Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34. Polvo de hada


Neënd: Pequeño instrumento que utilizan los nei para canalizar su fuerza elemental en determinadas ocasiones. Está formado por una pequeña piedra elemental y objetos naturales propios del reino al que pertenece cada uno.

Los soldados se volvieron en mi dirección esperando que reaccionara a lo que había ocurrido pero la espesa nieblaque había invadido mi mente impidió que procesara los acontecimientos. Los jóvenes comprendieron que no me encontraba bien nada más verme y se acercaron rápidamente para ayudarme. Aidan se situó detrás de mí para poder arrastrarme mientras Mónica y Quentin levantaban las ramas del árbol que me había apresado, consiguiendo rescatarme a una velocidad asombrosa. No pude evitar gemir al mover el pie y sentir como el dolor se extendía a lo largo de mi pierna, por lo que me apoyé en el soldado Aqua para intentar aliviar la molesta sensación que se había apoderado de mí.

—Vamos a echarle un vistazo a esto —dijo Mónica con uno de los últimos espráis sanadores en la mano.

—No —dije mientras alejaba la pierna de la soldado, provocando que el dolor se agudizara.

—¿Cómo que no? —Percibí la desaprobación de Quentin en cada sílaba que salió de su boca.

—Espera a ver cómo se encuentra Max, seguro que él lo necesita más que yo. —Los soldados fruncieron el ceño en desacuerdo al escuchar mis palabras.

Killian gritó en la lejanía, llamando nuestra atención, y los soldados se acercaron a socorrerlo con premura. A pesar del dolor que sentía, me acerqué al borde del barranco con toda la rapidez que pude alcanzar en aquel estado para encontrar a un desvaído Max agarrado al jefe del clan.

—¡Max! —exclamó Aidan con alegría, incapaz de contener su emoción. El Esmeralda respondió algo que ninguno de nosotros consiguió escuchar, pero su expresión de alivio fue suficiente para decirlo todo.

Quentin se ofreció a bajar para ayudarlos pero el jefe del clan le ordenó que no lo hiciera, alegando un razonamiento que mi cerebro no procesó porque estaba demasiado ocupado recordándome que tenía una herida en la pierna. Al mirar hacia abajo fui consciente de la cantidad de sangre que brotaba de los cortes que habían creado las rocas y las ramas al desgarrarme la piel, y por el aspecto que tenía, alguno de ellos debía ser bastante profundo. Cuanto más pensaba en ello, más me dolía, así que cerré los ojos, apoyé la cabeza en las manos, y me concentré en respirar lenta y acompasadamente para que desaparecieran tanto la sensación de mareo como la incomodidad que me habían invadido.

—Moira —susurró Aidan a mi lado, posando una de sus manos en mi frente—. ¿Te encuentras bien?

—Como un hipocampo brincando en el océano.

—Puedo sentir tu dolor, Moira —dijo Quentin desde más atrás.

—Te voy a curar esto ya. —Mónica se acercó a mí con el espray y yo me aparté de ella en respuesta, gimiendo de dolor al hacerlo.

—Espera un poco. —La súplica en mi voz fue suficiente para que la determinación que expresaba el rostro de la Obsidiana fuera substituida por una profunda irritación.

La espera se nos hizo eterna y ninguno de nosotros abrió la boca por miedo a estar distraídos cuando Killian y Max necesitaran nuestra ayuda. Me estaba volviendo loca no saber qué era lo que estaba ocurriendo allí abajo y me sentía cada vez más aturdida y cansada. Mi corazón parecía haberse desplazado a la zona en la que tenía la herida y notaba cada latido con una sensibilidad increíble, lo que no ayudaba a que me encontrara mejor.

Mónica caminaba de un lado para otro sin detenerse, intentando controlar sus nervios, y Quentin casi no parpadeaba para no perderse ni el más mínimo detalle de lo que estaba ocurriendo en el fondo del barranco. Baloo había desaparecido ladera abajo unas cuantas veces, pero después de varios reconocimientos, había decidido que apoyarse en mis rodillas era una mejor opción. El ave me observaba con atención, como si en mi rostro se escondiera la respuesta a una pregunta que yo desconocía, y no podía evitar sentir que estaba intentando decirme algo que no alcanzaba a comprender.

—¿No pensáis ayudarme? —preguntó Killian con una sonrisa mientras asomaba la cabeza por el borde del precipicio. Los soldados corrieron hacia él para sujetar a Max y conseguir subirlo hasta donde ellos se encontraban, liberando al jefe del clan de su peso y permitiendo que se uniera a ellos.

—¿Pero tú te has caído por un barranco o te has ido de paseo? —preguntó Aidan haciendo referencia al buen estado de su amigo mientras lo abrazaba.

—¡Pero si no tienes ni un rasguño! —comentó Mónica más calmada al ver que lo único que le ocurría al Esmeralda era que estaba un poco desorientado.

—Ya le he curado las heridas —explicó Killian—. Tenía una brecha en la cabeza y algunos cortes poco profundos. Eso, y que cuando lo encontré estaba inconsciente en el suelo. —Su mirada se posó en mí—. Tienes muy mala cara —dijo mientras me observaba con atención—. ¿Se puede saber por qué no le habéis curado esto? —preguntó acercándose a mí con preocupación.

—Pregúntaselo a ella —respondió Mónica con resentimiento.

—Quería asegurarme de que Max estaba bien antes de gastar el espray sanador —expliqué con rapidez antes de que pudiera abrir la boca para regañarme.

Killian me miró a los ojos durante unos segundos pero no dijo nada y Max me observó con tanto agradecimiento que me sentí algo abrumada. Hice un gesto con la cabeza para quitarle la inmerecida importancia que le habían dado al asunto y me volví hacia el jefe del clan, que había comenzado a levantar la tela de mi pantalón con gran delicadeza para poder determinar la gravedad de los cortes.

En cuanto noté el frío líquido del espray sobre la pierna me sentí mejor automáticamente. Las capas de mi piel empezaron a regenerarse ante mis ojos a una velocidad que no me parecería posible de no haber presenciado aquella escena con anterioridad. El dolor se mitigó hasta desaparecer por completo, y aunque mi cuerpo seguía débil por la pérdida de sangre, sabía que volvería a la normalidad en unas horas.

Mientras los soldados examinaban el cuerpo de Max en busca de posibles daños que hubieran podido pasar desapercibidos, Killian se sentó a mi lado sin pronunciar palabra y me observó con curiosidad.

—¿Tengo polvo de hada en la cara o qué? —pregunté después de un buen rato. Él negó con la cabeza sin decir nada y continuó fijando sus intensos ojos en los míos—. Llevas mucho tiempo sin llevarme la contraria, ¿te encuentras bien? —pregunté molesta al ver que no desviaba la mirada.

—¿Y tú?

—No se puede responder a una pregunta con otra.

—Pues tú lo haces constantemente —replicó él con una sonrisa.

—Estamos listos para irnos —anunció Quentin con alivio al no encontrar ninguna lesión en su amigo.

—¿Seremos capaces de llegar a la Cabaña de Invierno antes de que anochezca? —preguntó Mónica con preocupación.

—Habrá que comprobarlo con la práctica —respondió Killian mientras me tendía una mano para ayudarme a levantarme.

Estaba claro que la respuesta a la pregunta de la Obsidiana era un no rotundo, pero opté por cerrar el pico y emprender el camino en silencio. El frío había comenzado a apoderarse de mi columna vertebral al habernos parado, y a pesar de que era obvio que la temperatura aumentaba ligeramente con cada paso que dábamos, no se podía negar que la luz había comenzado a menguar con el paso del tiempo.

Los dos soles de Neibos estaban cada vez más cerca de la línea del horizonte, y aunque no me hacía ninguna gracia, tenía que ir haciéndome a la idea de que en breve estaríamos caminando en la oscuridad por un entorno del que no sabíamos qué esperar, y mucho menos después de los daños que había provocado el terremoto.

Realizamos la mayor parte del camino en silencio, cada uno centrado en sus propios pensamientos. No me podía creer que Max se hubiera caído por un barranco y que no hubiera sufrido lesiones graves, y había algo en el fondo de mi mente que no me permitía pensar en otra cosa. De forma casi periódica, los soldados me preguntaban cómo me encontraba porque al parecer no tenía buena cara, y si bien mis primeras respuestas habían sido sinceras y tranquilizadoras, después de dos horas de trayecto, no me sentía para nada igual. El cansancio se había apoderado de mis músculos y un intenso dolor de cabeza me impedía pensar con claridad.

—¡Ahí está! —exclamó Killian con emoción mientras señalaba una especie de cobertizo de madera.

—¿Eso es la Cabaña de Invierno? —pregunté con estupefacción al ver el estado de aquella pequeña construcción.

Pero Killian ya se había echado a correr hacia el cobertizo y nosotros nos vimos obligados a ir tras él para poder saciar nuestra sed de respuestas. Cuando llegamos a su altura vimos como el jefe del clan levantaba una especie de toldo que tapaba lo que había dentro del cobertizo, dejando al descubierto tres maravillosas motos de nieve que yo ya había visto con anterioridad. Mis ojos se encontraron con los suyos, que me observaron con una mezcla de emoción y alegría. Así que aquello era de lo que había hablado con Elyon cuando se habían ido de la gruta...

—¿Qué es esto? —preguntó Aidan con confusión al no haber visto un aparato de aquellos en todos sus ciclos de vida.

Killian encendió una de las motos y la sacó del cobertizo, deslizándose sobre la nieve con una habilidad que me sorprendió. La diversión desbordaba sus ojos mientras los gritos de júbilo de los soldados demostraban lo contentos que estaban al descubrir que, después de todo, podríamos llegar a la Cabaña de Invierno antes de que anocheciera.

Mónica y Aidan se apresuraron a subirse cada uno a una moto para encenderlas y probarlas cuanto antes, como si fueran dos niños que acababan de aprender a conjurar con su neënd por primera vez. Max y yo nos miramos y rodamos los ojos en respuesta, lo que provocó que los soldados disfrutaran todavía más de aquella situación.

La moto de Killian se deslizó por la nieve hasta que se detuvo delante de mí, mirándome con una sonrisa tan amplia que me quedé embobada observando lo diferente que era su rostro al mostrar una expresión tan pura. Pero lo bueno duraba poco, y su mirada cambió y se volvió más intensa, su expresión más seria y profunda, y el jefe del clan frunció el ceño antes de tenderme una mano para indicarme que me subiera a la moto y me sentara detrás de él. Poco después emprendimos el camino montaña abajo, seguidos por las otras dos motos en las que viajaban los soldados.

Ninguno de nosotros estaba preparado para el frío que nos invadió nada más alejarnos del cobertizo. El viento se había convertido en pequeñas y afiladas dagas que acuchillaban nuestros cuerpos, helándonos de fuera hacia dentro. La nieve que se removía a nuestro paso, junto con la fuerza del viento y la bajada de la temperatura, hicieron de respirar una tarea prácticamente imposible. Cada vez había menos luz y las tres lunas de Neibos se habían dejado ver en el cielo, avisándonos de que nuestro tiempo se estaba agotando, pero de un momento a otro y sin saber cómo ni por qué, sentí que colisionaba contra un muro de hormigón armado al mismo tiempo que se apagaban todos los sonidos a mi alrededor. 

¿Esperábais que fuera eso de lo que habían hablado Elyon y Killian en el Hrath?

¿Qué creéis que le pasa a Baloo con Moira?

¿Y a Killian? ¿A que se debe ese cambio en su expresión?

¿Qué habrá pasado al final?

¡Cuéntame tu opinión en los comentarios!

La meta para que suba el próximo capítulo son 175 👀, 23 🌟 y 80 ✍️! 

¡Nos vemos cuando queráis! ❤️

Biquiñoooos!

P.D. Os dejo con una recomendación tras el diccionario de Neibos =D



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro