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El reencuentro de los dos dragones
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Saga escuchaba los disparates que su hermano soltaba por teléfono pues se le había metido en la cabeza el emprender otro largo viaje y, como ya no tenía suficiente dinero, acudía a él para un préstamo.
—¿Cuándo se supone que buscarás trabajo? —le dijo enfadado— No me molesta prestarte pero esta es la quinta vez que me pides. ¡No puedes andar por la vida pidiéndome dinero para sobrevivir!
—Ya te escuché y, apenas vuelva de este último viaje, te prometo que iré a la oficina de empleos a primera hora de la mañana.
—¡Eso dijiste la última vez!
—Vamos Saga, no te pediré dinero de nuevo y sí, sé que lo dije la última vez, pero ahora es importante tengo que viajar allá con carácter urgente.
—¿Me puedes explicar que irás a hacer a una ciudad tan cara y lejana?
—Bueno... es por una oportunidad de trabajo —mintió descaradamente—. Necesito ir a la entrevista y no te lo quería decir porque era sorpresa —volvió a mentir tocándose la cabeza ya que esa mentira desencadenaría otras más.
—De acuerdo... apenas consigas el empleo necesito que me pagues lo que te he prestado.
—Si hermano, lo prometo —respondió fastidiado.
La cantidad la fijó Kanon en base a la cotización de los billetes de avión y el hotel puesto que no quería perder tiempo viajando en tren si podía irse directo en un solo viaje ahorrando valiosas horas. El hotel era algo sencillo ubicado en una zona más o menos céntrica al barrio al que debía llegar y ya todo estaba listo. Solo quedaba esperar la fecha de partida que sería en unos 3 días más o menos, aunque si por él fuera partiría mañana mismo.
Salió rumbo al aeropuerto en la madrugada del tercer día, el vuelo que logró conseguir tenía el horario más temprano posible ya que serían en total cuatro horas de ida esperando llegar alrededor de las 10AM. Sorprendentemente no se sentía cansado pese a que tuvo que llegar al aeropuerto a eso de las tres de la mañana, estaba emocionado por esa búsqueda aunque, justo en ese instante, pasaron por su mente varios detalles que no considero.
¿Cómo estaba tan seguro de que el Juez usaría uno de esos quince días para visitar el local en cuestión? Nada se lo garantizaba y si este no se presentaba habría sido un tanto para nada; dinero gastado a lo inutil y tiempo invertido.
—Rayos, debí preguntar a Pandora si ella sabía más o menos cuando visitaban los jueces el mundo mortal... bueno ya estoy aquí. Espero que él aparezca durante estos días.
Se voceó su vuelo, el cual despegaría en pocos minutos. Era momento de acercarse a la puerta. Tras el despegue se quedó profundamente dormido las siguientes cuatro horas.
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Aterrizaron en medio de una mañana nublada con una fuerte amenaza de lluvia. Kanon salió del aeropuerto sabiendo donde estaba el tren que lo acercaría más al centro de la ciudad, por fortuna esa información estaba en el libro de guía turística así que fue una gran idea comprarlo pues así ya tenía la información más importante por adelantado. Solo no contempló el desfavorable clima pues, en la ciudad donde encontró a Shura el clima era estupendo en cambio en esa las calles estaban mojadas pues recién terminaba de llover y él no iba tan bien preparado para esto.
—¿Por qué rayos este restaurante no está ubicado en un sitio soleado y con playa? —pensó molesto caminando entre la gente tratando de no chocar con nadie.
Debido a la gran cantidad de días que pretendía quedarse llevaba una maleta bastante grande con ruedas que repiqueteaban en el pavimento apenas salió del subterráneo para llegar a la zona del hotel. Sin duda aquel fue el viaje más complicado que había hecho, demasiadas personas tanto dentro como fuera del tren, en el aeropuerto y en las calles.
El hotel en cuestión solía ser una casa de unos tres pisos, era un edificio estrecho y alto de fachada blanca. Fue recibido amablemente por la recepcionista quien le indico donde estaba su habitación y añadió que podía preguntarle lo que necesitara sobre cualquier lugar en particular, Kanon no quería verse muy aprovechado de esa amabilidad pero sabía cuando llamaba la atención de alguna chica y aquella muchacha tan sencilla lo tenía a flor de piel. Decidió que tomaría la oportunidad que le daba la recepcionista y le preguntaría por la zona turística de la ciudad a la que necesitaba llegar.
—Por supuesto —respondió ella encantada cuando Kanon terminó de refrescarse un poco y bajó a verla para preguntar por "The Churchill arms"—. La forma más fácil para llegar es en subterráneo, bajas en esta estación, caminas por esta otra calle y giras a la derecha. Hay varios sitios ahí que quizás te interese conocer, además del Arms, como este bar y este otro —decía señalandolos en el mapa.
—Te agradezco mucho —le dijo sonriente haciendo que la chica se sonrojara—, te buscaré después por si tengo otras preguntas.
—¡Si claro! —respondió muy animada.
Kanon salio del hotel sabiendo que había hecho feliz a la recepcionista porque esta le sonrió encantada de oreja a oreja.
Caminó directo a la estación del subterráneo más cercana esperando que ya no hubiera tantas personas aquí y allá aunque, según vio en el mapa, sería un traslado relativamente largo en poco tiempo. Fue así que emprendió el viaje hacia el oeste de la ciudad. Acaba de pasar del mediodía cuando Kanon llegó a esa parte realmente ajetreada de la metrópolis y no podía sentarse a pensar con calma porque las personas le pasaban por un lado y por el otro, aquello lo estaba desesperando sin embargo entendía porque Radamanathys había elegido esa ubicación.
—Fue casi un movimiento estratégico, en este sitio tan grande y lleno de personas es fácil mantener cierto anonimato y perderse en las multitudes —caminó por diferentes calles durante varios minutos hasta llegar a una amplia explanada donde se apreciaba un edificio largo estilo romano, frente a este una larga fuente y una columna al final de la misma. Leyó por fuera del edificio "Galería Nacional" tomando asiento por un momento para ubicar en su mapa donde estaba y que tan lejos quedaba su destino. Según se leía en el mapa, estaba a unos cuantos pasos de ahí, entre las pequeñas y estrechas calles del barrio, por lo que, sin perder el tiempo se dirigió allá.
Fueron alrededor de unos diez minutos a pie más mientras miraba a todas partes maravillado las tiendas, restaurantes y demás que había en esa calle; cafeterías, librerías y otros locales abarrotados de personas que entraban y salían. Fue así que en la esquina de la calle 29 y St Martin encontró el lugar en cuestión: "The Churchill arms" un sitio cuya fachada color crema y café se veía antigua pero amigable. En ese momento Kanon sintió que le daría un infarto al miocardio por la velocidad a la que iba su corazón.
No entendía por qué estaba nervioso pero lo estaba, las manos le sudaban y el corazón pronto le estallaría en pedazos. Respirando profundo se acercó al lugar abriendo la puerta como si Radamanthys fuera a estar sentado ahí esperándolo. No era así, había personas era cierto pero no tantas, la gente solo comía y charlaba amenamente. Kanon observó todo a su alrededor, el bar iluminado y lleno de botellas, las enormes mesas de madera y sus banquillos. El papel tapiz en las paredes y la escasa iluminación le daban un aire melancólico adornado por el enorme cuadro en blanco y negro de un Señor de edad algo rechoncho y sin cabello, vestía traje negro con chaleco y una pajarita, una de sus manos estaba recargada en una silla y la otra la llevaba por encima de sus caderas bajo la chaqueta.
Al ver su reloj de pulsera noto que era muy temprano, quizás el juez aparecería algunas horas después. Le preguntaron si iba a ordenar algo y él se excusó diciendo que no había llegado su acompañante aún y él debía esperarlo afuera. Con algo de vergüenza salió cruzando la calle para sentarse en una banca de piedra muy cerca del Arms. Se sentía como un chiquillo nervioso esperando a la persona que le gustaba, no le agrado esa sensación pero así se sentía en ese momento: ridículo, se dijo. ¿Que iba a hacer el resto del día? Pensó con calma ¿iba a esperar ahí enfrente a que el juez apareciera, haría lo mismo en los siguientes quince días?
—No, los monstruos salen de noche así que iré a conocer los alrededores y volveré más tarde —necesitaba tener la mente entretenida.
Abordó el autobús turístico tratando de aprovechar su visita y el dinero pedido a Saga sin embargo su mente seguía en "The Churchill arms".
