29. El árbol de la vida
La intensa mirada de Killian se deslizaba con delicadeza sobre mi rostro, y con cada segundo que pasaba me ponía todavía más nerviosa. El ambiente había cambiado y no podía evitar sentir que algo había despertado en mi interior. Mi cuerpo parecía haber tomado las riendas de la situación, completamente ajeno a los pensamientos que invadían mi mente. Se me erizó la piel cuando sentí el fresco aliento del jefe del clan acariciar mi piel, haciendo que las emociones que inundaban mi interior se multiplicaran exponencialmente. El cosquilleo que se había instalado en mi estómago se extendió por todo mi cuerpo, llegando hasta la punta de mis dedos y agravándose con la fuerza de los latidos de mi corazón.
—¡Moira! —Exclamó una voz detrás de mí, sobresaltándome tanto que tuve que luchar para no saltar por la sorpresa—. Os hemos estado buscando por todas partes —dijo Ixeia, visiblemente aliviada al habernos encontrado.
—Lo siento —respondí con voz ronca, teniendo que carraspear para conseguir que recuperara su tono normal—. Estábamos aclarando unos asuntos.
—Lamento interrumpir, pero os estamos esperando en la gruta.
Me levanté apresuradamente al escuchar las palabras de la líder y Killian hizo lo mismo, caminando a mi lado mientras descendíamos las galerías de la montaña para encontrarnos con el resto del grupo. El latido de mi corazón había comenzado a normalizarse tras lo ocurrido momentos atrás, pero ¿qué era exactamente lo que había ocurrido? Algo había cambiado en el ambiente a nuestro alrededor, de aquello estaba segura.
Desvié la mirada hacia el jefe del clan con la esperanza de obtener alguna pista en su comportamiento que me ayudara a entenderlo, pero Killian caminaba con la expresión seria y el rostro autoritario que tanto lo caracterizaban. Suspiré con frustración, molesta al no comprender nada de lo que estaba ocurriendo en mi vida, y al volverme me encontré con un brillo de diversión en los ojos de Ixeia. La mujer me observaba con una expresión cálida pero no del todo serena, como si hubiera algo que la estuviese preocupando.
—Mirad a quién traigo conmigo —dijo la líder nada más entrar en la gruta en la que se encontraban Marco, Elyon y el resto de los soldados de la Guardia Aylerix.
—¡Glikius! ¿Dónde estabais? —preguntó un Quentin algo inquieto.
—En la doce —respondió la líder por nosotros.
—¡Os lo dije! —exclamó Marco con alegría—. Siempre desapareces en la doce —dijo mientras me removía el pelo como si fuera una niña pequeña.
A pesar de que habíamos comenzado hablando de lo que estaba ocurriendo tanto en Neibos como en el Hrath, nuestra charla se había desplazado hacia un terreno más banal y jocoso que permitió que disfrutáramos de la compañía en la que nos encontrábamos. La hoguera que había encendida en la estancia aportaba tanto luz como calor, y el fuego fue testigo de las carcajadas que inundaron aquella pequeña gruta perdida en la montaña.
Me sorprendió que los soldados aceptaran tan bien las costumbres y personalidades de los líderes y viceversa, ya que llevaban vidas muy diferentes y prácticamente pertenecían a bandos opuestos. De alguna manera aquello me hacía feliz. Era bonito ver como las personas que me importaban se llevaban bien, y en cuanto procesé aquel pensamiento me di cuenta de que era ridículo negar por más tiempo que les tenía aprecio a los soldados.
Cientos de pensamientos inundaron mi mente al ser consciente de lo que aquello significaba y en mi pecho apareció un remolino de temor que me hizo estremecerme. La Guardia y yo éramos personas incompatibles, pertenecíamos a mundos diferentes, a rangos diferentes. En cuanto todo regresara a la normalidad, ellos volverían a su vida y yo a la mía; lo mejor para mí sería mantener las distancias hasta que todo aquello terminara.
—¿Qué significa esto? —preguntó Aidan mientras deslizaba los dedos por la marca que había en una esquina de la mesa.
—¿MS? Yo también lo he visto en más cosas —comentó Mónica intrigada.
Marco, que se sentaba a mi lado, empezó a hacer gestos en mi dirección al escuchar las palabras de los soldados.
—¡Moira Stone! —gritó Quentin con emoción al resolver el acertijo después de unos segundos. Los líderes sonrieron al ver las caras de estupefacción de la Guardia y yo me limité a morderme el labio al no saber qué hacer bajo sus miradas de asombro.
—Moira encontró la forma de crear muchas de las cosas que tenemos hoy aquí, así que pensamos en añadirles un pequeño detalle para que todo el mundo supiera lo mucho que nos ha ayudado —explicó Marco con cierto orgullo en la voz—. ¿Recordáis cuando intentamos colocar una de las mesas en el límite de la cinco? —preguntó el joven líder con un tono de diversión que hizo que le diera un golpe en el hombro con fuerza.
—No le veo la gracia, ¡pensé que habías muerto! —exclamé agravada al recordar aquel momento.
—Me agarré a una de las piedras de la ladera de la montaña y fingí que me caía —explicó el joven para los soldados, que me observaron con diversión en sus rostros.
—Casi me da un síncope —admití con una sonrisa.
—Cuando habláis de la cinco y la doce... ¿a qué os referís? —preguntó Max con curiosidad, cambiando de tema.
—Son las diferentes alturas de las galerías. Empezamos en la cero, que es la base de la montaña, y terminamos en la cima, que corresponde al número doce. A partir de la siete son prácticamente inhabitables porque la temperatura desciende mucho con la altura y las solemos utilizar como almacenaje y para conservar los alimentos —explicó el maestro Elyon.
—Me resulta increíble que hayáis encontrado la manera de sobrevivir en esta montaña —confesó Killian.
—Cuando te encuentras entre la espada y la pared sacas fuerzas de donde sea necesario. Aquí los débiles terminan por perecer —dijo Ixeia con una sonrisa, intentando disimular la seriedad que se había apoderado de la conversación.
—¡Es hora del eldavá! —exclamó Marco con alegría mientras se levantaba y se acercaba al fuego, rompiendo con la oscuridad que había comenzado a apoderarse de nosotros.
—¿Qué es eso? —preguntó Quentin al ver como el líder colocaba un gran cuenco de barro sobre las ardientes brasas.
—La mejor creación que hemos podido inventar nunca —respondió el joven con entusiasmo.
—Es una infusión de hierbas y chaga que nos mantiene calientes y ayuda a nuestros organismos a soportar la vida en la montaña —añadió el maestro.
—¿Eso es un árbol de la vida? —preguntó Max con un tono cargado de sospecha que hizo que todos nos pusiéramos en tensión al escucharlo.
El soldado observaba con atención a Marco, que se había agachado para colocar más troncos de leña sobre el fuego para evitar que la hoguera se apagara. Al hacerlo se habían movido las pieles que protegían su pecho, liberando así el colgante que llevaba atado al cuello y permitiendo que este oscilara libre en el aire.
Los líderes y yo intercambiamos miradas de preocupación y Marco me observó con miedo, temiendo lo peor.
—Max pertenece al Clan Esmeralda —expliqué rápidamente, intentando calmar la tensión que se había apoderado del ambiente—. Los únicos Aqua que hay aquí son Aidan y el jefe del clan.
Los líderes asintieron al comprender que estaba compartiendo aquella información para probar la confianza de los soldados y Marco se relajó casi al instante, volviendo a sentarse a mi lado bajo la intensa mirada de Max.
—Yo pertenecí hace muchos ciclos al Clan Obsidiana —dijo Ixeia, rompiendo con el silencio atronador que se había apoderado de la estancia.
Por el rabillo del ojo pude comprobar como las palabras de la líder habían sorprendido a los soldados, pero no porque no fuera algo evidente, ya que sus rasgos físicos estaban claramente determinados por la gema, sino porque sospechar una cosa y saber que era cierta eran cosas muy diferentes.
—Y yo era un Esmeralda cuando era pequeño —confesó Marco con dolor en la mirada, haciendo que los ojos de Max se inundaran con reconocimiento.
—Te recuerdo —dijo el soldado en un susurro. Quentin me observó con preguntas en los ojos al escuchar las palabras de su amigo y yo negué con la cabeza al estar tan sorprendida como él ante aquella nueva información—. Las ceremonias del árbol de la vida son bastante memorables, pero la tuya fue, si cabe, la más destacable de todas. ¿Cuántos ciclos de Helios habías visto?
—Ocho.
—Fuiste la persona más joven en recibir tal reconocimiento. —La admiración en la voz de Max era palpable.
—¿Por qué te lo dieron? —preguntó Aidan con curiosidad.
—Se había producido un accidente en el reino y el bosque había empezado a arder a una velocidad devastadora—comenzó el joven líder—. Había varias personas atrapadas entre las llamas, así que las liberé regenerando la vegetación a su alrededor para conseguir que se apagara el fuego —explicó Marco como si estuviera contando una historia totalmente ajena a él. Su tono casual no consiguió engañar a nadie, sin embargo, y los soldados abrieron los ojos con asombro al escuchar sus palabras.
—¿Regeneraste árboles en llamas? —preguntó Quentin con estupor.
—Creía que para hacer eso se necesitaba una gran cantidad de poder —añadió Killian con confusión.
—Así es —dijo Max—. Todo el mundo estaba sorprendido de que hubieras sido capaz de lograr algo así siendo tan pequeño —comentó el Esmeralda con la mirada cargada de respeto.
—Aquella era otra vida —respondió Marco finalmente, encogiéndose de hombros e intentando deshacerse del dolor que le producían aquellos recuerdos.
—Pero si tenías tanto poder, ¿por qué permitieron que te fueras? —preguntó Mónica con incredulidad en la voz, visiblemente confusa por lo que estaba escuchando.
La Obsidiana se quedó petrificada nada más pronunciar aquellas palabras y los soldados intercambiaron entre sí serias miradas de gravedad. El silencio reinó en la gruta cuando se dieron cuenta de cuál era la respuesta a aquella pregunta, y no hizo más que intensificarse en cuanto fueron conscientes de todo lo que aquello conllevaba.
Espero que te haya gustado este capítulo y mil millones de gracias por tus votos y comentarios! 😍😍😍😍
¡La meta para el próximo capítulo son 90 👀, 17 🌟 y 50 ✍️!
Aprovecho para pediros también que si veis errores, faltas, erratas o cosas que necesitan ser corregidas en el libro, me lo digáis, porfapliiis.
Espero que os estéis manteniendo a salvo del virus ❤️
¡Nos vemos cuando queráis! ❤️
¡Biquiñooooos! 😍😍
P.D. La clave de hoy es 🍉
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