Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15. Enemigos

Xerät: Aparato de la civilización antigua que Moira utiliza para comunicarse con sus seres queridos en la distancia.

Caminaba tras los soldados, que guiaban mi camino en silencio, mientras me concentraba en el sonido de la lluvia para evitar que mi mente se detuviera en los últimos acontecimientos. Las gotas que caían en la tierra casi no producían ningún ruido en comparación con las que chocaban contra la superficie de metal de las armas de la Guardia, generando un tintineo que me distrajo de mis pensamientos con mucha efectividad.

Los árboles y la vegetación danzaban a nuestro alrededor, originando con su movimiento una coreografía privada cuyo significado no era accesible para nosotros pero que tenía el poder de hipnotizarme igualmente, y no fue hasta que llegamos a unas estrechas escaleras que me di cuenta de lo mucho que me había abstraído.

—¿Qué? —pregunté con confusión a darme cuenta de que me estaban observando.

—Que si te ves capaz de cruzar el puente —dijo Killian con voz cansada.

Por su actitud deduje que ya me lo había preguntado, pero como con los ciclos había desarrollado una gran capacidad que me permitía deshacerme de la realidad que me rodeaba, no lo había escuchado. Desvié la mirada al puente colgante que había ante nosotros y que, sin duda, había visto días mejores.

La tormenta había empeorado de forma notable en la última hora y no había parado de llover en ningún momento. El viento azotaba con energía la vegetación y rugía con fuerza a nuestro alrededor, por lo que el puente colgante se balanceaba con violencia. Llovía tanto que la tierra no podía absorber más agua, y en consecuencia habían comenzado a formarse grandes charcos en el suelo que dificultaban nuestro avance, así como a caer chorros de agua desde las partes más altas de las colinas.

—Sí —respondí reprimiendo un bostezo.

Estaba agotada. El estrés que me había acompañado desde que había encontrado a Alis, junto con los recuerdos que había traído Duacro consigo, el ataque del Clan Esmeralda y lo mucho que había caminado, me habían dejado exhausta. La tormenta tampoco ayudaba y a la preocupación por el avance enemigo, había que sumarle el entumecimiento de nuestros cuerpos provocado por el frío y la humedad de la lluvia.

El cansancio también se acusaba en la Guardia Aylerix. Los soldados caminaban cabizbajos y a paso más lento. Su humor se había visto afectado y la conversación había sido sustituida por un silencio que decía mucho de la situación. Una parte de mí sabía que no era solo el agotamiento lo que había provocado el cambio en nuestras actitudes, sino también la preocupación por no encontrar soluciones a lo que estaba ocurriendo en Neibos y el recuerdo de las muertes que se habían producido por nuestra culpa.

Comenzamos a cruzar el puente despacio y con mucho cuidado. La fuerza del viento nos empujaba hacia los lados y la lluvia impedía que nos agarráramos con seguridad, lo que hacía que me temblaran las rodillas. La inestabilidad del puente era preocupante, algo que se mostraba en los rostros de los soldados, y de un momento a otro me encontré deseando hacer algo que mejorara el estado de ánimo de mis acompañantes. La sorpresa inundó mi mente ante aquel sentimiento, porque además de ser una persona que estaba acostumbrada a pasar la mayor parte de los días sola, mis habilidades sociales eran prácticamente inexistentes.

—¿Quentin, necesitas ayuda? —pregunté jocosamente al ver que el soldado se agarraba con fuerza a una de las cuerdas para no perder el equilibrio.

—Ja-ja —respondió él con falso tono mordaz—. Desde que eres enfermera estás insoportable.

—Por lo menos no lleva siendo inaguantable desde el día en que nació, como es tu caso — respondió Max, dejándonos a todos anonadados.

—¡Dulces arenas de plata! —exclamó Aidan fingiendo estupor—. ¿Max acaba de hacer una broma?

Solté una carcajada al sentir como desaparecía la tensión que se había formado en el ambiente y me alegré de que se hubiera roto el inusual silencio que se había apoderado de nosotros. Quentin continuó avanzando con más calma, mientras que el jefe del clan, que ya había llegado al otro lado, le tendía una mano a Aidan para ayudarlo.

—Max sabe cómo bromear —continuó Killian con una sonrisa—, lo que pasa es que con vosotros no lo hace porque no tenéis botón de apagado.

—¡Por las barbas de Glikius! —exclamó Quentin ante la intervención del jefe del clan—. Aidan, ¿qué está pasando?

El moreno soldado del Clan Aquamarina estalló en carcajadas pero la ingeniosa respuesta que tenía preparada no llego a salir de su boca. Entre el ruido de la tormenta se pudo distinguir un sonido musical que llamó la atención de los soldados y que hizo que maldijera en voz baja con todas mis fuerzas.

Me apresuré a sacar el xerät de mi mochila para apagarlo lo antes posible, pero al hacerlo me encontré con las inquietas miradas de los soldados, que ya habían llegado al otro lado y me observaban con cautela y sospecha. Cerré los ojos durante unas milésimas de segundo para intentar controlar los nervios que se habían apoderado de mí al darme cuenta de lo perdida que estaba. Me habían descubierto, ya no había salida.

Suspiré con calma y avancé por el inestable puente hasta llegar al final, donde pegué un salto que me llevó a tierra firme. Al levantar la vista me encontré con la curiosa mirada de Quentin a escasos centímetros de la mía, lo que me permitió apreciar por fin la magnificencia de sus ojos, algo que deseaba hacer desde que lo había visto por primera vez.

Sus iris parecían ser de un claro color azul, pero si prestabas un poco de atención podías apreciar el brillo púrpura que los envolvía y que creaba una combinación mágica de la que no podía apartar la mirada. Su melena, de un ligero rubio más oscuro en la raíz que en el resto de su cabello, caía hasta sus hombros formando sinuosas líneas que no parecían ser fáciles de domar. El dibujo de su barba llenaba su expresión de vida, aunque después de conocerlo un poco me había dado cuenta de que no necesitaba ayuda para lograrlo, y su túnica abierta dejaba entrever la camisa de lino que llevaba debajo. En la parte del pecho que su ropa dejaba al descubierto se posaba un colgante que semejaba ser la punta de una flecha antigua moldeada con un enganche de plata. Curioso.

Me mordí un labio al percibir la intensidad de la mirada del Rubí sobre mí y pensé en responder vagamente e intentar llevar la conversación a mi terreno, pero deseché la idea casi al instante. Aquellos soldados eran demasiado inteligentes como para caer en mis artimañas, y la situación demandaba que se sospechara de todo el mundo. Estaba demasiado cansada como para pensar en hacer juegos de palabras, y a quién quería engañar, siempre me había sentido mucho más a gusto diciendo lo que pensaba.

Querer compartir mis secretos con ellos por voluntad propia hizo que me sintiera extraña y abrumada. Ellos formaban parte de la Autoridad que no permitía que tuviéramos acceso a aparatos como aquel. Que les confesara que tenía un xerät, así como muchas otras cosas que pertenecían a la civilización antigua, era un riesgo que atentaba contra mi vida, ya que sabía de personas que habían sido castigadas con la muerte por no entregar sus descubrimientos a la Autoridad. ¿Pero qué otra opción tenía? Era obvio que lo habían visto, y por muy duro que fuera, contarles la verdad era una opción mucho más deseable que engañarlos y que pensaran que formaba parte de las líneas enemigas.

Me llevé una mano a la sien intentando calmar el dolor de cabeza que se estaba extendiendo por mi frente y suspiré con agonía, intentando decidir qué hacer. A cada segundo que pasaba la sospecha de los soldados aumentaba, podía sentirlo en sus miradas. El viento había amainado ligeramente pero la lluvia había empeorado con gravedad, calándonos hasta los huesos, y allí estábamos nosotros, petrificados, observándonos con indecisión en un lugar recóndito del bosque. Los soldados, inmóviles al intentar determinar si era una espía del enemigo. Yo, aterrada al imaginar que serían ellos los que pasarían a ser mis enemigos de aquel momento en adelante.

Espero que te haya gustado😋😋

¡Si quieres que continúe la historia no te olvides de votar y comentar! 🌟🌟

Biquiñoooos ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro