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28. La doce

Sabía que para responder a la pregunta del jefe del clan tenía que escoger entre dos opciones, pero lo cierto era que no me gustaba ninguna de ellas. Si le decía que no, la situación se volvería demasiado incómoda para todos, y en un lugar como aquel, en el que trabajar en grupo era imprescindible para sobrevivir, la desconfianza podía ser letal. Era una actitud bastante infantil, además, y negarle el derecho a explicarse no era algo con lo que me sintiese muy cómoda.

El problema residía en que tampoco quería hablar con él. Se había comportado como un verdadero borrico y había metido a mi padre en todo aquello sin tener motivos, además de haber dudado de mi integridad y de tacharme de manipuladora. Aquello no se lo iba a perdonar así como así, pero lo que realmente me molestaba era cómo había reaccionado yo. Me había puesto como una histérica por las cosas que había dicho, y no tendría por qué haberlo hecho porque sabía que todo lo que estaba soltando por la boca era una gran mentira. Suspiré con irritación al darme cuenta de lo mucho que aquel hombre me sacaba de quicio, y llegué a la conclusión de que mi reacción había sido provocada porque me importaba lo que Killian pensara, algo que me cabreaba y preocupaba a partes iguales.

Accedí a la petición del jefe del clan después de unos segundos, levantándome y empezando a caminar hacia la salida sin añadir nada más. Necesitaba un poco de aire fresco para espabilar y poder comprobar que no había perdido totalmente la cabeza. No me molesté en asegurarme de que Killian me seguía porque no quería ver lo que reflejaba su expresión en aquel momento, y me pasé todo el camino convenciéndome a mí misma de que iba a mantener la calma y de que no le iba a gritar lo cretino que era hasta que se le quedara grabado en el cerebro.

Me invadieron las mismas sensaciones que sentía cuando mis pies tocaban la cálida arena de la playa y la brisa marina me envolvía en su fresco abrazo, lo que me hizo darme cuenta de que el jefe del clan se había posicionado justo a mi lado.

—¿A dónde vamos? —preguntó con curiosidad.

—A la doce —respondí cortante.

—¿Qué es eso? —Su tono se volvió más frío al percibir la distancia en mi voz, pero no me importó.

—Es el punto más alto de la montaña. Con un poco de suerte te empujo por el precipicio y se acaban todos nuestros problemas. —Killian se rio entre dientes al encontrar divertido el comentario en lugar de hiriente, y yo luché con todas mis fuerzas para que no se dibujara una sonrisa en mi rostro.

—Moira... —dijo él a mi espalda, haciendo que me invadiera una sensación muy extraña al escuchar como pronunciaba mi nombre de pila por primera vez.

—Aún estamos en la siete, aguanta un poco —respondí con tono mordaz, no queriendo ceder ante el poder de su mirada.

—¿Por qué no podemos hablar aquí? —Podía ver que su paciencia se estaba acabando, pero no había nada que pudiera hacer para paliar la irritación que con tanta fuerza había avivado.

—Porque aquí no podré acabar contigo de forma silenciosa si me tocas mucho las narices. —Su gesto cambió en cuanto escuchó mis palabras.

—¿Hablas en serio? —preguntó con un volumen más elevado. Su expresión se agravó cuando no respondí y su mirada se oscureció—. Eso es traición al clan —añadió con dolor en la voz—. Está penado con la muerte, será mejor que no lo vayas diciendo por ahí.

—¡Claro que no hablo en serio, Frost! —Exclamé al detenerme para poder mirarlo a la cara, enervada al descubrir que creía sinceramente que podía pensar algo así—. ¿Pero se puede saber qué ninfas te pasa? —La ira se apoderó de mi voz y mis ojos brillaron con el fuego que ardía en mi interior.

—¿Que qué me pasa? ¡Que nunca sé qué esperar de ti, Stone! —El enfado en su voz no me pasó desapercibido—. No sé cómo actuar contigo ni cómo prever cuál será tu próximo movimiento.

—¿Y eso es malo? —pregunté con incredulidad al percibir lo que acababa de decir como un halago.

—Aunque pienses lo contrario, mi intención nunca es insultarte. —Solté un bufido con irritación al escuchar sus palabras cargadas de la diplomacia que tanto me envenenaba la sangre.

—Entonces cuando me dijiste que estaba al final de la lista, ¿qué era exactamente lo que querías transmitirme?

—No era yo mismo en aquel momento —respondió con rapidez—. Las cosas han cambiado mucho desde que nos conocimos.

—¡Habrán cambiado para ti! —Grité en respuesta, incapaz de contenerme—. Para el resto de nosotros las cosas siguen siendo igual que antes. —Killian se llevó una mano a la cabeza para frotarse la sien con delicadeza pero no dijo nada.

—¿Estás cansado? —pregunté al advertir la coloración púrpura que había bajo sus ojos. Él asintió con un breve gesto—. Yo también tengo esa sensación. Cada vez que paso tiempo contigo siento que envejezco cinco ciclos de Helios de golpe —dije con sorna. En su rostro se dibujó una sonrisa inesperada y muy amplia que hizo que parte de mi enfado se disipara, lo que me molestó en lo más profundo de mi ser. 

—Moira, de verdad que lo siento. —Su voz sonó más cercana, pero aquello no iba a ser suficiente.

—Siempre lo sientes, Frost.

—Necesito que me entiendas.

—Lo único que haces es pedirme que te entienda, pero ¿acaso te has parado a pensar en cómo me siento yo?

—Estoy constantemente intentando descifrar qué Golems pasa por tu cabeza, Stone. Si algo hago es intentar entender cómo funciona tu cerebro.

Sus ojos se centraron en los míos y la sinceridad que vi en ellos, al igual que la que había percibido en su respuesta, me dejó sin palabras. La mirada de Killian era demasiado intensa como para que me sintiera cómoda allí parada, así que empecé a caminar de nuevo en dirección a la cima de la montaña. La corriente de aire aumentó cuando cruzamos la galería, y al doblar la esquina me encontré con la abertura desde la que se podía observar el paraje que rodeaba al Hrath. La vista era mucho mejor desde fuera, de día y con la luz de los soles, pero a pesar de todo, aquel seguía siendo uno de mis lugares favoritos en todo el planeta.

Al llegar al último hueco abierto en la roca, fui recibida por la violencia del temporal y el frescor de la tormenta que batallaba fuera, y aun así sentí cómo se relajaban mis músculos y mi humor mejoraba notablemente. A mi derecha había una mesa con bancos y tomé asiento en el que me permitía observar el exterior para no tener que mirar constantemente a Killian, que se había sentado enfrente de mí.

—¿Todavía piensas en tirarme por el barranco? —Su grave voz resonó en la cavidad de piedra.

—Dependerá de lo que salga de tu boca en los próximos minutos —dije con más enfado del que sentía. No estaba tan cabreada como parecía pero tampoco quería ponérselo fácil.

—Siento haber atacado a tu padre —dijo con verdadero arrepentimiento en los ojos—, pero debiste haberme contado la verdad. —La ira se removió con fuerza en mi pecho al escuchar la segunda parte de su disculpa.

—No tengo por qué contarte mi vida, Frost, y mucho menos después de que me hubieras atacado con tus amigos mientras intentaba salvar a tu hermana. —El jefe del clan frunció el ceño y deslizó los dedos por su pelo una vez más.

—No sabía si podía confiar en ti, tenía que asegurarme de que no eras un enemigo. —Killian me observó con seriedad, como si estuviera intentando decidir qué era lo que iba a añadir a continuación, y yo no dije nada para no interrumpirlo. Se estaba esforzando, eso había que concedérselo—. Hay mucho en juego —dijo finalmente con rostro grave.

—¿Y te vas aclarando? —pregunté con brusquedad—. Porque a la mínima que tienes la oportunidad, me echas en cara nuestras diferencias. —No pretendía ser tan ruda con aquel comentario pero el dolor que me había causado la última discusión todavía estaba latente.

—Creo que sí —respondió él para mi sorpresa, mirándome a los ojos con intensidad—. ¿Y tú, te vas aclarando? Porque a la mínima que tienes la oportunidad, me gritas que soy una persona horrible que no tiene en cuenta a los demás.

—Y yo que sé, Frost —respondí con sinceridad, sorprendida tanto por su pregunta como por los sentimientos contradictorios que sentía hacia su persona.

—Gracias por traerme —añadió él en un susurro que dio paso a una expresión de ira y dolor que no había visto con anterioridad—. Estar aquí, ver lo que tienen que vivir todas estas personas...

—Ya sé que es duro.

—No, no lo sabes. No tienes ni idea. —Levanté una ceja con estupefacción al escuchar su respuesta. ¿Que yo no tenía ni idea? Estaba preparada para gritarle los hechos que probaban que tenía mucha más idea que él, cuando percibí el dolor en su mirada.

—Explícamelo entonces —respondí serena al sentir como se apagaba el fuego que acababa de despertar en mi interior.

Cuando Killian levantó la cabeza y me miró a los ojos pude ver que en sus iris del color del mar, que estaban al borde de las lágrimas, se había desatado una gran tormenta. Aquello me afectó más de lo que esperaba y sentí que en mi pecho se reflejaban las mismas sensaciones que estaba viendo en su rostro: ira, dolor, culpa y arrepentimiento.

—A ti te afecta porque eres demasiado buena como para ver a la gente sufrir, pero cuando yo veo lo que está ocurriendo aquí, solo siento culpa.

—¿A qué te refieres? —pregunté con confusión.

—Cuando llegó a mis oídos la existencia del Hrath ordené a otros que investigaran si su existencia era cierta o no, pero la idea me pareció tan absurda que cuando me aseguraron que no existía, lo dejé pasar.

—¿Y cómo se convierte en culpa tuya que te mientan otros?

—¡Soy el jefe del clan, Moira! —exclamó mientras le daba un puñetazo a la mesa, haciendo que me separara de él inconscientemente—. Debería haberme asegurado, debería haberle dado la importancia que merecía y debería haber hecho algo. Todas estas personas se encuentran en esta situación por mi culpa.

—A ver, Frost, vamos a calmarnos —respondí con sorpresa al ser consciente de que estaba intentando hacer que se sintiera mejor—. Conozco a estas personas desde hace ciclos de Helios. Créeme cuando te digo que esto me duele tanto como a ti, pero no entiendo cómo no ser consciente de lo que estaba ocurriendo te convierte en culpable.

—No haber sido capaz de impedirlo me hace tan responsable como lo son aquellos que los han puesto en esta situación. Los habitantes de Aqua son mi responsabilidad. Los nei son mi responsabilidad —rectificó con pesar. Aquella era demasiada carga para una sola persona, ¿es que no se daba cuenta?

—Pues deja de lamentarte y soluciónalo —dije inconscientemente.

—Esa es la intención —respondió él con una sonrisa al escuchar mi brusco comentario—. Tenías razón cuando dijiste que no tengo ni idea de lo que ocurre en mi propio clan. Ya no sé en quién puedo confiar.

—Hay momentos en los que uno no puede confiar en nadie más que en sí mismo —dije con voz grave. 

—¿Y qué hago con mi familia? —preguntó con pesar y dolor en la mirada. Me encogí de hombros y me obligué a cerrar el pico, sabiendo que si yo no quería que él hablara de mi familia, yo no debería hablar de la suya—. No debería haberte hablado de aquella forma —continuó tras una pausa—, pero descubrir todo esto fue demasiado. Parece que siempre acabo gritando cuando hablo contigo.

—Me alegra que te des cuenta —dije con ironía—. Es porque te digo cosas que no quieres oír y no oculto mi opinión cuando contradice la tuya. —Que es el noventa y nueve por ciento de las veces.

—Y porque me gritas y me insultas como si no importara quien soy.

—¡Es que no importa! —añadí airada antes de morderme la lengua para controlarme. No quería discutir otra vez con él así que me quedé en silencio, observando cómo se contraía su rostro. 

—No sé cómo lo haces, pero siempre sabes qué decir para sacarme de quicio.

—Es un don, tenía que tener alguno —dije bromeando mientras me encogía de hombros. La mirada de Killian se oscureció, sin embargo, y sus iris analizaron mi rostro con cautela.

Los ojos del jefe del clan se apoderaron de los míos con intensidad, no dejándome ir en ningún momento. Las emociones se revolvieron en mi interior sin previo aviso, el ambiente cambió, y los sonidos que nos envolvían quedaron reducidos a un segundo plano porque lo único que podía escuchar eran los agitados latidos de mi corazón.

¿Qué rayos estaba pasando?

¡OJO CUIDAO! OJO, CUIDAO. ⬇️⬇️ Votos y comentarios por favooooor ⬇️⬇️

¡Muchísimo ánimo con las cuarentenas! 

Quedaos en casa, leed un libro y manteneos a salvo por favor ❤️

Mínimo para el siguiente cap: 100 👀, 15 🌟 y 60 ✍️

¡Nos vemos pronto! ❤️

¡Biquiñooooos! 😍😍 

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