48. Una sirena de orejas picudas
Mis palabras provocaron que los soldados se volviesen para mirarme con estupor ante mi atrevimiento, mientras que el anciano se limitó a observarme con curiosidad. Su cabeza se inclinó sin romper el contacto visual, como si estuviese buscando en mi mente el origen de mi existencia.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Devo por fin, haciendo que aquel momento tan incómodo terminase de una vez por todas.
—Lo noto en los huesos —dije mientras me encogía de hombros. Killian y Devo sonrieron al reconocer aquella expresión propia de la civilización antigua, y el anciano suspiró y frunció el ceño antes de responder.
—La caligrafía corresponde a la de Arter.
—Es uno de los ancianos del Clan Rubí —susurró Quentin con sorpresa.
—Así es.
—¿Por qué iba a hacer él algo así? —continuó el Rubí con dolor en la voz.
—No lo haría, no se atrevería. Arter conoce perfectamente las consecuencias de sus actos, no sería tan imprudente. —El gesto del anciano se torció con temor.
—¿Hay algo que pueda motivar que actúe de esta manera? —preguntó Killian, intentando encontrar sentido a sus declaraciones.
—No, no lo creo —respondió el anciano después de meditar la respuesta—. El Clan Rubí está sumido en una forma de gobierno corrupta y maquiavélica que ya no conoce la diferencia entre el bien y el mal, pero me cuesta creer que Arter haya respondido con algo como esto. —La expresión de Quentin se tiñó de dolor y culpa al escuchar las palabras del anciano sobre el estado de su clan, pero el soldado logró mantener la compostura.
—Pero ha sido él quien ha creado el manuscrito, ¿no? —preguntó Killian como si fuese obvio que tenía que ser culpa suya.
—Si, estoy seguro de eso, pero no comprendo qué...
—Con todo mi respeto, anciano, no necesito que lo entienda, sino que me diga cómo acabar con esta locura. —Mis ojos se abrieron por la sorpresa al escuchar las palaras de Killian. ¿Quién era aquel hombre y qué había hecho con el jefe de mi clan?
—Comparto su preocupación por los habitantes de los reinos, Ix Realix, pero...
—No creo que lo haga.
La voz de Killian rezumaba ira y sabía que en el fondo culpaba al anciano por no haber hecho algo por evitar aquella situación cuando había tenido la oportunidad. El magno tenía la misma responsabilidad con los ancianos que Killian con los habitantes de los clanes. El problema era que Killian estaba intentando solucionar todo aquello, mientras que el anciano se limitaba a reflexionar en su butaca y observarlo todo desde la comodidad de su salón.
—¿Y si no lo ha hecho por voluntad propia?
—¿A qué te refieres? —me preguntó el jefe del clan con un tono más suave a pesar de seguir mostrando su rabia contenida.
—¿Qué pasa si lo han capturado y obligado a crear el manuscrito? —respondí algo más segura de mí misma conforme iba reflexionando sobre mis palabras.
—¿En serio piensas eso? —me preguntó Aidan con incredulidad.
—Podría ser.
—Contactaré con Pyro —dijo el anciano mientras salía apresuradamente de la estancia.
—¿Esa no es una de las ancianas del Clan Ámbar? —preguntó Mónica con perplejidad.
—Así es —respondió Devo desde la distancia.
—Un momento, entonces.
—Pensaba que teníamos prisa, Ix Realix —respondió el anciano con molestia.
—La tenemos, pero todavía no tengo claro que pueda confiar en usted, cuanto menos en la anciana de otro clan a la que ni siquiera conozco. Cualquiera podría estar detrás de esto.
—Pyro es mi sucesora, quien tomaría el cargo en caso de que algo me ocurriese. No albergo ningún tipo de desconfianza hacia ella.
A Killian no le convenció su razonamiento y se volvió hacia nosotros para preguntarnos qué hacer con la mirada. Aquel gesto me sorprendió profundamente, ya que era un acontecimiento más extraño que el nacimiento de una sirena de orejas picudas, pero no pude disfrutarlo como merecía por la seriedad que se había apoderado de la conversación. Max fue el primero en asentir con la cabeza y todos lo imitamos al coincidir en que aquella parecía ser nuestra única opción.
—Seré lo más breve posible.
El anciano desapareció siguiendo los pasillos del edificio y los soldados se relajaron en sus butacas en cuanto dejaron de percibir su presencia.
Mi rostro se tiñó de sorpresa al descubrir que aquellos libros contenían memorias de los antiguos habitantes de Neibos. Historias reales y personales que contaban dónde vivían y lo que hacían, cómo se sentían y cómo eran sus vidas... La emoción se abrió paso en mi interior y no pude evitar sonreír al descubrir las maravillas que allí se escondían, y cuando me volví al percibir movimiento por el rabillo del ojo, me encontré con la cálida mirada de Killian, que me observaba con atención mientras admiraba aquellas obras de arte.
—Las nuevas que me ha transmitido Pyro no son nada apaciguadoras... —La voz del anciano inundó la estancia a su regreso.
—¿Por qué?
—No sabemos dónde está Arter. Su şihïr no se encuentra a nuestro alcance y nadie lo ha visto desde hace varios ciclos de Asteria.
—Creía que convocaban reuniones a menudo. —La voz del jefe del clan se tiñó de sospecha.
—Así es, Ix Realix, pero en la mayor parte de las ocasiones no lo hacemos de manera presencial.
—Entonces él es el culpable de todo esto. —La contundente expresión de Killian no tuvo nada que ver con la que inundó el avergonzado y apenado rostro del anciano.
—Si Arter estuviera haciendo esto voluntariamente, ahora estaría respondiendo a las llamadas y fingiendo que todo funciona como siempre para no levantar sospechas —añadió Quentin en su defensa.
—Interesante... —El gesto de Devo se volvió pensativo.
—Si hace ciclos que nadie le ve es porque alguien se lo ha llevado a algún sitio.
—También podría haberse ido solo, Moira —respondió Killian con molestia.
—Si estuvieses planeando algo en secreto no desaparecerías en circunstancias sospechosas que podrían atraer atención hacia ti —respondí con suavidad, sabiendo que el jefe del clan no quería aceptar aquella posibilidad porque no significaría más problemas.
—Eso convierte a Arter en una víctima —añadió Quentin con alivio.
—Tenemos que ir a buscarlo —dijo el magno con convicción. Killian frunció el ceño y en su rostro reinó la discordia.
—No, tenemos que hacer lo que usted dijo, acudir al lugar en el que se encuentran las gemas y deshacer los rituales para que vuelva la magia y los elementos no se vuelvan en nuestra contra.
—¿Y abandonar a Arter a su suerte? —La voz del anciano se elevó por la sorpresa.
—En cuanto solucionemos un problema iremos directamente al otro —respondió Killian con serenidad a pesar de la agitación de Devo.
—¡Eso no es posible!
—¿Por qué no? —preguntó Max con curiosidad.
—Porque deshacer un conjuro de tal calibre no es tarea fácil. El proceso se volverá más complicado cada vez que se libere una gema. Tanto, que revertir el último ritual requerirá de un esfuerzo tan tremebundo que intentarlo rozará hasta la insensatez. —Aquella información nos dejó sin palabras durante unos segundos pero Killian se mantuvo firme a la decisión que había tomado.
—Primero las gemas, luego Arter —dijo sin más.
—¡No abandonaré a ninguno de mis ancianos!
El grito de Devo estaba tan cargado de emoción que hizo que se generase una corriente de aire en la estancia que envió escalofríos por mi espina dorsal. La Guardia me observó como si me estuvieran urgiendo a hacer algo, ¿pero qué pretendían que hiciera? Yo era la única persona del grupo que no tenía ni una pizca de autoridad, definitivamente se estaban malacostumbrando.
—¿Y si nos dividimos? —sugerí después de un rato—. Nosotros vamos a liberar el poder de las gemas y los ancianos van a salvar a Arter.
—Eso no es posible. El acceso al interior de Neibos está abierto para muy pocas personas en el planeta, tengo que ir con ustedes para que puedan entrar. —Killian se mantuvo inamovible a pesar del obvio desacuerdo de Devo y tanto la Guardia como el anciano me observaron con miradas suplicantes.
—Yo estoy de acuerdo con Frost —dije al comprender que estaban esperando a que hiciese pública mi opinión. Las expresiones de los presentes se tiñeron de confusión y de sorpresa al escuchar mis palabras y el rostro de Killian se llenó de un estupor tan sincero que tuve que reprimir una sonrisa.
—No puedo arriesgar la vida de millones de personas por una sola —explicó el jefe del clan con pesar después de un silencio que semejó ser eterno. En los ojos del anciano brilló una sucesión de profundas emociones que no parecía tener fin.
—Llévanos a dónde sea que tengamos que ir para evitar que estalle el poder de las gemas. Cuando estemos dentro puedes irte a buscar a Arter con el resto de ancianos, y cuando hayamos terminado te avisaremos para que vuelvas a recogernos. ¿Es posible? —La emoción que iluminó el rostro de Devo hizo que no fuese necesario que respondiese a aquella pregunta.
—Es posible, sí.
—¿Le parece bien?
—Así es, Ix Realix, se lo agradezco.
—Partamos pues —ordenó el jefe del clan, haciendo que el gesto del anciano se transformase por completo y que desapareciese por los corredores del lugar anunciando que iba a buscar sabe Zeus el qué—. Stone, unas palabras en privado —añadió Killian mientras se encaminaba en dirección a otra de las estancias sin añadir nada más.
Los soldados me observaron con una curiosidad que se reflejó en mis ojos y yo me limité a encogerme de hombros antes de seguir al jefe del clan por los pasillos. ¿Qué se suponía que había hecho ahora?
¿Qué crees que va a hacer o a decir Killian? Sea lo que sea, se vieneeee...
¿Y quién más quiere vivir en la casa de Devo? 😏😏
Se ha terminado el maratón. Ya sé que lo habitual es subir un capítulo al día pero I can't be bothered. ¡Espero que lo hayáis disfrutado y que os hayan gustado los capítulos!
Os dejo la meta para el capitulo 49: 345 👀, 84 🌟 y 130 ✍️
¡Nos vemos pronto! ❤️
¡Biquiñooooos! 😍😍
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