.
Suspiré melancólico al pensar en que tal vez nadie me aguardaba después de tanto tiempo. Y mucho menos ella. Le escribí durante años. Apenas me llegaron respuestas y dejé de hacerlo. Me dolió saber que se había cansado de esperar, ¿sería feliz? Yo jamás lo sería sin ella. Intenté olvidarla. Innumerables mujeres habían compartido mi cama desde entonces, pero ninguna era ella. Pude haber vuelto antes, pude no haber cambiado de barco año tras año. Pude haber regresado al hogar. ¿Dónde estaría ahora mi hogar?
Al otro lado del puerto pude ver como se arremolinaban los vocingleros vendedores de pescado. Me incliné pensativo sobre la borda y un desagradable nudo se formó en mi garganta mientras el barco terminaba de amarrar.
Me di la vuelta, recogí mis pocos bártulos y alcancé la pasarela para cruzarla despacio. Muchas familias se habían encontrado, otras permanecían expectantes, crucé la multitud con un ademán serio, sin atreverme a mirar. Y cuando lo hice allí estaba ella. Aguardándome. Me quedé contemplándola durante un rato. Entonces me vio. Rio como aquella niña que recordaba y vino hacia mí, despacio al principio, luego aprisa, hasta que casi chocamos. Sonreí. Sonrió.
El aire existente entre los dos se evaporó de repente, sentí el amor en el aire, el escalofrío en mi piel y el gran alivio del nudo que se formó en mi garganta. Por fin volví a estar con ella, después de tanto ofrecer sin recibir ahora tengo lo que siempre quise, después de vagar por tantos otros amores, pero ninguno tan puro como el de ella; finalmente, pude percibir lo que es la verdadera felicidad...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro