Capítulo 21
Cuando empecé a recobrar la conciencia decidí sentarme en la cama donde estaba. Miré a mi alrededor e incluso eché un vistazo a mi cuerpo y mis alas, estaba completamente vendado, de nuevo. Pero ya no había dolor, me sentía mejor. Me levanté y busqué mi ropa ya que solo estaba en mis pantalones de casa. Encontré una bolsa sobre una silla a un lado de la cama y vi que allí había ropa mía, me cambié y cuando estaba por ponerme la remera la puerta se abrió y vi entrar a Zira, quien al verme de pie se sobresaltó.
-¿Qué haces? Debes reposar -me regaña.
-Estoy bien, no te preocupes -respondí colocándome la remera y al verla de nuevo ella aparta la mirada de inmediato, pero sus mejillas se sonrojaron- ¿Dónde está Nilsa?
Me mira diferente, ya no parecía interesada en mí, solo amargada otra vez.
-Ella despertó mucho antes que tú, está con tu familia... -respondió seria pero entonces hace una mueca confundida-. Jayd... ¿Quién... es ella?
-Es una compañera de mi escuela, la ayudé un par de veces.
-No me refería a eso... -murmura haciéndome confundir a mí y que frunciera el ceño.
Ella niega con la cabeza y se despide en murmullos antes de irse sin darme tiempo de nada más que mirar. Solté un suspiro profundo al reaccionar, me acomodé la ropa y salí del establecimiento médico. Me dirigí a casa caminando para disfrutar tranquilo el camino. Pero al estar cerca noté a mi madre, Sarah y Nilsa hablando en el pórtico de la casa. Las tres notaron mi llegada y se levantaron.
-¡Jayd! -Sarah salta sobre mí y yo la abracé sonriendo.
-Hola enana.
-Me asustaste, tonto. Te fuiste muchos días y cuando por fin regresas estabas casi muerto.
-Sarah, no digas eso -mamá se acerca-. Lo bueno es que tu hermano está bien y de vuelta en casa.
Ambas me abrazan con cariño al igual que yo a ellas. Me separé cuando noté a Nilsa acercarse pero detienendose unos pasos lejos de nosotros. Me separé de mamá y Sarah para acercarme a ella, noté que sus heridas también estaban vendadas.
-Hola -saludé.
-Hola... -respondió- ¿Cómo te sientes?
-Bastante bien, en realidad. ¿Y tú?
-Igual, supongo -ella me sonríe levemente pero yo me acerqué un paso más.
-No, Nilsa... En serio, ¿cómo estás? -insistí, pues después de lo todo por lo que ha tenido que pasar, me preocupaba su estado emocional.
-Yo... quisiera no hablar sobre eso, al menos aquí no -murmuró apartando la mirada-. Oye, ¿qué haces levantado? Deberías reposar más todavía.
-Hm... no tengo ganas, pero puedes acompañarme.
-¿A..A dónde? -cuestiona mirándome sorprendida y fue cuando caí en cuenta de mi mala elección de palabras.
-Me refiero a caminar, ya sabes -masajeé mi nuca con un poco de nervios.
-Oh, b..bueno. Está bien.
Ambos nos giramos y nos despedimos de mi mamá y hermana para irnos, pero ambas me miraban con picardía. Negué con la cabeza y rodé los ojos para luego ignorarlas. Nos alejamos con Nilsa y paseamos por el clan en silencio, ya que ninguno parecía encontrar un tema de conversación para este momento.
Joder, ¿qué le digo? Me estoy poniendo nervioso con este silencio incómodo. ¿Nilsa pensaría igual?
La miré esperando saber algo sobre ella pero parecía tener la mirada perdida y solo caminaba en automático, como si me siguiera inconscientemente. Suspiré volviendo la vista al frente.
-Oye... -ella parece reaccionar y me mira-. Lo que hiciste para ayudarme... Te lo agradezco.
-No fue... nada... -volvió a apartar la mirada y mantenerse pensativa.
Decidí dejar de caminar y a la vez confirmar que solo me seguía sin saber a dónde.
-Ven conmigo -dije tendiéndole la mano.
Ella la mira un segundo antes de tomarla, enseguida la jalé hacia mí con delicadeza y la cargué en brazos para elevarnos. La llevé hasta una de las ramas altas del gran árbol del clan, la bajé y de inmediato se aferró al tronco del árbol.
-¿P..Por qué me trajiste aquí? -preguntó.
-Solo para tener más privacidad -respondí tranquilo y sentándome en la rama-. No vas a caer, lo prometo.
Ella se lo piensa de nuevo pero termina suspirando y sentándose a mi lado, la miré de reojo antes de volver la vista al frente.
-Nilsa... sé que no quieres hablar de lo que pasó, pero ni puedo dejar que te quedes con todo eso tú sola -comenté-. Puedes decirme si algo te molesta.
-No es... que me moleste -resopló-. Solo no sé por qué no me importa.
-¿Huh?
Nilsa abraza sus rodillas y mantiene su mirada perdida en el paisaje frente a nosotros. Extendí mi ala y la rodeé con esta para evitar que se cayera y consolarla un poco.
-Maté a mi padre... a la única familia que me quedaba -mencionó-. No tengo a nadie más, al perderlo a él me quedé sola... pero no me importa. Supongo que al ser un padre ausente no desarrollé ningún tipo de sentimiento familiar por él.
Hizo una mueca, bajé la mirada a ver otra cosa al no saber que decirle en este momento, pues tampoco podía decirle cómo debía sentirse.
-Yo debería... estar sintiendo algo... pero realmente no siento nada. Y supongo que eso me hace pensar mucho más, como si inconscientemente quisiera buscar algún sentimiento hacia la muerte de mi padre. Pero sigo sin hallar nada.
Nos mantuvimos en silencio mientras yo analizaba sus palabras.
-Bueno, quizás no debas pensarlo demasiado. Si no sientes nada por eso entonces no lo fuerces, ya te diste cuenta que de nada sirve.
-Supongo que tienes razón.
Volvimos a callar, la miré un segundo antes de, con mi ala, empujarla hasta mí. Podía sentir su mirada en mí pero yo no me animaba a devolvérsela.
-Y, además... No estás sola, Nilsa. No lo has perdido todo. Yo... yo estoy aquí todavía.
Podía sentir mis mejillas sonrojarse pues me sentía realmente apenado al decir todo esto y no me animaba a ver la expresión en su rostro. Pero me sorprendí cuando la sentí recostarse en mí y apoyar su cabeza en mi hombro.
-También creo que tienes razón en esto.
Me atreví a mirarla y noté la leve sonrisa en sus labios, se sentía más tranquila y podía notarlo. Esa tranquilidad también me invadió y me animé a apoyar mi cabeza en la suya mientras mirábamos el paisaje.
-Eres bueno escuchando -mencionó.
-¿Sí? -asintió-. Me alegro que lo tomes así.
-¿Y eso por qué?
-Porque si sientes que tus pensamientos pueden contigo... prefiero que me cuentes tus problemas a que te sigas hundiendo en ti misma.
No podía soportar ver como se ahogaba en sus pensamientos sin poder salir de ellos y no saber siquiera lo que estaba pasando con ella. Era extraño, nunca me había interesado tanto por alguien externo a mi familia. Con Nilsa es diferente... completamente diferente.
Cerré los ojos disfrutando de este momento, no sabía si me había dormido por unos minutos u horas, pero al abrir los ojos podía ver el atardecer y a la vez sentir la respiración calmada de Nilsa y como se apoyaba más en mí. La miré, tratando de no moverme demasiado, notando que estaba dormida. Dejé escapar una pequeña sonrisa al verla de nuevo así, me removí para acomodarnos y la cargué en brazos.
-Mhm... -ella se remueve pero esconde su rostro en mi pecho y vuelve a dormir.
Solté un suspiro de alivio y volé despacio hasta casa. Entré por la ventana de mi habitación y la acerqué a mi cama para dejarla allí.
-¿Ella está bien?
Terminé de acostar a Nilsa en mi cama y volteé a ver a quien estaba en la puerta.
-Papá, mamá... -murmuré y volví a mirar a Nilsa-. Eso espero.
-Me alegro que te intereses por ella, cariño -comenta mamá-. Te vino bien meterte en intereses románticos que en peleas.
Rodé los ojos y la miré mientras ella trataba de no reír.
-¿Vas a empezar? -cuestioné. Ella iba a responder pero papá la cubre con su ala.
-Mejor descansa, hijo. Te vendrá bien.
Mamá baja el ala de papá mientras lo fulmina pero suspira derrotada y asiente estando de acuerdo con él.
-Está bien. Nos vemos -respondí.
-Nos vemos, Jayd.
-Que descanses, cariño.
Ambos se van cerrando la puerta tras ellos. Suspieé y fui al baño a cambiarme por ropa más cómoda antes de apagar las luces. Noté como algunos rayos de la luz de luna entraban por la ventana e iluminaban un poco la habitación. Me acerqué a Nilsa y la cubrí mejor con las mantas antes de alejarme e ir a acostarme en el sofá que había en la habitación.
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