11. En otra vida
No podía apartar la mirada de los perturbadores ojos sin vida del ser que me había arrinconado contra la pared. El río de lágrimas que antes brotaba de mis ojos había desaparecido, y con él todas las emociones que acuchillaban ferozmente mi interior. Estaba otra vez en la misma situación en la que había estado cuando era pequeña: perdida, rota, y con la apremiante necesidad de sentarme en una esquina y esconder la cabeza entre las rodillas para conseguir que todo desapareciera durante unos instantes.
Estaba otra vez en la misma situación que ciclos atrás, aquello había que concedérselo a Duacro. Lo que aquel ser maligno no sabía, sin embargo, era que yo ya no era la misma. Sí, tenía razón en todo lo que había dicho, la vida se había encargado personalmente de enseñarme duras lecciones que habían traído mucho dolor consigo. Y sí, era cierto que había sentido puro veneno en mi interior en respuesta. Y sí, a veces me arrepentía de ciertas decisiones que había tomado, pero todas ellas, absolutamente todas ellas, eran lo que me había llevado a aquel momento y a aquel lugar. El único motivo por el que nos encontrábamos en el laberinto era para liberar a Mónica de una muerte segura. De no haber estado yo allí, era muy probable que los soldados no la hubieran encontrado nunca, y aun de haberla encontrado, difícilmente lograrían escapar de las garras de Duacro y terminarían compartiendo destino con las pobres almas que habían sucumbido a aquel lugar.
—Nadie consigue escapar de mi agarre, pequeña —dijo Duacro en un susurro, acariciando mi mejilla con sus garras.
Me estremecí ante su contacto, y justo cuando el revuelo de emociones que sentía amenazaba con reavivarse, sentí como algo hacía clic en mi interior. Nadie conseguía escapar de su agarre, pero yo ya lo había hecho, ya había logrado salir de allí, y aún por encima lo había hecho cuando era una cría. Conseguirlo tantos ciclos después sería pan comido, y más cuando estaba acompañada por la Guardia Aylerix.
La mujer percibió el cambio en mi postura y su gesto se torció, anticipando lo que venía a continuación. El viento silbó a nuestro alrededor y la corriente de aire hizo que sus cadenas chocaran entre ellas y originaran un sonido que ya había escuchado con anterioridad.
—No te creo —dije segura de mí misma. Ella intentó enmascarar su sorpresa con una mueca burlona que no me creí ni por un segundo.
—Entonces eres más ingenua de lo que pensaba. Adelante, sigue perdiendo el tiempo, es lo único que sobra en este sitio... pero veamos qué tal se te da sin tus queridos dibujitos.
La sonrisa que se dibujó en su cara me puso en alerta al instante y al ver como creaba un torbellino de aire y lodo y lo dirigía hacia la marca que se situaba a nuestra derecha, supe que tenía que actuar con rapidez. De un salto, arranqué la espada que sostenía Killian en sus manos y la deslicé entre las cadenas que rodeaban el cuello de Duacro y las que atrapaban sus manos. Su sonrisa se acentuó, y con un delicado gesto hizo desaparecer el remolino que había materializado en el aire en cuestión de segundos.
—¿Qué haces? —preguntó divertida. Mi mirada se desvió a la marca que se había borrado de la pared y aproveché su distracción para coger uno de los oxidados cuchillos que había en el suelo y clavarlo entre sus cadenas y la espada. Ella soltó una sonora carcajada—. ¿Todavía no te has dado cuenta de que vuestro acero no me afecta?
—Dime que recuerdas hacia donde tenemos que ir —dije casi suplicante, mirando a Killian con inquietud.
—Izquierda —respondió él con seguridad antes de acercarse a mí y agarrar la espada y el cuchillo que sostenía entre las manos, liberándome así de la tarea de dirigir a Duacro, adivinando mis intenciones a la perfección.
—¿Qué creéis que estáis haciendo? —Rugió ella al comprender nuestro plan.
—Llevarte de paseo —proclamó desde atrás un animado Quentin.
El tono del soldado dibujó leves sonrisas en nuestros rostros que hicieron que continuáramos el camino con más decisión. Notaba los ojos del jefe del clan fijos en mi dirección a cada paso que daba, y cuando nuestras miradas se encontraron, no supe identificar las emociones que se reflejaban en ellos. Él se limitó a asentir con la cabeza justo antes de centrar su atención en el ser flotante que no dejaba de moverse a su alrededor, y fue entonces cuando me atravesó una inesperada sensación de orgullo de pies a cabeza. En respuesta, me sumí completamente en mis pensamientos, abstrayéndome de todo lo que me rodeaba e intentando deshacerme de aquella incómoda y desconocida emoción.
Podía percibir los sonidos que generaba Duacro al intentar liberarse del agarre de Killian, pero como sabía que no estaba diciendo nada bueno, ni siquiera le presté atención. Max había asumido el papel de guía y el resto nos dedicamos a seguirlo todo lo rápido que permitían nuestros pies, ansiosos por dejar atrás el aire viciado y oscuro que se acumulaba entre aquellas paredes.
Me pregunté cómo estarían yendo las cosas en la ciudad y si la gente estaría muy asustada al verse privada de su magia. ¿Quién querría hacer algo así? ¿Y cómo? Aquella era la pregunta más importante. ¿Cómo se conseguía cesar la magia de las seis gemas? Mi conocimiento sobre el mundo mágico era bastante reducido, pero el Consejo del jefe del clan tampoco parecía conocer la respuesta a aquella pregunta, lo que era sin duda preocupante.
—Esto... ¿Moira? —La aturdida voz de Aidan me devolvió a la realidad justo a tiempo para escuchar como las carcajadas de Duacro retumbaban en el estrecho callejón sin salida en el que nos encontrábamos.
—Tanto revuelo con los condenados dibujitos para nada —dijo la mujer con diversión. Killian la zarandeó para que se callara y la Guardia Aylerix al completo me miró intentando encontrar respuestas en mi expresión.
Sin decir nada me acerqué a la pared del fondo y palpé la superficie con las manos, pero no logré encontrar nada en ella. Retrocedí unos pasos para sentarme frente al muro con las piernas cruzadas, y al hacerlo sentí como se desvanecía la confianza que mis acompañantes habían depositado en mí.
—Es posible que haya interpretado mal las indicaciones... —dijo una preocupada voz a mi espalda.
—No Max, has seguido al pie de la letra lo que decían las señales. —Killian aplacó las dudas del soldado con serenidad a pesar de que su voz no sonaba nada tranquila, y volví a sentir sus miradas en la nuca segundos después.
—Moira...
—¡Shh! —exclamé con rapidez para conseguir que guardaran silencio.
—Stone, tenemos que movernos —dijo Killian como si fuera una orden. No me moví y en respuesta escuché un chasquido seguido por movimientos bruscos detrás de mí—. Escúchame —continuó con voz serena tras agacharse a mi lado—, entiendo que esto es difícil para ti...
—¡Cállate! —exclamé, poniendo mi mano sobre su boca inconscientemente.
Cuando noté su cálido aliento en mis dedos y me di cuenta de lo que había hecho ya era demasiado tarde, por lo que corrí hacia el muro como si me fuera la vida en ello. Había sentido como una ligera brisa de aire fresco acariciaba mi mejilla al colarse por algún hueco del muro y sabía que era allí donde se escondía el secreto de nuestra libertad.
Me arrodillé en el lodo con premura y recorrí la superficie del muro con las manos una vez más, agudizando todos mis sentidos para volver a percibir la brisa fresca que venía del exterior. Sonreí al notar como algunos mechones de mi pelo se elevaban débilmente y le di una patada a una piedra con todas mis fuerzas, haciendo que los sedimentos que se habían acumulado en el pequeño hueco que ejercía como ventana hacia el resto del bosque se desprendieran automáticamente. El viento se llevó consigo los restos de tierra y arena que había dejado al descubierto, permitiendo que viera donde se encontraba la argolla que accionaba la palanca que abriría la puerta del laberinto.
—No... —susurró Duacro con sincera sorpresa en algún lugar del corredor.
Solté un gemido al sentir la presión que ejercía la roca sobre mis músculos y noté como se me desgarraba la piel al arrastrarme para llegar al aro de hierro que se encontraba enfrente de mí. Cuando conseguí agarrar la argolla con los dedos respiré aliviada, empujando hacia atrás con todas mis fuerzas para accionar la palanca. Al hacerlo resbalé y me caí al suelo, pero cuando me levanté, ayudada por un fuerte brazo, fui recibida por el frescor del bosque y el sonido de las hojas de los árboles bailando al son del viento.
Me volví para encontrarme con las expresiones de pura felicidad de la Guardia Aylerix, y no queriendo alargar aquella situación tan incómoda en la que yo era el centro de atención, me acerqué para tomar las riendas del ser que me observaba con cierta pena en la mirada. Mientras esperaba a que los soldados salieran al bosque, me posicioné en el vano de la puerta para liberar a Duacro de la espada que la sujetaba por el cuello. Aidan se situó a mi lado, preparado para atacar, y lo mismo hicieron sus compañeros, consiguiendo que me sintiera parte de un grupo por primera vez en mucho tiempo. Me sentí arropada, y en aquel momento y en aquel extraño lugar, sentí que mi presencia tenía un propósito, no pudiendo evitar sonreír al sentir la cálida y furtiva sensación que se había despertado en mi pecho.
Sin más tiempo que perder solté el cuchillo que apresaba las manos de Duacro, percibiendo por el rabillo del ojo como los soldados cambiaban de posición y se preparaban para ser atacados. Escuché como se tensaba la cuerda del arco de Aidan a la vez que se agrandaba la sonrisa del ser maligno que flotaba ante nosotros. La mujer se arrojó con violencia en nuestra dirección, haciendo que una flecha la atravesara sin provocar ningún daño y que una mano me empujara con fuerza hasta tirarme en el suelo, detrás de los soldados.
La Guardia se preparó para la batalla al escuchar el espantoso grito de Duacro que resonó en la inmensidad del laberinto, pero el cuerpo de la mujer colapsó contra la pantalla invisible que impedía su salida de aquella prisión y que la alejó del bosque a toda velocidad.
—Nos vemos en otra vida, Moira —dijo Duacro antes de desaparecer por completo ante nuestros ojos.
¡Espero que os haya gustado este capítulo!
¡Si queréis que continúe subiendo más aseguraos de darle a la estrellita y de contarme qué os ha parecido! 🌟🌟
Biquiñooooos ❤️
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