"¿Lazos forzados?"
𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 7
Ciertamente, estaba a punto de sufrir un ataque de pánico. Sus manos y camisa estaban manchadas de sangre, pero seguía presionado su jubón contra la herida del príncipe, que hacía sólo unos minutos había quedado inconsciente.
Su corazón latía apresurado en su interior, y podía jurar que escuchaba cada uno de los golpeteos en su cabeza. Casi lloró de alivio al escuchar el galope de varios caballos y, segundos después, un montón de soldados liderados por BeomGyu aparecieron en su campo de visión. Agradeció en voz baja a la Diosa Luna mientras inspiraba hondo.
Tal vez, en otra situación, le preocuparía que le vieran solo con esa fina camisa que hasta transparentaba un poco, le parecía demasiado indecente de su parte estar así, pero era eso o la vida de su prometido y futuro monarca.
—¡Oh por la Diosa! —exclamó el príncipe menor bajándose del caballo y acercándose rápido a ellos—. ¡¿Qué sucedió?!
—Me querían atacar a mí, el príncipe Jungkook se interpuso y me salvó.
Se apartó cuando BeomGyu lo movió amablemente a un lado, haciéndose cargo él de hacer presión a la herida. Jungkook despertó solo por unos segundos, donde lo único que hizo fue agarrar débilmente con dos dedos la manga de su camisa blanca. Alzó las cejas, algo sorprendido por tal acción, pues lo que daba a entender era que el pelinegro quería que se mantuviera cerca de él, probablemente queriendo sentir su aroma dulce a omega.
BeomGyu cargó con dificultad a Jungkook, pues este era más alto y pesado que él, llevándolo con ayuda de un soldado hasta su caballo. Se subió al animal, siendo después ayudado por los soldados para subir y amarrar el cuerpo del heredero al suyo para evitar que cayera.
—Monte con el capitán, él se asegurará de mantenerlo a salvo en caso de otra emboscada. —Le ordenó el castaño al omega, quien solo asintió.
Marcharon hacia el castillo lo más rápido que podían. Jimin estuvo todo el camino observando al alfa inconsciente, genuinamente preocupado por lo que podría suceder. No deseaba ese matrimonio, pero no era tan vil como para desearle la muerte.
El aire en el camino al castillo se sentía pesado, como si la tensión pudiera cortarse con un cuchillo, y Jimin no dejaba de mirar al alfa mientras el grupo avanzaba.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, llegaron a las imponentes puertas del castillo. El frenesí de los soldados y las órdenes emitidas por BeomGyu resonaban en el aire, y en un abrir y cerrar de ojos, una camilla de madera robusta estaba siendo improvisada para transportar al príncipe heredero. Los rostros de los guardias y sirvientes se tornaron serios al ver la gravedad de la situación.
—¡Llamen al médico real! —rugió BeomGyu, con voz firme mientras dirigía a los soldados a actuar con celeridad.
Con gran esfuerzo, colocaron a Jungkook sobre la camilla, asegurando que estuviera lo más cómodo posible. En cuestión de minutos, fueron guiados por los pasillos de mármol del castillo, donde las antorchas iluminaban tenuemente el camino. Jimin los siguió, caminando en silencio.
Las puertas del consultorio médico se abrieron de golpe, y el médico real, un hombre mucho más joven de lo que el rubio hubiera esperado, dio varias instrucciones mientras tomaba los recursos necesarios para prestar auxilio a su príncipe.
La calma que emitía no contrastaba mucho con la inquietud que reinaba en la habitación. Un instante después los reyes, con rostros asustados y ojos llenos de temor, llegaron corriendo al consultorio. La reina, con lágrimas corriendo por su rostro, se acercó presa del terror. Las palabras se le atascaban en la garganta, y todo lo que pudo hacer fue caer de rodillas junto a su hijo.
—¡Mi Jungkook! —lloró, tomando su mano entre las suyas, mientras el médico comenzaba a examinarlo.
Jimin, desde el umbral, se sentía impotente. La tristeza de la mujer era desgarradora, y le resultaba difícil permanecer allí sin poder ayudar. La angustia de ese momento le oprimía el corazón, quebrantando la enorme barrera que había construido entre él y Jungkook.
De repente, su padre apareció y al verlo cubierto de sangre su expresión se llenó de preocupación.
—¡Hijo! —gritó, acercándose en un instante y abrazándolo con fuerza—. ¿Estás herido?
El omega sacudió la cabeza, incapaz de articular palabras. Su padre lo observó detenidamente, buscando pruebas de heridas en su cuerpo.
—Dime que estás bien —susurró, su voz temblando un poco mientras registraba cada centímetro de piel de su hijo.
—Yo... estoy bien, el príncipe me salvó.
Dio una mirada al interior de la habitación. La atmósfera estaba cargada de angustia y tensión, pero nadie decía una palabra, todos guardando silencio y permitiendo al médico trabajar. Aun así, la calma se interrumpió de manera abrupta cuando SooYoung escuchó un suave y doloroso susurro.
—Jimin…
Esa palabra, casi un quejido, atravesó el aire como un rayo, y, al escucharla, la reina levantó la mirada, sorprendida, viendo a su hijo con los ojos entreabiertos.
—¡Lord Jimin! —gritó con todas sus fuerzas, su voz resonando entre las paredes del lugar.
Al escuchar su nombre, Jimin se apresuró hacia la camilla. Cuando llegó a su lado, encontró la mirada dilatada de Jungkook, que, a pesar de la palidez de sus mejillas y el sudor que perlaba su frente, sus ojos seguían brillando cual pieza de jade expuesta al sol. El ceño fruncido que había marcado su rostro anteriormente se desvaneció al ver al rubio, y en su lugar apareció una expresión de calma inesperada.
—No… t-te vayas —musitó Jungkook, tomando con dificultad la mano de Jimin. Era un gesto simple, pero la conexión que compartían en ese momento fue profunda, cargada de significados que iban más allá de las palabras. Sus animales internos fueron los que sincronizaron sus pensamientos por varios segundos que se sintieron eternos, armonizando sus aromas de manera inigualable.
—Estoy aquí —respondió Jimin, sintiendo que su corazón se aceleraba al intentar procesar la repentina ternura que invadía cada fibra de su ser. No podía evitarlo, el estado en el que Jungkook se encontraba lo conmovía, le hacía desear protegerlo de cualquier dolor. Era un impulso que nacía de lo más profundo de su ser y tenía explicación en su lobo.
El alfa lo miró con gratitud, y aunque su rostro expresaba dolor, también había un destello de alivio al tenerlo cerca. Ese simple gesto, el roce de sus manos, transformó la atmósfera pesada que los rodeaba, creando un pequeño refugio en medio del caos.
[...]
La mañana llegó y los primeros rayos de sol se abrieron paso en el horizonte. Durante la noche, el médico real se había hecho cargo de mantener vigilado al príncipe, en caso de que hubiera alguna complicación. Jimin también ayudo, pues no hubo manera de que pudiera alejarse siquiera un segundo de Jungkook. Este apretaba fuerte su mano a pesar de estar sumido en un sueño profundo, por lo que no tuvo más opción que permanecer allí.
Jungkook despertó, observando medio ensimismado aún, el consultorio médico, sus recuerdos amontonándose como una ráfaga en su cerebro. Lo último que recordaba había sido sostener la manga de Jimin cuando salieron del bosque. Después de eso todo está en blanco.
Tragó un poco de saliva, sintiendo su garganta seca. Observó a un lado, notando por primera vez al rubio omega allí. Estaba dormido con la cabeza recostada en una pequeña esquina de la camilla, con una de sus manos entrelazada a la de él. Para su persona resultaba una gran sorpresa que aquel omega hubiera pasado la noche con él, pero a pesar de lo increíble que eso podía llegar a ser, el hecho de que aún llevará su camisa manchada de sangre era una prueba fiel.
La verdad es que, hasta donde tuvo conciencia, quería permanecer al lado del menor. Su lobo lo pedía insistente, casi como si se hubiera convertido en una necesidad vital, queriendo estra junto a Jimin en ese momento tan vulnerable.
Jungkook no entendía porqué, pero lo único que había permanecido en su cabeza mientras tenía aquella flecha incrustada en su cuerpo y su sangre brotaba, era el deseo de sentirse rodeado por el aroma a narcisos y loto azul del omega.
—Mmh...
Observó cómo el menor se desperezaba silenciosamente, y luego aquellos orbes casi dorados se fijaron en él.
—¡Despertó! —exclamó al instante, poniéndose de pie sin soltar el agarre en sus manos—. ¿Se siente bien? ¿Le duele algo?
—Me duele un poco el hombro —murmuró con voz rasposa y gruesa—. Gracias por quedarse a cuidarme, lord Jimin, sinceramente, no me lo hubiera esperado.
—Sabía que usted era estúpido, pero no calculé que tanto lo era —soltó bruscamente, observándolo con el ceño fruncido—. ¿Acaso se cree inmortal? ¿Desde cuándo un príncipe debe salvar a un simple lord a costa de su propia vida?
—Entiendo su preocupación, pero como puede ver, solo fue una simple herida —musitó con una sonrisa.
«¿Simple herida?», pensó Jimin, más lo que salió de su boca fue algo más.
—¿Preocupado yo? ¿Por usted? No bromee de esa forma. —Soltó una carcajada bastante falsa, observándo al pelinegro con burla.
Este solo alzó las cejas, observando por unos segundos sus manos unidas y volviendo a mirar su rostro, está vez con una sonrisa ladina. Soltó su mano como si quemara en cuanto lo notó, llevándola detrás de su esplada.
—No estaba preocupado, solo señalaba lo obvio, que usted simplemente está loco.
—No estoy loco, lord Jimin —articuló, reteniendo una enorme sonrisa. ¡Ahh, como le gustaba hacer enojar a ese omega!—. Es mi deber ir al rescate de mi omega.
Las cejas del rubio se alzaron y su boca se abrió para discutirle lo dicho, sin embargo, se calló al no saber cómo refutar, sintiendo sus mejillas extremadamente calientes. Miró al futuro monarca con el ceño fruncido y un puchero leve, antes de soltar un sonidito de queja y dar media vuelta para marcharse.
—¿Qué sucede contigo, lobo tonto?
Profirió en voz baja, recostando su espalda a la puerta en cuanto la cerró, llevando una mano a su pecho sintiendo su corazón acelerado y sus feromonas intensas a su alrededor, llegando a ser empalagosas hasta cierto punto. Le pareció extraña esa reacción, pero después de todo lo que habían vivido, su omega y el alfa del heredero parecían haber creado una gran conexión.
Las cosas están avanzando entre estos dos, poco a poco van a tener más interacción 🤭
Les gustó el cap?
Nos leemos pronto 💜✨
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