
50. La fuerza de la tierra
Muchísimas gracias por vuestros comentarios, me encanta ver todo lo que despierta en vosotros la novela❤
Comenzamos el viaje allí donde se originó todo...
¿Qué pasará?
Killian empezó a caminar a través del túnel de tierra en el que nos encontrábamos sin mirar atrás y nosotros nos limitamos a imitar su comportamiento. Aquel lugar lograba erizarme la piel y mi dolor de cabeza no hacía más que aumentar conforme nos deslizábamos por los diferentes pasadizos de roca.
Después de un rato me pareció percibir pequeños destellos en las paredes que había a mi alrededor, y de un momento a otro empecé a sentir pinchazos tan agudos en la frente que tuve que reprimir un gemido para no alertar a los soldados.
A pesar de mi esfuerzo, Quentin se volvió hacia mí como si tuviese un cartel luminoso en la frente, y en cuanto sus ojos se encontraron con los míos frunció el ceño en desaprobación. Negué con la cabeza cuando vi que tenía intención de acercarse y él respetó mis deseos, por una vez en la vida, y continuó caminando hacia delante regalándome una advertencia con la mirada.
Estúpido jefe legítimo del Clan Rubí que tiene que percibir las emociones de quienes lo rodean como si fuesen las suyas propias.
Killian se paró en seco y levantó uno de sus brazos para alertarnos del peligro antes de llevar la mano a su espada. Los cuerpos de los soldados se tensaron automáticamente y sus ceños se fruncieron con preocupación. Cuando llegué a su altura escuché los suaves sonidos que indicaban que había más gente en aquellos túneles y una nerviosa y amarga sensación se instaló en mi estómago, aumentando todavía más mi malestar. Eché mano de los cuchillos que llevaba en los arneses casi inconscientemente, y después de unos segundos de analizar lo que estábamos escuchando, Killian se volvió hacia mí.
—Espera aquí, Stone.
No podía negar que estaba increíblemente nerviosa y que una sensación de mareo y malestar nublaba tanto mi vista como mis reflejos, así que asentí con la cabeza sin oponer resistencia. El asombro llenó la expresión del jefe del clan pero no llegó a decir nada porque no contaba con el tiempo suficiente para hacerlo, cosa que agradecí, y la Guardia empezó a correr con sigilo hacia el lugar del que provenían aquellos ruidos. Me arrepentí de la decisión que había tomado en cuanto dejé de ver a los soldados y los gritos y sonidos de espadas chocando entre sí inundaron las galerías de piedra.
Los minutos pasaron y los gritos aumentaron tanto en intensidad como en frecuencia. Me estaba empezando a volver loca al no saber qué era lo que estaba ocurriendo y me sentía una inútil allí parada, así que contra todo sano juicio, eché a correr en su dirección. Mi dolor de cabeza aumentó conforme avanzaba entre las rocas y los pinchazos que sentía se multiplicaron cuando, al doblar la esquina, me encontré con una imagen tan bella que me quedé sin palabras.
En las paredes de roca de aquel túnel brillaban miles y miles de obsidianas marrones que se camuflarían con su entorno de no ser por los relucientes y delicados brillos que se reflejaban en ellas. El poder que desprendían era evidente con tan solo verlas y mi malestar aumentó al estar tan cerca de su presencia, motivo por el que comencé a retroceder para salir de allí lo antes posible.
—¡Aidan!
El grito de Mónica que resonó en la cueva hizo que mi corazón empezase a latir con fuerza y mi respiración se volvió dificultosa en cuanto eché a correr sin ser consciente de lo que estaba haciendo. Cuando llegué a la zona en la que se encontraba la Guardia vi como un hombre sostenía un cuchillo muy cerca del cuello de Aidan, y, sin pensar en lo que estaba haciendo, me abalancé contra él con todas mis fuerzas.
Aidan aprovechó la distracción que le había brindado para clavar la espada en el abdomen de su enemigo, haciendo que me estremeciese al escuchar el sonido que provocó el metal al desgarrarlo por dentro. Los ojos del joven Aqua se encontraron con los míos durante tan solo una milésima de segundo, porque mi mirada descubrió tras él algo de lo que no fue capaz de despegarse.
A menos de diez metros de distancia y al final de un pequeño túnel se encontraba la gema Obsidiana, aquella que le daba poder al reino ligado a la tierra y los animales. De un tamaño colosal, brillaba con una fuerza tan intensa que me tuve que poner una mano delante de los ojos para evitar que su luz me cegase. En su interior se movían miles de granos de arena de diferentes tonalidades y a su alrededor había objetos extraños, cuerdas y dibujos mágicos que supuse que formaban parte del ritual que teníamos que deshacer.
De un momento a otro sentí como se clavaban en mi cerebro cientos de agujas al mismo tiempo, pero mi atención se desvió al fuerte golpe que me habían dado en el costado y que me había hecho salir despedida hacia la galería en la que se encontraba la gema. El dolor se extendió por mi espalda, y a pesar de que intenté frenar con todas mis fuerzas, no fui capaz de hacerlo.
Sentí como mi cuerpo colisionaba contra todo lo que encontraba a su paso pero continué deslizándome por el suelo de roca hasta que noté que chocaba contra algo que logró detenerme al fin. Me quedé allí tumbada durante unos segundos, intentando recuperar la fuerza que había abandonado mis piernas y conseguir que mi cabeza dejase de dar vueltas descontroladamente..
Los pinchazos habían aumentado y el dolor se había vuelto tan agobiante que me empezaba a costar respirar. Desesperada por encontrar una solución a aquella tortura, giré la cabeza en busca de algo que me ayudase a levantarme, pero me quedé petrificada al encontrar la gran gema Obsidiana a escasos centímetros de mi rostro.
Con el miedo apoderándose de mí, me arrastré como pude hacia el lado opuesto, sintiendo como mejoraba mi estado al alejarme del poder de la gema. Todo iba bien hasta que mi espalda colisionó con algo duro y blando al mismo tiempo, y al darme la vuelta para ver de qué se trataba, me encontré con una masa de tierra y piedra que llegaba hasta el techo y que bloqueaba la salida.
Mis manos empezaron a temblar cuando fui consciente de lo que aquello significaba y me obligué a respirar hondo para no ceder ante el miedo que me había invadido. Las lágrimas inundaron mis ojos y aquella vez no luché por evitar que se deslizasen por mis mejillas. El cúmulo de emociones que sentía se liberaba con cada gota que caía en mis manos y dejé que el dolor fluyese libre y sin límites mientras mi mente trataba de encontrar la manera de salir de allí.
Un gemido escapó de mis labios al sentir que me acuchillaban las sienes y me encogí inconscientemente tratando de mitigar el dolor. La claridad de mi mente se esfumó y mi cuerpo vibró con los incontrolables sollozos que llegaron a mis oídos. Me tapé la boca para silenciar el grito de dolor que se había formado en mi garganta y, cuando mis ojos se encontraron con la gema Obsidiana, supe que tenía que alejarme de ella si quería seguir viviendo.
Me levanté apoyándome en la roca que se presionaba contra mi espalda e inspeccioné la zona en busca de algo que me fuese de utilidad, pero no había absolutamente nada, ni una salida alternativa ni una herramienta que me sirviese para abrirme paso entre la masa de tierra que me había apresado.
Sabiendo que la única forma de salir de allí era por el mismo lugar por el que había entrado, hundí las manos en la masa marrón que llegaba hasta el techo deseando con todas mis fuerzas que fuese lo suficientemente blanda como para cavar un hueco por el que poder regresar a la galería principal.
Al ver que mis deseos se habían cumplido las lágrimas reaparecieron en mis ojos, nublándome la visión y dificultándome la tarea todavía más. Empecé a apartar la tierra y los trozos de piedra que encontraba a mi paso, sintiendo como me debilitaba con cada movimiento, y poco a poco se fue formando ante mí una cavidad por la que me fui deslizando hasta que quedé completamente rodeada de tierra.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al darme cuenta de que si aquel túnel colisionaba, quedaría sepultada en la tierra para siempre, pero me esforcé en concentrarme para poder mantener a raya el miedo que me había invadido.
Con el paso de los minutos mis brazos comenzaron a cansarse y mis pulmones se resintieron por la falta de aire fresco y limpio. Cada vez me movía con más lentitud y mis pensamientos se volvían más confusos e imprecisos.
Percibí movimiento a mi alrededor y de mi garganta escapó un profundo grito de pánico que fui incapaz de controlar. Mis ojos se cerraron al sentir el sabor a tierra en mi boca y la presión que venía a acabar con mi vida me aplastó en cuestión de segundos.
¿Imaginabas que la gema Obsidiana sería así? ¡Espero que te haya gustado el capítulo!
¿Qué pasa con Moira? ¿Y qué te ha parecido el origen de todo?
Sí, me sigue encantando Ron de pequeño ❤️
Nos vemos en cuanto lleguemos a 560 👀, 100 🌟 y 330 ✍️!
¡Biquiñooooos y mucho ánimo con esos exámenes! 😍😍
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