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Capítulo 12

Veía como Nilsa mojaba un paño con agua de su botellón y se acercaba de nuevo a donde yo estaba. La puso como una compresa sobre mi frente y se apartó un poco. No tenía energías para irme, y estaba de más aclarar que todo me seguía doliendo.

-Lo siento... -volteé a verla.

Suspiré y agarré el paño para cubrir igualmente mis ojos.

-No deberías de andar por el bosque, menos de noche -la miré de reojo- ¿Al menos pensaste en el peligro?

-Sí, lo pensé mucho, pero quería... encontrar... -ella se detiene a sí misma y yo enarqué una ceja.

-¿Qué querías encontrar? -insistí.

Ella duda un momento y vi como jugaba con cabello un momento antes de suspirar.

-A ti...

-¿Huh?

¿Vino hasta aquí, al bosque, a estas horas solo para encontrarme? Estaba realmente loca.

-Yo... la primera vez que me ayudaste creí que solo estaba delirando y empezaba a creer que estaba loca. Pero después de verte más de una vez supe que era real... tus alas... No eres un humano, y cuando busqué y encontré la noticia de tu especie en las noticias quise saber más.

-¿Encontraste las noticias? -asintió-. Bueno... no somos ángeles, que te quede claro.

-Lo sé, sinceramente me pareció algo ridículo creer eso -solté una leve risa- ¿Qué... son ustedes?

-Cuervos -respondí y me quité el paño al ya sentirlo caliente y molesto, ella lo agarró y volvió a monarlo- ¿Cómo sabías que voy al bosque?

-Am... b..bueno... -se sonrojo un poco de nuevo-. Yo... te seguí y vi que entrabas aquí con dos personas más... ¡N..No te acosaba! S..Solo... quería saber.

Supongo que mis hermanos y yo fuimos descuidados. Da igual.

-Yo creo que suenas un poco acosadora -le arrebaté el paño y me lo puse sobre los ojos mientras escuchaba sus negaciones rápidas y nerviosas. Me hizo reír por un tiempo hasta que solté otro quejido y ambos vimos como la venda en mi hombro se manchaba más de sangre.

Nilsa trae sus cosas y se encarga de cambiar de vendaje. La vi hacerlo pero de nuevo vi su rostro deprimido y culposo.

-En serio lo siento.

-Ya, olvídalo, me curaste y eso lo recompensa -respondí. Miré hacia el fuego- ¿Dónde aprendiste a hacer todo esto?

-Mi papá me enseñó, siempre íbamos a acampar y me enseñó unas cuantas cosas para sobrevivir.

Noté que no me miraba al rostro al hablar, a diferencia de antes. Su respuesta parecía monótona y tan constante, como si supiera qué decir a esa pregunta.

-¿Okey...? -murmuré extrañado- ¿Tu papá a qué se dedica?

-Empresario. Al menos es lo que me dice que es.

Fruncí el ceño por esa respuesta tan rara. Pero antes de seguir preguntando escuchamos un aullido a lo lejos, yo miré hacia la entrada de la cueva donde se asomaba un poco de la luz de la luna.

-¿Hm? -murmuré al escuchar un castañeo leve.

Miré a Nilsa pero ella se alejó rápido y se acercó al fuego mientras trataba de mantenerse caliente con el fuego y abrazándose a sí misma. Fue cuando noté que le faltaba su abrigo, pues este estaba sobre mí. Lo agarré y se lo lancé a la cabeza.

-¡Eh! -me mira confundida.

-Está bien, tengo mis alas -dije cubriéndome con ellas aunque acomodarlas dolió un poco.

-Ya veo, está bien entonces -respondió.

Se puso su abrigo y se mantuvo junto al fuego. Nos mantuvimos en silencio pero el frío se hacía cada vez más y más helado. La miré, notando que temblaba pero intentando que no se notara.

-Tendremos que pasar la noche, no estoy en condiciones ni de llevarte ni de irme a casa -comenté.

-S..Sí... -carraspeó-. Lo imaginé.

No sabía como decirle que podía cubrirla con mis alas para que dejara de sentir frío, de cualquier forma en que pensaba hacerlo sonaba mal. Suspiré y me giré para dejar de pensar en eso. Cerré los ojos y traté de dormir... supongo que conseguí hacerlo porque cuando me despertó el sonido de unos castañeos a mi lado la cueva ya estaba a oscuras y completamente helada.

Me giré de nuevo y vi a Nilsa acostada en el suelo y temblando ya sin poder disimular, ella se levantó y se acarició los brazos para entrar en calor. Resoplé y extendí mis alas, ella me mira pero el sonido que hacía al moverme y se veía confundida.

-Vas a morir de frío cuando el fuego se apague. Ven, aquí es mejor -comenté tratando de no sonrojarme por lo mal que sonaba decir esto de todas formas.

-N..No, no... está bien. No quiero lastimarte más -me sonríe nerviosa.

-Yo te diré si duele, no te preocupes.

Lo consideró por un momento y suspiró derrotada luego de pensarlo. Se acercó a donde yo estaba y se acostó a mi lado sonrojada, tuvimos que estar muy apegados para que mis alas nos cubrieran bien a ambos. No iba a mentir, para mí también era extraño tenerla así, estaba seguro que también me había sonrojado. Pero... no podía dejar que muriera de frío.

Ella rápidamente me da la espalda y yo la cubrí mejor con mi ala, la sentía estremecerse y suspirar aliviada por el calor que estas le transmitían.

-Tienes razón... son cálidas -murmura.

-Te lo dije -respondí sonriendo.

Pronto comencé a sentir su respiración más lenta y noté como su cuerpo se destensaba. Ella se giró haciéndome hacer una mueca leve de dolor pero... vi su rostro dormido, estaba tan relajada y cómoda que me hizo pensar en que sí, realmente mis alas eran suaves y agradables.

-¿Hm? -murmuré cuando ella se acercó más a mí.

Me hizo recordar a cuando hacía esto con Sarah, pues cuando ella tenía alguna pesadilla acudía a mí y me pedía que la abrazara con mis alas. Pero esta era diferente... un sentimiento diferente.

Pude sentir mi corazón acelerado. Sus facciones me parecían tiernas así de cerca y relajada. Sin darme cuenta, mis manos se acercaron a ella, acaricie su brazo sintiendo como ella se estremecía ante mi tacto. Soltó un leve jadeo que me hizo mirar sus labios de donde salió. La tomé por la cintura y la acerqué a mi cuerpo para estrecharla mejor entre mis brazos y cubrirnos más cómodamente con mis alas.

Sus manos tocaban mi pecho haciéndome estremecer por lo frías que estaban. Ella escondió su rostro en mi cuello y con su respiración haciéndome cosquillas ligeras. Sonreí un poco... ella se sentía tan frágil e indefensa en mis brazos.

Creo... que me sonrojé un poco...

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