CAPÍTULO 6
Aragorn había escuchado gritar a Legolas con coraje, por lo que se levantó de ahí y corrió hacia donde los había escuchado. No pudo hacer más por Boromir, así como el hijo de Gondor nada había podido hacer por evitar que los uruk-hai se llevaran a Merry y a Pipin; literalmente, la vida se le había ido intentándolo. Cuando vio a lo lejos a Legolas arrodillado en el suelo, se le heló la sangre al mirar que quien se encontraba junto a él era la princesa de Lórien, sus grises ropas élficas teñidas de sangre. Gimli lo seguía apresuradamente, vigilando que ningún uruk-hai estuviera ya cerca. Se habían ido.
Cuando llegó junto a los elfos, se arrodilló junto al príncipe, quien lo miró desesperado; Aragorn al ver la enorme flecha clavada en el pecho de Melian no pudo evitar la expresión desencajada en su rostro. Melian estaba recargada en el regazo de Legolas, respirando dificultosamente y tomando el brazo de Legolas con una de sus manos, la otra se aferraba a su vestido, temblando.
-No p...puedo resp...irar – susurró Melian dolorosamente mirando a Aragorn.
-Respira conmigo... – le contestó Legolas poniendo cuidadosamente una de sus manos en el hombro de Melian, ella lo miró desesperada.
-Traeré agua y vendajes... – dijo Gimli con su voz fuerte, tal vez algo más fuerte de lo normal al ver que Legolas y Aragorn práticamente habían entrado en shock. El enano se retiró rápidamente dando unas palmadas en la espalda de Aragorn.
-Legolas, necesito que la sujetes, debe estar quieta. Voy a sacarle la flecha y necesito que no se mueva... – le dijo Aragorn volviendo a concentrarse en actuar rápidamente.
Legolas la sujetó y se inclinó para pegar su frente a la frente de Melian, ella seguía respirando superficialmente y comenzaba a enfriarse. El elfo comenzó a rezar en élfico y Melian cerró los ojos buscando concentrarse en las palabras del príncipe. Cuando Aragorn comenzó a mover la flecha, Melian gritó sofocada por el dolor; Legolas la sujetó más fuerte y sus rezos se volvieron más intensos. Ella abrió los ojos y miró hacia donde estaba Legolas, concentrándose en sus palabras; de un momento a otro, su visión cambió y Legolas se vio bañado por una hermosa luz dorada, lo vio vestido de verde y marrón, y una corona sobre su cabeza. Volvió a cerrar sus ojos al sentir de nuevo el movimiento de la flecha dentro de su cuerpo. La visión desapareció.
-Melian, por favor, no te muevas... – le suplicó Aragorn moviendo gran parte de la flecha para sacarla.
-Quédate conmigo, mi vida... – le susurró Legolas al oído sin despegar su frente de la de ella.
Finalmente, Aragorn sacó la flecha de su cuerpo; Melian comenzó a respirar aceleradamente ahora y comenzó a sangrar de una forma alarmante. Legolas instintivamente puso su mano sobre la herida para tratar de detener la hemorragia y reanudó sus plegarias élficas.
Gimli llegó con el agua y los vendajes necesarios, y se dispuso a ayudar a Aragorn a prepara un poco de Athelas, que había guardado desde Lórien esperando que no fuera necesario utilizarlas. Mientras Aragorn ponía el bálsamo con las hierbas y los vendajes a Melian, Gimli tomó la flecha del suelo, era enorme y de color negro, y entonces vio algo que hizo que sus esperanzas se vinieran abajo.
-Esta flecha...está envenenada... – dijo acercándola a su nariz para olerla, no había duda. Legolas lo miró aterrado. Aragorn asintió.
-Es veneno preparado con sangre de orcos, el mismo veneno que estaba en las flechas que mataron a Boromir – dijo con voz apagada y triste, Legolas volvió a mirar la flecha preocupado.
-¿Boromir murió? – preguntó Melian en un susurro casi fantasmal, estaba tan cansada de sentir tanto dolor con la flecha y la curación que casi no podía hablar. Aragorn ya se encontraba limpiando los restos de sangre de su cuerpo y reacomodando el vestido de Melian.
Nadie le respondió, sólo Gimli se limitó a asentir con tristeza para confirmarle las malas noticias. Legolas recogió la flecha y la guardo con las demás en su carcaj, no explicó por qué y nadie se atrevió a preguntarle.
-Por la gracia de los Valar... – volvió a susurrar Melian sobre Boromir, comenzó a llorar, pero el dolor se lo impedía. Su respiración era inestable y su piel en extremo pálida.
-Melian, no vas a morirte, ¿oíste? No puedes morir... – le dijo Legolas a Melian con sus rostros muy cerca.
Aragorn ayudó a Legolas a levantar del suelo a Melian, buscando no moverla mucho. El elfo la mantuvo en sus brazos mientras caminaron un largo tramo para alejarse de esas tierras antes que más uruk-hai llegaran a ellos. Caminaban en dirección a Rohan, pues Legolas les ayudaba a seguir el rastro de los uruk que se habían llevado a los dos hobbits. Melian se mantenía con los ojos cerrados, incapaz de hablar. La herida le dolía bastante y el veneno comenzaba a hacerle efecto. El preparado de Athelas que Aragorn le había puesto retrasó un poco la acción del veneno pero no lo había desaparecido del todo.
Acercándose la noche, el cielo les notificaba que una gran tormenta estaba por llegar, por lo que decidieron buscar refugio seguro para pasar la noche. Encontraron una cueva en el bosque, al inspeccionarla se dieron cuenta que era segura, no había señales de ninguna criatura dentro. La entrada era estrecha, por lo que Gimli se dispuso a buscar troncos y ramas para cubrirla un poco y poder encender una fogata sin que llamara mucho la atención. Recostaron a Melian lo más cómodamente que pudieron y la cubrieron con las capas y mantas que no se utilizarían, su cuerpo se estaba enfriando por la acción del veneno. Aragorn preparó una infusión de Athelas para que ella la tomara.
-Bebe esto, te ayudará a contrarrestar el veneno... – le dijo Aragorn con voz tranquila, ella abrió sus ojos y lo tomó sin preguntar.
-Hannon le (gracias) – le contestó ella aún en un susurro, tomó la mano de Aragorn y lo miró a los ojos. Se notaba débil y adolorida.
-Descansa, estarás segura esta noche aquí... – le contestó él besando su frente y ella cerró sus ojos para intentar dormir.
Antes de ir a velar el sueño de Melian, Legolas hablaba con Aragorn sobre ella. Estaban en medio de la nada, aún estaban a días de llegar a Edoras. Aragorn sabía que la cantidad de Athelas no sería suficiente.
-Temo por ella, Aragorn...temo que no logre llegar a tiempo – le dijo él mirándo a su amigo por tanto tiempo a los ojos, su preocupación era evidente.
-Sólo necesitamos que sea fuerte y aguante hasta que lleguemos a Edoras; ahí encontraré la medicina que hace falta...no voy a permitir que... – la voz del heredero de Elendil se quebró, no quería ni siquiera mencionar que Melian llegara a morir.
-Conozco el cariño que le tienes también, sé que así será – le contestó Legolas para evitar la conversación.
-¿Y qué pasará con Pipin y Merry? – preguntó Gimli, que también se encontraba con ellos.
-Según lo que vemos, los uruk-hai llevan a los hobbits a Isengard, los rescataremos antes de que lleguemos a las tierras de los caballos. Legolas asintió y se retiró para acompañar a Melian.
Caminó hacia ella y se recostó a su lado, mirándola luchar por su vida. Ella abrió sus ojos y lo miró con tristeza, dejándole saber que las cosas no estaban mejorando.
-Ya te dije que no puedes morirte... – le dijo él acariciando despacio su mejilla.
-¿Por qué? ¿Qué m...me hace difer...ente? – su voz era irregular y parecía ser un lamento del viento.
-Tal vez tú y yo no seamos la diferencia para el resto de la Tierra Media, pero tú haces la diferencia en mí – le dijó Legolas mirándola a los ojos, parecía un momento tan íntimo entre ellos, cuando dos elfos se miran a los ojos.
-¿Por qué? – volvió a preguntarle.
-Porque te amo – se lo dijo muy cerca de su rostro, en un susurro que llenó a Melian de una dulce sensación. Ella débilmente levantó su mano y acarició el rostro del príncipe, ella seguía fría.
-Yo tam...bién te...amo, Leg...olas... – le dijo ella con lágrimas rodando por sus mejillas, lamentando estar en esa condición y él lo sabía.
-Por favor, sé fuerte, Melian... – le pidió él, ella simplemente asintió, cansada por el dolor.
Melian pasó una noche terrible llena de pesadillas, fiebre, frío y mucho dolor. Legolas la acompañó en todo momento, acomodando la cabeza de ella en su pecho y tomando sus manos mientras le susurraba cuanto la amaba, usando el idioma de los elfos, volviendo el momento sólo para ellos.
