-¿Cómo? ¿Fuiste al clan? -pregunta papá pareciendo enfadado.
-Sí, lo encontré mientras volaba, los vi en guerra y decidí ayudar... -mentí un poco, no sabía qué harían si les digo que mi profesor me dijo dónde encontrarlos.
-¿El clan en guerra? -papá se sorprende.
-¿Estuviste en una guerra? -mamá se preocupa.
-Sí... pero estoy bien, en serio. No me ha pasado nada -respondí-. Conocí a un tipo llamado Vince. Es el comandante general de las tropas del clan.
-¿Qué? ¿De verdad? -se ven alegres por alguna razón, asentí en respuesta-. Vince es el mejor amigo de tu padre.
-Oh, entiendo... es un buen tipo, fue muy amable -ambos sonríen-. Ah, y tiene una hija.
Ambos casi se desmayan por la noticia pero se veían tan contentos con ella que sonrieron de oreja a oreja.
-Pues, eso es genial. Nos alegramos mucho por él -comenta mamá.
-Y dinos... ¿qué te ha parecido el clan? -cuestiona papá un tanto desconfiado.
-Muy genial. Fue increíble ver a más como yo, ver que viven libres de volar cuanto quisieran y además de que todos fueron muy amables, me recibieron muy bien. Dijeron que era un invitado especial lo que sea que signifique para ellos.
Ambos se miran, aunque no una mirada alegre esta vez. Mamá apoya su mano en el regazo de papá y él solo aparta la mirada. No quise preguntar porque de todos modos conocía esos rostros, no me dirán nada aunque se los pregunte directamente.
-Aún no entiendo... ¿por qué su historia es tan conocida? -pregunté.
-Escucha, Jayd... como sabes, tu padre fue el primer caso de retraso en la aparición de alas y yo fui la primera humana en tener contacto con su especie -comenta mamá-. Ayudé al clan en varias ocasiones y supongo que es por eso, y por todo lo que ya te he contado, es que nos ganamos esa fama en el clan.
-Entonces, mamá, esas cicatrices...
Ella asiente sonriendo un poco y mirando a detalle las cicatrices visibles en sus brazos.
-Sí, son de las batallas que tuve junto a tu padre -respondió.
Papá la observa sonriendo y vi como tomaba su mano. Parecían recordar viejos tiempos juntos.
-¿Por qué nunca nos contaron del clan? -solté.
Ambos me miran pero mamá toma la mano de papá de diferente forma una más reconfortante y buscando apoyarlo en algo.
-No queríamos que te relacionaras con ellos -dice papá un poco más intimidante-. Después de todo lo que hicieron... lo que mi padre le hizo a tus abuelos maternos...
-Ryder... -mamá lo ayuda a calmarse-. Tu padre aún no puede perdonarlos en especial a tu abuelo, no después de como lo trataron allá.
-Pero... yo no vi nada de eso cuando fui -comenté.
-¿Por qué crees? No tuviste retraso en tus alas y ya las tienes además -dijo papá.
Mamá lo mira con advertencia y él solo apartó la mirada, dejándola a ella hablar y contarme las cosas.
-No es por eso, o al menos no lo sabemos con certeza. Lo que sí, es que ellos cambiaron su forma de pensar, al menos un poco. Luego de nosotros fueron más tolerantes con ciertos humanos y está arrepentidos por lo que pensaron de tu padre. Ellos nos hicieron esta casa y nos dieron todo lo que tenemos.
-Entonces, eso significa que sí son buenos -insistí-. Ustedes siempre me dicen de que no tenga rencores con mis hermanos y que es mejor pedir disculpas desde el corazón que solo decirlas sin sentirlo.
-Sí, pero...
-Ellos pueden sentirse realmente arrepentidos y no han hecho nada más para perjudicarlos. Han pasado muchos años y no los han molestado, creo que podría ser tiempo de dejar el rencor atrás.
Mamá me sonríe aceptando mis ideas pero papá era más terco. Mamá suspira y asiente casi imperceptiblemente con la cabeza para darme la razón.
-Jayd, ve a dormir... Mañana tienes clase.
-Está bien, mamá -respolé y me levanté-. Pero... por favor déjenme seguir yendo al clan, me gusta allí.
-Lo hablaremos en otra ocasión. Anda vete.
Subí hasta mi habitación, no quería seguir pensando y carcomer mi cabeza con esto así que me di una ducha que relajara mi cuerpo para luego cambiarme y tirarme en la cama. Intenté dormir pero simplemente no pude, mis intentos por no pensar fueron en vano, ahora no podía dejar de hacerlo. Di vueltas en la cama y gruñí al no poder conciliar el sueño.
