57. Un lobo con piel de cordero
Mil gracias por lo que viene a ser TODO EL AMOR que recibió el último cap. Sois geniales! ❤️
(Al final os cuento una cosa ✨)
—¿Y tú quién eres? —dijo Júpiter finalmente, acariciando mi mejilla con la mano.
Su frío contacto tensó mi cuerpo al instante y una horrible sensación inundó mi ser sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Sus ojos brillaron con intensidad al capturar un mechón de mi pelo y Júpiter levantó mi mentón para poder observarme mejor. No respondí a su pregunta, sintiendo que carecía del valor necesario para hacerlo y de la fuerza de voluntad para controlar la ira que me había invadido al encontrarme en compañía de un ser tan despreciable.
—Eres diferente... —susurró muy cerca de mí, golpeando mi rostro con su aliento—. Tu aspecto es muy extraño... ¿quién eres? —Júpiter me observó esperando una respuesta pero no obtuvo ni un leve movimiento de cabeza por mi parte—. Veo que no eres muy habladora... ¿tengo que continuar pegándole a tus amigos para que me respondas? —Entrecerré los ojos inconscientemente al percibir su amenaza y él soltó una ligera carcajada—. ¿De dónde has salido para estar en compañía de la Guardia Aylerix, pequeña? Eres muy, muy extraña... Nunca he visto a nadie como tú.
Júpiter se acercó más a mí para recorrer la línea de mi mandíbula con uno de sus dedos antes de comenzar a descender por mi cuello, erizándome la piel con su contacto y haciendo que mi cuerpo se tensase todavía más.
—¡Oh! Sí que vi a alguien como tú una vez. Espera un momento, ¿eres la sin magia? —Sus ojos centellearon con reconocimiento y el hombre dio un paso atrás para poder observarme al completo, recorriéndome de arriba abajo con su perturbadora mirada—. Sí, sí que eres tú... No esperaba volver a verte. La verdad es que me sorprende que sigas viva.
¿Volver a verme? ¿Cómo que volver a verme? ¿De qué me conocía? ¿Cuándo nos habíamos visto? ¿Quién era aquel tipo? Mi cuerpo se tensó todavía más al ver que había cinco hombres acercándose a nosotros y los soldados imitaron mi comportamiento.
—Mi señor, la primera y la segunda ya han partido —dijo uno de los hombres.
—¡Ah, perfecto! —exclamó Júpiter en respuesta, dando un par de palmadas en el aire a modo de celebración—. ¿Sabéis qué significa eso, mis queridos amigos? Que dos tercios de nuestro ejército van camino de vuestra ciudad, ansiosos por llegar y destrozar hasta los mismos cimientos.
Sus palabras estaban cargadas con un veneno tan ponzoñoso que no me podía creer que no hubiese alguna motivación personal detrás de todo aquello.
—Nosotros tenemos que partir también pero no veo por qué no podemos entretenernos durante unos minutos, al fin y al cabo mis hombres se merecen un poco de diversión.
Las salvajes sonrisas que se dibujaron en los rostros de aquellos hombres hicieron que se me congelase la sangre. Los soldados de Júpiter se acercaron a nosotros con la calma de un felino que disfrutaba más acechando a su presa que cazándola y cada uno de ellos se situó frente a uno de nosotros.
El hombre que se encontraba delante de mí pertenecía al Clan Ámbar y las llamaradas que vivían en sus ojos me avisaron de que lo que venía a continuación iba a doler y a ser muy desagradable. El hombre deslizó uno de sus cuchillos por mi cuello y soltó una malévola carcajada antes de trasladarlo a mi pecho, captando la atención de Júpiter.
—Allí hay alguien que quiere un poco de tu atención —le dijo el líder de aquellos bárbaros.
El Ámbar cumplió las órdenes de su jefe de mala gana y en cuanto alcanzó a Aidan lo golpeó en el estómago con todas sus fuerzas. Los gemidos y sonidos provocados por los golpes que recibían los soldados llegaron a mí poco a poco, hasta que la intensidad de los impactos aumentó tanto que lo único que podía escuchar era una amalgama de dolorosas expresiones que me tenían encogida por el sufrimiento.
El cuerpo de Júpiter bloqueaba mi visión y no podía más que imaginar la brutal paliza que estaban recibiendo los soldados en aquel momento. Las lágrimas quemaron mis ojos por la impotencia que sentía al no poder hacer nada por evitarlo y por la culpabilidad que me había invadido al no recibir el mismo trato que ellos.
—Pareces tan diferente... —dijo Júpiter de repente, pasando una de sus manos por mi mejilla—. No sufras por ellos, no se lo merecen. —Su voz intentaba ser suave y delicada, pero en lo único en lo que podía pensar era en lo muy lobo con piel de cordero que parecía—. Recuerda que todo lo que has tenido que vivir a lo largo de los ciclos ha sido culpa suya. La sin magia, aquella a la que no aceptaron, aquella a la que insultaron y menospreciaron... —¿Por qué sabía tanto sobre mí?—.
Nunca creí ser capaz de sentir tanto desprecio por una persona como el que me invadió en aquel momento. Júpiter debió percibir el cambio en mi expresión porque se alejó un poco y le ordenó a sus hombres que se detuvieran sin dejar de mirarme ni un solo segundo. ¿Qué ninfas le pasaba? Estaba completamente loco.
—¡Levantadlos! —exclamó en la tranquilidad del bosque.
Los hombres cumplieron las órdenes de Júpiter con premura y cuando incorporaron a los soldados pude ver el terrible estado en el que se encontraban. La sangre brotaba de sus rostros como si de manantiales naturales se tratara y sus abatidas expresiones no hacían nada por mejorar su aspecto. En sus cuerpos había múltiples cortes y heridas frescas y era obvio que la paliza que acababan de recibir había acabado tanto con su energía como con su ánimo.
Verlos de aquella forma hizo que apareciese un nudo en mi garganta, que se me revolviera el estómago y que las lágrimas comenzaran a deslizarse con fuerza por mis mejillas sin que pudiese evitarlo.
—Ha llegado la hora de partir, amigos míos. Como os he dicho antes, dos tercios de nuestro ejército ya han comenzado su viaje y nosotros tendremos que darnos prisa para alcanzarlos, pero creedme cuando os digo que lo haremos. En poco tiempo llegaremos a la ciudad azul y no querríamos hacer nuestra entrada triunfal sin la Guardia Aylerix y sin el magnífico jefe del clan, ¿a que no?
Nuestras expresiones de sorpresa hicieron que Júpiter soltase una carcajada que resonó en la calma del bosque y el joven se acercó a Killian con lentitud.
—¿Creíais que no sabía que teníamos entre nosotros a una celebridad? ¡Oh, ilusos! Desatadlos, quiero que estén presentes cuando asesinemos a sus súbditos para que sepan que ha sido culpa suya.
—¿Qué hacemos con ella, mi señor? —preguntó un hombre que se había acercado a mí. Júpiter se dio la vuelta para mirarme a los ojos y le dedicó unos segundos a meditar la respuesta.
—Dejadla aquí, no nos servirá para nada.
Al escuchar sus palabras casi se me salen los ojos de las órbitas, pero mi sorpresa quedó reducida a un segundo plano cuando llegó a mí el doloroso gemido de Max. El hombre que lo había soltado había dejado que se cayese y que se golpease contra el suelo, y lo mismo hicieron con el resto. Los soldados aprovecharon la oportunidad para atacar a los hombres de Júpiter, pero con lo débiles y heridos que estaban, no pudieron hacer nada para liberarse y solo consiguieron que les hiciesen todavía más daño.
—Dad el aviso, nos vamos ya. —Los hombres asintieron al escuchar las órdenes de su líder y empezaron a guiar a mis amigos hacia el grupo que se preparaba para partir.
—¡Moira! —Aquel grito que me dejaba atrás hizo que las lágrimas brotasen con más fuerza de mis ojos pero el nudo de impotencia que me bloqueaba la garganta no permitió que respondiera.
—Moira... —repitió Júpiter, acercándose a mí y deslizando un dedo por mi mejilla—. Si tienes algo de suerte vendrá un animal salvaje a acabar con tu vida y liberarte de tu miseria.
Aquel despreciable ser se movió para coger un tronco de la hoguera y se volvió hacia mí con tanta fuerza y velocidad que hizo que todo a mi alrededor se desvaneciese en el mismo instante.
Anyway, Moira está sola ante el peligro... ¿Saldrá de esta?
¿Qué pensáis ahora de Júpiter? ¡Contádmelo en los comentarios, lobos míos 🐺!
Os dejo la meta para el próximo cap: 460 👀, 104 🌟 y 360 ✍️!
¡Nos leemos pronto! ❤️ ¡Biquiñooooos! 😍😍
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