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Capítulo 50

Multimedia: Sam Smith, Normani- Dancing with a stranger

¿Cómo una persona puede sentirse tan sola estando rodeada de tantas personas?

No lo sé.

Estaba en medio de la banda, todos estaban riendo, bebiendo y divirtiéndose luego de que las peleas acabaron, sin embargo, yo no encajaba con ellos, no me sentía en un lugar seguro o me entusiasmaba la idea de beber hasta no poder más o de bailar hasta que los pies dolieran, se sentía como si hubiera un hueco en mi pecho, como si no sintiera nada.

Luego de que Anne se marchó me la pasé llorando durante horas, tanto que mis ojos estaban hinchados y me dolía la cabeza, quería irme del lugar y meterme en la cama y dormir, estaba fuera del apartamento luego de mucho tiempo, sin embargo, quería volver al silencio.

De manera inconsciente mis ojos cayeron sobre Arthur, en sus labios habitaba una enorme sonrisa, dos hoyuelos se marcaban en sus mejillas al sonreír, en una mano tenía una cerveza y sus ojos brillaban. Él estaba charlando y riendo junto a los demás miembros, si alguien lo miraba hubiera imaginado que era un ángel; cuando en realidad era un demonio.

Sus ojos se toparon con los míos y sonrió, haciendo que mi corazón se acelerara y le devolviera la sonrisa de manera automática, después él siguió hablando con sus amigos, y la sonrisa desapareció de mis labios con la misma rapidez con la que había aparecido.

—¿Problemas en el paraíso, muñequita? —inquirieron mi oído. La voz provocó que un escalofrío recorriera mi espalda y los vellos de mis brazos se erizaron.

Giré la cabeza en busca de la voz y un nudo se formó en mi estómago al observar a Marcus tan cerca, me alejé de él lo más que pude y volteé en dirección de Arthur intentando escapar de su mejor amigo, pero él estaba lejos de darse cuenta de mí y de que me incomodaba.

—Al parecer está algo ocupado —dijó cerca de mi oreja para que pudiera escucharlo, ya que la música estaba alta. Lo miré de reojo y él también estaba observando a Arthur—. ¿No crees?

—Púdrete —mascullé volteando a verlo.

Por sus labios se deslizó una sonrisa llena de burla y arrogancia, tomó un sorbo de la cerveza que tenía en la mano sin dejar de verme. No quería apartar la mirada y mostrarle que me intimidaba, aunque por dentro estaba deseando hacerlo.

—¿Ya olvidaste que es mejor tenerme como amigo? —inquirió acercándose—. Si quieres te lo recuerdo.

—Vete a la mierda con tu falsa amistad —mascullé. Me volví a alejar de él y este sonrió con arrogancia, después meneó la cabeza hacia los lados en desaprobación.

—¿Está ocurriendo algo? —preguntaron.

La mirada de Marcus se oscureció al escuchar la voz, una sonrisa falsa e hipócrita se deslizó por sus facciones y volteó a ver a Arthur para responder:

—No, solo estamos hablando. —Giró a verme—. ¿Cierto, Layla?

Desvié la mirada de él hacía Arthur. Sus ojos estaban llenos de curiosidad y duda, me observaban precavidos, desconfiados.

—Es cierto —mentí.

—Entonces... ¿no les importa que me siente? —inquirió viéndome.

Negué con la cabeza y me obligue a sonreír con naturalidad, no sabía cómo me miraba, pero fue lo suficientemente creíble para que se sentara a mi lado y rodeó mis hombros con su brazo, atrayendo mi cuerpo hacia él. Apoyé mi cabeza en su pecho, la mano que rodeaba mis hombros subió hasta mi cabello y empezó a hacer pequeños masajes, era la primera vez que lo hacía y se sentía relajante.

Los ojos de Marcus taladraban los míos, esos ojos azules estaban llenos de ira y maldad. Cerré mis ojos y me refugié entre los brazos de Arthur, dejando que las caricias en mi cabello me relajaran, me hicieran olvidar.

—¿Quieres un poco? —escuché preguntar a Marcus.

—No voy a inhalar esa mierda —masculló Arthur.

Droga, de eso hablaban. No había que ser un genio para deducirlo, abrí mis ojos y estos cayeron en la mesa pequeña que yacía delante de nosotros. Sobre ella había un polvo blanco, aunque por las luces se miraba de diferentes colores.

—¿Qué? Ya te domaron, Arthi —dijo Marcus en tono burlesco.

—Vete a la media, Marcus —siseó con ira.

Mis ojos subieron hasta Marcus, este se inclinó e inhaló del polvo sonriendo, luego me guiñó un ojo y tomó un sorbo de su cerveza, sentí como el cuerpo de Arthur se tensaba debajo de mí, lo había mirado, había observado cómo su amigo le guiñaba un ojo a su novia.

Me aparté de su pecho y giré a verlo, sus ojos me observaban con detenimiento, recorriendo mis facciones con atención, como si no me hubiera mirado en años.

—¿Vamos a bailar? —inquirí. No era que tuviera ganas de hacerlo, era solo porque quería alejarme de Marcus.

Su cabeza asintió de manera automática, me levanté y él hizo lo mismo, entrelazó nuestros dedos y bajo la mirada de Marcus, nos alejamos. La canción que sonaba no era movida, en realidad era lenta. Siempre colocaban una lenta para que los enamorados o cuadres de la noche se pegaran y bailaran como si fueran uno.

Las manos de él se posicionaron en mi cintura y las mías rodearon su cuello, apoyé mi cabeza en su hombro y me acerqué más a él. Nuestros cuerpos se mecían de lado a lado, varias parejas estaban a nuestro alrededor bailando y besándose. La cabeza de Arthur estaba apoyada en mi hombro y su respiración la sentía en mi cuello, puedo jurar que tenía los ojos cerrados, lo puedo hacer.

Mi mirada iba y venía de pareja en pareja, hasta que me topé con unos ojos grises. Contuve el aliento al verlo, en su miraba había dolor, puro dolor al verme con Arthur. Derek estaba en una esquina con Caroline, ella se encontraba hablándole pero su atención estaba sobre mí. Lo estaba lastimando, lo estaba haciendo y odiaba hacerlo.

Él era la segunda persona importante que lastimaba en el día, aunque no hubiera querido hacerlo, aunque no tenía pensado en hacerlo. Aparté la mirada de él, escondiendo mi rostro en la curvatura del cuello de Arthur. Tenía un nudo en mi garganta y sentía mis ojos llenos de lágrimas.

Lo siento. Pensé. Como si él pudiera escuchar mis pensamientos y saber que lamentaba herirlo.

—Layla —la voz de Arthur inundó mis oídos. Me alejé un poco para verlo, sus manos aún seguían en mi cintura y nuestros cuerpos habían dejado de mecerse—. ¿Me amas?

Su pregunta me tomó por sorpresa. Me miraba ansioso y desesperado, aunque quizás era porque tenía licor en sus venas. De manera automática las palabras salieron de mis labios. No las pensé, fue como si ya supiera qué responder.

—Lo hago —susurré.

¿Lo hago?

Una de sus manos subió hasta mi mejilla y la acarició, su tacto era frío y se sentía como un puñetazo en el estómago. Cerré mis ojos unos segundos y luego los abrí, su rostro se acercó al mío hasta unir nuestros labios y besarme. Por favor que él no esté viendo, que no lo esté haciendo. Suplicaba mientras besaba a Arthur, era un beso amargo, tenía un nudo en el estómago y deseaba alejarme.

—Te amo —susurró al separarnos—, nunca lo olvides.

Con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta susurré:

—No lo haré.

Sonrió de lado y me abrazó. Busqué aquellos ojos color plata, deseando no encontrarlos pero los encontré. El dolor en su mirada había aumentado, había decepción, tristeza, melancolía...esta vez fue él quien apartó la mirada para luego escabullirse entre las personas y caminar hacia la salida. Quería salir corriendo y detenerlo, quería explicarle que estaba ganándome su confianza, pero, hubiera sido un error haberlo hecho. Me resigné a ver su figura desaparecer, sabiendo que lo había roto, sintiéndome un asco de persona.

Cerré mis ojos y algunas lágrimas recorrieron mis mejillas, volví a esconder mi rostro en el cuello de Arthur y una que otra lágrima recorrió mi rostro. Una mano de él acariciaba mi cabello y la otra seguía en mi cintura. No sabría describir cómo me sentía, pero era un dolor que aumentaba mientras los segundos pasaban. El te amo de Arthur me hirió, porque si me amaba, entonces... ¿por qué me lastimaba? ¿Por qué lo hacía? Pero...ver los ojos de Derek llenos de dolor y saber que era mi culpa, me hizo mierda.

Estaba entre los brazos de la persona que rompía mi corazón en mil pedazos y aún así amaba, sabiendo que la persona que me amaba de manera pura y sincera, se marchaba con un corazón roto.




—¿Para dónde vamos? —inquirí.

Me ignoró y siguió jalando mi brazo. Mis piernas se movían rápido, la música se empezaba a escuchar lejos y mi ceño estaba fruncido.

—Jazz.... —llamé y siguió ignorándome.

Después de bailar con Arthur ella apareció. Su rostro reflejaba miedo y alivio al mismo tiempo, cuando me observó sus brazos rodearon mi cuerpo y abrazaron con fuerza, como si hubiera creído que jamás me volvería a ver. Después de preguntarme si estaba bien, y responder que sí. Le dijo a Arthur que quería hablar conmigo y recuperar los días perdidos, cuando él asintió; empezó a jalarme hacia donde estaba la oficina, aunque ya la habíamos dejado atrás.

Se detuvo y abrió la puerta de las escaleras que daban hacia la azotea.

—Sube —pidió con voz suave. Fruncí el ceño aún más de lo que ya lo tenía, y antes de que reprochara volvió hablar—, por favor.

Sonó como un suplica, solté aire de manera brusca y empecé a subir las escaleras. Confiaba en ella, lo hacía con los ojos vendados.

Subimos las escaleras hasta llegar a la azotea, el aire frío golpeó mi rostro y me abracé a mí misma. Tenía un suéter de lana y un pantalón, mi cabello estaba suelto y era agitado por el viento, y aunque tenía un suéter no me sentía abrigada. En cambio, Jazz caminaba como si nada, tenía un suéter blanco y encima una chaqueta roja, (igual a la que llevaba Annabet cuando había estado en el apartamento) su cabello rubio estaba en una cola alta, y su rostro estaba libre de maquillaje. Ella se detuvo y volteó a verme; para en tono serio y nervioso decir:

—Hay algo que debes saber, y es importante que prestes atención y nos creas.

La miré extrañada.

—¿De qué hablas?

Me miró con lástima, dolor y melancolía.

—Tienes...tienes que saber la verdadera historia sobre Emily y Arthur. Y, juro que no sabía nada —su voz se quebró—. A mí también me han mentido.

Saber la verdadera historia sobre Emily y Arthur; esas palabras me asustaban e intrigaban. Nunca es bueno saber la verdad sobre las cosas, no cuando esta verdad puede hacerte pedazos. No contesté, solo me quedé de pie mirando sus ojos verdes brillar por las lágrimas que estaba evitando dejar caer.

Soltó un suspiro y se hizo a un lado, dejando entrar en mi campo de visión a tres personas en específico, pero la persona que estaba en la derecha llamó mi atención y cuando nuestras miradas se conectaron retuve el aire en mis pulmones.

—Hola, Layla.

—Barry...—murmuré con cuidado, era la tercera vez que lo observaba.

—Deberías sentarte —la voz de Caro inundó mis oídos. La miré por unos breves segundos y estaba igual de seria que Barry, mientras que Ethan que se encontraba a su lado lucía algo nervioso y ansioso. Volví la mirada hacia Barry.

—Siéntate, la historia es algo larga y difícil de explicar —habló Barry, devolviéndome la mirada y señalando unos pedazos de madera apilados a un lado.

Sin apartar la mirada de él, me senté donde señalaba. Jazz siguió mis pasos y se sentó a mi lado. Ninguno dijo nada por unos minutos, mi mirada seguía en Barry, mientras que las de los demás estaba fija en mí.

—Como ya debes de saber Arthur y Millie iban a la misma universidad. Ella estudiaba psicología y Arthur ingeniería mecánica. —Empezó Caroline a relatar—, pero ellos jamás se acercaron, Emily solo lo conocía por miradas y por su reputación de chico malo. Yo conocía a Arthur por las carreras y las peleas, ya que uno de mis hermanos corría. —Suspiro, dejando que el silencio se adueñara del lugar unos pocos segundos—. Emily quería ver las carreras y saber sobre ellas, aunque creo que era más porque sabía que Arthur iba a estar en el lugar, ella siempre decía que había algo en él que le atraía de una manera que no podía explicar. —Hizo silencio por unos segundos, tomó una bocanada de aire y prosiguió—: Una noche, me quedé a dormir en su casa y cuando sus padres se durmieron nos arreglamos para ir a las carreras; sin embargo, antes de que pudiéramos escaparnos Derek apareció y nos vio, en pocas palabras tuvimos que llevarlo con nosotras.

» Durante la noche ellos miraron las carreras y estaban fascinados, Derek quería participar sin ni siquiera saber un coño. —Hizo una mueca—, era un poco idiota. Durante el resto de la noche les expliqué sobre las bandas, el significado de los colores y todo lo demás. Cuando me di cuenta ella estaba junto a Arthur hablando, fue extraño verlos hablando, pero ambos se reían y parecían disfrutar de la compañía del otro. En ese momento no tenía problemas con Arthur y, aunque no éramos los mejores amigos no éramos tampoco enemigos. A partir de ese día ambos se volvieron inseparables, eran como la uña y la mugre. Emily repetía una y otra vez que él era un amor con ella, que era feliz.

» En un abrir y cerrar de ojos ambos ya eran novios. Derek se unió a mi banda y Emily terminó uniéndose a la de Arthur, no importaba que era en contra de las reglas que fuéramos amigos, porque en eso nos convertimos todos; amigos. Los meses pasaron y todo cambió —su rostro serio se transformó en uno lleno de melancolía. Dejó caer sus brazos a los costados de su cuerpo y suspiró—. Ella empezó a cambiar...casi no salía conmigo, no hablábamos mucho y cuando le preguntaba qué ocurría solo me decía: Solo son algunos problemas con Arthur, nada de qué preocuparse. A las semanas ella se mudó con Arthur, dejándome sorprendida.

» La relación maravillosa que tenía con su familia se fue a la mierda. Desde que empezó a vivir con Arthur nuestra amistad era inexistente; todo había cambiado, eran muy pocas las veces que hacíamos contacto visual. Ella iba a las carreras y peleas para acompañar a Arthur, y siempre evitaba encontrarse con Derek.

» Al pasar las semanas ella ya no era la misma, su piel estaba pálida, lucía delgada, sus ojos no tenían con vida, su largo cabello rubio ahora era corto y sin brillo, su rostro lucía cansado y siempre usaba suéter, aunque antes los odiaba. Ella era torpe —se detuvo y sonrió—, siempre se caía y terminaba con un hematoma en su piel, siempre la molestábamos, y le colocábamos apodos por ser tan torpe, pero , una tarde cuando entré al baño; antes de ir a clases me la encontré. La manga de su brazo izquierdo estaba arremangada hasta llegar a la axila, en su piel había varios hematomas, eran grandes y horribles. Le pregunté sobre las marcas y solo me dió excusas.

» No soy estúpida Layla, no lo soy y varios de esos hematomas tenían forma de dedos. Arthur la había lastimado. —Las imágenes de Arthur lastimándome llegaron a mi mente, la marca de sus dedos en mi piel, el color morado y verde. Él ya había herido a alguien antes—. Cuando le pregunté que sí había sido él; lo negó y se fue, me quedé inquieta y empecé a vigilarla sin que lo notara. Ella lucía como una sumisa, no tenía vida propia. Dos semanas más tarde la encontré llorando en la azotea del edificio, las lágrimas corrieron su maquillaje, dejando a la vista un hematoma en su rostro.

Se detuvo. Una lágrima se deslizó por su mejilla y sus ojos estaban cerrados con fuerza, el labio inferior le temblaba y estaba jugando con sus dedos. Mi corazón estaba acelerado, mi respiración era irregular y un dolor comenzó a extenderse por mi pecho.

¿Cuánto daño le hizo Arthur a Emily Wilkes?

» Esta vez no me mintió y me lo dijo. —Abrió sus ojos, los cuales reflejaban tristeza y dolor—. Arthur la había golpeado, no era la primera vez que lo hacía. Los primeros abusos físicos empezaron con agarres fuertes en los brazos, después empezó a jalar su cabello, gritos e insultos verbales, y terminaron en palizas. La primera vez que la golpeó fue porque ella le reclamó, ya que él olía a perfume de mujer. Por lo que me contó Emily, Arthur decía que ella era una zorra, que se acostaba con todos incluyendo a Derek.

Soltó una carcajada carente de humor, meneó la cabeza hacia los lados y sonrió con burla.

» ¿Puedes creerlo? ¿Derek y Emily acostándose? No era posible, ellos dos se amaban solo como hermanos, no sé de dónde Arthur sacó eso. Le dije a Emily que lo dejara y lo denunciara, pero no lo hizo por miedo. Arthur la había amenazado con su familia. Cuando empiezan las amenazas y chantajes en una relación, es difícil escapar y más si los que sufren las consecuencias son las personas que quieres. Y decidí callar por petición de ella, esperando poder encontrar la manera de escapar.

—Pero...ella intentó alejarse y Arthur mandó a cortar los frenos del auto de Derek, para así demostrarle que no estaba jugando —hablé con la voz ronca, ganándome la mirada de sorpresa de Caroline.

—No exactamente —intervino Barry. Giré hacia él—, veo que sabes algo sobre el accidente de Derek, pero no sabes la razón. Y esa razón fui yo.

Eso no me lo esperaba, miré hacia Jazz y ella tenía la cabeza agachada, sus dedos estaban entrelazados y reposaban sobre sus piernas. No sabía lo que pensaba, pero si sabía que le estaba doliendo escuchar sobre cómo era Arthur con Emily, porque ella lo quería como su familia. Y ella lo dijo, también le mintieron.

» Conocí a Emily cuando ya estaba con Arthur, tuvimos un encuentro en la universidad que terminó conmigo en la enfermería. Desde entonces, cuando nos mirábamos en los pasillos nos sonreíamos, o asentíamos con la cabeza en forma de saludo —sus ojos cafés estaban sobre los míos. Su voz salía con cautela, despacio, como si esperara a ver cada una de mis reacciones ante lo que decía—. No nos hicimos amigos de inmediato, solo éramos dos conocidos que se miraban en el pasillo o por algún lugar de la universidad, pero con el tiempo me fui empezando a acercar para hablarle, siempre era en lugares dónde nadie nos observará, ella lucía inquieta o alerta si pasaban personas cerca de nosotros, y aunque no lo entendía al principió luego entendí que Arthur era posesivo con ella.

» Siempre sospeché que Arthur era violento y manipulador pero preguntarle a Emily era como abrir la caja de pandora, solo lograba que ella huyera, se enojara o evitará el tema. —Suspiró—. Una vez, mientras hablábamos me di cuenta que tenía marcas en sus muñecas, luego noté las marcas sin cubrir bien en su rostro y cuello, lucía aterrada cuando le pregunté por ellas y solo pudo llorar y lo entendí, él se las había hecho.

Soltó un resoplido y negó con la cabeza para luego verme con arrepentimiento.

—Enfrenté a Arthur, aunque Emily quiso detenerme de que no lo hiciera; terminé buscandolo y golpeándolo por lo que él había hecho, hubieras visto la cara de Arthur, estaba cabreado y la mirada que le daba a Emily era de amenaza, y lo que hirió el orgullo de Arthur, fue que ella se hubiera ido conmigo y no con él, que ella curará mis heridas y no las de él. —La voz de Barry se rompió—. Esa noche me contó todo, los abusos, el maltrato, las amenazas, quise que se quedará conmigo pero ella se fue en medio de la noche y solo me dejó una nota dónde me pedía que no dijera nada.

» Y no hacerlo fue un error. No vimos a Emily hasta dos semanas después, y no fue precisamente en la universidad que la vimos, si no en la calle.

—Ese día íbamos a casa de Derek para después ir a la policía —intervino Caro con la voz rota—, él ya sabía sobre los abusos y no tuvimos que decirle nada.

Los miré confundida.

—¿Cómo así?

—Arthur llevo a Emily al hospital a visitar a Derek. —Siguió relatando Caro—. Derek se enojó al verla ya que tenían meses sin hablar, mientras le reclamaba él alzó la mano y golpeó el colchón, Emily se echó hacia atrás y se encogió por instinto, ahí su hermano se dio cuenta del miedo de ella. La empezó a cuestionar y terminó sacando sus propias conclusiones cuando ella no contestó y se marchó.

—¿La denuncia que Derek colocó en la policía era sobre el maltrato doméstico? —inquirí recordando las palabras de la señora Ellen. Ambos intercambiaron una mirada y resoplaron.

—Sí —contestó Barry—, pero no se llevó a cabo por falta de pruebas.

—Como te decíamos, ese día de camino a casa de Derek la vimos. —Volvió a relatar Caro—. Ella estaba cansada, realmente cansada de todo y quería escapar de ello, por eso planeamos ir a la policía y enviarla al apartamento de Arthur, para que vieran lo que sucedía.

—¿Por qué no fueron directo con ella a la policía ese día? —pregunté. Temiendo saber la respuesta ya.

—Porqué Marcus estaba con Emily —respondió Barry—, y aunque él estaba distraído con una mujer, era imposible irnos sin que se diera cuenta. Marcus es peligro, más peligro que Arthur. Y la policía puede comprarse, Arthur ya la había comprado antes. —Lo miré confundida y él explicó—. A él lo han atrapado con drogas, también lo han arrestado por las carreras ilegales varias veces, y Emily ya había intentado ir a la policía, pero Arthur ya tenía la espalda cubierta, ya les había pagado a varios oficiales por si ella iba.

—Esa fue la última vez que miramos a Emily con vida. —Su voz se quebró y las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro—. Cuando llegamos a casa de Derek, él quería ir a buscarla y sacarla de allí, pero le dije sobre que cortaron los frenos de su auto, y que sospechábamos que había sido Arthur. Él se calmó ya que no quería colocar en más peligro a Emily. Barry y yo fuimos a la policía, y dijimos que en ese edificio un hombre maltrataba a una mujer, la golpeaba y la estaba reteniendo en contra de su voluntad —se detuvo, inhaló y luego exhaló—, ellos fueron y cuando pensamos que todo iba a estar bien nos equivocamos. No sé cómo lo hizo, pero Arthur logró engañar a la policía, según ellos habían hablado con Emily y que todo estaba bien, que ella estaba en buenas condiciones y lucía perfecta. No importó cuando le dijimos que él la golpeaba, no importó nada; la respuesta fue simple: No tienen pruebas de lo que dicen señorita, y la joven ya nos dijo que estaba todo bien. Ella estaba bien.

—¿Qué? —Susurré.

—Lo que oíste, no sabemos qué mierda hizo ese hijo de puta, pero se salió con la suya. Los días comenzaron a pasar, uno detrás de otro y no sabíamos nada de ella. Arthur no iba a las carreras, no mirábamos a Marcus o Paige, era como si la tierra se los hubiera tragado.

—Derek terminó desesperándose —intervino Ethan por primera vez en la noche—, después de días sin saber nada de Emily. Él me llamó para que lo llevará al apartamento y así lo hice. —Soltó un suspiro—, cuando llegó al apartamento nadie le abrió, se terminó enojando y golpeó la puerta hasta que la abrió a la fuerza. Buscó en la sala, la cocina y terminó en el baño del cuarto principal, donde la encontró en la tina. —Un sollozo salió de los labios de Caroline—, ella aún estaba viva, aún lo estaba. Derek empezó a gritar y corrí hasta donde estaba, él le hizo dos torniquetes en sus muñecas para evitar que la sangre siguiera saliendo, gritó que llamara una ambulancia y así lo hice. Ella aún estaba viva, pero antes de que la ambulancia llegara murió entre los brazos de él.

Nadie dijo nada más. Los sollozos de Caroline era lo que callaba el silencio, Barry se acercó a ella y la abrazó. Una mano cálida se apoyó sobre las mías, seguí el brazo encontrándome con los ojos de Jazz, se miraba decepcionada y dolida, su mano derecha subió hasta mis mejillami mejilla y secó las lágrimas que no sabía que descendían de mis ojos.

—Tienes que irte —susurró con la voz quebrada—, no quiero que termines muerta.

—Estoy atada de manos y pies. —Sonreí con tristeza—. Arthur ya me amenazó con hacerle daño a las personas que quiero.

—¿Te ha lastimado? —inquirió Barry.

Asentí con la cabeza. Un sollozo salió de los labios de Jazz y tapó con sus manos su boca, agaché mi cabeza y dejé que las lágrimas cayeran por mis mejillas.

—Pues no parece —escupió Caro con amargura—, hace nada estaba muy sonriente y amorosa con Arthur.

—Solo me estoy ganando su confianza —susurré y alcé la mirada hacia ella—. Me mantuvo encerrada durante días, no me dejaba hablar con nadie, lo único que veía era su rostro o el del portero. ¿Qué querías que hiciera?

—Alejarte cuando Derek te lo pidió —masculló—. Si lo hubieras hecho no estarías aquí.

—¿Y crees que no me arrepiento de no haberle hecho caso? —pregunté enojada—. Perdón por haberme enamorado de un psicópata, pero no sabía ni mierda sobre que era así. Además, Derek pensaba usarme para llegar a él.

—Pero no lo hizo, por eso te pidió que te alejarás de Arthur, sabía que hacer aquello, que usarte, era lastimar a alguien inocente. ¿Y tú qué hiciste? Te quedaste con Arthur.

—¡Porque Arthur me manipuló con un audio de Derek diciendo esa mierda! —grité con desesperación—. ¡Porque supo cómo manejar todo a su antojo para alejarme de él! —mi voz se rompió—. Y no me di cuenta hasta que ya era tarde.

—Layla... —nombró Jazz.

—¡No! —la interrumpí—. Me equivoqué, tomé malas decisiones y lo sé, ahora estoy teniendo que enfrentar las consecuencias de mis actos, pero realmente creía que él era bueno, creía que me amaba o eso me hizo creer. —Sonreí con tristeza, mirando a Caroline—, creí que podía ayudarlo, y mira. —Abrí mis brazos—, terminé metida hasta el maldito cuello de mierda, terminé siendo novia de un psicópata, terminé equivocándome, ahora ¿ya estás feliz Caroline? Reconozco que he sido una completa estúpida, que he sido ciega e idiota. Pero... ¿por qué no me dijeron todo esto antes? ¿Por qué esperaron que me metiera hasta el cuello con Arthur? —No contestó—. ¡Vamos responde la maldita pregunta, Caroline!

—¡Porque no es fácil hablar de eso! —Explotó Caroline—. ¡No es fácil hablar sobre ella! ¡Aún duele haberla perdido! ¡¿Entiendes?! ¡Creía que te ibas a terminar alejando de él, pero me equivoque!

Tomé una gran bocanada de aire y lo dejé salir con calma, para luego con la un tono de voz bajo susurrar:

―Ambas creímos muchas cosas y nos terminamos equivocando.

Cerré mis ojos con fuerza y ahogué un sollozo. Estaba asustada, quería salir corriendo hasta mi casa y refugiarme en los brazos de mis padres. Los extrañaba, los había herido, me había alejado de ellos por alguien que no valía la pena, por alguien que solo jugaba, manipulaba y hería. No importaba cuánto me arrepentía, cuanto quisiera deshacer todo. Ya no podía hacerlo.

—Podemos ayudarte. —Escuché hablar a Barry—, aun podemos —repitió. No abrí mis ojos, Jazz unió nuestras manos y dio un pequeño apretón, recordándome que ella estaba ahí para mí.

—¿Cómo? —inquirí, dirigiendo la mirada hacia él—. Dime... ¿Cómo mierda voy a escapar de esto? Alejé a mi familia, destruí a mi mejor amiga, rompí a Derek y estoy hasta el cuello. ¿Cómo van a ayudarme? Si ustedes mismo lo dijeron, Emily lo intentó y fracasó.

—Tu mamá es una importante abogada, podemos ir con ella —concluyó.

—No —negué y me levanté—, no quiero que salga lastimada. Él puede hacerle algo.

—¿Tienes una mejor opción? —inquirió Caro en un susurró.

Asentí.

—Voy a seguir ganándome su confianza, necesitamos pruebas y puedo encontrar algo con que incriminarlo.

—¿Y nos tenemos que quedar de brazos cruzados esperando a que encuentres algo? —preguntó Jazz, posicionándose a mi lado—. Puede hacerte daño.

—Estaré bien. —Volteé a verla y le sonreí. Intentando calmarla.

No estaba segura de lo que decía, pero la esperanza es lo último que se pierde. Ir con mi madre no era una opción para mí, no quería involucrarla; si Arthur le hizo daño a Derek y logró que Emily se suicidara. ¿Qué iba a hacer cuando se enterara de que había ido con mi madre?

—¿Estás segura? —inquirió Ethan—. Arthur parece inestable.

—Lo estoy —mentí.

Barry se acercó a mí y me tomó por los hombros.

—Tienes que tener cuidado, no confíes en él. Pero, sobre todo, busca pruebas, la policía necesita pruebas, busca algo relacionado con las drogas o cualquier cosa y debes de hacerlo rápido. —Sonrió con melancolía—, no quiero ver como alguien más muere por culpa de Arthur.

—Lo haré. —Jazz me tomó del brazo y volteé a verla, me dio una pequeña sonrisa; aunque detrás de ella se miraba que tenía miedo.

—Ella no está sola —habló mirando a Barry—, Arthur confía en mí, siempre lo ha hecho. De alguna manera también buscaré pruebas.

Ninguno dijo nada más, me alegraba saber que ella estaba ahí conmigo a pesar de que sabía que era peligroso. Caroline y Ethan se fueron cuando un chico subió a buscarlos, diciendo que era hora de irse, luego Jazz se adelantó para asegurarse que no hubiera nadie, dejándome sola con Barry.

—¿La amabas? —inquirí en dirección de Barry y él frunció el ceño—. ¿Amabas a Emily?

Volteó a verme y asintió.

—Lo hacía, ella era especial, Layla. Miraba el lado bueno de las personas, quizás se parecen en eso, ella también creía que Arthur podría cambiar, también creía en los cuentos de hadas con final feliz.

—Y se equivocó —susurré. Bajé la mirada hacia mis pies sintiéndome estúpida por creer en los finales felices.

—Oye —llamó y tomó entre sus dedos mi mentón, subió mi rostro y conectó nuestras miradas—, saldrás de esto, ya lo veras.

—Eso espero —susurré—. ¿Podrías hacerme un favor?

—Sí —afirmó y soltó mi mentón con delicadeza.

—Dile a Derek que lamento que me haya visto con Arthur —susurré—, y que no quise lastimarlo.

Sus ojos me miraron serios.

—¿Amas a Derek? —inquirió.

—No. —Bajé la mirada hacia el suelo—, no lo amo, porque, aunque suene estúpido y masoquista una parte de mi sigue enamorada de Arthur, del que creía conocer.

—No te voy a juzgar por seguir enamorada de Arthur.

Levanté la mirada, y sus ojos mostraban que decía la verdad. Era bonito saber que alguien no te juzgaba, que te escuchaba y quizás hasta que te entendía.

—Lo lamento —murmuré, volviendo a bajar la mirada

—¿Por qué? —indagó, levantando mi mentón.

—Por herir a Derek.

Resopló, soltó mi rostro y desordenó su cabello.

—No tienes porque disculparte conmigo, ni con nadie. —Sonrió con tristeza—, sé que él sabe que, aunque quisieras, no podrías amarlo porque ahí. —Señaló mi corazón—, ya hay alguien más.

—Alguien que no me hace bien.

—Así es la vida, nos enamoramos de las personas que no nos convienen.

—¿Alguna vez te enamoraste de alguien que no te convenía? —inquirí con el ceño fruncido.

—Sí, lo hice.

—¿Y qué ocurrió?

Se encogió de hombros.

—Lo que ocurre cuando te enamoras de quien no debes. —Sonrió de lado—, me rompieron el corazón.

No dije nada más y bajamos cuando Jazz dijo que estaba despejado, la música estaba bastante alta, y podía ver a las sombras de las personas bailando y bebiendo, me detuve abruptamente, él hizo lo mismo y giró a verme confundido.

—¿Por qué la vez que nos conocimos dijiste que me parecía a un conejo? —indagué.

—Porque...—Sonrió con burla—. Cuando Derek me contó sobre ti mencionó que cuando te enojabas movías la nariz como un conejo, y cuando te vi; miré como movías la nariz y recordé lo que él me había dicho.

—No me parezco a un conejo —afirmé, frunciendo el ceño.

Sonrió con burla y también le sonreí.

—Gracias por querer ayudarme.

Negó con la cabeza y sonrió de manera cálida.

—No tienes porque agradecer —susurró—, eres especial para él; y quiero que él sea feliz. Le prometí a Emily que volvería a ver a su familia feliz, y aunque no se lo haya cumplido cuando estaba viva, lo haré ahora.

Sonreí ante sus palabras Él la había amado como nadie, aún lo seguía haciendo y siempre lo haría. Solo bastaba con escucharlo hablar sobre ella, la forma tan dulce con la que se expresaba, lo tierno que se escuchaba el nombre de ella entre sus labios, absolutamente todo gritaba que él la había amado.

Ambos seguíamos sumergidos en el abrazo cuando , me empecé a incomodar y no era por el abrazo; era porque me sentía observada. Mis ojos recorrieron el panorama y dieron con una figura que nos miraba desde las sombras, un escalofrío recorrió mi espina dorsal y un amargo sabor se instaló en mi estómago. La figura se dio la vuelta, pero pude reconocerla, su cabello rojo la delataba.

Era Paige, me había observado con Barry.

Y en sus ojos solo se mostraban algo, maldad.

Pura maldad.

N/A

Gracias por la espera :3 

¿Teorías?

Todavía queda historia señores y señoras, no todo esta dicho 7u7

#NoLectoresFantasmas.

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