Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

56. Sed de sangre


Me desperté dolorida y desorientada, con un mal presentimiento recorriendo mi cuerpo y con mi instinto de supervivencia apelando a mis emociones más básicas. Sentía calor enfrente de mí pero frío a mi alrededor y se me erizó la piel cuando me golpeó una ráfaga de viento con tanta fuerza que pude sentir las emociones que traía consigo. En ella reconocí el odio y el desprecio, el ansia de venganza y el ambiente de violencia que se respiraba en aquel lugar.

Intenté moverme pero al hacerlo fui consciente de que había cuerdas atadas en mis brazos y piernas y cuando por fin abrí los ojos sentí que se me paraba el corazón. Nos encontrábamos alrededor de una pequeña fogata, formando un círculo, y tanto los soldados como yo estábamos atados a troncos de madera que nos mantenían inmóviles.

—¿Estás bien? —me preguntó Killian con preocupación al darse cuenta de que me había despertado; al parecer había sido la última en hacerlo.

Me limité a asentir con la cabeza, incapaz de determinar la respuesta a aquella pregunta sin procesar primero qué era lo que había ocurrido. Había restos de sangre en los rostros de los soldados y heridas muy recientes que acompañaban a sus expresiones de pesar y amargura. Sus armas no estaban a la vista, probablemente porque se las habían quitado al capturarnos, y no había duda de que nos encontrábamos en el campamento del ejército enemigo.

A mi izquierda había una tienda que destacaba entre las otras por ser de mayor tamaño, probablemente la de Júpiter, el líder de todo aquello, y a pesar de que la actividad en la zona no se había detenido, sino más bien todo lo contrario, no parecía haber nadie pendiente de nosotros.

A mis oídos llegaban gritos y fragmentos de las múltiples conversaciones que estaban teniendo lugar en aquel claro del bosque. Podía escuchar el sonido del chocar de múltiples espadas, el ruido del martillo golpeando el acero intentando moldear quién sabía qué arma letal, los relinchos de algunos caballos que no debían de estar muy lejos de nosotros y las órdenes de aquellos que comandaban a los diferentes grupos de soldados que se habían formado en aquel ejército.

Los árboles se golpeaban los unos contra los otros, alterados por el viento y por tener que presenciar aquella escena que le congelaría la sangre a cualquiera, y las emociones que se removían en mi pecho imitaron el agitado ritmo del bosque a mi alrededor.

Las expresiones de los nei que pasaban ante nosotros eran un claro espejo de lo que se escondía en su interior, un abanico de sentimientos que iba desde la sed de sangre hasta la necesidad de venganza, una imagen que no era para nada tranquilizadora.

Me mordí el labio para evitar soltar un gemido de dolor cuando sentí el daño que había provocado el continuo roce de las cuerdas sobre mis manos al intentar liberarme de mis ataduras. Estaban tan apretadas que no tenía espacio suficiente para poder maniobrar y como en el fondo sabía que no podría sacar las manos de aquel agarre, empecé a frotar las cuerdas contra la madera en un intento de aflojarlas o desgastarlas.

—¿Pero qué tenemos aquí? —dijo una voz tan despojada de emoción que consiguió que se me erizase la piel de la nuca.

El rostro del hombre que se había acercado a nosotros estaba cubierto por una capucha que brotaba de una capa negra bajo la que ocultaba todo su cuerpo, aumentando el aura de oscuridad que se movía a su alrededor. Agradecí no poder mirarlo a los ojos, porque si había logrado perturbarme tanto con su voz, no quería ni imaginar lo que lograría hacer con su mirada.

—Vamos, no seáis tímidos. ¿No tenéis nada que decirme? —Ninguno de nosotros abrió la boca y el hombre soltó una carcajada que hizo que aguantase la respiración inconscientemente—. ¿Qué pasa, que vuestro querido jefe del clan os ha enviado a hacer el trabajo sucio mientras él descansa en su amada fortaleza? —El hombre pasó a Killian de largo y se acercó a Aidan, quitándose la capucha para dejar su rostro al descubierto—. ¿Es así cómo os demuestra lo valiosas que son vuestras vidas para él?

Mi frente se arrugó con confusión y los nervios que aparecieron en mi estómago me indicaron que aquello era algo que podía jugar a nuestro favor. Los ojos de Killian se encontraron con los míos durante una milésima de segundo y al fijarme en las expresiones de los soldados supe que estaban pensando lo mismo que yo.

Aidan ni siquiera se movió y Júpiter, al ver que no iba a conseguir que reaccionase a sus gritos, se acercó a Quentin. Como estaba de espaldas a mí no logré ver su rostro y lo único que pude apreciar fue su cabello, que caía hasta sus hombros y en el que se podían encontrar mechones de color blanco y negro, rubio, gris e incluso de color miel. Aquella combinación tan extraña y propia de clanes tan diversos me confundió en lo más profundo e hizo que se me erizase la piel, como si mi cuerpo estuviese intentando advertirme de algo que mi mente todavía no había alcanzado a comprender.

—¿Es así cómo agradece vuestro trabajo? ¿Enviándoos a una muerte segura? ¿Apoderándose de vuestros logros y tratándoos como si fueseis inferiores? —Quentin se movió para escupirle en la cara y Júpiter soltó una carcajada tan llena de odio que logró enviar un escalofrío por mi espina dorsal—. Vaya, vaya, joven Rubí... ¿es que no te han enseñado a controlarte?

La maldad con la que se cargó su tono se plasmó en el puñetazo que le dio a Quentin en el estómago, haciendo que el soldado se encorvase por el dolor. El Rubí no gritó, ni siquiera gimió, y al hombre que tenía enfrente no pareció gustarle aquello. Júpiter volvió a golpearlo, en aquella ocasión con más fuerza, pero Quentin soportó el dolor sin quejarse.

El jefe del ejército enemigo cerró los puños y los apretó hasta que sus nudillos se tornaron blancos, intentando contener su ira antes de darle un puñetazo en la cara con tanta fuerza que hizo que brotase sangre de su boca y que el tronco al que estaba atado se cayese al suelo, haciendo que el soldado quedase tendido en la hierba.

—¡Ya basta! —exclamé antes de que Júpiter le diese una patada en la cara a mi amigo. ¿A mi amigo?

Maldije mi existencia en cuanto vi las expresiones de alarma de los soldados y escuché como Júpiter se acercaba a mí a paso ligero. Cerré los ojos durante unos segundos para calmarme y al abrirlos me encontré con su rostro muy cerca del mío, tensándome automáticamente al sentir su aliento sobre mi piel.

No pude controlar el escalofrío que recorrió mi cuerpo cuando mi mirada se encontró con la suya y se me congeló el corazón al percibir todo lo que se acumulaba en aquellos iris de color de una miel rosada tan adulterada que no parecía real.

Tenía la sensación de que la magia del Rubí se había corrompido en él, como si aquella perversión se hubiese manifestado en sus perturbadores ojos y en aquel cabello que no conseguía ser de un color puro. Todo en él irradiaba odio y ansias de venganza, como si estuviese consumido por aquellas emociones y fuese incapaz de sentir otra cosa.

Sobre su blanca tez, bajo sus ojos, destacaban las sombras púrpuras que indicaban que no había descansado desde hacía ciclos, y la belleza de su casi perfecto rostro se perdía en aquel conjunto que hacía que pareciese que había perdido la cabeza y que estaba a punto de cometer una locura.

Me encanta ese gif 😍

¿Qué piensas de cómo se comporta Júpiter? ¿Quién crees que es?

¡Espero que os haya gustado el cap y nos vemos en el próximo!

396 👀 84 🌟 y 220 ✍️!

¡Biquiños! 😍😍 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro