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Capítulo 5

Pasó una semana desde que se enteró que su padre había preñado a un Omega. 

Decir que estaba preocupado era poco, a decir verdad, se encontraba desesperado. Yoongi suspiró estresado, su padre se había ido del reino por unos tratados que siquiera recordaba el nombre. No había tenido tiempo de hablar con él, de preguntarle. Normalmente mantenían cierta intimidad y buena relación; creía conocer a su padre al pie de la letra. Pero después de aquellos sucesos... No sabía muy bien qué pensar.

No era el Omega que había conocido en su niñez, tampoco podía ser uno nuevo. Eran seres exóticos y extraños, tan escasos, incluso se había pensado que estaban extintos. Yoongi se levantó de su cama, miró por la ventana y la noche se alzó por sus ojos como la luz de una vela.

Posiblemente el primer Omega había estado preñado cuando vino al reino, y ese pequeño demonio que su padre escondía era el resultado de aquella reproducción. Se sintió extrañado, la culpa se subió a su pecho como enredaderas. Su padre había embarazado a un chico de quince años. Era la misma edad de su hermano menor, su hermanito... ¿Qué clase de acto impuro y asqueroso habían hecho esos dos? 

Se mordió el labio, tal vez él estaba equivocado. No conocía bien la anatomía de los omegas; en realidad, no conocía a un Omega en lo absoluto. Tal vez el demonio no estaba preñado, tal vez, se había equivocado. Y es que poseía un aroma tan embriagante, tan... deseable.

Tan hermoso. Delicioso.

De repente sintió que su cuerpo entero se estremecía. Sintió un cosquilleo en su estómago y cerró los ojos, recordando su aroma dulzón, su belleza inhumana... ¿Era aquel verdaderamente un ser infernal? ¿Eran… los Alfas tan manipulables por seres tan hermosos? Tan pequeños, delgados. Se lastimaban tan fácilmente. Eran frágiles.

Yoongi miró sus manos, y recordó la mancha de sangre que le había dejado en la muñeca. Realmente para ser un demonio era muy fácil de dañar. Sintió una extraña sensación en su cuerpo, en sus entrañas. Su mente volvió a imaginarlo.

Se levantó, un poco ido, cegado. Caminó por los pasillos del palacio y fue en búsqueda de aquel Omega. Para verlo una vez más, para estudiarlo, para comprobar toda hipótesis e historia sobre ellos. Mordió sus labios cuando estuvo frente a la puerta, sus manos acariciaron la superficie de esta. Se sentía el aroma dulzón por todas partes; su piel se erizó y su pecho dio un vuelco extraño.

Yoongi entró sin más, su Alfa interior se levantó como una fiera al ser atacado por el aroma fuerte a Omega; suave, hermoso. Y volvió a verlo ahí, en toda su majestuosidad divina, que poco le importó a su lado animal lo que su mente dictaba. Porque parecía ser que la cultura, los ideales, la moral y la ética se quedaban afuera al enfrentarse contra ese Omega, el demonio de Alfas. Entre tanta vuelta su cabeza se puso en blanco al verlo; el chico lo miró con sus grandes ojos color miel, y su anatomía se levantó al instante que él dio un paso.

—Omega.

Este lo miró alarmado, traía puesto una especie de camisón que se ceñía por completo a su cuerpo. Yoongi frunció el ceño; no, no era un camisón, sino que se trataba del mismo ropaje que las concubinas de su padre usaban las noches de su celo. Lo miró de pies a cabeza, la seda cubría su pecho pero no sus hombros, su cuello apenas se notaba, las clavículas se marcaban; y su Alfa rugió en su interior. Las sensaciones extrañas lo volvieron a marear.

—Lamento lo de la otra vez. —mencionó, mirando la suave seda blanca que cubría la muñeca que había lastimado.

El Alfa se acercó y el menor retrocedió unos pasos, chocó contra un pequeño mueble lleno de telas costosas y bellas. Yoongi se detuvo cuando estuvo a dos metros de él, parecía un animalito acorralado. Su mirada viajó nuevamente por su cintura, sus piernas; la imagen de su padre manteniendo relaciones con el Omega vino a su mente. ¿Realmente ese Omega era consciente de lo que su padre hacía con él?

—Soy Yoongi...

No contestó.

El Alfa llevó una mano al pecho del contrario, los ojos mieles del Omega se pegaron a él con fuerza.

—Perdón por... lastimarte. —murmuró. Sus ojos bajaron al vientre del chico, si tan solo pudiera verificar su salud todo estaría bien.

Esperó alguna respuesta, si el cuerpo de un Omega funcionaba igual que el de una mujer Alfa, posiblemente la posibilidad de embarazo podría ser baja. Bajó la mano sobre su pecho, era demasiado joven para criar un cachorro, muy delgado. ¿Realmente un cachorro podría entrar en ese cuerpo tan delgadito? Yoongi miró el cordón que se ajustaba a su cintura, estaba seguro que podría rodearla con su mano completa. Si existía la posibilidad de un embarazo, si había un cachorro ahí dentro... Estaba seguro que sería la criatura más pequeña que el mundo hubiera imaginado.

—Perdón. —volvió a decir. 

—Sí. —murmuró el omega bajando la mirada.

—¿Cómo...? ¿Cómo te llamas? —preguntó dando un paso para atrás, el Omega empezó a moverse, de un momento para el otro ambos estaban separados por cuatro metros.

Su cabello era claro, demasiado, a decir verdad; el Alfa se extrañó al instante, realmente era una raza bastante extraña.

La mirada miel del menor quedó quieta, como si no tuviera respuesta a su pregunta. Yoongi apretó los labios, ¿acaso este chico no tenía nombre? Bajó la mirada, posiblemente lo único que conocía en el mundo era a su padre y esta habitación de mierda. Su Alfa aulló en su interior y frunció el ceño al no tener respuesta.

—¿No... no tienes nombre, Omega?

—Alfa me dice... demonio. —murmuró bajito, su mirada tormentosa bajó al suelo. Sus dedos se entretuvieron con el cordón que ataba su ropaje.

El Alfa lo miró, tenía el cabello tan claro que podría confundirlo con los mismos ángeles. Su mirada, su físico. Era tal impresión que sintió cosquilleos por todo su estómago. 

—¿Sabes... lo que eso significa? —le preguntó.

El chico negó con la cabeza.

—No…

Claro que no iba a saber. Yoongi apartó la mirada, la habitación estaba llena de ropa bonita, pinturas, perfumes y telas costosas. No había ningún espejo y tampoco pergaminos sobre los escritorios. El Alfa lo miró; un Omega sin nombre, bonito, posiblemente madre de un cachorro. Se preguntó si aquella criatura sabía algo que no fueran estas cuatro paredes. Se preguntó si sabía leer, escribir, si sabía lo que era un Omega y un Alfa.

—¿Sabes lo que es un Alfa? —volvió a cuestionar.

El Omega lo miró y se encogió de cuerpo entero.

—Alfa es... mi dueño. —murmuró.

Yoongi tragó saliva cuando el chico acarició sus brazos. Notó las feromonas agrias, el disgusto, era meramente claro que algo sucedía ahí. Un demonio asustado de un Alfa... Proclamándose como posesión de uno; realmente estaba mal por completo.

—¿Eres un esclavo acaso?

Se sentía extraño. Tantos cuentos, tantas leyendas, tanta historia sobre un Omega destruyendo todo un imperio para terminar en esto... Tal vez era así. Su padre había criado a un demonio como posesión propia. Y es que siquiera sabía si realmente aquella criatura era verdaderamente enviada del Inframundo; era frágil, miedosa y callada. Siquiera tenía nombre y estaba completamente seguro que solo era un Omega analfabeto que había tenido la mala suerte de caer en este reino. Yoongi frunció el ceño.

—Realmente esperaba mucho más... Solo eres una criatura extraña. —concluyó.

El Alfa se volteó dispuesto a irse, necesitaba pensar bien. Aquel muchacho no representaba amenaza alguna a su reino, y tal vez, las historias no eran más que solo eso... Debía analizar bien todo, debía cuidar a su familia y a su pueblo, si el demonio no representaba problema alguno no requería pizca de su atención. Aunque lo mejor sería estudiarlo más como Omega que como un bicho extraño que venía a destruir todo. Debía dejar de guiarse por historias tontas.

—Y-Yoongi... —llamó el Omega, sintiendo que su pecho se quedaba sin aire.

El nombrado frunció el ceño nuevamente y se detuvo, aquella criatura lo había llamado por su nombre.

—¿Sí? —respondió. Sintió presión por todo su cuerpo, las feromonas del Omega se volvieron suaves, cálidas. Su cuerpo entero cosquilleó y sus mejillas se prendieron como brasas. La voz de aquel Omega...

—¿Qué...? ¿Qué es estar preñado?

—Que esperas un cachorro. —mencionó, recorriendo el cuerpo del Omega con sus ojos.

Su Alfa se sentía codicioso, de repente, la belleza de aquella criatura le pareció lo más asombroso de todo. Su piel ardió, sus sentidos se volvieron sensibles. Las feromonas… Las feromonas de Omega se volvieron intensas y lo único que quería el Alfa de Yoongi era hundirse entre aquellas piernas regordetas y pálidas. El Alfa se volvió tonto, cegado, la mente de Yoongi se nubló de tal manera que sus palabras se confundían dentro suyo.

—Un niño... Un cachorrito dentro tuyo… —prosiguió.

—¿Un niño? —preguntó el chico sin observar lo que sucedía con el Alfa. 

Yoongi volvió a acercarse, su mirada se oscureció, su Alfa se volvió sediento ante la curiosidad. Ante aquel hermoso aroma, el calor. El ardor de su piel requería hundirse entre aquellas pequeñas manos.

El Omega se miró de cuerpo entero analizando lo que decía el mayor.

—¿Y dónde está exactamente el cachorrito? Yoon... ¿Yoongi?

El Alfa estaba delante del Omega, sus ojos destellaban oscuridad, placer. De repente la mirada del más chico se elevó ante la dominación ajena y su cuerpo se puso rígido ante las feromonas.

—Aquí… —sintió la mano ajena sobre su pancita, sus mejillas se tiñeron y sus manos rodearon el brazo del Alfa con miedo. La presión sobre su cuerpo lo había asustado— Aquí crece el cachorrito.

—Me duele... Me duele… —sollozó de pronto.

La mirada de Yoongi se puso rojiza. Lo soltó. Sus manos rodearon la piel blanquecina de las muñecas del Omega. Sus dedos delgados, sus palmas pequeñas fueron llevadas al rostro del Alfa. El aroma, las feromonas; Yoongi se embriagó por completo.

—No quiero. No quiero...

—No quieres... —repitió el Alfa, su mirada chocó con las lágrimas del chico.

Sus ojos mieles estaban irritados, asustados; Yoongi lo miró con atención. Recordó aquel rostro, aquel chico acorralado por su padre. Su desnudez, su aroma... El Alfa lo soltó, se tambaleó y su vista borrosa se volvió hacia la salida. Las feromonas que rodeaban cada objeto en aquella habitación lo estaban enloqueciendo.

—Debo salir... Me tengo que ir. Salir... Sa… —su cuerpo cayó al suelo de estrépito, su Alfa rugió y se retorció con dolor.

El calor que sentía era insoportable, su cabeza dolía, le mareaba. No quería estar ahí. No quería, sentía la presencia de aquella criatura detrás suyo y el recuerdo de su padre no se borraba de su mente. 

—¿Estás... Estás bien? —le preguntó cuando se agachó a su lado.

Sintió el toque de sus manos sobre su rostro, su piel ardió, su pecho se aceleró y rasguñó la piel de sus costillas para evitar tocarlo. Sus ojos apreciaron toda belleza que llevaba consigo. Aquel Omega...

Yoongi comprendió finalmente la debilidad de un Alfa frente aquella raza exótica. Comprendió que su lado animal presentaba un deseo absoluto sobre una criatura como esa. Las lágrimas brillaron en los ojos del mayor, se sentía débil y sensible. El calor… Quería tenerlo. Quería tomarlo ahí mismo. Lo quería, su Alfa lo quería con tantas fuerzas que dañarse no era suficiente para quitarse aquel deseo monstruoso por tener a ese chico.

—¡Aléjate! —rugió y el Omega retrocedió asustado. Yoongi se arrastró, su Alfa estaba inquieto y descontrolado. Necesitaba ir a su habitación, necesitaba una Alfa, necesitaba calmarse. Se levantó como pudo y tomó el pomo de la puerta—. Debes... Debes controlar tus feromonas, Omega.

Yoongi lo miró una última vez. Sentía la sangre y la carne abierta en sus costillas, el dolor había parado todo descontrol en su cuerpo. Pero estaba ahí. Ahí. Esa criatura capaz de romper toda tranquilidad.

Tal vez aquel demonio sí tenía la capacidad de poseer a un Alfa. 













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