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Capítulo 13

Empecé a sentir cada parte de mi cuerpo y el de alguien a mi lado. Entreabrí los ojos con pereza solo para encontrarme a Nilsa aún dormida con su rostro todavía escondido en mi cuello. Intenté no moverme demasiado para no despertarla, miré hacia la entrada de la cueva, pudiendo notar los rayos de sol colándose por entre los arbustos. Resoplé.

Mamá va a matarme...

Sentí como Nilsa comenzó a removerse un poco entre mis brazos. Abrí ligeramente mis alas para darle más espacio y vi como se despertaba. Abrió los ojos y miró primero a su alrededor y luego sus manos en mi pecho, levantó la mirada y abrió los ojos de par en par.

-¡L..Lo siento! -se levantó de inmediato-. No sé en qué momento... discúlpame, no fue apropiado...

-No te disculpes -pedí sentándonde-. En parte fui yo, tenías frío y quería ayudarte.

Ella se veía más y más sonrojada a cada segundo. Sacudió la cabeza, negando a lo que sea que estuviera pensando. Se acercó de nuevo arrosillándose junto a mí y observando mis heridas.

-¿Cómo están tus heridas? -pregunta.

-Mm... no lo sé -miré mi cuerpo y luego mis alas.

Intenté moverlas más que antes pero dolían si había mucho esfuerzo, hice una pequeña mueca de dolor pero resoplé.

-Estaré bien.

Ella asiente un poco aliviada. Decidí levantarme aguantando el dolor y con Nilsa pendiente de ello. Miré al rededor y encontré mi remera doblada a un lado, la levanté y noté que estaba toda rasgada por culpa de los lobos. Resoplé y volví la mirada a Nilsa.

-Vamos, te llevaré hasta la ciudad -hablé caminando hacia la entrada.

Ella asiente y junta sus cosas. Me ayuda a quitar todo de la entrada para salir y al estar fuera se sintió relajante el calor del sol y el aroma silvestre. La miré notando que se quitó el abrigo y lo amarró por su cintura.

-Oh, por cierto... -volteó a verme- ¿Podrías no contarle a nadie sobre esto? -moví mis alas ligeramente.

-Claro, lo prometo.

-Gracias...

Ella deja salir una pequeña sonrisa al igual que yo por unos segundos. Pero sus ojos me cautivaron, me hizo sentir completamente atrapado por ellos... pero fue ella quien hizo que dejara de mirarla a los ojos al apartar la vista.

-Bueno -comenté caminando hacia ella y cargandola sorpresivamente-. Mejor nos vamos.

-C..Cuidado. No estás curado, tienes que ser suave -dijo y juraba que me estaba regañando.

-Sí, claro. Lo seré. ¿Podrías mantener tu pulsera lejos de mí? -me mira confundida pero no pregunta y lo hace-. Gracias.

Miré mis alas un segundo y las moví. Dolían... pero debía soportarlo.

-¿Estás seguro de esto? ¿No sería mejor caminar? -preguntó Nilsa.

-Estoy bien, en serio -sonreí.

Me posicioné y alcé vuelo. Aguanté la mueca de dolor para no escuchar otra queja. Realmente... sentía que mi ala dolía como nunca. Volé tranquilo y sin apresurarme para no sobreesforzar mis alas. El vuelo fue callado pero no tan incómodo.

Al llegar cerca de la ciudad me aseguré de bajar antes para que las personas no pudieran verme. Dejé a Nilsa en el suelo y la acompañé hasta fuera del bosque.

-De nuevo... gracias, Jayd.

-No fue nada, pero en serio... no vuelvas a entrar al bosque y menos de noche -pedí. Ella asiente rápidamente.

-Sí, lo siento -se disculpa mucho esta chica-. Bueno, nos vemos.

-Nos vemos, Nilsa.

Ella se dio vuelta y se fue lejos del bosque. Yo regresé a casa caminando para que mis alas descansaran un poco, sentía un dolor punzante y constante en ellas. Al ver mi casa tragué grueso por los nervios de esperar a mi madre. Entré lentamente.

-Ho... -sentí un muy fuerte golpe en mi cabeza que casi me hizo caer hacia adelante-...la... ¡Auch!

-¡Hijo de Ryder tenías que ser!

-¿Yo que hice? -se queja papá desde la sala.

-Tú te callas que salió a ti -lo regaña mamá amenazante haciendo que papá levantara las manos a modo de paz.

-Lo siento, mamá...

-¿Qué fue...? -se interrumpe a sí misma al por fin darme una mirada- ¡¿Qué te pasó?!

-Ah nada, me encontré con una manada de lobos pero estoy bien -comenté mientras mamá me encaminándome desde todas partes.

-¿Lobos? -papá se levanta del sofá y se acerca-. Pero por esta zona no hay.

-Eso también fue lo que pensé yo -respondí.

Mi mamá me agarra por los hombros y me mira realmente preocupada.

-¿Por qué no te fuiste antes de que pasara? -pregunta ella.

-Atacaron a mis alas para que eso no ocurra -respondí. Ella suspira profundo.

-Está bien... ¿De dónde sacaste las vendas? -pregunta.

-Am... en el clan me las dieron. Ayer peleé contra unos cuantos cuervos y me dieron estas para el camino.

Ahora ya no había problemas de mencionar al clan, pues cuando mi castigo terminó ellos me permitieron ir al clan, solo si no volvía muy tarde o les avisaba primero que iba a hacerlo.

-Está bien... Ve a dormir, hoy no irás a la escuela.

Asentí tratando de ocultar mi sonrisa de victoria. Abracé a mamá con cariño y ella suspira aún preocupada por mis heridas.

-No te preocupes tanto ¿sí, mamá? Estoy bien -dije para que se calmara.

-Ah, entonces puedes ir a la escuela.

-¡Me muero! ¡Me desangro! ¡Ayuda! -me dejé caer al suelo dramatizando.

Mamá se cruza de brazos pero se ríe junto a papá, niega con la cabeza y papá me da la mano para hacer que me levante.

-Ya vete a tu habitación -dice él.

-Está bien, nos vemos -dije luego de levantarme y caminar hacia las escaleras.

Fui al baño para darme una ducha rápida y cambiarme los vendajes. Dolía y mucho, pero debía hacerlo, ya había mucha sangre en las viejas vendas.

Al finalizar con todo me acosté en mi cama y suspiré tranquilo. No pude evitr pensar en la tranquilidad con la que Nilsa durmió ayer entre mis alas, su presencia se sintió reconfortante y cálida a pesar de sus manos heladas.

Pronto, al cerrar los ojos, me había quedado dormido.

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