Tras ir de arriba a abajo por una gran parte de la ciudad noto que estaba por caer la noche y era momento de volver al lugar en cuestión, al llegar al bar noto que había una larga fila para poder entrar así que busco entre las personas a un hombre muy alto rubio y de mirada severa. No obstante nadie coincidía con esa descripción, los minutos pasaban y pasaban mientras él fingía esperar a alguien, sin embargo ese alguien no llegaba.
Esperó por más de tres horas y él jamás apareció. Desesperanzado y molesto volvió al hotel.
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Kanon repitió esa misma rutina los siguientes siete días. Ya se había conocido muchos lugares interesantes de la ciudad, había entrado a diferentes museos, comprado recuerdos varios y una enorme sombrilla decorada con la bandera del país puesto que no dejaba de llover, a diario veía las negras nubes sobre su cabeza desde la mañana hasta el anochecer, rematando cada día montando guardia en el Arms por dos o tres horas sin resultados positivos.
En la tarde del octavo día se dio cuenta que aquello fue una completa pérdida de tiempo y dinero. No quedaba más que tratar de divertirse un poco y aprovechar la visita a fin de hacerlo que valiera la pena un poco. Fue así que en una oficina de turismo le vendieron un recorrido a otra ciudad muy al norte de ahí, a cuatro horas en tren, donde además de la caminata por las calles y el castillo podría disfrutar de una cata de Whisky, eso lo haría en el noveno día.
—Que más da, lo aprovecharé —pensó pagando el viaje.
Esa otra ciudad no solo era más antigua y la gente hablaba con un acento incomprensible sino que estaba más nublada. Kanon estaba verdaderamente harto del mal clima, no entendía porque habiendo otros lugares más soleados Radamanthys visitaba ese país aunque existía la posibilidad de que el bar no fuera el que él conocía sino otro ubicado más lejos de ahí.
—Ya deja de pensar —se dijo con enfado pero el sabor del Whisky le estaba cociendo la lengua y la garganta molestándolo aún más.
Aun así se compró una botella grande, quizás a Saga le gustaría.
Regresó a la ciudad alrededor de las diez de la noche, estaba cansado por tanto caminar y fastidiado por el aire frío y la llovizna que caía por todas partes aún así quiso ir al Arms a montar guardia un rato, quizás esa noche él se hubiera presentado. Al llegar al bar noto que solo había personas con traje y corbata adentro, algunos llevaban sus gafetes de identificación, otros llevaban portafolios y todos hablaban sobre trabajo según entendió mientras brindaban con cerveza.
Fue así que camino lento revisando todas las mesas y en una mesa al final del salón contiguo, donde estaba colgado el gran retrato en blanco y negro, dio con un hombre alto, fornido, de cabello alborotado corto y rubio, no obstante estaba de espaldas por lo que no podía ver si era a quien buscaba o estaba por cometer un penoso error. Se acercó con paso aún más lento hacía la mesa contigua a fin de parecer casual y tras mirar de soslayo al hombre fue que lo confirmó: era Radamanthys en persona.
El juez bebía en silencio con los ojos cerrados, pero sus rasgos y físico eran inconfundibles bajo el traje y la corbata así como vestían todos. A su lado tenía una botella que estaba vacía a más de la mitad y pareciera que el hombre estaba por quedarse dormido. Desde la otra mesa se le veía muy ebrio. Kanon dejó de lado la sorpresa tomando asiento frente a él.
—Oye... ¿me escuchas? —le dijo en voz baja pero su interlocutor pareció no escuchar— Creo que ya bebiste demasiado.
—Nunca es demasiado, amigo —lo miro pero no pareció reconocerlo en primera instancia.
—Soy Kanon de géminis. ¿Me recuerdas? —lo miro con algo de molestia pues se le veía tan desaliñado.
—Claro que te recuerdo —Radamanthys alzó la mirada y lo observó con sus ojos ambarinos que no tenían idea de donde estaba—. El hombre que manipulo a un dios, ¿qué demonios haces hasta acá? Este sitio está muy lejos de Grecia.
—Ah pues... vine por algo de trabajo —mintió—, me recomendaron este lugar y te encontré aquí. ¿Por qué un juez como tú está entre los mortales bebiendo hasta desfallecer?
—No se destila licor en Guidecca —fue lo que alcanzó a articular antes de dejar caer el vaso para sujetarse la cabeza con la mano.
Kanon empezó a sentir vergüenza ajena, aquella escena era penosa sin duda pues el hombre delante de él había sido un oponente feroz, necio e incansable; sin embargo el sujeto que ahora tenía enfrente no era más que un borracho a punto de caer dormido.