A la mañana siguiente, el sol comenzaba a asomar por entre las ramas que cubrían la entrada de la cueva, la tormenta había pasado. Legolas despertó y miró a Melian en sus brazos. Su cuerpo se tensó al verla, su piel pálida y fría, sus ojeras y sus labios sin color, su cuerpo sin movimiento. Los ojos de Legolas se llenaron de lágrimas, no podía emitir palabra alguna. Como pudo levantó su mano y acarició la mejilla de la elfa.
-¿Melian? – la llamó despacio, no tuvo respuesta. Su corazón comenzó a desesperarse al no sentir su respiración. Cerró sus ojos y levantó su cabeza, comenzó a respirar desesperado.
-Aquí estoy... – escuchó Legolas al sentir una fría y débil mano en su cuello, él de inmediato la miró y vio sus hermosos ojos color miel ambarino. Volvió a cerrar los ojos pero esta vez aliviado.
-Por los Valar, Melian... – susurró aún sin volverla a mirar.
-Creíste que yo... – antes que ella pudiera terminar de hablar, Legolas puso su dedo sobre los labios de ella – ni siquiera lo digas, Melian... – la miró son su mirada azul intenso, sin más la besó suavemente en los labios.
-¿Cómo te sientes? – le preguntó cuando ella le sonrió por el beso que había recibido.
-Ya casi no me duele y creo poder levantarme, ¿me ayudas? – le preguntó segura entre los brazos de él.
-Está bien, intentémoslo...
Legolas la rodeó con cuidado entre sus brazos sin lastimar su herida y poco a poco la fue ayudando a levantarse casi sin permitir que ella hiciera algún esfuerzo. Melian se veía muy pálida, pero hizo lo mejor que pudo para parecer capaz de continuar con su viaje para rescatar a Merry y a Pipin. Cuando estuvo de pie, Legolas no dejó de abrazarla para verificar que podía mantenerse de pie; ella al principio se recargó en el pecho del elfo al sentir que no podía estar de pie. Aragorn al verla caminó hacia ella para revisarla. Gimli recogía las provisiones y salía a revisar el área.
-Déjame revisar tu herida... – le pidió Aragorn a Melian, ella poco a poco se fue separando de Legolas para quedar de pie por sí misma.
-Te ves más fuerte... – le dijo Legolas sonriendo de verla de pie de nuevo.
-Me han cuidado bien – contestó Melian mirando a los tres, Aragorn sonrió y levantó los vendajes de la herida de Melian.
-La herida está cerrando bien; lento pero bien... confío en que las infusiones de Athelas disminuyan los efectos del veneno hasta llegar a Edoras.
-Ya no perdamos más tiempo, Aragorn. Me siento mejor y puedo seguir avanzando, tenemos que ir por Merry y Pipin – le dijo Melian segura de lo que decía, pero sabiendo que aún no se encontraba del todo bien.
-He pensado que tal vez sería mejor que Legolas te acompañe de regreso a Lorien; Gimli y yo seguiríamos para buscar a los hobbits – la mirada de desaprobación de Melian lo hizo interrumpir lo que decía.
-De ninguna manera me voy, Aragorn...yo me quedo...estoy mejor, puedo avanzar...por favor – le pidió ella para que no insistiera. Él asintió resignado y Legolas le dio un beso a ella en la cabeza.
Cuando el sol salió fuerte, salieron de la cueva y comenzaron a avanzar. Era un día extremadamente frío y Melian llevaba dos capas sobre ella para calentar su cuerpo. Una de las capas era de Legolas y la otra de Aragorn, eran las que llevaban de reserva. Melian sabía que algo no iba del todo bien en Edoras. Todo estaba demasiado quieto y silencio.
Al entrar a las tierras de los caballos el clima mejoró y veían con claridad las huellas que dejaban los uruk-hai, ya estaban muy cerca de ellos. Melian se cansaba con facilidad y la herida de molestaba, pero gracias a los constantes cuidados de sus tres compañeros todo iba mejorando mucho más rápido.
Las circunstancias finalmente habían disuelto a la comunidad del anillo, Frodo y Sam fueron solos hacia Mordor; Boromir y Gandalf murieron; y ahora Legolas, Aragorn, Gimli y Melian se encaminaban a rescatar a sus pequeños amigos, Merry y Pipin de la cruel tortura de Isengard.
__________________________________________
Mil disculpas por esta enorme tardanza, estuve enferma y me la pasé desconectada de todo. Pero ya estoy de vuelta. Infinitas gracias por sus votos y comentarios y sobre todo por la espera.
Para quienes leen El Legado Stark, mañana subiré el capítulo 16.
Besitos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro