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"Torneo de Sangre Azul"

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Desde muy pequeño, Jimin fue instruido por los mejores tutores para ser el omega perfecto, aprendiendo desde corta edad a tener en orden las labores del hogar. Es muy inteligente a pesar de que sus estudios se han centrado en etiqueta y modales. Tuvo en su posesión muchos libros y aprendió por sí mismo como manejar un reino.

Sí, él podría ser el consorte perfecto.

Sin embargo, entre todos esos libros de Historia, Economía, Política y Religión, de vez en cuando se colaban algunos libros donde se narraban los más bellos romances entre alfas y omegas. El suspiraba emocionado ante las palabras de amor que leía en esas historias, deseando vivir uno de esos idílicos romances cuando tuviera la edad suficiente.

Y creyó cumplido ese deseo en cuanto conoció a SeungMin Lakespire. Ese alto alfa castaño llegó a su hogar cuando él tenía apenas dieciséis años, el mayor teniendo veintisiete en aquel entonces.
SeungMin le pareció un príncipe de los que leía en sus historias; siendo apuesto, caballeroso, y estando siempre bien vestido, fue fácil que con su edad, en pleno florecer de la adolescencia, esa magnífica impresión que le causó se profundizara en otros sentimientos.

Y si bien tuvieron que pasar dos largos años para lograr convencer al alfa de que sabía lo que quería y que estaba seguro de sus sentimientos; finalmente SeungMin comenzó a cortejarlo y poco después formalizaron su romance, a pesar de que sabían que el duque jamás permitíría concretar esa relación, pues Jimin debía casarse con alguien que estuviera a su altura, no con el cuarto hijo de un simple barón.

Y recibiendo en esos momentos las miradas de todas las personas presentes en aquel ostentoso baile, sintió su cuerpo temblar ante los nervios, casi pudiendo palpar la sensación pesada que causaba la mirada intensa de su progenitor en su persona. Tragó saliva, observando como el príncipe heredero se acercaba a paso elegante, mostrándole un anillo de oro blanco con una piedra color ámbar, símbolo representativo de Virelle.

—Todos esperan su respuesta, lord Jimin. —Y el omega apretó los puños y se mordió el labio inferior para evitar soltar algún improperio ante la sonrisa socarrona y provocativa que me otorgaba el pelinegro. Jungkook estaba disfrutando al máximo de toda la situación, haciendo todo eso solo para molestarle.

Su mirada se desvió a SeungMin, quien también lo observaba con el ceño fruncido, estando al lado de una muchacha de cabellos castaños y bonitas facciones. El mayor negó levemente con la cabeza, pero el apretó aún más sus puños, desviando la mirada al príncipe nuevamente.

—Sería un honor para mí reinar a su lado, su Alteza —reverenció leve, estirando después su mano para que Jungkook colocara el anillo en su dedo anular.

La música comenzó a sonar nuevamente, y ambos se dirigieron al centro del salón para tener su primer baile como prometidos, tal como estaba indicado desde generaciones pasadas. Todos observaron encantados a los futuros reyes, que bailaban con una destreza inigualable, deslizándose de un lado a otro del salón, dando vueltas y mirándose fijamente en todo momento. La canción acabó unos minutos después, y Jimin al instante dio un paso atrás para alejarse un poco, sosteniéndole la mirada al ojiverde.

—Si me permite, desearía retirarme a mis aposentos —articuló, sintiendo un nudo en su garganta cuando vio a SeungMin salir por uno de los laterales del enorme salón.

—Permítame acompañarlo hasta sus aposentos, mi futuro esposo —mencionó, utilizando un tono socarrón al decir lo último, recibiendo solo un asentimiento de parte del rubio.

Todos los nobles quedaron sorprendidos al ver a Jimin dar media vuelta y marcharse, siendo seguido por el príncipe poco después. Jungkook caminaba sólo unos pasos detrás del omega, observando su figura estilizada y proporcional. A pesar de los pasados desacuerdos, el sabía apreciar bien la belleza ajena, y Jimin era por mucho el omega más precioso que había tenido la oportunidad de conocer.

—Lord Jimin —llamó, siendo ignorado por completo. Soltó una risita al caer en cuenta de que, si hubiera sido cualquier otra persona la que hiciera eso, ya estaría encerrada en los calabozos—. Ya que pronto contraeremos matrimonio, creo que sería bueno que mantuviéramos una convivencia tranquila. Podríamos ser amigos-

—No es mi intención tener algún tipo de acercamiento con usted más allá de lo necesario. —abrió la puerta de sus aposentos, adentrándose al pensar que el príncipe no sería capaz de entrar.

—Lord Jimin, ninguno de los dos nos estamos casando por amor, así que no piense que disfruto de esto demasiado. —JungKook entró tras él, mirándolo a la cara fijamente—. Tener una buena relación entre nosotros dará confianza a nuestros súbditos. Antes que en nostros mismos, debemos pensar en los millones de personas que esperan que seamos buenos monarcas en el futuro.

—¿Se da cuenta del lugar en el que está?

El alfa observó a su alrededor, y Jimin se sorprendió al verlo alzar las cejas y sonrojarse levemente, solo en ese momento cayendo en cuenta de lo que había hecho. Carraspeó incómodo, haciendo una leve reverencia en forma de disculpa.

—Lo lamento, lord JiMin, se supone que no debo entrar a los aposentos de mi futuro omega si estamos a solas —murmuró con sus mejillas coloreadas de un suave rosa.

De hecho, no era correcto que un alfa y un omega estuvieran a solas en una habitación. Eso podía dar pasos a habladurías innecesarias por parte de los sirvientes y el pueblo.

—Me retiro ahora, espero podamos continuar luego esta conversación.

Se marchó sin más, dejando al rubio a solas en su habitación. En ese momento, Jimin suspiró y una fina y traviesa lágrima escapó de uno de sus ojos. Su vida estaba condenada, y su relación con SeungMin aún más.

[...]

Cuando los primeros rayos del sol se revelaron, todo el castillo ya estaba revuelto, al igual que la ciudad. Los sirvientes desde muy temprano estaban comenzando con los preparativos para el banquete real que se celebraría en la noche; y las personas del pueblo tenían sus negocios abiertos, la algarabía por la gran noticia notándose a kilómetros. Todos celebraban contentos la unión de su príncipe heredero con un omega de la realeza.

Cartas fueron enviadas a los nobles de distintas regiones, y montones de heraldos y mensajeros habían sido encomendados a dar la notica en todos los rincones de la ciudad. Podías oírlos gritar a todo pulmón:

“¡Oíd, oíd, nobles y leales súbditos! Por la gracia de la Diosa y el favor de la fortuna, se anuncia con gran regocijo que Su Alteza, el Príncipe Jungkook de Virelle, se unirá en sagrado matrimonio con el noble Jimin Florien, hijo del Duque de Florien. Este enlace se celebrará en la corte real esta noche, y será motivo de grandes festividades en honor a esta unión que fortalecerá los lazos entre ambas Casas Reales.”

El festival, del que todo el pueblo sería partícipe, duraría todo el día, donde primero se realizaría un torneo en "Cruz de Hierro, un campo de justas al oeste del castillo, y luego la familia real se relacionaría un poco con los habitantes de la ciudad, probando la comida de sus puestos y bailando sus alegres canciones.

Jimin, en su habitación, cerró los ojos y soltó un suspiro cuando un grupo de sirvientas se adentraron, comenzaron a abrir las cortinas y dejaron una bandeja con su desayuno en una mesita al lado de su cama.

—Su señor padre y sus Majestades le esperan para partir al campo de justas, mi Lord. Nosotras le ayudaremos a prepararse.

Las sirvientas le bañaron, escogieron su vestimenta, que consistía en un jubón de un suave rosa claro ajustado al torso, acentuando su figura esbelta y pequeña cintura, adornado con bordados intrincados en hilo dorado a lo largo de las mangas y el cuello, que aportaban un toque de excelencia a la prenda. Complementando el jubón, llevaba pantalones oscuros de terciopelo, ligeramente decorados con bordados en los laterales.
Usaba unas botas de cuero negro, que le llegaban hasta la pantorrilla, elegantes y bien ajustadas, con una hebilla dorada en la parte superior como decoración.

Para completar, le hicieron usar un manto ligero de terciopelo oscuro drapeado sobre uno de sus hombros, sujetado con un broche dorado en forma de flor.

Jimin debía admitir que eran talentosas en lo que hacían, pues incluso se habían esmerado con su peinado, aprovechando que tenía el cabello hasta los hombros para hacerle trenzas sutiles, adornadas con pequeñas perlas o piedras preciosas que brillaban al mínimo contacto con los rayos del sol.

Se veía precioso, y al menos pensaba que, ya que en su interior no se sentía nada bonito, estaba bien lucir hermoso por fuera. Disfrazar esa tristeza con el lujo de sus ropas era al menos un consuelo para él.

A la entrada del castillo fue recibido por su padre y los reyes, además de los dos príncipes. Se sorprendió al verlos a ambos con trajes sencillos, pues teniendo en cuenta los ropajes de los reyes y de su padre, incluso el suyo mismo, los jóvenes príncipes parecían mendigos.

—Buenos días, Majestades —saludó cordialmente, dando una reverencia.

—Buenos días, lord JiMin. Luce espléndido el día de hoy —alagó la reina, observándolo con una sonrisa dulce—. Me retracto y debo disculparme contigo, mi querido hijo, escogiste muy bien.

Lo cierto es que, luego del teatro que Jimin había hecho en la cena, cuando Jungkook declaró en el baile que lo escogía a él como futuro esposo, los monarcas tuvieron una seria conversación con su hijo, donde este les dejó claro que su desición había sido la correcta.

—Hermano —susurró BeomGyu dándole un codazo en el costado. El pelinegro, que hasta el momento se había mantenido callado, observando de arriba a abajo al omega, se sobresaltó y miró al menor—. Dile algo. —señaló a Jimin con su mentón.

—Umh... luce usted etéreo el día de hoy, mi futuro esposo. —Beomgyu rodó los ojos riendo un poquito, para después negar con la cabeza.

—Muchas gracias, Alteza —respondió con tono monótono, parándose junto a su progenitor.

Pronto, el ruido de unos caballos comenzó a escucharse, hasta que pronto pudo divisarse un carruaje de color blanco y dorado, con una bandera gris y blanca con un logo de un diamante en el centro, símbolo de la casa real Wolfgrove.

—¿Ellos quiénes son? —preguntó a su padre en voz baja, observando a un hombre joven con el cabello rojo bajar del carruaje, seguido de otro unos años mayor y más alto.

—Son HoSeok Wolfgrove y NamJoon de Edoril —contestó, mirándolo con mala cara por no saber quiénes eran—. HoSeok es sobrino de los reyes, su madre, hermana de la reina, se casó con el conde de Wolfgrove cuando era muy joven. Se crió aquí junto con los príncipes, por lo que son muy unidos. —Jimin asintió procesando la información—. El otro es su esposo, un hijo bastardo del duque de Edoril, por esa razón no puede regir la casa real y es el Lord JeongSan, segundo en la descendencia, el que ocupará el cargo. Su matrimonio fue arreglado, el duque de Edoril debe haber propuesto un muy buen trato para que la hermana de la reina aceptara esa unión.

Jimin observó al pelirrojo abrazar con fuerza a Jungkook, mientras reía y le susurraba cosas al oído. Luego de los saludos, el rubio y su padre se acercaron, siendo presentados a los recién llegados.

—Primo —habló informalmente el ojiverde, señalando luego a Jimin—, te presento a mi prometido y futuro esposo, Jimin Florien. Y este es su padre, el duque ChulHo Florien.

El ceño del pelirrojo se contrajo ante la noticia, y finalmente el más bajo pudo sentir su aroma. Pino y otro con un toque terroso. Alfa.
HoSeok observó a su primo y luego a Jimin, frunciendo su ceño y estirando sus comisuras en una sonrisa claramente falsa.

—Mis felicitaciones, Jungkook, es un omega hermoso.

NamJoon, que se había quedado junto a los reyes, notó claramente la molestia en el rostro de su esposo. Sin embargo, cuando el carruaje de los reyes llegó, junto a otro que sería para el príncipe heredero y su prometido, dejó de lado aquella extraña reacción y se subió al propio, esperando a su esposo.

Cuando llegaron a Cruz de Hierro Jungkook y Beomgyu se desaparecieron repentinamente, mientras que los regentes fueron hacia su palco, donde habían añadido otras sillas para los otros nobles, para dentro de unos minutos dar comienzo al torneo de celebración.

Caballeros de todas partes del reino habían sido invitados para participar en las distintas actividades. Desde tiro con arco hasta combate a pie, podrían disfrutar de diversas competiciones. Aunque lo primero era el desfile, donde todos mostraban sus armaduras y estandartes.
Jungkook fue el primero en salir, sosteniendo una bandera roja y dorada con una corona en el centro, representando a su ciudad, Virelle. Lucía muy confiado sobre su caballo azabache de pelaje brillante y cuidado, pero a diferencia de los demás, el seguía con su camisa blanca de cuello alto, el chaleco azul marino, pantalones oscuros y botas de cuero de color marrón hasta los tobillos. Ahora entendía la simpleza de su traje.

Varios gritos de algunas féminas se escucharon, y Jungkook, egocéntrico, sonrió haciendo que su caballo se parara en dos patas soltando un relinchido corto, cosa que le hizo rodar los ojos al omega rubio.

Pronto las actividades comenzaron, y Jimin observaba aburrido con una mano en el mentón y los labios fruncidos. Lo último, fue el combate a pie, donde los caballeros se enfrentarían con espadas. Finalmente, Jungkook y Beomgyu aparecieron, ambos con sonrisas y sus espadas en mano.

De pronto, el ambiente se cargó de tensión mientras ambos príncipes se miraban fijamente, la multitud en su lugar contenía la respiración. El sonido de las espadas al chocar resonó en el aire. Beomgyu, ágil y astuto, fue el primero en atacar. Con un movimiento rápido, lanzó un corte diagonal hacia Jungkook, quien lo esquivó con gracia, sintiendo la adrenalina fluir en sus venas.

Jungkook contraatacó con un giro rápido de su muñeca, buscando desarmar a Beomgyu. La espada brilló bajo el sol mientras se acercaba peligrosamente a su hermano, pero este logró bloquear el ataque, aún así, sintió la presión del impulso de Jungkook. La fuerza del golpe lo hizo tambalear hacia atrás, justo lo que el mayor había previsto.

Cierto omega observaba con atención la pelea amistosa, quedando impresionado ante la agilidad y destreza que mostraba su prometido. Estaba maravillado con la habilidad que tenía Jungkook con la espada, y por un segundo, solo por un corto segundo, sintió admiración por ese alfa, pues sabía que lograr una técnica así necesitaba de motivación, determinación y rigurosos entrenamientos.

Continuando con la pelea, con una sonrisa decidida, el pelinegro avanzó hacia el más bajo, cada paso más firme que el anterior. Aprovechando la inercia de Beomgyu, lanzó una serie de ataques rápidos y precisos, mientras la multitud vitoreaba cada movimiento; el espectáculo era electrizante.

El príncipe menor, sintiéndose acorralado, decidió cambiar de táctica. Con un salto hacia atrás trató de recuperar distancia y tomar impulso para un ataque sorpresa. Sin embargo, Jungkook no le dio la oportunidad. Con una velocidad impresionante, corrió hacia él y realizó un ataque circular que sorprendió a su oponente.
El sonido del metal chocando resonó en el ambiente cuando Jungkook finalmente logró desarmar a Beomgyu, haciendo que su espada volara por los aires y cayera al suelo con un golpe sordo. La multitud estalló en vítores mientras el príncipe heredero levantaba su espada en señal de victoria.

Pocos segundos después, el ojiverde palmeó el hombro de su hermano menor con una sonrisa orgullosa, diciéndole a continuación: —Estás mejorando mucho, lo hiciste excelente.

La mueca en el rostro del alfa menor cambió a una sonrisa, la decepción de haber sido derrotado desapareciendo rápidamente, pues a pesar de haber perdido, había hecho frente a uno de los mejores espadachines del reino.

Cuando ambos se retiraron, los monarcas y demás nobles del palco se levantaron para ir a su encuentro. YongHwa dio unas palmadas en la espalda de su hijo mayor, alagándolo y felicitándolo por haber ganado. La reino hizo lo mismo, al igual que el duque ChulHo. Jimin, no queriendo parecer un insufrible irritante, además de que sí le había gustado la pelea, se acercó al ojiverde para felicitarle; pero antes de poder hacerlo, HoSeok se le enganchó en el cuello, felicitándole alborozadamente.

—El príncipe BeomGyu también merece una felicitación de su parte, mis queridos padres, lo hizo excelente —mencionó Jungkook atrayendo a su hermano con un brazo sobre su hombro, que solo reaccionó tímido bajando la cabeza.

—No hay necesidad de felicitar a los perdedores —habló el rey de forma hosca, dando media vuelta para retirarse—. Vamos, el pueblo nos espera.

—Sus palabras son muy duras, Majestad —refutó Jungkook, mirándolo fijamente con el ceño fruncido—. Usted puede ser el rey, pero le está faltando el respeto al príncipe, que dicho sea de paso, es también su hijo.

—Hermano, no por favor —susurró el alfita, mordiendo su labio inferior con nerviosismo.

Era la primera vez que su padre le trataba así en frente de Jungkook, por lo que sintió en su pecho una bonita sensación al ser defendido de esa manera.
HoSeok y NamJoon se mantuvieron callados en espera de lo siguiente que sucedería, el conde ChulHo y Jimin también, pero este último se sentía igual de ofendido que su futuro esposo por tal trato hacia el príncipe.

—¿Estás desafiándome? —cuestionó YongHwa acercándose a Jungkook, hasta que estuvieron frente a frente, ambos con el mentón alzado y ojos retadores.

—Querido, por favor... —musitó SooYoung casi inaudible.

—Mi hermano se merece una disculpa.

La tensión en el ambiente era pesada, Jimin tragó saliva cuando el aroma de ambos alfa empezó a sobresalir, sintiendo a su omega algo asustado ante las feromonas fuertes que emanaban.

—¿Disculparme? ¿Yo?

—Deténgase ya, príncipe Jungkook. Su Majestad tiene razón, un rey nunca debería disculparse.

Jimin fue el que puso un alto a la situación, poniendo una mano en el hombro del pelinegro, que se giró a mirarlo con el ceño fruncido.

—En este momento veo que tu prometido está siendo más sensato que tú. —YongHwa se apartó, tomando el brazo de su esposa—. Vámonos.

Los reyes se montaron en el carruaje junto con ChulHo y BeomGyu; HoSeok y NamJoon hiceron lo mismo, dejando solos a Jimin y Jungkook. Este último miró al de ojos ambarinos, negando levemente con la cabeza.

—Si es así como piensas... —habló informalmente, con clara decepción en el rostro—, parece que en verdad me equivoqué al escogerte.

Dio media vuelta y caminó hasta el carruaje, dejando solo al rubio donde estaba. Jimin rodó los ojos, caminando también hacia el carruaje.

—Solo lo dije para que no empeorarán las cosas, príncipe estúpido —murmuró para sí mismo antes de montarse, no siendo escuchado por el contrario.

Eso no había salido para nada como lo habían planeado, pero una cosa era clara. Cada uno de ellos se había hecho una impresión nueva del otro ese día. Lamentablemente, mientras uno comenzaba a sentir admiración, el otro comenzaba a sentir decepción.








En multimedia está el mapa de Emberlyn con las regiones delimitadas.
Y aquí les dejo las vestimentas de Jimin y Jungkook en este cap

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