—Oye, creo que es mejor que te saque del bar. ¿No quieres que te lleve al sitio donde te estás hospedando o algo así?
—Todavía no termino la botella —respondió—, pide un vaso y bebe conmigo.
—No me agrada el whisky, tiene un gusto horrendo.
—¡¿Qué dices?! —lo miró con sus ojos ahora rojos por tanto alcohol— No digas tonterías, pide un vaso y bebe conmigo.
—De acuerdo...
No sería prudente empezar un pleito ahí mismo, así que llamó al mesero y pidio otro vaso además de hielos. Sin embargo no bebió tanto como él pues solo se sirvió una vez y esa única servida la mantuvo hasta que su acompañante se hartara de beber.
—Vamos, ya se acabó la botella. Te llevaré a donde te hospedas —no recibió respuesta asi que llamó al mesero pidiendo la cuenta y la pago.
Como pudo lo ayudó a levantarse y al salir a las calles fueron recibidos por un fuerte viento. Kanon temió que el estado del juez fuera a empeorar y terminara haciendo algún espectáculo penoso en las calles de la ciudad.
—¿Siempre que vienes bebes así?
—No, a veces me tomo dos botellas yo solo —respondió riendo.
—Vaya...
Como pudo le indico donde estaba quedándose y, el hotel en cuestión era como lo definiría Pandora "un sitio de mala muerte", muy cerca del bar. Apenas entraron subieron a la habitación y Kanon, literalmente, lanzó a Radamanthys en la cama. Este cayo cual pesado bulto quedándose profundamente dormido.
—Oye deberías darme las gracias —dijo pero no recibió respuesta— ¿aun estas despierto?
Cerró la puerta y se sentó en el alféizar de la ventana escuchando como el juez estaba perdido en su sueño roncando escandalosamente. Lo esperaría a que despertara.
Kanon abrió los ojos por la mañana en la misma posición en la que estaba doliendole la espalda pues seguía sentado junto a la ventana. Se desperezó buscando a su acompañante notando la decadencia del lugar donde estaban, como era posible pues él había buscado un sitio muy decente a bajo costo, pero ese hotel debía ser el peor establecimiento en todo el país. Escuchó correr el agua de la ducha seguido del juez lavándose los dientes y, tras unos momentos más, salió del baño secándose el cabello.
—Te ves terrible —le dijo sin miramientos.
—Creo que no recuerdas cómo te veías anoche —le respondió igual de filoso.
Radamanthys se sentó en la cama para ponerse los zapatos mientras Kanon lo observaba, ya tenía mejor semblante y aspecto pues ahora llevaba perfectamente bien el traje sin corbata y la chaqueta estaba sobre una silla. No había rastro de resaca en él.
—Cómo es posible que un juez como tú se hospede en esta clase de basurero —se levantó de la ventana sentándose a su lado—. Hay mejores lugares que este para pasar un par de noches.
—¡Vaya, disculpe Usted, Su Majestad Kanon príncipe de Grecia! —se puso de pie de un salto mirándolo con furia— ¡Mis finanzas miserables no me dan para reservar un cuarto en el Ritz!
—¡Cretino!
—Solo estaré aquí hoy así que no era necesario pagar más por un sitio donde pasar la noche —terminó de acomodarse la ropa poniéndose la corbata delante del espejo mirándolo de soslayo— Por cierto ¿cuanto te debo por lo de anoche?
—Déjame ver —le mostró la cantidad indicada en la nota del bar y Radamanthys muy formalmente le devolvió el dinero—, no era necesario...
—Si lo era. Las cuentas siempre deben ser claras, ¿entendiste?
—Claro.
—Por cierto, te toca invitar el desayuno. Así que apurate porque muero de hambre.
—Como ordene —Respondió con ironía.
Radamanthys se sentó en la cama encendiendo el televisor mientras Kanon se metia velozmente en la ducha esperando que el otro hombre no fuera a escaparse. Al salir, el juez estaba donde lo dejó, delante del televisor mirando lo que parecía ser el noticiero de la mañana.
—Tardas demasiado —miró su reloj de pulsera rápidamente lanzando una mirada de molestia a Kanon.
—Ya estoy listo, vámonos —indicó tan solo un par de minutos después llevándose sus cosas.
Tras registrar la salida del hotel, el gemelo lo siguió por entre el ajetreo de la ciudad pasando de largo por la entrada de las estaciones del subterráneo y el bus rojo.
—¿Nos iremos a pie?
—Por supuesto, jamás me meto al asqueroso tubo de lata que va bajo tierra o en el infernal autobús rojo. Caminaremos, no es lejos.
—De acuerdo...
Kano no deseaba caminar más pero el juez no parecía querer escuchar contradicciones así que accedió. Fueron por las calles de la ciudad en medio de los cientos de empleados que salían del transporte público haciendo que Kanon corroborara como Radamanthys se perdía en el anonimato entre las muchas personas que iban en el día a día. Le era útil una ubicación como esa si no deseaba ser encontrado por nadie.
Lo llevo por varias calles hasta una avenida peatonal, no pasaban autos por ahí y Kanon vio en las alturas una estructura que tenía escrito con graffiti "Camden lock" y por debajo de ella se metió el juez hasta dar con una larga pared de piedra roja cuya puerta estaba a pocos pasos de ahí. Dentro había locales con comida, muchos locales pequeños ubicados unos al lado de otros y gente iba y venía con alimentos varios.
—Vaya, si que hay varias opciones para escoger —Kanon no sabía que elegir ya que los puestos eran muchos y de diferentes tipos. Eligió lo primero que vio pues moría de hambre, aprovecharía los últimos días de su viaje para regresar y probar lo demás.
Radamanathys no pidió algo muy diferente sentándose en una mesa hasta el final del complejo para desayunar en silencio.
—Este sitio fue una buena elección, gracias por mostrarmelo.
—Es útil, los restaurantes son caros y la comida de los hoteles es muy mala. Esta es la mejor opción para comer bien y barato.
Ambos comieron en silencio y una vez que terminaron salieron para caminar por una calle perpendicular delante del mercado de comida, esa calle los llevo a un parque silencioso donde tomaron asiento por un momento. Radamanthyis sacó una cigarrera metálica ofreciéndole un cigarrillo.
—Así estoy bien, gracias.
—Ahora, ¿quieres decirme qué te trajo hasta acá?
—Volver a pelear contigo —respondió sin miramientos.
—¿De verdad? —el juez lo miro de soslayo sin entender sacando una nube de humo de la nariz— Creía que la última batalla contra mi había sido contundente, me ganaste conservando la vida. ¿Qué más quieres?
—Yo combatí sin armadura y no, no sobreviví. Estoy aquí por la gracia de la diosa Atena, creí que mi nombre había pasado por tus registros.
Radamanathys negó lentamente.
—No recuerdo haber visto tu nombre.
—Ya veo —estaba tentado a hacerle muchas preguntas, algo que le llamaba la atención era el factor "inmortalidad" mencionado por Pandora, ¿cómo era tener la vida eterna y pasarlo en el inframundo día a día?— ¿Por qué dijiste que estarás aquí solo hoy? —comenzó a decir tratando de encaminar la charla— ¿irás a otro sitio acaso?
—Por supuesto, de vuelta al inframundo claro está.
—¿Cómo es que Ustedes están vivos? Yo creía que los habiamos aniquilado —indicó en un hilo de voz.
—Ojalá hubiera sido así... pero no, no podemos morir. Hades nos maldijo con la "vida eterna" y heme aquí. Fumando y deseando que el tiempo pase más lento, esperando ver la luz del sol y no es posible porque las malditas nubes negras están ahí arriba.
Ahí fue cuando Kanon lo observó con cuidado, con todo y lo cascarrabias que era en su rostro estaba toda la evidencia de su juventud, por primera vez el gemelo noto que en sus ojos y boca había una que otra marca de su edad, sin embargo el juez se veía tal cual como hacía seis o siete años que compartieron el campo de batalla. Lo de la vida eterna no era mentira.
—Imagino que tener una "vida inmortal" debe ser increíble, tienes todo el tiempo para recorrer lugares, conocer gente nueva, hacer muchas cosas —dijo soñadoramente observando a su interlocutor quien lo miró con extrañeza, como si Kanon hablara de cosas que, evidentemente, no entendía—. Imagino que has estado con muchas personas en todo este tiempo —le guiño un ojo.
