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Epílogo.

-Fabián, ¡ha despertado! -gritó Laurie.

-Ayuda... -consiguió murmurar la muchacha.

-Tranquila, tranquila -susurró con voz tranquila el muchacho.

-He... he...

-Shh.

Consiguió que Ana no hablara ni se moviera durante los momentos que tardó Fabián en llegar. Aunque la chica intentaba hacerles partícipes de su sueño, no logró que las palabras brotaran de sus labios.

-¿Estás bien? -preguntó Fabián en cuanto llegó.

-He, he soñado...

-Sí, lo sabemos.

-...con unas niñas...

-No te preocupes.

-...Samuel...

-No está en casa. Si quieres le llamamos.

-...es malo...

-No te preocupes.

-...que no vuelva...

-Shh...

-¡Os estoy diciendo... la verdad... hacedme caso... -llegados a este punto, tuvo que parar a coger aire, pero continuó casi inmediatamente-, ...registrad su habitación... habrá una hoja... con nombres de personas... son sus víctimas...!

Con un gesto, Fabián le indicó a su hermano que le hiciera caso. Este entendió que no la creía, pero pese a eso, se vio en la obligación de buscar y rebuscar. En principio, la chica sólo estaba delirando, no había ninguna base para sus acusaciones. De todas formas, registró la habitación. Levantó el colchón, miró tras los cuadros, entre los cajones, debajo de las hojas de papel, miró en los asientos de las sillas, incluso dentro de los armarios. Como no encontró nada, volvió a entrar en la habitación anterior, y con un gesto le indicó a su hermano que no había encontrado nada. Por eso mismo, volvieron a preguntarle a la chica por si ella tenía alguna pista más. Efectivamente, les indicó que estaba en una caja de zapatos, o tal vez dentro de algún tubito. Con esas nuevas indicaciones, regresó al cuarto del sospechoso y registró de nuevo los armarios y, como ya no le quedaba ningún sitio más, sacó los tapones de las patas de las sillas, y efectivamente, salieron decenas de papeles. Al mismo tiempo que intentaba ordenarlos, Fabián entró también y, al verlo así, tirado en el suelo, tuvo que salir para no alertarle. Cuando Ana vio de nuevo a Fabián, con una mano en la boca y otra en los abdominales, no pudo evitar extrañarse. Apenas unos minutos después, cuando ya se había calmado todo, Laurie apareció blanco como la cera.

En aquellos minutos, había aprovechado a leer los nombres que estaban escritos en las hojas.

Ana

Jose Lorenzo

Fabián

Tomás

Felicia

Julia

Olivia

Victoria

Alán

Jesús

Mairo

Juan

Sara

Adrían

.

.

.

Primero, he de matar a Ana, más tarde, a todos los que viven

en la casa con ella. Cuando lo haya conseguido, volveré a ser

libre, y mi señor no tendrá poder sobre mí. Luego, acabaré con

Claudia, esa impertinente señora. Cuando Adrián se haya quedado

solo, tomaré yo las riendas y ordenaré su destierro. Ese día, seré feliz.

A mí no me gustaría matar a la chica, los otros me dan igual, pero ella no.

Si acabara con su vida, me sentiría culpable toda la vida. Es única, posee un

don que nadie más tiene, pero que todavía no sabe utilizar. Cuando lo conozca,

será invencible.

Ojala encuentre este papel y no permita nunca que acabe con ella.

Se extrañó al ver tantos nombres, pero el que más le llamó la atención fue el de Victoria. Le sonaba de algo, pero no fue capaz de asegurar nada. Supuso que ya no les interesaría, o que simplemente se había muerto. Había muchos más nombres, pero no reconoció ninguno más, aparte del de los dueños de la casa. Siguió dándole vueltas al mensaje final. "Primero, he de matar a Ana, más tarde, a todos los que viven en la casa con ella". "A mí no me gustaŕia matar a la chica". " Es única, posee un don que nadie más tiene, pero que todavía no sabe utilizar". "Cuando lo conozca, será invencible". Se preguntaba cuál sería ese don, si realmente era tan importante, ¿por qué no sabía nadie de su existencia?, ¿por qué debían acabar con ella? Eran demasiadas incógnitas a resolver, por lo que entró de nuevo en la habitación.

-Samuel nos ha estado engañando todo este tiempo -comenzó con voz grave-, es uno de los hombres de negro. Estamos los primeros de su lista negra, no va a parar hasta acabar con nosotros. Ana -continuó dirigiéndose a la chica-, nos tienes que contar todo lo que viste.

- FIN -

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