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《-Capítulo diez-》

Narradora


Camus tenía en su naturaleza, ser rebelde y no seguir las reglas, sabía también que esto seguramente pronto traería problemas en él. Por esa razón, tenía que aprender a controlar sus impulsos, sin embargo; ahora le parecía imposible, su mente no paraba de pensar en aquella humilde petición que Namida le pedido.

Saga lo había adentrado en el templo de Acuario y se encontraba vigilando la salida. ¿Como podría escapar?

De repente, a su campo visual llegaron una preciosas alas, tan brillantes como si fueran diamnates y parecían también, tan ligeras como la tela de seda.
Ese era Iceby, parecía que estuvo escuchando las constantes quejas de su proximo dueño, inclino su cabeza para llegar a la mano del menor y con su sola mirada, aquel pájaro de enorme tamaño parecía hablarle.

─Iceby tu... ¿Quieres ayudarme? ─parecía inseguro en su hablar. El guardián, asintio con su cabeza e hizo espacio para que Camus subiera encima suyo. ─Gracias ─dijo con simpleza pero gran sentimiento.

Entonces, el búho alzó vuelo mostrando belleza en sus aleteos y voló encima de todo el santuario, lo hizo todo muy dicretamente pero aún así Camus disfrutó de la hermosa vista.
El galo no podía creer que los demás caballeros se perdieran ver todo el bello lugar, solo por sus tontas reglas.

En cuanto descendieron, el ave se quedo a cierta distancia para no ser descubierto, y Camus, avanzaba a paso lento también para evitar ser visto.

Se puso detras de unas rocas, saco levemente su rostro para que se viera solo sus ojos y empezó a observar; discusiones, golpes y grandes explosiones de cosmos.

La mirada del galo solo buscaba a alguien en específico, pero no lo hallaba, pudo ver al aprendiz de Piscis, Afrodita y al actual caballero de dicho signo.
Al parecer el menor peli celeste también estaba intentando atacar a los rivales.

─¿Donde estas Namida? ─hablo por lo bajo, trato de sonar calmado aunque en el fondo estuviese preocupado por las cosas que podrían haber pasado.

Al no encontrar mucho, había decido volver y aceptar que no era buena idea. Dio pasos atrás en cuclillas y su mirada aún en frente.

─¡¿Que haces aquí?! ─lo tomó del brazo jalando a su contrario. ─¿Quieres morir?

─¡Namida! Que bueno que estas bien ─se lanzo en un abrazo. No era muy común hacerlo pero su emoción no la podía contener, aún.

─Si me vuelves a tocar... ─lo separo al instante, su fuerza lo empujó al suelo y lo apuntó con su uña roja ─si tus manos o tu cuerpo se acercan al mío, no voy a dudar en hacerte pedazos.─

Camus no comprendía nada, solo pudo sentir como su pecho se lleno de un sentimiento de tristeza y odio compartido. No iba a dejar que lo trataran de eaa manera, y obviamente, si eso incluía alejarse de él, lo haría.

─Tu me pediste que nunca me alejara de tu lado, no entiendo por que me tratas así ─se levanto y dirigio su mirada más distante y fría.

─Que Namida sea tan inservible y dependiente, no es mi culpa... igual, ya nunca lo volveras a ver y yo, me voy a asegurar de ello ─bajo su mano y le dio la espalda ─si no te vas ahora, voy a llamaral patriarca para que te de el castigo que mereces.─

El peli aguamarina estaba más perdido que al principio, pero sería muy incorrecto preguntar en esta situación. Además, lo que le pasaba a Namida o Milo, ahora le daría igual.

Caminó a pasos lentos pero largos, perdido en sus pensamientos y sentimientos. Sin importe si fuera visto.

─Pero miren que tenemos aquí, es muy parecido al recipiente de nuestro señor Poseidón ─una voz burlona sacó de los pensamientos al galo.
A su frente se encontró con dos subordinados de Poseidon, una clase más baja que los siete generales marinos pero también conocidos por sus grandes exitos en sus misiones.

Sus escamas eran de color azul, ambos con el pelo castaño y buena contextura.
─Algo me dice que este chiquillo sabe donde esta el señor Poseidón ─lo levantó de ambas manos ─vamos, di donde esta el señor Poseidón

Camus no respondió aquella pregunta, simplemente se limitó a congelar las manos de aquél sujeto. Aunque en el fondo sabía que su hielo aún no era del todo resistente.

─¡Maldito! ¡¿Como pudiste congelar las manos de mi hermano?! Me las vas a pagar ─estuvo dispuesto a golpearlo.

Camus puso sus brazos cruzados frente a su rostro para recibir el golpe, esperó un momento pero no sentía nada. Por un momento pensó que iba a recibir un ataque especial o algo por el estilo.

─Dije que si no te ibas, yo mismo llamaria al patriarca ¿acaso quieres ser castigado? ─la misma voz de quién lo botó.
Al parecer el joven Kardia había llegado a salvar a Camus, a su lado se encontraba Milo.
─Kardia se va a enfrentar a ellos, tu vete de aquí si no quieres ser lastimado

─¡Gracias joven Kardia! ─ignoró por completo a su contemporáneo y decidió alejarse rápidamente de ahí.

[Habitación de Degel]

Podía sentir que lejos de aquél cuarto vacío, sus compañeros estaban teniendo una pelea. Y, al estar encerrado sin poder salir, no se había enterado del asunto ni mucho menos, que él era la razón de todo ese conflicto.

Pero los rumores corrían más rápido que la velocidad de la luz, y pronto llegaron a los oidos de Degel. Éste, al enterarse de la noticia no pudo evitar sentirse culpable.

Preparó al instante una carta de despedida, no quería causar problemas y estaba decido a asumir su destino.
La carta general estaba temrinada, no era muy larga y solo puntualizó temas importantes, dejo incluso un pequeño recado para su alumno; al cual nunca pudo entrenar de manera personal.

Pero aún no encontraba la forma de despedirse de Kardia sin que los demás vayan a darse cuenta de su amorio. No era conveniente dejar una carta cuando podrían leerla varias personas, una nota tampoco y peor aún algún mandado.

Incluso si le hablaba via cosmos, Kardia era capaz de ir en busca de su amado al instante y eso arruinaria por completo los planes de Degel. Ahora, hasta decirle algo a Iceby sería malo.

─Kardia... lo siento creo que no voy a poder despedirme de la manera en que yo quiero ─habló solo en aquella habitación. Paso sus manos por la cabeza y respiró hondo antes de ejecutar su plan.

Comenzó sellando las cerraduras y entradas a la habitación con hielo, puso toda su concentración en ello, todo hasta que recordó algo importante; la enfermedad de Kardia.

Poner hielo a la entrada le hizo recordar aquellos días en los cuales él, salvo la vida de su amado.
Ahora estaba incluso más confundido que antes.

─Solo... me queda confiar en ti Camus, si yo me mantengo aquí... voy a ser la perdición del santuario ─algunas lágrimas salían de sus bellos ojos, su mirada reflejaba tristeza pero su decisión estaba tomada.

Con todo y sus inseguridades, salió del lugar con gran agilidad; saltando por detrás de aquellos muros. El ruidl llego hasta los guardias, pero poco pudieron hacer pues la puerta no se abría.

Degel, en el camino pudo ver a las marinas en plena busqueda, de inmediato se presentó a ellos y dejo que se lo llevarán.

Había jurado por Athena que no iba a ser consumido por el gran poder de Poseidón, y que él sería quien derrotaria a los generales marinos para conseguir su libertad.

[...]

En plena pelea, los rivales de Kardia habían desaparcido frente a sus ojos.

─Adiós Kardia, te amo ─fue lo que pudo oir, una lejana voz que al instante lo puso de rodillas.

─Acaso... ¿Es tu despedida? Tú... ─sus palabras tampoco podían ser articuladas a la perfección, su mirada quedo mirando un punto fijo en el suelo y luego de unos segundos, lanzos varios puños al suelo. ─Te fuiste, ¡te fuiste y no pensaste en mi!

Desde algunos metros lejos, Milo se quedó mirando la escena condundido. Por un momento lo recordó a él cuando perdió a sus padres, pero no comprendía como solo una persona puede causar tanto daño en otra.
No comprendía el amor, ese amor que nace entre dos personas y los lleva a ser uno.

Su cabeza daba vueltas intentando recordar aquellos sentimientos, pudo sentir eso alguna vez pero no recuerda cuando ni como. Tal vez, simplemente no era él quién sintio esas emociones.

Kardia golpeaba con más y más fuerza el piso, sus manos pedían un descanso pero él simplemente ignoraba toda señal que no fuera la de su querido Degel.

─Si no te calmas ahora, todo podría empeorar ─se acercó el mayor de los tres.

─Perdón pero, ¿usted que sabe? Yo amo a Degel y no puedo dejar de preocuoarme

─¡Kardia! Sabes que Milo esta presente, no debes decir cosas co-

─¡No voy a ocultarlo! Ya me canse de fingir que Degel es solo mi amigo, y por eso lo perdí ─se levanto y dejo ver su rostro cubierto por lágrimas ─ya no me importan las estupidas reglas ni los grupos, si es agua o fuego ¡da igual! Todos somos compañeros y por lo tanto merecemos ser tratados con respeto y podemos ser amigos ─hizo a un costado a su maestro y dejo solos a Milo y Zaphiri.

Por su parte, Milo se quedo pensando en aquella frase que dijo su tutor "Todos somos compañeros, podemos ser amigos" y no pudo evitar que al instante su orgullo se hiciera pedazos.
Él tenía un gran rencor con el grupo de aire y sería fácil convivir con sus integrantes, pero varias partes de su ser decían totalmente lo contrario.
Su mente estaba hecha todo un caos, necesitaba de alguien que pueda sacar los "demonios" de su cabeza y pueda ayudarlo a vivir y sentir de mejor manera al mundo.

[Templo de Acuario]

Iceby, quién hace unos momentos compartía gratos momentos ayudando a Camus, ahora no paraba de caminar de un lado a otro; intentaba volar, se postraba en suelo a veces se ponía agresivo.
Su instinto sabía que algo estaba mal, si tan solo pudiera hablar ya habría dicho su mal presentimiento.

Y no era solo él, varios de sus compañeros lo habían sentido.
Si, sintieron su lejano cosmos cuando lo utilizó para despedirse de Kardia, y si no lo hubiera hecho, tal vez nadie se habría dado cuenta.

Camus también había sentido esa fugaz ida de su maestro, ahora más que nunca se sentía solo. Ya no tenía alguien con quien pueda ser él mismo sin temor a ser criticado, estaría alejado del joven Kardia y solo tendría contacto con el patriarca.

Se sento en el piso, abrazó sus piernas y se quedó así por un largo tiempo.


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Bueno, no hay muchas cosas que decir  :3
Simplemente un Gracias a aquellas personas que siguen este Fanfic ♡

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