—Vaya, que manera tan idealista de ver la inmortalidad —Radamanthys rio por lo bajo encendiendo otro cigarrillo—. No Kanon, las cosas no son para nada lo que tu crees. Ser juez es trabajo de tiempo completo, todos los días del año los tres estamos detrás del escritorio rellenando hoja tras hoja de nuestros registros. A veces hay muchas almas a veces hay pocas, pero siempre tenemos mucho que hacer. El Señor Hades nos dio la vida eterna para trabajar por siempre no para divertirnos.
—¿De verdad? —y pensar que él se lo había dicho a Pandora a modo de broma pero no, ahi estaba la confirmación.
—Si, créeme que tengo mucho tiempo pensando que la muerte hubiera sido lo mejor, al menos ya estaría descansando. Ustedes tienen tiempos de paz y nosotros no. Recién había terminado la la guerra Santa y ya estábamos ocupando nuestros escritorios, listos para continuar como si nada hubiera pasado. Salir unos días al año a ver la luz del sol es el único desahogo que tenemos.
Echó la cabeza para atrás recargándose en la banca donde estaban sentados.
—¿Y cuando vienes a esta tierra, pasas el tiempo sentado en un jardín fumando?
—No, hay otra razón de más peso.
—Ya veo, te buscas compañía agradable —Kanon le guiñó un ojo mientras Radamanthys solo lo miraba riendo.
—Ojalá pero no, no tengo autorizada la "compañía agradable".
—¿De verdad? —lo miro con expresión de horror— ¿Hades no los deja divertirse siquiera?
—No, no tenemos deseo alguno por hombres o mujeres. Hades nos quito la lujuria a los tres aunque no voy a negar que no me hayan pasado cosas "curiosas" a raíz de eso.
—¿Curiosas? —repitio abriendo mucho los ojos — ¿Podrías narrar alguna?
—En una ocasión estaba en el Arms bebiendo, metido en mis asuntos, y una chica se me acercó. Ella se mostró muy dispuesta a llevarme a su casa —decía sacando más humo aromático con los ojos cerrados—, fue tan insistente que terminé accediendo a sabiendas que aquello iba a concluir mal.
Espero un poco encendiendo otro cigarrillo mientras Kanon lo miraba fumarse uno trás otro sin parar. A él solo le gustaba fumarse alguno de vez en cuando, pero Radamanthys era una auténtica chimenea y bebía como un diabético se inyectaba su insulina.
—Llegamos a su casa, varias calles lejos del bar. De inmediato me llevo a su habitación sin preguntarme nada, eso no se hace, que tal si yo fuera un homicida o algo peor —nego con la cabeza—, en fin ella me tendió en la cama y empezó a hacer lo suyo. Aquello fue verdaderamente cansado, lo único que yo sentía era el pasar del tiempo y, aunque no me corre sangre por las venas, los brazos o las piernas se me entumen como a los demás.
—¿Y qué salio mal?
—El problema fue una frase "eres muy mala en lo que haces", no lo pensé sino que lo dije en voz alta sin darme cuenta y, obviamente, la chica se ofendió, estaba enfurecida a tal grado que me azotó una bofetada tan fuerte que sentí como si la mandíbula y todos los dientes me fueran a salir volando de la cara. Había olvidado que cuando las chicas abofetean pareciera que la mano se les recubre de acero reforzado.
—Esas cosas no se les dicen a las mujeres.
Kanon río tan alto que Radamanthys lo observó sin dar crédito puesto que hacía mucho que no reía como lo hacía su acompañante, lo miro y miro con los ojos ambarinos muy abiertos. Ojalá pudiera reír de esa manera.
—En fin... me corrió de su casa y yo salí de ahí con el rostro adolorido. Una regla que tengo es jamás aceptar invitaciones de nadie, hombres o mujeres, todos pueden reaccionar mal si les dices que no saben hacer lo suyo.
—Oye, que el cuerpo no te funcione no significa que ellos no sepan hacer lo suyo —no podía dejar de reír—. Por cierto, ¿no pararás de fumar hasta que te hayas acabado toda la cajetilla?
—Ya terminé. Antes de que busquemos donde pelear, necesito que me permitas atender otro asunto —miro rápidamente su reloj de pulsera.
—Si, está bien.
—Vamos, acompáñame a Square Mille.
Se levanto acomodándose la chaqueta y Kanon supuso que lo llevaría hasta allá caminando.
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Continuará...
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*Notas: Espero que las desventuras sexuales de Rada les hayan parecido entretenidas. Gracias por leer.
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