Me levanté y salí al balcón a tomar aire, suspiré y miré al cielo un momento. Resoplé cansado ya que tenía sueño pero seguía sin poder dormir, apoyé mi codo en barandal y mi mejilla en la mano.
-¿Huh?
Miré hacia abajo al ver a alguien saliendo de la casa. Agudicé la mirada, pues estaba oscuro, y me sorprendí de a quien vi.
¿Sarah?
Ella mira a sus lados antes de salir por completo y cerrar la puerta. Comienza a caminar hasta llegar frente al bosque. Yo esperé un momento antes de seguirla, asegurándome de que no fuera a verme tras de ella.
¿A dónde estará yendo? Y más a esta hora.
Al llegar, me escondí entre las ramas de un árbol y miré hacia donde ella. Estaba sobre una gran pila de rocas en medio de un claro. Esa pila pareciera hecha a mano pero aún así tenía plantas alrededor y pareciera que estuviera allí por años. ¿Lo había hecho ella?
Tenía los ojos cerrados y no se movía, hasta que mira hacia el cielo y se para en puntillas y luego salta como si quisiera... volar...
Suspira frustrada y se sube de nuevo en la pila de rocas para repetir esa acción. Lo hizo varias veces seguidas hasta que se dejó caer al suelo y miró sobre su hombro tratando de ver su espalda con esperanzas.
Realmente le afecta tanto, ¿no?
¿Cuántas veces ya había venido aquí?
-Maldita sea... -murmura.
Ella se pasa las muñecas por los ojos mientras solloza y maldice por lo bajo. Hice una mueca y decidí ir hacia ella.
Me detuve al estar detrás. Sarah, al nota la sombra de mis alas como si fueran suyas se gira rápidamente.
-¡¿Huh?! -me mira sorprendida-¿Q..Qué haces aquí?
Se limpia rápidamente a la par que se levanta del suelo.
-Te vi salir de casa -respondí-. Sarah, no tienes que ponerte así. Con o sin alas... eres la mejor persona que pudo existir, y la más valiosa.
-Pero no es por eso... -ella agacha la cabeza-. Quiero volar, quiero saber lo que se siente... no quiero depender de ti, de Dylan o de papá, quiero ir a donde quiera, cuando quiera sin necesidad de que me estén llevando.
-Estoy muy seguro de que algún día las tendrás, tus propias alas, podrás hacer todo lo que quieras ahora y más, te lo digo de verdad.
-Jayd, eso no pasará, soy humana, no tendré nunca mis alas -respondió abrazándose a sí misma.
-¿No tienes esperanzas? -niega con la cabeza únicamente- ¿Entonces por qué vienes aquí?
Apunté hacia la pila de rocas y ella se queda callada mientras la mira fijamente tratando de responderme.
-¿Desde hace cuánto tiempo vienes a este lugar?
Sigue sin responder por un tiempo pero entonces hace una mueca.
-Desde los cinco años -murmuró.
-¿Lo ves? Aún tienes esperanza, y yo también -la tomé por los hombros-. Créeme, te saldrán las alas... Y si no, serás una humana como mamá, fuerte, valiente, hermosa y muy bondadosa. La mejor humana de todas o incluso mejor.
Ella vuelve a sollozar y me abraza con fuerza. Le devolví el abrazo de inmediato y acaricié su cabello para consolarla.
-Pero mientras esperamos a esas alas... -la cargué repentinamente-. Yo voy a hacerte volar.
Nos elevé con rapidez. Ella se sujeta a mí con fuerza pero yo tenía otros planes. La lancé tan alto como me fue posible y ella soltó un grito de sorpresa pero en ese momento que quedó suspendida en el aire se quedó contemplando todo, hasta que comenzó a caer. Me dejé caer junto a ella, aunque yo estaba de cabeza y de brazos cruzados.
-¡Jayd! -grita desesperada al ver que llegábamos al suelo.
Me reí y la tomé del brazo para luego detener la caída y volar rápidamente por sobre los árboles. Sujeté sus manos y la dejé colgando mientras volaba.
-¡Idiota! ¡Casi me matas! -se queja.
-Pero te divirtió -respondí riendo.
Sarah me saca la lengua haciendo que ría con más fuerza. La balance y luego la lancé de nuevo pero esta vez hice que quedara sentada en mis hombros y sujeté sus piernas, ella se aferra a mi cabeza casi enterrando sus uñas.
-¡Avisa!
-Mejor mira la vista -comenté.
Mi hermana deja de mirarme para mirar al frente, sentí que dejaba de hacer fuerza en su agarre y luego solo apoyaba su mano en mi cabeza.
-Es muy hermoso -dijo y la vi sonriendo.
-Cuando quieras te traeré y te mostraré todo lo que desees, solo tienes que decírmelo.
-Gracias, Jayd... de verdad.
-No hay de qué, enana.
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