Capítulo 42 || FINAL ||
Apenas fui consciente de mi entorno y empecé a sentir unos cuantos besos tiernos y leves en mi nuca que me erizaron la piel y me hicieron estremecer, suspiré y escondí mi rostro en la almohada que estaba abrazando. No quería despertar aún, estaba exhausto.
-Jayd -su suave voz me llama.
-Hm -me quejé y resistí a despertar.
-Vamos, Jayd... despierta -vuelve a besar mi nuca y mi espalda hasta acariciar mi cabello.
-Hmg -volví a quejarme.
Escondí aún más mi rostro en la almohada y el colchón con notable desinterés en levantarme. Escuché su risa pero luego sentí como sus besos en mi espalda bajaban hasta mi espalda baja, donde se detuvo cuando levanté un poco la cabeza.
-Amor... quiero dormir -hablé en un quejido y con la voz suave.
-Pero si dormiste todo el día -respondió riéndose.
-Normal... yo solo quería usar una tira, no dos. Me dejaste seco mujer.
Ella ríe más animada pero a la vez con algo de nerviosismo. Me volteé para verla sabiendo que estaba sonrojada y apenada. Sonreí enternecido pero no pude evitar notar que solo traía puesta mi remera y nada más, ni siquiera algún sostén o sus bragas.
-Bueno, pues déjame recompensarte -comentó-. Te traje comida.
Apuntó a mi lado y al mirar vi la bandeja con comida en mi mesita de noche. Se veía deliciosa e irresistible, me obligué a sentarme y sujetar la bandeja hasta dejarla en mi regazo. Empecé a comer y de verdad que estaba deliciosa. Nilsa se sienta a mi lado y espera a que diga mi opinión.
-Está bien, si esta es la recompensa, puedes dejarme seco cuando quieras -sentencié dando otro bocado.
Ella se sonroja aún más haciéndome sonreír a mí que seguía comiendo hasta acabar y dejar la bandeja nuevamente en la mesita de noche, estiré mis brazos hacia Nilsa y la atraje a mí para abrazarla mientras se recuesta sobre mi pecho, le hago caricias en el cabello que parecían gustarle, pues cerró los ojos y suspiró con una sonrisa. Nos mantuvimos en ese estado por mucho tiempo hasta que nos vimos interrumpidos cuando alguien tocó la ventana y la abrió sin más.
-Buenos días a la parejita -Ben se asoma mientras Lionel se mantiene volando a su lado.
-Hola chicos -saludé-¿Qué hacen aquí?
-Queríamos invitarte a algo, en realidad vinimos un par de veces antes pero estabas durmiendo. ¿Qué te puso tan cansado, hombre?
Ante la pregunta de Ben, miré de reojo a Nilsa quien se sonroja y trata de levantarse para irse, aunque solo consigue sentarse de rodillas porque la sujeté de la muñeca y no le permití irse.
-Creo que tengo una idea... son unos impuros -bromea Ben mientras mira a Nilsa.
Actué por instinto ante esa mirada. Atraje a Nilsa de regreso a mí y la cubrí con mis alas mientras acomodaba las mantas para tapar su cuerpo y luego fulminé a Ben con la mirada. Él sonríe con diversión y perversión pero recibe un golpe tras la cabeza por parte de Lionel.
-Ben, te considero un muy buen amigo, de verdad... -llamé su atención-. Pero si vuelves a mirar el cuerpo de mi novia te arrancaré todas y cada una de tus plumas de la manera más dolorosa. ¿Lo entiendes?
Él se pone en plan modo militar sin mirarme, con la mano en la frente y erguido.
-¡Sí, señor!
Lionel niega a la vez que suspira sonriendo divertido y Nilsa se ríe de igual manera.
-Bueno, a lo que veníamos -nos recuerda Lionel- ¿Quieres venir con nosotros? Planeamos pasar el día juntos y queremos divertirnos.
-Pues... -dudé un poco y miré a Nilsa pero ella me sonríe para luego mirar a mis amigos.
-Le encantará ir, por favor... distraiganlo un buen rato, estuvo con un humor de perros en estos días y no quiero que seguir tirando incienso por la casa por sus malas vibras -pidió ella haciendo reír a los chicos.
-Oye -reclamé- ¿No quieres tenerme aquí?
-¿Con ese humor? Mejor vete con tus amigos.
Me hice el ofendido pero no aguanté mucho antes de reír bastante y abrazarla un segundo más.
-¿No te aburrirás? -cuestioné.
-Tú tranquilo, Jayd. Ve con tus amigos, yo aún tengo que terminar mi serie.
Ella se levanta de la cama y yo suspiré profundo antes de recordar. Me levanté de inmediato y la cubrí con mis alas, atrayéndola a mí y mirando a la ventana cuando Lionel le dio otro golpe a Ben.
-¡Oye pero si no la vi! -le reclama Ben.
-Fue por precaución -responde Lionel.
-Que injusto, solo quieren maltratarme ustedes -dramatiza Ben sobándose la cabeza.
-Será mejor que esperen abajo -comenté mirándolos por encima del hombro.
-Claro -acepta Lionel.
-Pero apúrate, y recuerda que solo estaremos abajo, podemos escuchar -advierte Ben.
-Ya largo -reí divertido mientras Nilsa se esconde en mis alas por la vergüenza.
Ellos se van y yo destapé a Nilsa cuando se apartó con dirección al armario. Me la quedé mirando pues se veía tan bien con mi remera puesta que hacía resaltar sus atributos; además, al ser de talle más grande que ella se le destapaba un hombro, dejándome ver un poco de su pecho. Me acerqué a ella y la sujeté por la cintura, alegando nuestros cuerpos y haciéndola sobresaltarse.
-¿Por qué siempre te ves tan bien? -solté respirando contra su cuello, cerca de su oreja-. Me tientas sin intentarlo y eso me encanta.
Mis manos subieron mi remera en su cuerpo, acaricié su piel queriendo llegar a a la cara interna de sus muslos pero ella me detuvo y me apartó.
-Ah no -se separó de mí para ir al baño con su ropa en mano-. Ni lo pienses, cuervo pervertido, tus amigos te esperan.
Me apresuré y tomé su mano antes de que se encerrara y volví a atraerla hasta pegarla a mi pecho, sujetando de nuevo su cintura sin dejarla escapar.
-Vamos... será uno rápido -insistí y besé sonriendo inocente.
-Ambos sabemos que eso no es verdad y que terminaremos acabando una tira más porque ni tú ni yo sabemos controlarnos con esto -ríe con diversión.
Hice un puchero pero aún así terminé por acorralarla contra la puerta de la habitación, la tomé por los muslos y la levanté haciendo que enrollara sus piernas en mi cintura, ella se sobresalta dejando caer su ropa y yo pude sentir su intimidad contra mi abdomen bajo.
-¿Realmente no quieres hacerlo? -pregunté contra sus labios. Ella quería besarme pero yo quería que respondiera.
-No es que no quiera... -gruñó-. Es que no podemos. Tus amigos están abajo y te están esperando.
-Entonces no los hagamos esperar más -la pegué mas contra la puerta y me acerqué a su oreja-. Por favor, Nilsa... no me dejes así.
Sosteníendola del trasero hice que sintiera perfectamente cómo estaba mi situación allí abajo por su culpa, pues ¿cómo no iba a reaccionar ante semejante mujer a mi lado que solo trae puesta mi remera? No soy de piedra.
-Solo uno -sentenció.
-Para mí es perfecto.
Sonreí antes de alcanzar sus labios y besarla con intensidad. Bajé una mano y liberé mi erección de mi ropa inferior, al instante pudimos sentir nuestros sexos frotándose entre sí y ella ahogó sus gemidos en mi boca. Acomodé la punta de mi miembro en su entrada y entré en ella de una embestida que la hizo separarse de mi boca y gemir un poco fuerte. Al instante se avergonzó, creyendo que mis amigos la habían escuchado pero yo besé su cuello, siguiendo con mis embestidas.
-¡Les dijimos que podíamos escuchar! -ambos nos sobresaltamos al oír la voz de Ben abajo.
Nilsa se cubre la boca apenada pero yo me reí sin darle importancia, acomodé a Nilsa dejándola en el suelo y dándole la vuelta, le saqué mi remera para sujetar sus pezones y seguir embistiéndola aún más profundo. Ella se apoya en la puerta con una mano mientras intenta callarse con la otra, sus piernas tiemblan así que tuve que sujetarla por la cintura.
-¡Mhm! ¡Hmg! -se le hacía tan difícil controlar su voz que dejó escapar algunos gemidos y jadeos.
Podía sentir que estaba por correrme, me apoyé en la puerta y besé su cuello mientras la abrazaba. Me corrí en su interior haciéndola sobresaltarse y llegar al clímax junto a mí. No nos preocupaba porque ella ya tenía las pastillas y era responsable con estas porque de vez en cuando se nos olvidaba, como ahora, usar protección. Aunque sabíamos los riesgos, nos daba igual... tampoco iba a ser el fin del mundo si la pastilla no funciona, aunque no me gustaba que las tomara muy seguido, esa lista de posibles efectos secundarios daba miedo a decir verdad.
-Quisiera quedarme más tiempo -comenté jadeando.
-Dijimos que una vez... ahora vete antes de que esto se salga de control -dijo agarrando su ropa.
-Bien -solté en quejidos infantiles antes de tomarla de nuevo por la cintura y acercarme a su oído-. Pero no te salvarás cuando regrese.
La sentí estremecerse y vi cuando se sonrojó. Solté un risa leve y besé su cabeza antes de ir al baño a limpiarme lo más rápido posible. Pues Ben ya estaba gritando que me apresure.
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