Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37. Los barcos se hicieron para navegar


El jefe del clan había desaparecido por las escaleras que daban a los pisos superiores sin añadir nada más, y menos mal. A pesar de que su partida había dejado una sensación de vacío en la estancia, necesitaba estar sola para aclarar lo que fuera que estaba ocurriendo en mi cerebro. Tenía que reconocer que me sentía diferente; era extraño compartir sentimientos tan personales con personas que pertenecían a la Autoridad.

Mientras observaba como ardía la madera, no pude evitar preocuparme por lo que nos deparaba el futuro. Pensé en el manuscrito, en lo que podía significar, en quién lo habría creado, en los terremotos que habían zarandeado el planeta, en lo que nos había contado Quentin... Empecé pensando en todo lo que había ocurrido en las últimas puestas de sol, y terminé pensando en todo lo que había ocurrido desde que había abierto los ojos por primera vez.

Desde que había conocido a Alis y se habían sucedido una serie de acontecimientos que me habían obligado a salir de mi rutina diaria y a enfrentarme a cosas y a situaciones en las que nunca antes me habría imaginado, me había visto forzada a pasar mucho tiempo con la Guardia Aylerix. Al vivir todo lo que habíamos vivido, presenciar sus acciones, comprobar sus reacciones y descubrir su pensamiento, me había dado cuenta de que había estado equivocada durante muchos ciclos. El odio que albergaba en mi interior en contra de la Autoridad, de las personas con gran poder y de la sociedad en general, había sido fundado en las acciones de unos pocos. Me había limitado a juzgarlos a ellos de la misma manera que me juzgaban a mí: sin saber, con odio y en base a estereotipos.

¿Pero realmente quería compartir mi vida con aquellas personas que tan mal me habían tratado? Me había alejado del contacto con el resto de seres humanos porque en algún momento había decidido que la calma de la soledad era preferible a las injusticias que se presenciaban día a día en las calles de la ciudad, a la violencia, la intolerancia y la banalidad que habían infestado a la población. Me había alejado de todo aquello porque me resultaba más fácil vivir ajena a una sociedad que juzga y señala en vez de intentar abrirme paso en ella y enseñarle que las cosas no siempre son lo que parecen.

Los barcos están más seguros en el puerto; el único problema es que se hicieron para navegar.

Aquella era una de mis citas favoritas de la civilización antigua y por fin entendía total, completa y absolutamente lo que quería decir. Cogí aire con fuerza y en aquella cabaña silenciosa, por primera vez en mucho tiempo, me sentí libre. Sentí que las cadenas que me había impuesto a mí misma desaparecían y me liberaban de su peso constante, como si fuera un globo que había soltado su lastre y que por fin podía volar a su antojo. Sacudí la cabeza con una sonrisa al darme cuenta de lo ciega que había estado y me invadió una repentina felicidad que se reflejó en mi rostro.

Por el rabillo del ojo percibí un movimiento que no esperaba, y al levantarme del sofá me encontré con un pequeño gato negro que me observaba con cautela. El animal se había quedado petrificado, con una de sus patas delanteras inmóvil en el aire al darse cuenta de que no estaba solo en la habitación, y yo me moví con mucho cuidado para no asustarlo.

—Hola, micho —dije con voz suave mientras bajaba una mano hacia el suelo y le hacía señas para que se acercara a mí—. Ven, ven que no te voy a hacer nada.

El gato pareció dudar, pero después de unos segundos empezó a caminar en mi dirección. La forma en la que se movía se parecía a la de un guepardo a punto de atacar a su presa y no pude evitar sonreír al imaginarlo. Su cola, que hasta aquel momento se había mantenido curvada hacia abajo, se elevó y se arqueó hacia atrás, demostrándome con el movimiento que no me iba a atacar pero que tampoco estaba muy seguro de que pudiera confiar en mí.

En cuanto se acercó lo suficiente como para que la luz del fuego lo iluminara, me quedé anonadada al ver sus ojos y descubrir en ellos algo que me sorprendió en lo más profundo.

—Gárgolas antiguas —susurré.

Conocía aquella mirada perfectamente.

Con sus ojos felinos brillando en la oscuridad de mi mente, me quedé dormida nada más tocar la almohada, incapaz de aguantar despierta ni un minuto más. A la mañana siguiente, a pesar de todo, me desperté como si fuera una persona completamente nueva. La luz que entraba por las ventanas de la cabaña me recibió con su calidez, y al dar un par de vueltas por la estancia me di cuenta de que me había levantado antes que nadie, así que aproveché para prepararlo todo mientras los soldados disfrutaban de unos cuantos minutos más de sueño.

—Buenos días —dijo Killian mientras entraba en la estancia, justo cuando estaba sacando la bandeja del horno—. ¿Qué tal has dormido? —preguntó antes de que pudiera responderle.

Al volverme para contestar a su pregunta me encontré con su expresión somnolienta y con una situación que me desconcertó en todos los niveles. Mi jefe de clan, el mismo hombre que me acababa de preguntar si había dormido bien, acababa de coger una de las tazas que había sobre la mesa con el té hecho con las hierbas que había recogido del bosque hacía unos minutos, y estaba oliendo su contenido con expresión divertida. En su rostro se dibujó una mueca de aprobación que me habría hecho reír de no estar tan distraída admirando como deslizaba los dedos por su pelo con una delicadeza sorprendente.

—¡Buenos días! —exclamó Quentin rompiendo el hechizo.

—Gracias —susurré al ver como el Rubí entraba en la cocina con mucha energía.

—¿Por qué?

—Por existir, Quentin, por existir —respondí al darme cuenta de que no había hablado tan bajo como creía.

—¿Y a ti qué bicho te ha picado? —preguntó Mónica con una sonrisa.

—No la molestéis —me defendió Aidan—. Si lo hacéis volverá a ser la Moira gruñona y rebelde que se come a los niños por las noches.

—Pues ahora no desayunas —dije mientras le quitaba el bollo recién horneado que había cogido de la mesa.

Tras poner a buen recaudo las motos del Hrath y después de que Killian me hubiera asegurado al menos veinte veces que Elyon sabría cómo llegar a la cabaña para recogerlas, partimos en dirección a Aqua. Era evidente que nuestro humor había mejorado, aunque nadie sabía exactamente por qué. Estaba todo mal, de principio a fin, desde la existencia de Júpiter hasta los temblores, pasando por el manuscrito y que no hubiese magia, y aun así nos las habíamos arreglado para mantener una sonrisa en nuestros rostros.

El camino de regreso se volvía cada vez más fácil, y a pesar de que la nieve seguía cubriéndolo todo, kilómetros más abajo, en la lejanía, comenzaba a distinguirse la masa verde del bosque que se acercaba a la ciudad. La temperatura mejoraba conforme nos íbamos alejando de la montaña, pero el problema residía en que nos habíamos visto obligados a vestir ropa normal porque la vestimenta que nos habían dejado en el Hrath se había empapado el día anterior. La diferencia se notaba, y mucho.

—Quentin, ¿quieres que te deje mi unüil? —preguntó Killian con seriedad. No sé por qué, pero aquellas siete palabras me llegaron al corazón.

Todo nei que tenía un rango de cierta consideración poseía un unüil, una túnica que generalmente le llegaba hasta las rodillas o incluso más allá y que le cubría la totalidad de los brazos y la cabeza con una capucha. Había unüils de estilos muy diferentes pero su función siempre era la misma: proteger a los nei que los vestían y hacerle saber al resto que eran personas importantes. En la túnica de cada uno se podían observar diferentes grabados y adornos que hacían referencia a sus orígenes, a sus gemas elementales y a los méritos y logros que habían anotado a lo largo de su vida, y los cinco soldados que me acompañaban vestían una.

—No, gracias. —Killian ignoró las palabras del soldado y soltó el broche que unía las dos partes de su túnica—. Ix Realix...

—Quentin, estás tiritando —repliqué interrumpiéndolo. El jefe del clan se acercó y le tendió el unüil a su amigo con una sonrisa.

—Gracias —respondió él algo avergonzado—. ¿Y tú de qué te ríes? —preguntó refiriéndose a la sonrisa que se había dibujado en mi rostro—. ¡Los Rubíes somos de sangre caliente!

—Con respecto a eso —intervino Max cambiando de tema—. Hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo convenciste a la Autoridad para poder rechazar el puesto de mando que te correspondía?

—No lo hice, no creo que nadie pueda hacerlo. Simplemente hui del reino.

—¿Entonces nadie sabe quién eres en realidad? —preguntó Mónica.

—Vosotros lo sabéis.

—¿Y antes de nuestra conversación? —especificó Aidan.

—Killian lo sabía —respondió el Rubí encogiéndose de hombros.

Por el rabillo del ojo pude ver como el jefe del clan ponía los ojos en blanco al escuchar que el joven se refería a él por su nombre de pila. Me costó un esfuerzo sobrehumano aguantar la risa, pero reuní todas mis fuerzas para conseguirlo porque no quería interrumpir una conversación tan seria como aquella.

—Vosotros erais los únicos que sabíais que pertenecía al clan Rubí —confesó el joven—. Bueno, eso hasta que llegó Moira con sus capacidades de deducción incomprensibles.

—¿Y no tienes ganas de volver? —La mirada que me dedicó Quentin cuando hice aquella pregunta me dejó claro que había tocado hueso.

—Es una cuestión que ocupa mi pensamiento muy a menudo —confesó él con pesar—. No es que lo eche de menos, en la Guardia he encontrado una forma de vida que me llena, pero me arrepiento de no haber luchado por lo que creía que era justo. Decidí correr del problema en vez de afrontarlo, y no dejo de pensar en lo que podría haber conseguido en caso de tener éxito.

—Todavía tienes tiempo —dije intentando animarlo.

Quentin me dedicó una mirada llena de agradecimiento que me llegó al alma. Sabía que hablar de un tema tan delicado tenía que ser duro para él, y que decidiera ser tan sincero sobre algo que le dolía tanto decía mucho de su opinión sobre nosotros. Estaba a punto de hacerle otra pregunta cuando, sin previo aviso, todo se volvió borroso a mi alrededor. 

¿Qué pasa con ese gato?  ¿De dónde ha salido? ¿Es sólo un gato? ¿Qué tiene que ver con Moira? 

¡Contadme todo lo que pensáis en los comentarios!

No me puedo creer que hayáis alcanzado la meta en prácticamente dos días. Mil gracias por el apoyo ♥️

Os pongo por aquí la manera de pronunciar las palabras más utilizadas en el libro, pero como no sé de fonética y soy de monte va a ser bastante rudimentario. No me juzguéis, spread the love ❤️ Espero que os faciliten la lectura de ahora en adelante:

Sihïr: (xijir)

Nögle: (nogle)

Xerät: (xerat)

Nywïth: (naigüiz)

Idrïx: (idriks)

Unüil: (unuil)

Hrath: (jrazz)

Eldavá: (eldavá)

Ix Realix: (iks realiks)

Neënd: (nend)

¿Decías alguna mal?

¡Nos vemos pronto! 🔜 320 👀, 71 🌟 y 120 ✍️!

¡Biquiños! ❤️❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro